Esta charla saldrá en seis entregas. Hasta la fecha han salido:
1. “Puntos sobre el socialismo y el comunismo: Una clase de estado radicalmente nuevo, una visión radicalmente diferente y mucho más amplia de libertad”, en el #37 (5 de marzo de 2006).
2a. “El materialismo vs. el idealismo... la contradicción fundamental del capitalismo y la resolución revolucionaria de esa contradicción, primera parte”, en el #39.
2b. “El materialismo vs. el idealismo... la contradicción fundamental del capitalismo y la resolución revolucionaria de esa contradicción, segunda parte”, en el #40.
Toda la charla – “Puntos sobre el socialismo y el comunismo: Una clase de estado radicalmente nuevo, una visión radicalmente diferente y mucho más amplia de libertad”— está en la internet en inglés en revcom.us.
El estado es, en esencia, un instrumento de dominación de clase y de opresión de una clase
Primero que todo, ¿ qué es el estado? En las teorías posmodernistas, que se expresan en ciertas tendencias izquierdistas, se oye decir: “el estado tiene agencia”. Esa es una forma pomposa de decir que el estado no es un instrumento de dominación de clase sino una institución que puede ser influenciada por distintos grupos de la sociedad, dependiendo de cuánta presión ejerzan sobre él. Obviamente eso es un punto de vista reformista, no revolucionario, y lleva a un programa reformista, no revolucionario. Esta noción de que el estado se puede influenciar y llevar a actuar así o asá, de que no es algo inalterable, de que se puede llevar a tener un carácter distinto y a desempeñar un papel distinto, dependiendo de quién tenga más influencia, es la vieja visión revisionista del estado que ahora se expresa en lenguaje “posmodernista”.
Pero para hacer una revolución y transformar la sociedad, para entender cuál es problema y cuál es la solución, es esencial hacer un análisis materialista de la naturaleza y el papel del estado. Así que adentrémonos en esto: ¿qué es el estado, cuál es su carácter esencial y su papel esencial?
Engels, en El origen de la familia, la propiedad privada y el estado, planteó el resumen muy conciso, con mucho materialismo histórico, de que el estado es un instrumento de dominación de clase, un instrumento de opresión de una clase a las otras clases que domina, y que surge de la división de la sociedad en clases antagónicas, en explotadores y explotados, y es una manifestación de esa división.
Por otra parte, en el libro Democracy: Can’t We Do Better Than That? (Democracia: ¿Es lo mejor que podemos lograr), cité la afirmación de Raymond Lotta de que el estado es una manifestación de una determinada división de funciones en la sociedad. Eso le da al estado su carácter particular de clase. Mejor dicho, el estado en general tiene el carácter y el papel de ser un instrumento de opresión de una clase (o un instrumento de dictadura), pero ser una manifestación de una determinada división de funciones en la sociedad manifiesta el carácter particular de un estado dado. En un sentido fundamental y amplio, podemos decir que el estado es una manifestación de las relaciones de producción de la sociedad; las refleja y a su vez las refuerza. Con una excepción: el estado proletario, que fuera de reflejar y reforzar, busca ser un instrumento de mayor transformación de las relaciones de producción y las relaciones sociales de la sociedad. Esa es una de las cosas que da al estado proletario un carácter cualitativamente diferente a todas las formas previas de estado.
La dictadura proletaria se propone la abolición de las clases junto con las otras “4 todas”. Busca acabar (no por exterminio físico, como dice la caricatura usual, sino por la transformación de la sociedad) las clases y su base material: busca acabar la burguesía; busca acabar la pequeña burguesía; y busca acabar el mismo proletariado. Como dije en una conversación con unos camaradas, de esas tres clases a la única que no le importa eso es al proletariado. [risas]Las otras dos clases no quieren desaparecer (eso no quiere decir que la dictadura del proletariado también se ejerce sobre la pequeña burguesía; esa es otra cuestión). Lo que quiere decir es que hay que transformar las circunstancias y las personas para que dejen de existir no solo la burguesía sino también la pequeña burguesía y, es más, el proletariado. Pero el proletariado es el único que quiere hacer eso, en términos sociales amplios.
Si entendemos el papel del estado y recordamos lo que decía de por qué queremos el poder estatal, podemos entender mucho más profundamente la verdad y la realidad de que sin el poder estatal todo es ilusión, hablando de transformar la sociedad de una forma fundamental y cualitativa, hablando de eliminar la opresión y la explotación que agobia a la mayoría de la humanidad, y la pesadilla que es. Hace poco leí unos artículos del Servicio Noticioso Un Mundo que Ganar1, irónicamente fechados el 4 de julio de este año, dos en especial: uno sobre globalización, la reunión de los jefes de estado de los principales países industriales y la demanda de eliminación o reducción de la deuda; y otro sobre África, sobre el Congo. Si alguien no los ha leído, debe leerlos y vale la pena leerlos más de una vez porque retratan con suma claridad las terribles condiciones en que viven las masas bajo la dominación del imperialismo y de los agentes locales del imperialismo en esos países. En el Congo, en la última década, han muerto de 3 a 5 millones de personas en guerras internas en que ningún bando representa nada positivo para la liberación del pueblo. Hay toda clase de fuerzas militares, a veces pandillas organizadas por las corporaciones y consorcios capitalistas para luchar contra sus rivales por el saqueo y robo de los minerales y recursos. Me recuerda la vieja canción de Peter Tosh “Fight Against Apartheid” (Lucha contra el apartheid): “Se roban mis diamantes para financiar sus misiles balísticos”. Eso es lo que ocurre de la forma más horrible. Eso es lo que pasó en Zaire por 40 años, cuando se llamaba Zaire, cuando mataron a Lumumba y estalló una guerra civil, y los imperialistas impusieron a Mobutu. Y es lo que pasa ahora muy agudamente: millones han muerto en esta década en esa parte del mundo, no de hambre, como en Níger y otras partes de África; mueren en guerras intestinas, guerras reaccionarias, organizadas por los imperialistas e inclusive por las compañías y los consorcios que roban el país.
Si uno es marxista y ve eso, dirá: “qué urgente necesidad hay del poder estatal proletario en esos países”. La gente sufre esos horrores porque no ha hecho una revolución y no tiene el poder estatal proletario. Que critiquen el estado como institución todo lo que quieran, pero, carajo, ¡pongamos una dictadura proletaria y que la critiquen después! Como he dicho varias veces, por ejemplo en la entrevista que me hizo Michael Slate2, primordialmente hay que encomiar el estado proletario, aunque le hagamos críticas. Esa es otra unidad de contrarios: defender y encomiar el estado proletario por un lado, y criticar sus deficiencias por el otro. En esas guerras del Congo contraponen a tribu contra tribu, a que se maten. Inclusive lo que sucedió en Ruanda está relacionado con la red de relaciones imperialistas y la batalla entre los rivales imperialistas, por más que estos lloren lágrimas de cocodrilo y lo aprovechen para inclinar la opinión pública mundial a favor de sus intervenciones por todo el mundo. Ahora están haciendo eso con Nepal (a lo que volveré más adelante): “Nepal podría ser otro Ruanda, otro Camboya; la humanidad no lo puede permitir, no puede permitir que esa sociedad caiga en el caos y que se maten unos a otros”. En estos momentos están influenciando la opinión pública en esa dirección ante la perspectiva de que triunfe la revolución maoísta en Nepal. Pero en África el horrendo sufrimiento de la gente es muy vívido y real porque no hay un estado proletario.Bueno, cuando nazca un estado proletario, tiene que vérselas en el terreno militar con los imperialistas y otras fuerzas reaccionarias, pero sin el poder estatal proletario, sin poder reorganizar la sociedad y proporcionarle a ese estado una fundación material, a la vez que se transforma la sociedad y se apoyan luchas revolucionarias en otras partes del mundo, el pueblo no tiene la menor posibilidad.
De nuevo: Sin el poder estatal, todo es ilusión
Viendo esto como comunistas, salta a la vista cuánto sufre el pueblo porque no tiene el poder estatal proletario,porque tiene otras clases de poder estatal reaccionario y porque lo lanzan a matarse entre sí para beneficio de los que detentan otras clases de poder estatal y trabajan al servicio del imperialismo, la opresión y la explotación. Lo mismo sucede en vastas partes del mundo y en el mundo en general; y no se puede hacer nada al respecto sin el poder estatal proletario. Vaya, yo siento un respeto enorme por los que se unen a Médicos sin Fronteras (y hablaré más de esto), pero se queman muchísimo porque los problemas son inmensos y crecen de manera exponencial mientras que tratan de hacer algo…porque los pueblos no se han zafado del sistema imperialista y establecido un poder estatal proletario. Este sufrimiento continuará y empeorará hasta que eso suceda. Cuando uno ve esto y lo entiende, no refractado por un prisma burgués o revisionista, cuando se ve con un análisis comunista, salta a la vista la urgente y apremiante necesidad de la revolución proletaria y el poder estatal proletario. Sí, esta revolución tiene que pasar por distintas fases. Pero en esencia, y a fin de cuentas y fundamentalmente, nuestro objetivo tiene que ser la revolución proletaria y el poder estatal proletario, como primer salto hacia la meta final de un mundo comunista. Hemos tenido todas las otras clases de estado, y los imperialistas han usado la experiencia con todas esas clases de estado para reforzar la idea de que, después todo, su dominación e inclusive su colonialismo directo es la única opción para África y de otras partes del tercer mundo. “Miren lo que han hecho desde que se independizaron”, dicen, negando el hecho real de que esos países nunca han tenido independencia. Mobutu: ¿eso es independencia?
Si quieren entender por qué “sin poder estatal todo es ilusión”, repito: piensen en todas las cosas que detestan, que deben detestar, que los convencieron de ser comunistas porque se dieron cuenta de la enormidad de esto y de que no hay otra forma de lidiar con esto dentro de los confines de este sistema. Todas las infamias que aumentan y aumentan sin que puedan hacer nada, en sentido fundamental, porque no existe el poder estatal proletario, porque la idea de hacer algo al respecto sin el poder estatal es, en realidad, apenas una ilusión.
Después de las elecciones del 2004 y del prominente papel que desempeñaron los fundamentalistas fascistas cristianos en la “reelección” de Bush, el escritor religioso Jim Wallis se puso a decir (y recibió apoyo de sectores de la clase dominante) que la única oposición viable a ese fascismo cristiano es una oposición que tiene mucho en común con él, que tiene muchos de los mismos apuntalamientos religiosos, aunque quiera darle una apariencia un tanto distinta. Como señalé en Predicando desde un púlpito de huesos3 hace años, aunque Wallis reconozca y condene, o por lo menos lamente, el sufrimiento de las masas por todo el mundo, su labor ha sido predicar reconciliación entre opresores y oprimidos, y promover la reforma dentro del sistema y las relaciones de opresión y explotación de Estados Unidos y del mundo. Wallis sostiene que la reforma, no la revolución, es la única forma de gestar un cambio positivo; critica abiertamente el comunismo y acepta y repite las calumnias y distorsiones más crasas de la experiencia histórica de la sociedad socialista y del movimiento comunista. En The Soul of Politics,un libro que escribió la década pasada (ahora tiene otro libro: God’s Politics), da ejemplos para demostrar que la reforma, la reconciliación y el cambio pacífico son la esperanza (la única esperanza, a su parecer) de mejorar el sufrimiento de las masas. Un ejemplo que da es de Brasil; no sé si es cierto o no, pero supongamos que lo es y miremos su contenido: a unos campesinos los estaban expulsando de sus tierras y llamaron a las esposas de los senadores (miren las relaciones sociales) y, en versión moderna de Lysistrata,4 ellas presionaron a sus esposos, los senadores, para que intervinieran y no dejaran echar a esos campesinos. Wallis dice muy entusiasmado que este es un paradigma, un modelo, de cambio. Bueno, yo me puse a investigar (recuerden, hay que trabajar) [risas]lo que pasaba en Brasil en esa época y, durante el lapso de 10 a 15 años del que Wallis habla, expulsaron de sus tierras a 15 millones de campesinos. Si aceptamos que el relato de Wallis es cierto y que a esos campesinos no los expulsaron, miremos el cuadro general. Primero, esos campesinos, la mayoría, seguramente ya no están en sus tierras. Inclusive si permanecieron en ellas como un pequeño foco por un tiempo, en ese mismo período 15 millones de campesinos acabaron en pueblos y favelas. Seguramente muchos de ustedes vieron la película “Ciudad de Dios” y en general saben en qué condiciones viven los campesinos que llegan a la ciudad. Brasil tiene sus relucientes fachadas y enclaves, pero en el campo y en las favelas hay una terrible pobreza y la gente cae en conflictos, arma pandillas y se mata entre sí por un capitalismo extraoficial. Eso es lo que pasa sin un poder estatal proletario. Eso es lo que ha sucedido por décadas porque no ha habido poder estatal proletario.
Lo mismo pasa en Estados Unidos. Miremos lo que ha pasado porque no hemos tenido poder estatal proletario: el crecimiento de horribles problemas económicos y sociales; la difusión del fundamentalismo religioso entre las masas básicas; la asfixia de las masas con opresión e ignorancia deliberadamente inculcada... porque no pudimos hacer la revolución, en especial durante el gran repunte de lucha de los años 60, con su efervescencia y vientos revolucionarios. No responsabilizo principal y esencialmente a los que nos hicimos revolucionarios en esa época, pero el hecho es que debido a que, por una combinación de razones, la revolución no estalló y debido a que no tomamos el poder proletario, miren lo que ha sucedido en el mundo y en Estados Unidos por décadas. Pensar que todo eso se puede cambiar sin el poder estatal proletario y que se puede encontrar otra manera de aliviar el sufrimiento de las masas, y ni hablemos de eliminarlos, es la más absurda y dañina de las ilusiones.
Para lo que sirve la coacción
Hablando del poder estatal y de lo que se puede hacer con él, quiero hablar específicamente del elemento de coacción y de lo que se puede hacer con él. Esto se relaciona con el punto de las “restricciones” que planteó un camarada y que mencioné antes: todas las restricciones no son malas. Veamos. He citado este ejemplo, de otro camarada, sobre la película “Remember the Titans”. No es sobre la dictadura del proletariado, pero es sobre un importante cambio social en el cual el poder estatal impulsó las reformas liberales de la época. Para los que no recuerdan o que no vieron la película, es sobre una ciudad de Virginia a principios de los años 70 donde acaban la segregación de una prepa y del equipo de fútbol, y al entrenador blanco, que había ganado muchos trofeos, lo remplaza un entrenador negro, de una escuela negra. ¿Qué hubiera pasado si se les hubiera dicho a los blancos, a los padres de los estudiantes de esa prepa blanca: “Hagamos una votación democrática? ¿Cuántos quieren eliminar la segregación de la escuela; cuántos quieren que se integre el equipo de fútbol; cuántos quieren un entrenador negro?”. ¿Están locos? [risas] Pero como se planteó una necesidad que confrontar, como se ejerció esa coacción, se creó una fundación diferente para cambiar la mentalidad de esa comunidad; y también, se creó un terreno más favorable para que los elementos avanzados se destacaran, para que no los sofocaran. Los elementos del equipo de fútbol, primero, y después los elementos de la comunidad que estaban a favor pero temían decirlo, o que cambiaron de parecer, pudieron tomar la iniciativa porque ese era el terreno.
Aquí se ve el valor de la coacción. Toda la coacción no es mala. Del mismo modo que nunca habrá una sociedad sin necesidad, tampoco habrá una sociedad sin coacción, inclusive cuando no haya poder estatal ni coacción política, en ese sentido, y una parte de la sociedad no ejerza una dictadura sobre las otras. Pero aun así habrá necesidad y, de modo afín, nunca se eliminará enteramente la coacción. Todos los miembros de la sociedad no harán todo lo que quieran todo el tiempo, ni siquiera en la sociedad comunista. La diferencia es que en la sociedad comunista los individuos se someterán voluntariamente a esa situación por el bien común que entienden conscientemente, porque entienden que “esta vez no haré lo que quiera, pero en el contexto general esto es mucho mejor para todos y, por lo tanto, mucho mejor para mí”.
Veamos otro ejemplo. En estos momentos hay una gran controversia sobre la evolución. La única razón de ser de esa controversia es que un sector de la clase dominante, un sector poderoso, ha decidido que le conviene mellar la aceptación de la población general de la evolución como un hecho científico. Bueno, dejarán que unos científicos hagan su trabajo basado en la evolución. ¿Recuerdan el libro y la película Handmaid’s Tale (El cuento de la criada). La sociedad vivía bajo una moral de hierro, pero los miembros de la élite gobernante tenían clubes con prostitutas y todo lo demás. Es una analogía detestable, pero si logran imponer que en las clases de ciencias se enseñe que la evolución no es un hecho científico, dejarán que los científicos hagan el trabajo que la burguesía considera necesario y ellos se dirán entre sí: “Claro, sabemos que la evolución es verdad; no podríamos hacer nada si no lo fuera”. Pero a la población general quieren diseminarle otra ideología; no es solo replantear la evolución y si es verdad o no, sino replantear la definición de ciencia de modo que tenga elementos teístas y sobrenaturales, lo cual, por definición, acaba la ciencia. [Con una voz satírica:]“Estamos en la superficie de la Tierra por la fuerza de la gravedad o porque dios lo quiere. No sabemos cuál. Hay que enseñar las dos explicaciones en las escuelas. ¿O quieren suprimir las ideas y no dejar que todos tengan la oportunidad de decidir por su cuenta?” [risas]
Hablando con una camarada sobre la evolución, dijo: “Si en este instante me pidieran una prueba del hecho de que la Tierra gira alrededor del Sol, no podría darla. Tendría que ir a estudiar y regresar con la información, pero acepto este hecho porque la comunidad científica ha determinado por siglos que es verdad, se ha comprobado a satisfacción muchas veces y concuerda con lo que sabemos de la realidad. ¿Existe la posibilidad teórica de que se equivoque? Sí, pero no parece ser así”. Los científicos no debaten y, en este momento, la sociedad en general no debate si la Tierra es el centro del universo y si el Sol gira alrededor de ella, o si la Tierra es parte de un sistema solar y gira alrededor del Sol. Pero la camarada agregó: “Sin embargo, si a un sector de la burguesía le conviniera, podría generar ese debate (si la Tierra gira alrededor del Sol) tal como lo están haciendo con la evolución. Los científicos no lo dudarían, pero se podría crear una controversia en la sociedad por motivos políticos si un sector de la clase dominante viera que le conviene”.
Se está dando una lucha política, una lucha de clases fundamentalmente, en el campo de la epistemología; es una lucha política sobre epistemologías opuestas. Es una lucha compleja y no se da en términos de comunismo versus otras ideologías. Es básicamente la ciencia y la Ilustración contra lo que se opone a eso. Es otra de las complejidades con que tenemos que lidiar.
La única razón de que exista una polémica sobre la evolución en Estados Unidos es que un sector de la clase dominante quiere fomentar una epistemología diferente al servicio de un programa político, social y económico que es abiertamente reaccionario. Los científicos no polemizan sobre la evolución: la abrumadora mayoría de los científicos, especialmente del campo de la biología, reconocen que la evolución es una de las verdades más fundamentales de toda la ciencia. Esencialmente, los científicos no han debatido este hecho por más de cien años y la ciencia lo ha verificado. Pero se está fabricando una controversia con fines políticos. Bueno, el poder estatal y la coacción también sirven para esto: el proletariado toma el poder y en las escuelas se enseña evolución. [risas]Punto. [risas]Nada de que “florezcan ideas” sobre si la evolución es verdad o si todos somos el producto de un gran diseñador. Eso está resuelto. Ahí está. Es parte del currículo de la sociedad socialista. La evolución es un hecho que ha establecido la ciencia y se va a enseñar, punto.
Este es un ejemplo de por qué es importante tener el poder estatal y es un ejemplo de un aspecto positivo de la coacción: usar el poder estatal para dar por sentados principios que concuerdan con la realidad y que corresponden a los intereses de las masas populares y en última instancia de la humanidad. Hay que dar por sentadas ciertas cosas o no se podría hacer nada ni avanzar. ¿Quiere decir eso que no queremos que haya cuestionamiento intelectual sobre toda clase de cosas? Por supuesto que no. Y si se presentara una prueba (prueba científica, derivada de la aplicación del método científico) de que la evolución no es un hecho, habría que reconocerla. Pero todo no se puede “debatir” todo el tiempo; no se haría nada y la sociedad no funcionaría. Así será en la sociedad socialista, cuyo principio fundamental es habilitar a las masas a conocer y cambiar el mundo cada vez más conscientemente y de acuerdo a sus intereses, y avanzar al punto en que las divisiones de clases y los instrumentos de opresión de clase no obstruyan y distorsionen el proceso de que la humanidad conozca y cambie el mundo para beneficio de todos. Tiene que haber un núcleo sólido, así como mucha elasticidad, pero si se echa todo al aire en la sociedad socialista, la burguesía recuperará el poder muy rápidamente.
¿Por qué no se enseñan “dos teorías alternativas” de epilepsia en las escuelas: la que la ciencia médica ha descubierto sobre las causas materiales de la epilepsia y la que dice que la epilepsia es posesión de demonios? [risas]Vaya, hay que tener en cuenta que la sátira de hoy es la horrible realidad de mañana. En las charlas sobre religión he dado el ejemplo de la epilepsia, de que Jesús se equivocó con la epilepsia: la Biblia dice que Jesús curó la epilepsia expulsando un demonio. Bueno, si es conveniente en lo político para un sector poderoso de la clase dominante, es posible que se abra un debate [con voz sarcástica]: “Bueno, hay explicaciones alternativas de la epilepsia. Unos creen que se debe a los mecanismos eléctricos y químicos del cerebro, pero esa teoría tiene muchos puntos débiles. [risas]Otros se están dando cuenta de que quizá, después de todo, se debe a posesión demoníaca”. [risas]¿Por qué no enseñamos eso en las escuelas? No, no debemos hacerlo porque no es verdad; se ha demostrado científicamente que no es verdad. Del mismo modo, se ha demostrado científicamente que la evolución es verdad y que el diseño inteligente no es una explicación verídica del surgimiento y desarrollo de la vida (y la vida humana).
Así que la coacción tiene cierto valor; debemos entender el valor y el papel de la coacción, pero en relación dialéctica con la realidad fundamental y la orientación fundamental de que la revolución y el avance al comunismo, ahora y tanto más en la sociedad socialista, debe ser el acto liberador consciente de las mismas masas. Entender esa contradicción correctamente requiere materialismo y dialéctica (en contraposición al idealismo y la metafísica) con respecto al comunismo y a cómo llegar a él.
A partir de todo esto, debe quedar claro que el proletariado (expresado de una forma concentrada en el papel de su partido de vanguardia) debe tomar el poder y debe ser el elemento decisivo y determinante del estado, y que no comparte el poder estatal con ninguna otra clase (no puede hacerlo de modo esencial), aunque aplica la orientación estratégica de forjar el más amplio frente único, bajo su dirección, durante el avance hacia el comunismo. Más adelante voy a hablar más a fondo de la aplicación del frente único bajo dirección proletaria durante toda la etapa de transición al comunismo porque es otra contradicción muy importante. Pero aquí quiero hacer hincapié en que el proletariado (expresado de una forma concentrada en el papel de su partido de vanguardia) debe dirigir el estado y el ejercicio del poder estatal. Eso es algo en movimiento, es algo que cambia, porque a medida que se avanza hacia el comunismo como parte de la revolución mundial, el papel del partido debe ser remplazado más y más por otros medios del ejercicio del poder de las masas. Pero el papel del partido, y su necesidad, no se eliminará completamente hasta que lleguemos al comunismo y tampoco haya necesidad de estado. Esa es otra contradicción que vamos a tener que manejar correctamente y, sí, mejor que antes, inclusive con todos los grandes logros, especialmente por medio de la Gran Revolución Cultural Proletaria bajo la dirección de Mao.
La lucha implacable contra la espontaneidad
Otra cosa que tenemos que tener claro es que existe la necesidad de una lucha resuelta y continua en contra de la influencia de la espontaneidad. Una de las cosas que continúo comprendiendo más profundamente es lo que dice Lenin cuando habla sobre las luchas de las masas y se refiere a su “tendencia espontánea a cobijarse bajo el ala de la burguesía”. Esta es una formulación muy importante porque no dice: “Bueno, estas luchas tienden a irse naturalmente hacia una dirección donde la burguesía puede dominarlas”. Más bien dice: Hay una “tendencia espontánea a cobijarse bajo el ala de la burguesía”. De hecho, esto es lo que repetidamente se ve en la lucha para sacar a las masas de los confines mortales del marco político dominante en Estados Unidos, en relación con El Mundo No Puede Esperar. Vemos esa tendencia repetida y continuamente a cobijarse bajo el ala de la burguesía o de un sector de ella (representado generalmente por los dirigentes del Partido Demócrata). Y esa espontaneidad, incluso esa tendencia natural a regresar bajo el ala de la burguesía (si no directa y organizativamente, sí políticamente) también existirá en el socialismo. Esa tendencia a mantener las cosas dentro de (o a regresarlas a) los confines de las relaciones burguesas y su reflejo en la superestructura (los confines del derecho burgués, para abreviar), persistirá incluso en una sociedad socialista debido a razones ideológicas y materiales y a la constante interpretación entre factores materiales e ideológicos. Esto tiene que ver con el hecho de que las clases y las disparidades sociales continúan en la sociedad socialista; tiene que ver con condiciones y presiones materiales, así como con el hecho de que los estados socialistas seguramente existirán, por un largo período de tiempo, rodeados por estados imperialistas y reaccionarios.
Por eso existe la necesidad de una lucha constante e implacable, en un sentido real, en contra de la espontaneidad y de desviarla hacia un camino revolucionario. Esto se aplica tanto a la sociedad capitalista y al movimiento para tomar el poder y establecer un estado socialista nuevo, como a una sociedad socialista para seguir avanzando hacia el comunismo.
Más reflexiones sobre el estado socialista como una nueva clase de estado
Quiero hablar más sobre el tema de la democracia y la dictadura en una sociedad socialista, y sobre el estado socialista, la dictadura del proletariado, como una clase de estado radicalmente distinta. La democracia proletaria (democracia para las masas en una sociedad socialista) debe contener algunas características secundarias y “externas”, si así se quiere, en común con la democracia burguesa, como estipulaciones constitucionales para proteger los derechos de las masas y de los individuos. Pero es una clase de democracia radicalmente distinta en esencia, fundamentalmente porque es una manifestación de un tipo de dominación de clase radicalmente distinto,regido por el proletariado, guiado por su vanguardia, que ejerce abiertamente una dictadura sobre la burguesía derrotada y otros elementos contrarrevolucionarios comprobados, y tiene objetivos radicalmente distintos, sobre todo el avance al comunismo y la “extinción” del estado y de la democracia.
A continuación un pasaje muy importante de Engels, de El origen de la familia, la propiedad privada y el estado, que dice: [En la sociedad comunal primitiva] “no existe aún ‘derecho’ en el sentido jurídico de la palabra… [en la tribu] no existe aún diferencia entre derechos y deberes”.
“No hay diferencia entre derechos y deberes”: vale la pena reflexionarlo y discutirlo profundamente. Podemos continuar y decir, en un sentido fundamental, que lo que era cierto en una sociedad comunal primitiva será cierto de nuevo, pero de una forma distinta (con una base material e ideológica distinta y en un contexto mundial distinto) en una sociedad comunista: donde no existen antagonismos de clases, no hay separación, fundamentalmente, entre derechos y deberes. Otra forma de decirlo es que no existe la separación entre derechos y deberes característica de la sociedad de clases. Todos los derechos y deberes serán ofrecidos y asumidos de una forma consciente y voluntaria, y no habrá necesidad de instituciones que hagan cumplir los deberes y protejan los derechos. No habrá necesidad de un estado ni de las estructuras formales de la democracia. Por supuesto esto no significa que en una sociedad comunista no existirá la necesidad de un gobierno para la administración y la toma de decisiones. Esa necesidad persistirá, y entenderlo es una parte crucial de entender la diferencia entre una visión científica y una visión utópica del comunismo, así como de la lucha para llegar al comunismo (hablaré más sobre esto, conforme avancemos). Pero el estado no es la misma cosa, no es idéntico al gobierno; el estado, insisto, es un órgano, un instrumento de opresión de una clase por otra y de dictadura, y su existencia es siempre una manifestación de la existencia de antagonismos de clase.Ahora, por otra parte, el carácter del estado proletario y la manera en que el poder se ejerce bajo la dictadura del proletariado también debe ser radicalmente distinta de cualquier clase de estado anterior (de acuerdo a los objetivos de la revolución comunista y para avanzar hacia ella).
Para adentrarnos en esto, y como base, quiero parafrasear y repasar tres oraciones sobre la democracia que he formulado para condensar algunos puntos fundamentales. Primero: en un mundo de profundas divisiones de clase y grandes desigualdades sociales, no tiene caso hablar de la “democracia” sin señalar su carácter de clase y a qué clase beneficia. Segundo: en tal situación, no puede haber democracia para todos o “democracia pura”: dominará una clase u otra, y la clase que gobierna impondrá las formas de gobierno y de democracia que concuerden con sus intereses y metas. Por eso, la conclusión de esto es la tercera oración: debemos preguntar si la dominación de esa clase y sus correspondientes formas de democracia sirven para reforzar las divisiones y desigualdades de clase, las relaciones fundamentales de explotación y opresión, o si llevan a extirparlas y en última instancia a abolirlas.
Como dije en otro contexto, podría enseñar todo un curso universitario sobre esto, mencionando los tres puntos y diciendo el resto del semestre: “discutan”. Y no bromeaba. Bueno, tomemos esto como punto de partida para discutir algunos temas relacionados.
Quiero hablar del estado (las fuerzas armadas y los otros órganos de la dictadura) en relación a las instituciones y a las funciones del gobierno en una sociedad socialista, como los organismos de toma de decisiones, asambleas legislativas de algún tipo e instituciones centralizadas que pueden poner en práctica las decisiones, o un poder ejecutivo de algún tipo. También hablaré de una Constitución, del “estado de derecho” y de los tribunales.
Hace poco comenté que una de las cosas clave que he estado sopesando es cómo sintetizar lo que dice la polémica en contra de K. Venu5 con un principio que recalca John Stuart Mill. Un punto central y esencial de la polémica en contra de K. Venu es que, una vez derrotado el capitalismo y abolida la dictadura de la burguesía, el proletariado debe establecer y mantener su dominio político de la sociedad (la dictadura del proletariado), y seguir la revolución para transformar la sociedad hacia la meta del comunismo y la abolición de las diferencias de clase y de todas las relaciones sociales opresivas, y con eso, la abolición del estado, de cualquier tipo de dictadura; y que para hacer eso el proletariado debe tener la dirección de su partido comunista de vanguardia durante la transición al comunismo. Bregando con estas preguntas fundamentales, me he convencido de que el principio que propone Mill (que es necesario escuchar argumentos presentados no solo por la oposición, sino presentados por fervientes partidarios de esas posiciones) es algo que tiene que incorporarse y manifestarse en el ejercicio de la dictadura del proletariado. Este es un elemento, no todo, pero sí un elemento, de lo que he estado formulando y sopesando con respecto a una nueva síntesis. Y de acuerdo a eso, aunque el proletariado debe mantener control firme sobre el estado (especialmente en las primeras etapas del socialismo y por un tiempo, lo cual se concreta con la dirección del partido de vanguardia del proletariado); aunque los órganos e instrumentos clave del estado tienen que ser responsables ante el partido (hablaré de esto y otros aspectos en breve); también hay que ver cómo las masas pueden participar cada vez más no solo en el ejercicio del poder del estado, sino además en otras formas, otros aspectos de la administración y el gobierno de la sociedad, y la creación de leyes; y cómo el proceso político de una sociedad socialista (con el control firme del proletariado sobre el estado concentrado por medio de la dirección de su partido) puede llevar o contribuir a la clase de efervescencia de que he estado hablando como un elemento esencial de lo que tiene que existir en una sociedad socialista, incluido el énfasis en la importancia de la disidencia.
Aquí es donde “el principio de John Stuart Mill” viene al caso, dentro del marco del gobierno del proletariado y sin elevarlo a una categoría absoluta y por encima de la relación de clases y el carácter de clase del estado. No tengo tiempo de entrar en una discusión profunda sobre Mill pero en el libro Democracy: Can’t We Do Better Than That? (Democracia: ¿Es lo mejor que podemos lograr?), explico que Mill no insistió en aplicar la tesis de libertad sin restricción en un sentido universal y absoluto. Mill no pensó que se aplicaba a los trabajadores en huelga, no pensó que se aplicaba a las personas de los “países atrasados”, quienes, a su modo de ver, no estaban listas para gobernarse a sí mismas, lo cual demostró al ser un funcionario de la Compañía de Indias, un instrumento importante del robo y destrucción colonial en Asia y otros lugares. No obstante, dejando todas estas contradicciones al lado, Mill dice que es importante oír los argumentos de boca de sus fervientes partidarios. Una forma de que se manifieste esto en el gobierno de una sociedad socialista (en el contexto de que el estado está controlado firmemente por el proletariado y que haya consultas entre el partido y las masas y se implementen mecanismos tales como los que se crearon a lo largo de la Revolución Cultural de China, que combinan a la gente común del pueblo con personas de puestos técnicos o administrativos, profesionales de educación o artistas o profesionales, etc., en el proceso de la toma de decisiones y deberes administrativos en todas las esferas de la sociedad), con esa fundación, es que haya elecciones dentro del marco de la Constitución que tuviera la sociedad socialista en ese momento. Y una de las razones por las cuales debe de ser así es que ayudaría a implementar lo positivo del principio de John Stuart Mill: escuchar las posiciones no solo de boca de la oposición sino de boca de los fervientes partidarios de esas posiciones. Lo positivo de esto en relación con nuestros objetivos estratégicos (la continuación de la revolución socialista rumbo al comunismo como meta) es que la implementación de este principio contribuirá a la efervescencia política e intelectual en la sociedad socialista, así como al brote de pensamiento crítico y creativo, y sí, de la disidencia. Eso hará de ella una sociedad más vibrante en la que se fortalecerán la voluntad y la determinación consciente de las masas, incluidos los intelectuales, de mantener y defender su sociedad y, es más, de continuar revolucionando la sociedad hacia la meta del comunismo, junto con la lucha revolucionaria del mundo.
Una de las cosas que se debe entender acerca de lo que hemos llamado la nueva síntesis es que supone una sociedad mucho más alborotada, en el sentido político, de lo que ha existido hasta la fecha. Bueno, durante la Revolución Cultural de China hubo gran alboroto. Pero yo lo visualizo en un sentido diferente, como algo más constante: donde hay un núcleo sólido, y la elasticidad da pie a toda clase de discusiones partiendo del núcleo sólido y dentro del marco en que el proletariado a) tiene firme control del estado y b) dirige y, en ese sentido, está en control del aparato político general, incluso las partes que en rigor no son el estado, que no son órganos de dictadura política y opresión, como las fuerzas armadas, donde la dirección del partido, y con ella la dominación del proletariado, tiene que ser muy clara y firme.
El principio de Mill es la razón por la cual estoy bregando con la idea de que haya elecciones para, en parte, seleccionar individuos a las asambleas legislativas (mejor dicho, que la selección de parte de las personas, no todas, de las asambleas legislativas a nivel local e incluso a nivel nacional esté abierta a contienda). Tiene que ver con el principio (que he explicado en otras ocasiones) de que inclusive los reaccionarios deben poder publicar algunos libros en la sociedad socialista. Todo esto es poco ortodoxo [risas] y, por decirlo suavemente, polémico, especialmente en el movimiento comunista internacional. Pero creo que para que las masas gobiernen y transformen la sociedad, y para que entiendan cada vez con mayor profundidad lo que implica transformar el mundo, necesitan esa clase de discusión, y que esto tiene que ir más allá de garantizar los derechos de libertad de expresión, de reunión, de disentir, de protestar y demás, que deben tener, dentro del marco de la dictadura del proletariado. Ese es un elemento que estoy sopesando.
Junto con eso, como en las sociedades socialistas previas, tiene que haber una Constitución. Sin embargo, hay que entender que la Constitución, al igual que el derecho, es algo dinámico y en movimiento.En cualquier momento dado tiene identidad relativa. No se puede decir que es completamente relativa o que es esencialmente relativa en cualquier momento dado, o no tendría ningún significado; sería lo que cada quien quisiera que fuera, y eso no es una Constitución. Una Constitución define las reglas del juego para que todos puedan, por un lado, un lado importante, sentirse tranquilos y, por el otro lado, para que puedan contribuir de lleno a la lucha para transformar la sociedad sabiendo cuáles son las reglas. Pero es algo en movimiento en el sentido de que cambia a medida que se avance hacia el comunismo. Una Constitución es un reflejo en la superestructura de dónde se está en la transformación general de la sociedad, incluida la base económica, al igual que el derecho (como dijo Marx) es esencialmente un reflejo de las relaciones de propiedad de la sociedad (y de las relaciones de producción que son la base de esas relaciones de propiedad) en un momento dado. Será necesario, como en China, que la Constitución cambie en las distintas etapas de este proceso. Será necesario romper la vieja Constitución y escribirla de nuevo cuando se avanza, especialmente a saltos, de una etapa a otra. Pero en un momento dado, la Constitución desempeña un papel importante, creo (o debe desempeñarlo) en la sociedad socialista. Por ejemplo, creo firmemente que el ejército, y también en un sentido fundamental los tribunales, especialmente los que tienen impacto en la sociedad, y los organismos administrativos esenciales, deben ser especialmente responsables ante el partido de vanguardia en la sociedad socialista. Pero aquí viene una contradicción: también creo que deben ser responsables ante la Constitución.Mejor dicho, para decirlo directo, no se debe movilizar al ejército contra la Constitución, aunque lo dirija el partido. Ahí se ve el potencial de una gran tensión. Pero si el partido puede dirigir al ejército a saltar por encima de la Constitución, entonces la Constitución carece de sentido. Y entonces hay un gobierno arbitrario en que solo el partido y lo que el partido decida en un momento dado son las reglas, y eso es lo que se impone.
Ahora, esto es muy difícil si pensamos en las revoluciones culturales en la sociedad socialista. ¿Qué pasa ahí? Bueno[risas], las revoluciones son revoluciones; se suspenden muchas cosas, pero hay que reconstituirlas. E inclusive en eso tiene que haber un núcleo dirigente y reglas. Para eso eran las Circulares que sacó la dirección del partido en la Gran Revolución Cultural Proletaria, por ejemplo. Pero día a día, no se puede manejar la sociedad de tal forma que quien tenga el control del partido en un momento defina e imponga las reglas conforme a sus propias ideas. Si eso sucede, las masas no se sentirán tranquilas y, de hecho, es abrir las puertas mucho más a la restauración del capitalismo y a una dictadura burguesa, una dictadura de explotadores y opresores de las masas. Así que existe una tensión y se puede concentrar en esa formulación: que el ejército debe ser responsable ante el partido y ser dirigido por el partido, pero que también debe ser responsable ante la Constitución; y si las masas se unen contra el partido, por ejemplo, en disentimiento masivo, el partido no debe poder movilizar al ejército a reprimir a las masas o a reprimir su derecho de disentir contra el partido. Esto, repito, encierra una aguda tensión, o el potencial de una aguda tensión. Pero estoy convencido de que esos principios, y la institucionalización de esos principios, son necesarios en la sociedad socialista para que las masas realmente lleguen a ser los amos de la sociedad.
Esto plantea lo que llamo “la cuestión de la República Islámica de Irán”. Alguien dirá: “Bueno, eso suena bien; derechos constitucionales, el ejército no puede violar la Constitución; elecciones; ¿Pero va a ser diferente de Irán, donde el Consejo Supremo Islámico tiene el derecho de veto y poder final? ¿En realidad no van a ser diferente de eso, verdad?”. Bueno, sí y no. No vamos a ser diferentes en el sentido de que no vamos a poner el poder estatal en bandeja para que se lo lleve quienquiera. De hecho, una Constitución tiene que encarnar el carácter del poder estatal: no solo por ejemplo cuál es el papel del ejército con relación al partido, sino cuál es el carácter de las relaciones de producción, además de tener la dimensión de los derechos del pueblo y, sí, de los individuos.
¿Por qué se necesita una Constitución? Porque como Mao señaló (esto es algo importante de Mao), en la sociedad socialista persiste una contradicción entre el pueblo y el gobierno o el pueblo y el estado. Esto no se entendía bien antes de Mao; él lo explicó, si mal no recuerdo, en “El tratamiento correcto de las contradicciones en el seno del pueblo”. La Constitución, las estipulaciones, las protecciones y los derechos constitucionales se necesitan como reconocimiento de esa realidad: que inclusive cuando el estado está en manos del proletariado y es un estado positivo, es un buen estado, es un estado que mantiene la dominación del proletariado y respalda la revolucionarización de la sociedad y apoya la revolución mundial, inclusive en ese caso, tiene que haber protección para que no se pisotee a los individuos o a sectores de la sociedad con el pretexto del bien social y mundial, y ni siquiera en la legítima búsqueda de esos objetivos.
De modo que esta es una contradicción importante y por eso es que se necesita una Constitución.
Y en mi opinión por eso también es que se necesita “el estado de derecho”. Esto se relaciona con la critica que planteé en las “Dos grandes cuestas”6 (una charla que di en 1997) sobre la formulación de Lenin de que la dictadura es un poder ilimitado, al margen de toda ley. Bueno, para ser justos con Lenin, lo dijo en las primeras etapas de la República Soviética, cuando no se había acumulado mucha experiencia sobre la naturaleza de la dictadura del proletariado y estaban en circunstancias sumamente apremiantes. Y Lenin no lo dijo como conclusión general del carácter del gobierno a lo largo de toda la transición al comunismo. Ni siquiera entendía del todo cómo sería esa transición. Pero reflexionándolo con perspectiva histórica, esa no es una declaración correcta de lo que es o debe ser una dictadura. Es necesario que haya leyes y es necesario que opere “el estado de derecho”, o si no, no habrá leyes. Quiero decir que la ley se tiene que aplicar conforme al carácter de la sociedad y de lo que estipulan la Constitución y las mismas leyes; se tiene que aplicar del mismo modo a todos y a todo. Bueno, parte del derecho, una parte esencial del derecho, tiene que ser una manifestación de la dictadura sobre la burguesía y la represión de contrarrevolucionarios. Pero no declarar sencillamente a una persona contrarrevolucionaria y quitarle sus derechos sin el proceso judicial, pues en ese caso se abren las compuertas a un gobierno arbitrario y a la restauración de la dictadura burguesa. Esa es otra contradicción intensa.
¿Y un sistema judicial independiente? En mi opinión, el sistema judicial debe y no debe ser independiente. En un sentido concreto debe ser independiente: en el sentido en que no debe simplemente seguir de modo directo, inmediato, los dictados del partido. Debe haber leyes y debe actuar conforme a las leyes. Por otra parte, y en un sentido general, y especialmente si hablamos de un tribunal cuyas decisiones tienen una influencia a gran escala, y especialmente si afectan a toda la sociedad, esto también tiene que estar bajo la dirección del partido y someterse al partido y también a la Constitución. Nuevamente, una contradicción intensa.
Estas son algunas cosas con las que estoy bregando y aquí vuelve a surgir la “cuestión de la República Islámica de Irán”. Hay diferencias fundamentales entre nosotros y la República Islámica de Irán (como encarnación de una cierta clase de gobierno). Primero que todo, ¡nosotros no somos fundamentalistas teócratas! Esa no es una declaración vacía; hay una profunda diferencia: nuestra concepción del mundo, nuestros objetivos políticos, son profundamente diferentes. Pero por verdadero e importante que eso sea, no es suficiente; hay más que considerar en el sentido de que el partido no puede simple y arbitrariamente “saltarse las reglas” para anular lo que pase en la sociedad, según las “reglas” de la sociedad en determinado momento; no puede movilizar el ejército u otros órganos del estado para hacer eso. Si los revolucionarios del partido o el partido colectivamente piensan que la sociedad va camino al capitalismo, y no hay más forma de prevenirlo que por medio de un levantamiento como el que Mao desató con la Revolución Cultural, pues eso es lo que el partido tendrá que desatar; en ese caso, cambia todo, todo se lanza al aire. Pero en mi opinión, si se permite que el partido decida arbitrariamente cuáles son las reglas, qué es el derecho, cómo debe operar el sistema judicial, si se deben aplicar estipulaciones constitucionales o eliminar derechos sin el proceso legal establecido; si se permite todo eso, se aumenta el potencial y se fortalece la base para que suba al poder una camarilla burguesa y para la restauración del capitalismo.
Así que todos estos son temas que tenemos que examinar más a fondo. Pero las contradicciones que hemos explorado aquí tienen que ver con el carácter del socialismo como período de transición al comunismo, y no la sociedad comunista en sí, y con la necesidad de atraer a las masas más de lleno a la dirección y al proceso de transformar la sociedad; y segundo, tienen que ver con toda la nueva síntesis y, en particular, la dimensión epistemológica de esto y cómo se relaciona con la dimensión política. Es decir, para expresarlo de manera concentrada, cómo las masas van a conocer al mundo tan cabalmente como sea posible a fin de transformarlo; cómo van a entender más cabalmente la complejidad de la situación, lo que es correcto y lo que es incorrecto, lo que es verdad y lo que es falso, a fin de ser más plenamente amos de la sociedad y transformarla hacia la meta del comunismo. Los temas que estoy explorando y examinando parten de ese marco. Pero es un hecho insoslayable que hay una cosa que NO PODEMOS hacer:el proletariado no puede, en un sentido fundamental, compartir el poder con otras clases —es decir, en la sociedad socialista el estado no puede estar al servicio de diferentes clases—, porque aunque el proletariado tiene que aplicar la orientación estratégica de construir un frente único bajo su dirección hasta llegar al comunismo, solo el proletariado, como clase, tiene un interés fundamental en abolir todas las diferencias de clase y todo lo relacionado con las divisiones de clase, tanto en la base económica como en la superestructura política e ideológica de la sociedad. Lo que existe y se concreta en el derecho, en una Constitución y en la naturaleza del estado, tiene que reflejar la dominación del proletariado y, además, los objetivos del proletariado: abolir todas las diferencias de clase y las “4 todas”7 y por lo tanto la necesidad del estado. Esto tiene que manifestarse de formas concretas, que se plasman en una serie de Constituciones. Pero esto, a pesar de lo importante que es, en otro nivel no es más que la expresión externa en la superestructura de las transformaciones necesarias de las “4 todas”: seguir transformando la base económica, revolucionando la cosmovisión del pueblo, dentro del partido y en la sociedad en general, y transformando las instituciones políticas para incorporar a más masas y para restringir y, a fin de cuentas, eliminar la diferencia entre el partido y las masas en la dirección del estado y la determinación del rumbo de la sociedad.
De modo que el estado proletario tiene que estar firmemente en manos del proletariado; pero de conformidad con los intereses del proletariado, tiene que ser diferente de todo estado previo: además de reforzar la base económica y la superestructura existentes, tiene que transformarlas, al compás del avance de la revolución mundial hacia la meta del comunismo. Esto tiene que reflejarse en todas las instituciones que he mencionado: el estado y el gobierno, el derecho y la Constitución. Y eso entraña contradicciones muy agudas. Como he señalado muchas veces, es muy fácil promulgar, concebir teóricamente y popularizar la idea de dar rienda suelta a la elasticidad, que es otra manera de decir a la democracia burguesa, porque eso es lo que surgirá y en lo que se transformará. Otra lección de la historia es que es fácil concentrarlo todo en el núcleo sólido y en una concepción lineal de cómo avanzar hacia el comunismo, cómo llevar a cabo la transición socialista (lineal en el sentido de que todo se desenvuelve como extensión del partido, o sea, el partido dirige a las masas a hacer esto o aquello). Sí, en un sentido general, el partido tiene que dirigir a las masas, hasta que deje de ser necesario tener un partido de vanguardia. Pero creo que tenemos que concebir, y la nueva síntesis concibe, un proceso muy complejo y contradictorio, de desencadenar mucho tumulto, agitación, debate y disentimiento entre las masas y junto con las masas, para que a partir de todo eso las masas sinteticen cada vez más lo que es cierto y lo que es revolucionario. Y a partir de eso, habrá que suprimir lo que haya que suprimir e impulsar lo que haya que impulsar, y manejar de manera correcta en cualquier momento dado los dos tipos de contradicciones sociales (contradicciones entre nosotros y el enemigo, y contradicciones en el seno del pueblo). Esta es una manera diferente y no tan lineal de tratar el problema. No es como pescar y tirar el sedal [risas]. Mejor dicho es como “tirar” un proceso con muchos lados y trabajar con las masas para sintetizarlo, sin abandonar el núcleo de todo. Y esto es lo más difícil: hacerlo sin abandonar el núcleo de todo.
El reto es continuar la revolución bajo la dictadura del proletariado,levantar el suelo (material e ideológicamente, en la base económica y en la superestructura) que hay que sacar y abolir para avanzar al comunismo y realizar las “4 todas”, en relación (y esto sin duda alguna tiene contradicciones) con dar plena expresión continuamente a los aspectos del estado socialista que son radicalmente distintos de todos los estados anteriores para avanzar hacia la meta final de la abolición de sí mismo. Y aquí está otra contradicción: esa abolición requerirá todo un proceso, toda una época histórico-mundial, en que se crearán las condiciones materiales e ideológicas necesarias para el comunismo, no en un país sino en todo el mundo.
Creo que a partir de la experiencia de la dictadura del proletariado hasta la fecha —al pasar por el tamiz y hacer un balance de la primera etapa de la revolución proletaria y la sociedad socialista y al proyectarlo hacia el futuro—, hemos aprendido más a fondo la complejidad de ese proceso; que es un proceso prolongado que requiere toda una época histórica, a diferencia incluso de lo que pensaba Lenin cuando murió en 1924 y por supuesto a diferencia del punto de visto algo ingenuo, como diríamos con la perspectiva histórica de hoy, de Marx y Engels en cuanto a la “extinción” del estado. Marx y Engels pensaban que una vez que el proletariado socializa la propiedad de los medios de producción (y pensaban que iba a pasar primero en una sociedad capitalista desarrollada), no se requerirá un largo período, ni una lucha profunda ni compleja, para poner la administración de la sociedad en las manos de más y más personas y para que se extinguiera el estado. Hemos aprendido que ese es un punto de vista bastante ingenuo, como es de esperarse. [Con una voz de sarcasmo exagerado:]“Dijo que Marx y Engels eran ingenuos”. [risas] Sí, eso es lo que dije. Porque somos materialistas históricos y no religiosos ni idealistas; en ese aspecto las ideas de Marx y Engels no estaban muy desarrolladas, como es lógico. Hemos aprendido mucho por medio de la revolución soviética (después de la experiencia pasajera y limitada de la Comuna de París) y luego de la revolución china y la Revolución Cultural de China (y de examinar la dimensión internacional de esto mucho más profundamente en relación dialéctica con los avances en un país socialista dado) sobre lo complejo que será ese proceso, que las contradicciones que lo impulsan se manifestarán con intensidad y que habrá que dar otro salto para conservar el dominio del proletariado y, es más, para seguir avanzando, para llevar a cabo más transformaciones de la base y la superestructura, a la vez que apoyamos las luchas revolucionarias por todo el mundo.
En ese contexto quiero regresar y hablar más directamente del núcleo sólido con mucha elasticidad… y elasticidad que parte de la base de ese núcleo sólido necesario. En otras charlas, como “Elecciones y democracia, resistencia y revolución”,8 hablé de cuatro objetivos en relación con el núcleo sólido y el poder estatal. Se puede caracterizar, y así lo he caracterizado, en la formulación “aferrarse al poder estatal y garantizar que ese poder estatal sea algo a lo que vale la pena aferrarse”. Por supuesto que esa es una concentración básica de un fenómeno y proceso mucho más complejo. Pero esos cuatro objetivos son: 1) aferrarse al poder; 2) garantizar que el núcleo sólido se extienda al máximo grado posible, que no sea estático sino que se extienda continuamente al máximo grado posible; 3) esforzarse sistemáticamente por llegar al punto en que ese núcleo sólido no sea necesario y no haya distinción entre el núcleo sólido y el resto de la sociedad; y 4) desatar la mayor elasticidad posible en cada momento dado partiendo de la base de ese núcleo sólido.
La interacción dialéctica de esos factores es otra manera de expresar lo que he descrito como un proceso no lineal de seguir ejerciendo la dictadura del proletariado, por un lado, y por el otro (en medio de un proceso tumultuoso y desgarrador, y de una sucesión de saltos) aferrarse al poder y, es más, transformar el carácter de ese poder, al compás de la transformación de la base económica y la superestructura, en relación dialéctica el uno con el otro y con el avance de la revolución mundial hacia la meta del comunismo a nivel mundial.
Notas
1. El Servicio Noticioso Un Mundo que Ganar es publicado por la revista Un Mundo que Ganar, una revista política y teórica inspirada por la formacion del Movimiento Revolucionario Internacionalista. Para subscribirse al servicio en línea comuníquese con: https://aworldtowinns.co.uk/
2. La grabación de la entrevista del corresponsal revolucionario Michael Slate a Bob Avakian está en la internet (en inglés) en BobAvakian.net. El tema mencionado aquí se encuentra en la parte titulada “March 29, 2005: Michael Slate interviews Bob Avakian on China, the Cultural Revolution, and Dissent” (29 de marzo de 2005: Michael Slate entrevista a Bob Avakian sobre China, la Revolución Cultural y el disentimiento).
4. En Lysistrata,una obra de teatro de Aristófanes de la antigua Grecia, las mujeres se niegan a tener relaciones sexuales con sus esposos hasta que acaben la guerra que están librando.
5. Esta polémica, titulada "Democracia: Más que nunca podemos y debemos lograr algo mejor", salió en el número 17 (1992) de la revista Un Mundo que Ganar. (Está en revcom.us).
6. El Obrero Revolucionario (ahora Revolución)publicó pasajes de esta charla, que se titula “Vencer las dos grandes cuestas - Más acerca de conquistar el mundo”. Están en revcom.us. La serie “Sobre la democracia proletaria y la dictadura del proletariado - Un punto de vista radicalmente diferente sobre cómo dirigir la sociedad” salió en el OR #1214 al 1226 (del 5 de octubre de 2003 al 25 de enero de 2004). La serie “Cómo vencer la cuesta” salió en el OR #927, 930, 932 y 936-940 (12 de octubre, 2 de noviembre, 16 de noviembre y del 14 de diciembre de 1997 al 18 de enero de 1998). Otros dos pasajes son “Materialismo y romanticismo: ¿Podemos prescindir de los mitos?” en el OR #1211 (24 de agosto de 2003) y “Otro vistazo a George Jackson” en el OR #968 (9 de agosto de 1998). Todos los artículos están en la internet en revcom.us.
7. Las “4 todas” se refiere a una declaración de Marx en La lucha de clases en Francia, 1848-50de que la dictadura del proletariado representa la transición necesaria hacia la abolición de todas las diferencias de clase, de todas las relaciones de producción en que estas descansan, de todas las relaciones sociales que acompañan esas relaciones de producción, y la revolucionarización de todas las ideas que surgen de esas relaciones sociales.
8. Una charla que dio Bob Avakian antes de las elecciones de 2004. Se puede escuchar y descargar en la internet (en inglés) en BobAvakian.net.