Muchas veces, sobre todo cuando uno es nuevo, y tiene cierto nivel de responsabilidad pero no el máximo nivel, le da por pensar: "Así lo dejo; está bien, porque si falta algo, seguramente algún cuate de mayor nivel lo va a componer; los camaradas con más experiencia han de saber mejor que uno y lo van a componer". Todos tenemos esa tendencia, y en un momento dado todos hemos dicho ojalá que exista dios, sobre todo si nos ayudara a ganar un partido de básquet o a salir bien en el trabajo y todo. Pero la neta, no existe. Sin embargo, todo mundo de algún modo desea alguna ayuda, o sea, que alguien componga las cosas o le encuentre solución a un problema. Y, créanme, cualquiera en cualquier nivel tiene muchas cosas que no ha podido solucionar.
A veces todos sentimos que no estamos a la altura de las circunstancias o nos sentimos frustrados por problemas que cuesta trabajo solucionar o que no hemos podido solucionar, pero debemos tener la orientación de volar sin red de seguridad. Si uno no es de los altos niveles de dirección, no tiene las mismas responsabilidades, pero tiene responsabilidades y le corresponde tomar iniciativa. Debe tener la orientación de aportar lo máximo que pueda en lugar de pensar: "No hay pex, a final de cuentas lo van a corregir". Ciertamente, en cualquier nivel del partido lo que uno hace y las cosas que no puede resolver solo tienen que ser parte de la colectividad del partido, y de desarrollar la línea y la práctica. Pero, ¿cuál es nuestra actitud? ¿Tenemos la actitud de aportar lo máximo a ese proceso, de tomar la mayor iniciativa posible, o de cumplir apenas y dejar que otros camaradas resuelvan todo? Son dos orientaciones muy distintas.
Aquí viene al caso la relación entre la reverencia y la irreverencia: dos aspectos contradictorios de una contradicción, una unidad de contrarios. Por ejemplo, si por la reverencia se entiende, como comúnmente se entiende, rendirle culto a algo o alguien, obviamente es totalmente ajena a nuestros principios, y debemos luchar por superarla. No queremos ese tipo de reverencia. Pero por otro lado, tener reverencia en el sentido de valorar muchísimo, de tenerles un gran respeto a ciertas personas o ciertas cosas por lo que han hecho y por lo que representan, eso sí es parte de nuestros principios y de cómo dirigimos a las masas. O sea, debemos respetar a los que han aportado a la lucha y al partido por lo que representa. Esa reverencia es necesaria. No es mala; por lo contrario, es importante, es positiva. Así que hay una línea divisoria sutil entre seguir ciegamente y seguir conscientemente. La reverencia, entendida correctamente, es respetar y estimar altamente, pero no rendir culto, a las personas y cosas que se lo merecen. Debemos respetar las cosas que merecen respeto y no respetar las cosas que no se lo merecen. Pero no debemos rendirle culto ni seguir a ciegas a nada ni nadie, ni obedecer ciegamente.
La irreverencia es muy necesaria y vital para nosotros, digo, la irreverencia, entendida como acabo de decir: que no le rendimos culto a nada ni nadie, que no seguimos ciegamente y que analizamos críticamente y cuestionamos a cualquiera o cualquier cosa que nos parezca incorrecto, si tenemos razones de peso y aun si simplemente nos da mala espina. Aceptar las opiniones de otros porque tienen mayor experiencia o porque en un sentido global saben más que uno o han hecho más aportes... Aceptar ciegamente lo que dicen por esas razones no es correcto y puede hacer mucho daño.
Una canción de Bruce Springsteen dice que hay que "comprobarlo toda la noche", y se podría decir que nosotros también tenemos que comprobarlo toda la noche. O sea, puede que en mil ocasiones tengamos razón, pero en la próxima ocasión de todos modos existe la verdad, existe la realidad y lo correcto y lo incorrecto. Hay que acertar en cada ocasión. Claro, no digo que siempre vamos a acertar, pero debemos esforzarnos por acertar. Y si creemos que alguien se equivoca, no importa quién sea, hay que cuestionarlo, o sea, con un buen método y en buen plan plantear lo que pensamos y señalar lo que nos parece incorrecto. Eso es esencial para lo que nos proponemos, para poder conquistar el poder y transformar la sociedad, y es esencial para nuestras metas, para lo que somos, para la sociedad y el mundo que luchamos por crear. Necesitamos ese tipo de irreverencia, no la irreverencia "en sí"; no necesitamos que se cuestione a los líderes simplemente por ser líderes, sin analizar el contenido de su autoridad ni cómo la ejercen.
Es bueno cuestionar la autoridad, pero no es bueno hacerlo porque sí, simplemente porque hay gente con autoridad o líderes. Y aunque uno tenga dudas o discrepancias, no debe perder de vista la dialéctica, o sea, debe reconocer los aportes y lo que representan ciertos individuos (si representan algo positivo) y el partido. Nuevamente, se trata de una línea divisoria sutil pero muy importante, y tenemos que luchar por alcanzar la síntesis correcta de los aspectos contradictorios de la reverencia y la irreverencia.
La relación entre los principios básicos y su aplicación creativa
Es parecido al siguiente principio que recalca la Declaración del Movimiento Revolucionario Internacionalista (MRI): hay que manejar correctamente la relación entre defender los principios básicos y aplicarlos creativamente. Y aplicarlos creativamente implica estar abiertos a la posibilidad de que algunas cosas que consideramos fundamentales o cruciales quizá no sean completamente correctas y hasta puedan ser incorrectas, o sea, posiblemente se demuestre que sean erróneas o que ya no se apliquen. Aquí hay otra unidad de contrarios, igual que la reverencia y la irreverencia. La Declaración del MRI señala que si no defendemos los principios básicos, cualquier aplicación creativa nos llevará al fango. Y sobran las experiencias, como por ejemplo el desarrollo creativo del marxismo-leninismo por Jruschov, o sea, el revisionismo. Pero por otro lado, si aplicamos ciegamente los principios básicos, se convertirán en su contrario. Es lo mismo con la reverencia y la irreverencia. Precisamente porque tenemos gran reverencia, en el sentido correcto que vengo señalando, por los líderes de nuestra clase a lo largo de la historia y por nuestros camaradas en todo el mundo, o sea, precisamente porque nos aferramos a eso, tenemos también cierta irreverencia. En ese sentido, nuestra irreverencia está relacionada dialécticamente con nuestra reverencia y, a final de cuentas, se basa en ella. Y si separáramos la irreverencia de la reverencia, por decirlo así, nos volveríamos unos simples críticos burgueses con un punto de vista burgués.
Les doy un ejemplo. Por si no es obvio, hay opiniones muy encontradas acerca de "Conquistar el mundo"1. Algunos han dicho que en ese ensayo ataco a todos y todo lo que debemos valorar --a todos los grandes líderes de nuestra clase y nuestros grandes logros-- y hago trizas nuestra bandera. Y en cierto sentido, tienen razón. Es decir, hago un análisis muy crítico de la experiencia histórica de la revolución proletaria y del papel de los grandes líderes de nuestra causa. Y debemos hacer eso, porque si no lo hacemos, ¿qué somos? Pero en lo fundamental, los que me critican por lanzar ataques se equivocan porque no se trata de eso sino de análisis y síntesis de experiencias cruciales de la historia del movimiento comunista internacional y del papel de los líderes principales, empezando con Marx y Engels (y no solo Stalin). Eso nos trae de vuelta a la cuestión de la reverencia y la irreverencia y la relación dialéctica entre ambas. No dije --ni pienso-- que nuestra bandera está vuelta jirones. Ni dije: "Esos tipos lo regaron muy gacho". Señalé que hay que aprender las lecciones decisivas. Debemos tener una actitud crítica hacia todo, incluso la historia de nuestro movimiento y los aportes de sus más grandes líderes. Es muy importante manejar correctamente esta contradicción también, de acuerdo a la dialéctica y el materialismo.