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Los pájaros no pueden dar a luz cocodrilos, pero la humanidad puede volar más allá del horizonte

La democracia burguesa: Un reflejo de intereses y fuerzas materiales

Primera parte:
REVOLUCIÓN Y EL ESTADO

Nota de la redacción: El siguiente texto es de un discurso reciente de Bob Avakian. A continuación presentamos el undécimo pasaje de ese discurso el cual está saliendo por partes en Revolución. El discurso empezó a salir por partes en Revolución #218, 28 de noviembre de 2010. En preparación para su publicación, se ha revisado el texto y agregado las notas.

 

Los pájaros no pueden dar a luz cocodrilos, pero la humanidad puede volar más allá del horizonte

 

La democracia burguesa: Un reflejo de intereses y fuerzas materiales

A la luz de lo mencionado arriba, vale la pena examinar más a fondo la teoría política burguesa y el carácter de la democracia burguesa como un reflejo de las bases y los intereses materiales subyacentes. Como mencioné de paso anteriormente, en una dimensión importante —que salta a la vista al analizarlo desde un punto de vista materialista científico— es un reflejo, en la esfera de la teoría, de la competencia y la contienda por el poder sobre la base de las relaciones de mercancías. ¿Por qué personas como Madison ponen tanto énfasis en la cuestión de "separación de poderes" y los "pesos y contrapesos"? Si uno lee The Federalist Papers (Papeles Federalistas o El Federalista), resulta muy claro una y otra vez que, aunque hablen en términos más "universalistas" sobre la sociedad, el gobierno, la soberanía y demás, los autores de esos ensayos ven esas cosas bajo el prisma del tipo específico de sociedad de la cual son representantes y por la cual están luchando para forjar un gobierno unificado — una sociedad que está emergiendo como una sociedad capitalista de mercancías, aunque a la vez tiene una extraña mezcla, por decirlo así, con la esclavitud. Su concepto de los intereses en conflicto y cómo contenerlos y prevenir que un interés en particular acumule demasiado poder, resulta condicionado por la forma en que ellos son, en un sentido concreto, la personificación de aquellas emergentes relaciones capitalistas de mercancías.

Sus ideas y su teoría también son un reflejo del materialismo mecánico — fuerza y contrafuerza. Eso se ve repetidamente: no sólo en la Constitución sino también en The Federalist Papers y otras defensas y promociones de esta Constitución, hay un reflejo del materialismo mecánico y de las formas en que este punto de vista —que incluye las ideas del equilibrio por medio de la fuerza y la contrafuerza— influenciaba a los filósofos y los teóricos políticos de la burguesía en su época naciente y revolucionaria. (En vez de dedicar mucho tiempo a este punto ahora, los remitiré al libro Democracia: ¿Es lo mejor que podemos lograr?, en el cual se discute todo ese punto de vista de materialismo mecánico, en oposición al materialismo dialéctico, y la influencia del mismo sobre la teoría política burguesa).

Ahora bien, esto tampoco significa que no valga nada el concepto de la "separación de poderes". De hecho, hay algo que aprender y aplicar de esto —en un contexto radicalmente diferente y con un contenido radicalmente transformado— en la sociedad socialista. Pero de lo que estoy hablando aquí es la manera general en que esto se refleja en la teoría democrático burguesa de personas como Madison, o es más, Jefferson así como Hamilton, Thomas Paine y otras. Lo fundamental que hay que recalcar es que, a la vez que esa noción de la "separación de poderes" se origina en un conjunto (o sistema) definido de relaciones económicas de producción e intercambio de mercancías —el cual convierte en mercancía hasta la fuerza de trabajo humana— al mismo tiempo la declaran universal, que representa la mejor y más elevada forma de sociedad que el ser humano pueda lograr.

La noción de la "naturaleza humana" — como un reflejo de la sociedad capitalista

Este concepto de la "separación de poderes" y las ideas que la subyacen (o que en todo caso las ideas que reúnen para justificarla o racionalizarla, por decirlo así) es un reflejo más de la influencia del punto de vista judeocristiano, en particular la idea del "hombre caído" y las correspondientes nociones de una "naturaleza humana" inherentemente imperfecta la cual se inclina a la corrupción y el vicio en búsqueda del encumbramiento personal. Refiriéndose de nuevo a The Federalist Papers, ahí se expresa repetidamente el razonamiento de los autores de por qué se necesita ese y otro control o contrapeso particular, y aquella institución particular, con el fin de lidiar con lo que consideran un hecho fundamental —que la gente se inclina por naturaleza al vicio, la corrupción y la adquisición ilícita de riqueza y poder— con el objeto de frenar y controlar esa inclinación y canalizarla en un contexto en que se beneficie el bien común. Puede que muchos de los filósofos de la revolución burguesa, y específicamente los "padres fundadores" de Estados Unidos, hayan sido agnósticos (o en todo caso no creían en la teología cristiana tradicional o más literalista), esas nociones e inquietudes suyas revelan la influencia del punto de vista judeocristiano básico sobre la "naturaleza caída" del hombre, así como el concepto de una "naturaleza humana" inherente, que en realidad es una "naturaleza", la cual condiciona y refuerza, y corresponde al funcionamiento de una sociedad dividida en explotadores y explotados en un sentido general así como más particularmente a la dinámica de la producción e intercambio capitalista de mercancías.

La burguesía (la clase capitalista) preside un sistema que obliga a la gente por necesidad —por el funcionamiento y dinámica fundamentales de ese sistema del capitalismo— a competir unos contra otros en mil maneras, y este sistema también en mil maneras promueve y compensa el egoísmo y el sobrevivir, y de ser posible, prosperar, a expensas de los demás. "Supervivientes" — pónganse a pensar en lo que trata ese programa de televisión y lo que promueve. En particular en Estados Unidos, todo eso se manifiesta en el individualismo extremo y, junto con eso, la exaltación grotesca del "vencedor" y la denigración del "perdedor" — el perdedor al olvido y al vencedor los despojos. A cada paso, estos valores y esta concepción del mundo —que sirven a este sistema del capitalismo— se promueven por medio del omnipresente alcance e influencia de los medios de comunicación y por la cultura en general, que controla y domina la misma burguesía gobernante. Como si eso no fuera suficiente, lo que apuntala el funcionamiento de este sistema es, al fin de cuentas, el poder armado del estado, que encarna el dominio de esa misma clase capitalista, e impone y refuerza el funcionamiento del sistema y la forma en que eso impele y, en muchas maneras, obliga a la gente a pensar sólo, o abrumadoramente y por encima de todo, en sí misma y en esforzarse sin cesar para aventajar a los demás.

Ya teniendo todo eso en marcha, la burguesía y los teóricos y filósofos políticos (como quién dice), sin faltar los comentaristas, "expertos" y otros "fabricantes de la opinión pública" que expresan el punto de vista de la burguesía, difunden sin cesar la "revelación brillante" de que, en esta sociedad, ¡la mayoría de la gente es egoísta! Pero no les basta eso: también proclaman sin cesar que ese egoísmo es el carácter o la "naturaleza humana" universales que no se pueden cambiar — gracias a la cual el único sistema posible es —vaya sorpresa— ¡el mismísimo que genera y perpetúa dicha "naturaleza humana"!

Cabe repetir, este modo de pensar y los argumentos de este tipo, aunque sean expresados por "gente común" de manera más sincera y franca —ingenua y "espontánea"— o como un punto de vista filosófico más desarrollado, o en las formas más instrumentalistas y a veces burdas que le inculcan a la gente los "esbirros ideológicos a sueldo" de este sistema, lo que unifica todo esto es que este concepto de la "naturaleza humana" es un reflejo del mismo sistema que está defendiendo. Así que las cosas siguen atascadas en una rueda de andar, recorriendo el mismo círculo, dentro de los confines sin salida de la lógica burguesa y el estrecho horizonte del derecho burgués. Una vez que uno empiece a captar en serio la posibilidad de algo radicalmente diferente —una vez que rompa con el actual marco y dé un salto, en su modo de pensar, más allá de ese horizonte del derecho burgués— se desmorona aquella lógica circular, junto con su "conclusión inevitable" de que las cosas no pueden ser diferentes. Esto es otra expresión de la observación incisiva y crucial de Marx de que: "Una vez se ha penetrado en la conexión de las cosas, se viene abajo toda la fe teórica en la necesidad permanente del actual orden de cosas, se viene abajo antes de que dicho estado de cosas se desmorone prácticamente".

Al mismo tiempo existe, en la filosofía política democrático burguesa, la negación, o la "ignorancia deliberada", de la realidad fundamental de que la democracia burguesa es, al fin de cuentas, una dictadura burguesa y que ésta sirve para reforzar las relaciones de explotación y opresión y los antagonismos sociales fundamentales correspondientes. De nuevo, hemos vuelto a "los pájaros y los cocodrilos" y específicamente a lo que dije anteriormente sobre la relación entre la base económica y la superestructura político-ideológica.

Todo lo anterior arroja mucha luz sobre el papel concreto de las elecciones en la sociedad capitalista bajo el dominio (sí, la dictadura) de la burguesía (la clase capitalista). En las situaciones en que la sociedad está dividida en clases, con conflictos sociales antagónicos, las elecciones no son ni pueden ser la expresión más elevada ni más esencial de "la voluntad del pueblo" ni de sus necesidades e intereses más fundamentales — en dichas circunstancias, las elecciones tampoco ofrecen ningún mecanismo fundamental para cambiar la naturaleza y rumbo básicos de la sociedad. Eso se aplica especialmente a las elecciones celebradas bajo las condiciones del dominio de la clase capitalista, que se moldean y llevan a cabo de acuerdo con los requisitos y dictados del sistema capitalista. El porqué de esto y por qué tiene que ser así es, otra vez, una expresión de lo que se ha examinado hasta ahora sobre las relaciones entre la base económica y la superestructura político-ideológica en cualquier sociedad y específicamente la manera en que la base económica (las relaciones de producción prevalecientes) establecen fundamentalmente y en última instancia el marco, las condiciones y los límites para lo que predominará y tiene que predominar en la esfera de la política, que incluye las elecciones, así como en la esfera de la cultura y la ideología.

Sí, este principio básico —de que las elecciones en una sociedad dividida en clases no pueden ser la expresión más elevada de los intereses del pueblo ni de sus necesidades fundamentales— también se aplica, a su propia manera, a la sociedad socialista, aunque en tal sociedad las elecciones sí tienen un papel importante.

La naturaleza básica, y la Constitución, de un estado socialista

Así que, tomando en cuenta lo anterior, veamos específicamente el papel de una Constitución, y las leyes, en un estado socialista — y las semejanzas y las profundas diferencias entre ella y la Constitución de un estado gobernado por una clase (o clases) explotadora(s).

Es necesario que una Constitución socialista tenga su cimiento y origen en un análisis materialista dialéctico y científico de las dinámicas del desarrollo histórico de la sociedad humana, en la base para los gobiernos y en su papel y específicamente en el surgimiento y el papel del estado, como hemos tratado anteriormente. Debería corresponder a la naturaleza del socialismo como un sistema económico así como un sistema específico de dominio político, la dictadura del proletariado, y además como una transición al comunismo; y tal Constitución, en cualquier etapa dada de este proceso —en cualquier etapa dada de esta transición general— en un sentido general debería encarnar las relaciones, los principios y los objetivos que sean adecuados para esa etapa así como dejar espacio y alentar la lucha para continuar esa transición hacia las etapas más avanzadas del socialismo y en lo fundamental hacia el comunismo, junto con la lucha por ese objetivo en todo el mundo.

En ciertas coyunturas cruciales —ciertos "puntos nodales" decisivos— de este proceso, la lucha de continuar la transición al comunismo y de vencer los esfuerzos de dar marcha atrás a este proceso y de hecho restaurar un sistema basado en la explotación, podría conducir a la necesidad de modificar ciertos aspectos, incluso ciertos aspectos decisivos, de la Constitución existente — o tal vez hasta adoptar una Constitución completamente nueva. Pero la orientación y los actos de las autoridades y los organismos del estado deben estar en concordancia, en cualquier punto dado y en general, con la Constitución tal como existe; y en cuanto sea posible, esta Constitución debe incluir e indicar los mecanismos con que modificarla (o enmendarla). Esto es otro punto al que volveré en este discurso.

Pero aquí es importante adentrarnos más plenamente en las diferencias fundamentales entre las Constituciones y las leyes —y el proceso político en general— en la sociedad socialista, en comparación con la sociedad capitalista, debido a la profunda diferencia entre la naturaleza, y las dinámicas, del sistema y relaciones económicos subyacentes, así como las relaciones sociales, y la naturaleza y los objetivos del proceso político.

En referencia a lo que dice una parte muy importante del Preámbulo a la Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte (Proyecto de texto): los organismos y procesos de gobierno del estado socialista a todos los niveles deben ser vehículos para el avance de la revolución comunista. Aquello es su naturaleza y propósito más fundamental. Las Constituciones en una sociedad gobernada por una dictadura burguesa, por ejemplo la Constitución de los Estados Unidos de América, son en realidad vehículos para el mantenimiento y el avance del sistema capitalista de explotación — y esto es cierto de manera aún más insidiosa, porque no lo declaran directa ni explícitamente sino aparentan y proclaman pregonar principios que se aplican de manera igual a toda persona en la sociedad sin mencionar la naturaleza específica del sistema y de la clase que domine en ese sistema.

He aquí, en contraste, algo extremadamente importante: se debe entender la naturaleza y el papel fundamentales de una Constitución, y de las leyes, en un estado socialista —y la diferencia radical entre esto y las Constituciones y las leyes en un estado capitalista— no sólo a la luz de la naturaleza esencial del socialismo como una transición y la necesidad de continuar la lucha contra los vestigios que queden de la antigua sociedad, en la superestructura de la política y la ideología, así como en la base económica y las relaciones sociales, sino también de la manera en que esto tiene que abarcar una lucha constante contra la espontaneidad; en tanto que el capitalismo, y el sistema correspondiente de gobierno político burgués, o la dictadura burguesa, a un grado importante pueden apoyarse en la espontaneidad, aunque siga existiendo una necesidad de la política y la "intervención política" conscientes, por parte del estado burgués y los representantes y agentes políticos burgueses, en el funcionamiento de la sociedad, incluyendo la economía.

Sin entrar en muchos detalles aquí, se puede ver una aguda ilustración de esta necesidad de una "intervención política" por parte del estado burgués, y de los representantes y funcionarios burgueses, durante la Gran Depresión de los años 1930 — cuando Roosevelt tenía mucha necesidad, y en el contexto de unas riñas muy intensas entre los representantes de la burguesía, tomó la iniciativa para instaurar políticas para salvar el sistema capitalista, en esencia de sí mismo, por medio del papel del estado. Esto se ve en el período actual, con la crisis económica más grave desde la Gran Depresión —una crisis en marcha— con los recientes "rescates" costosísimos de las instituciones financieras, así como otras medidas, que otra vez han encerrado fuertes riñas, por ejemplo sobre prorrogar o no los beneficios de desempleo.

Se ve el rol de la "intervención política", obviamente, en las guerras que libra el estado burgués, que se están llevando a cabo muy extensamente hoy. Se ve esto en lo que mencioné anteriormente, al hablar no sólo de la promulgación de leyes sino su interpretación de acuerdo con las diversas concepciones de los intereses de la clase dominante por parte de varios representantes de esa clase dominante. En ocasiones la necesidad de una "intervención política" por parte de la clase dominante y sus representantes abarca la reinterpretación de la Constitución del estado burgués — o incluso violarla directamente, al menos en un sentido objetivo. Esto también es descarnadamente evidente en Estados Unidos en estos tiempos.

Pero todo aquel es, de todos modos, radicalmente diferente a la sociedad socialista, especialmente porque a un fuerte grado, la burguesía puede apoyarse en la espontaneidad, mientras que el estado socialista y el partido de vanguardia que dirige el proceso revolucionario no sólo no pueden apoyarse en ella, sino que en realidad tienen que ir en contra de la espontaneidad, luchar repetidamente y dirigir al pueblo para luchar contra ella.

La Constitución en la sociedad socialista, y las leyes que se originan en ella y concuerdan con ella, establecerán el marco y las pautas en cualquier momento dado para el funcionamiento de la sociedad, que incluye la contienda entre ideas y programas opuestos. La naturaleza de la sociedad socialista, tal como la hemos descrito aquí, requerirá la aplicación del principio básico del "núcleo sólido, con mucha elasticidad", y por eso éste se ha redactado directamente, y se refiere explícitamente a éste, en varias partes de la Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte (Proyecto de texto). Con relación a la Constitución y el funcionamiento del gobierno, y el proceso político en general, esto abarcará, al menos durante un tramo bastante largo de la transición socialista, como expresión clave del "núcleo sólido", el papel dirigente institucionalizado de la vanguardia comunista, que es una parte integral de la Constitución, la que detalle el rol esencial de esa vanguardia y sus relaciones con las instituciones clave del estado y el gobierno. Al mismo tiempo, esta Constitución debe encarnar los principios y "reglas" básicos que se aplicarán a todos los miembros de la sociedad y todas las instituciones en la sociedad, entre ellas la vanguardia comunista y su papel en relación al estado y el gobierno.

Un salto histórico, una altura y panorama completamente nuevos

Todo eso recalca la necesidad —especialmente por parte del núcleo sólido que está firmemente convencido, sobre una base científica, de la necesidad de la lucha para alcanzar el comunismo y firmemente comprometido con dicha lucha— de reconocer y captar firmemente, que el comunismo en realidad sí representa una ruptura radical, un rompimiento y salto verdaderamente históricos, tanto en la teoría (o las ideas) como en la práctica (es decir, la interacción social de los seres humanos —en la esfera de la política y otras esferas de la superestructura así como en las relaciones sociales y económicas— y la interacción de estos seres humanos con el resto de la naturaleza). El comunismo representa un salto hacia lo que es verdadera y profundamente una altura y panorama completamente nuevos — desde los cuales toda la práctica y la teoría humanas pueden, y deben, verse en una perspectiva radicalmente nueva y más plenamente científica (al mismo tiempo que es necesario seguir aplicando esa ciencia y desarrollándola más).

Eso recalca la necesidad de que el núcleo sólido mismo rompa completamente con el punto de vista y enfoque democrático burgués, y que sobre esa base y desde esa perspectiva incorpore lo que se pueda incorporar del punto de vista y los principios democrático burgueses —a la vez que esto se esté transformando en algunos aspectos importantes— con el fin de servir al sistema socialista y la transición al comunismo. No simplemente se trata —ni es la esencia de lo que se trata— de que, como indicó Lenin, el socialismo con la dictadura del proletariado es un millón de veces más democrático para las masas populares que el capitalismo con su dictadura de la burguesía. Además de eso, el sistema socialista encarna y encierra —y tiene que encarnar y encerrar si en realidad va a llevar a cabo la transición al comunismo— un proceso radicalmente diferente, que esté emancipando de una manera cualitativamente diferente y más profunda.

Reconocer y hacer frente a una contradicción real

En esa conexión, es necesario reconocer directamente y hacer frente en serio a lo que es de hecho una contradicción muy real —que en ocasiones puede llegar a ser aguda— en la sociedad socialista, en particular en el período en que siguen existiendo los vestigios de la antigua sociedad y aún tienen una posición poderosa en el mundo los estados imperialistas y reaccionarios. Esto se podría formular como la contradicción entre los intereses fundamentales y mayores de las masas populares que sí estriban en el avance al comunismo, por un lado, y por otro, las influencias y las "presiones" sobre varios sectores del pueblo para que se aparten del camino de ese avance, debido a la fuerza material e ideológica que quede de las anticuadas relaciones y clases y fuerzas reaccionarias. O, para decirlo en términos quizás "menos elegantes" pero que describen la manera en que esa contradicción en ocasiones se manifestará (al menos en apariencia): el conflicto entre las necesidades básicas del pueblo y lo que "desean espontáneamente" al menos algunos sectores del pueblo en cualquier momento dado. Esta contradicción constituye la base objetiva, o al menos es una parte importante de la base objetiva, de todas las acusaciones de que el comunismo representa los esfuerzos de los utopistas de imponer sobre la sociedad una visión imposible que hace que tengan que recurrir a la tiranía más despiadada.

Al prepararme para dar este discurso (y en relación a otros trabajos), volví a leer La República, de Platón. Es impactante, incluso asombroso en un sentido, que elogian a Platón como un pilar tan importante del pensamiento occidental, hasta la fecha un pensador todavía muy relevante, por una parte, y por otra, que La República expresa tan abierta y defiende tan ávidamente un elitismo tan crudo — abogando abiertamente por la necesidad de que unos reyes filósofos (o "unos guardianes") gobiernen sobre la población para que la sociedad funcione de manera ordenada y en beneficio de los mejores intereses del pueblo. La obra sostiene explícitamente que se necesita tener todo tipo de disposiciones y tomar toda clase de medidas para impedir que dichos "guardianes" (o los reyes filósofos y sus capataces, en efecto) obren sólo por su limitado interés personal. No se trata de abogar por el limitado interés personal de parte de estos gobernantes, sino todo lo opuesto: se sostiene que sólo con personas como ellos al mando de la sociedad se puede defender los verdaderos intereses del pueblo contra sus inclinaciones más mezquinas y filisteas. Eso es el meollo de lo que se sostiene, una y otra vez, desde muchos ángulos; esto llama mucho la atención en La República.

De ahí se puede ver por qué personas como Popper1, por ejemplo, ubican la causa del totalitarismo en esta obra de Platón —y en la filosofía de Platón en general— y sus argumentos y suposiciones principales. Además, como es sabido, Popper extiende esa crítica al marxismo y a los comunistas. Bueno, aparte de los otros sentidos en que el comunismo es radicalmente diferente al pensamiento platónico, es un hecho, cabe repetir, que las condiciones materiales en el mundo de hoy son radicalmente diferentes a aquellas de la sociedad y el mundo previstos en La República, al igual que son radicalmente diferentes los objetivos y los métodos.

Pero, sigue existiendo esta contradicción — que otra vez se podría expresar o al menos se expresa en apariencia, como el conflicto entre las necesidades básicas del pueblo, en el sentido más fundamental y mayor, y lo que al menos algunas personas de entre el pueblo podrían "desear espontáneamente" en cualquier momento dado. De ahí se da el rol necesario de la vanguardia, y al mismo tiempo todas las acusaciones asociadas con ello — las acusaciones no sólo de elitismo sino de tiranía, del ejercicio de la dictadura en el sentido malo, etcétera, etcétera.

Bien, no obstante las distorsiones en esas acusaciones, existe una contradicción real, y su tratamiento correcto de una manera que se adhiere al camino al comunismo y continúa el avance sobre el mismo —y que se adhiere al mismo tiempo al principio de que este avance tiene que apoyarse fundamentalmente en la iniciativa consciente de las masas populares y su papel cada vez mayor de determinar concretamente el rumbo de la sociedad y el funcionamiento del estado socialista, en el contexto de la lucha mundial general por la meta del comunismo— tratar todo eso correctamente constituirá un enorme reto durante toda la transición socialista. Esta situación existirá en especial siempre que las fuerzas e influencias del viejo orden y de las potencias reaccionarias sigan siendo un fenómeno importante, en un país socialista específico y a escala mundial. Cabe repetir que aplicar de manera viva el principio y método básicos del "núcleo sólido, con mucha elasticidad" tendrá una aplicabilidad e importancia cruciales.

Una vez más, la Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte (Proyecto de texto), producida por nuestro partido, trata esa contradicción en algunas dimensiones importantes. Pero, en un sentido más amplio, es un problema importante al cual habrá que prestar más atención — ahora, y en una manera sostenida, tanto antes como después de la toma del poder y el establecimiento de un nuevo estado socialista.

Continuará

1. Karl Popper era un filósofo del siglo veinte y teórico político "antitotalitario" que dirigió una buena parte de su crítica contra el comunismo. Una refutación de aspectos clave de sus teorías, en particular su ataque en contra del comunismo, se encuentra en "Hacer la revolución y emancipar a la humanidad", primera parte, en la sección "Marxismo como ciencia — Refutación de Karl Popper". [regresa]

 

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