Quiero hablar un poco de "tener madera", o sea, de lo que se necesita para asumir la responsabilidad de dirigir, ser parte de la vanguardia e inclusive líder del partido. La Constitución del Partido dice que los militantes debemos aceptar cualquier puesto o tarea para cumplir nuestro compromiso con el proletariado internacional. Es un reto muy grande. Claro que hay que evaluar francamente las capacidades de cada cual, y si se nos pide hacer algo que realmente no podemos, hay que decirlo, pero eso no debe servir de excusa para no asumir los retos que se nos presentan. Debemos entrarle con ganas --¡que nos pasen la pelota!-- y con la orientación de responder a las responsabilidades y retos que nos presente el desarrollo de la situación objetiva, y que el partido, a través de su colectividad, su cadena de mando y su dirección, nos pida.
No debemos hacerlo ciegamente, sin pensar o analizar, pero debemos tener la orientación básica de aceptar cualquier puesto o responsabilidad. Debemos tener el espíritu de vencer, no en un sentido cuasirreligioso, sino basándonos en el materialismo y guiados por la dialéctica. Y eso requiere que no nos dejemos intimidar o apabullar. Es un aspecto importante de dirigir y asumir responsabilidades en el nivel que nos corresponda. Naturalmente, todos debemos tomar en cuenta el hecho de que en estos días hay mucho en juego y con cada día que pasa es más. Los errores que cometamos tendrán consecuencias concretas. No tenemos el poder del estado (lamentablemente), y por eso no podemos perderlo, pero si cometemos errores serios, podemos sufrir grandes pérdidas. La verdad asusta un poco, a tal punto que quizá no hagamos nada por temor a los errores. Pero precisamente por eso tenemos la colectividad, estructura y dirección del partido, tenemos orientaciones y documentos, y el Obrero Revolucionario que nos guían. Y en ese marco, es muy necesario que todos tomemos iniciativa y que no nos dejemos intimidar o apabullar.
Tenemos que manejar esta muy aguda contradicción: por un lado, reconocer que si cometemos errores serios, podemos amolar muchas cosas y, por el otro, tener la actitud de que vamos a cometer errores, ¿y qué? Es otra unidad de contrarios que hay que manejar correctamente. No es bueno exagerar ni un aspecto ni el otro. ¿Acaso vamos a decir: "Cometí un error, ¿y qué? Causé un revés, pero me vale"? ¡Claro que no! Pero tampoco es bueno que no tomemos iniciativa por temor a equivocarnos ni que esperemos que nos digan qué hacer en cada caso, o incluso cuando nos dicen, cuando nos dan una orientación básica, no hagamos nada por temor a cometer un error. Como que a uno le espanta su propia sombra y no puede hacer nada por temor a consecuencias nefastas. Evidentemente, eso no lleva a nada positivo. Tenemos que asumir la responsabilidad de todo, de las consecuencias de nuestras acciones... y nuestros errores. Y eso implica estar dispuestos a jugársela en cierto marco, que es determinado fundamentalmente por la colectividad, pero además por el elemento de la iniciativa individual, basada en la línea y medidas comunes, que también es muy importante. E implica asumir la responsabilidad de reconocer y corregir nuestros errores, de examinarlos francamente con otros para que todos aprendamos de ellos, y esforzarnos por no repetirlos.
Sin embargo, repito, es de suma importancia que no nos quedemos inmóviles por temor a los errores, y en ese sentido es correcto decir: "Cometimos un error, ¿y qué?". Vale la pena examinar el documento "Revisionistas son revisionistas... y revolucionarios son revolucionarios" de la lucha en nuestro partido acerca de qué posición adoptar ante el golpe revisionista en China tras la muerte de Mao en 1976.1
En ese documento se repite esa frase muchas veces. Por ejemplo, después de derrotar a la "banda de los cuatro", los líderes chinos convocaron una manifestación de millones de personas que la repudió, ¿y qué? El documento dice "¿y qué" unas cuantas veces y no porque ignore la realidad, ni mucho menos. No es por vivir en la luna sin darse cuenta de lo que pasa. Más bien lo que quiere decir es: "Miren, vamos a fijarnos en las cosas más importantes, en las cuestiones esenciales". Cualquiera que tenga el poder puede organizar una manifestación multitudinaria. No es tan difícil. Pero eso no resuelve la cuestión de qué línea representan unas u otras fuerzas ni adónde llevará su programa.
Recapitulando, es muy importante tener la orientación de tomar todo esto muy en serio y asumir la responsabilidad de nuestras acciones y nuestros errores, pero también necesitamos la orientación de "¿y qué?", entendida correctamente, la orientación de tener valor y no tener miedo de equivocarnos, pero esforzarnos por equivocarnos lo menos posible y aprender lo más que podamos de nuestros errores.