Quisiera contar un chiste de cuando empecé a militar en el movimiento--fue hace muchos años, mejor ni decir cuántos--durante la época de la guerra de Vietnam y las primeras grandes protestas. En Berkeley teníamos un comite, el Comité del Día de Vietnam, un centro de organización contra la guerra. Teníamos un local y un día llegó un tipo de tendencia social-demócrata; platicando de cuestiones tácticas, como manifestaciones y reuniones, así como de política en general, él salió con un chiste.
En aquella época, yo era "radical", todavía no era comunista y, a mi entender, lo que él quería decir con el chiste era que los cambios logrados en la Unión Soviética no eran para tanto, mejor dicho, que casi no había cambiado nada, incluso antes de que Jruschov subiera al poder. Con el paso de los años lo he visto de otra manera; he aprendido más, llegué a ser comunista, y he adquirido más experiencia y una mayor comprensión acerca de la base de la restauración capitalista en la sociedad socialista, así como de la lucha por prevenirla, en fin, de todo lo que implica decir que el camino es tortuoso pero el futuro es brillante. Ahora veo que el chiste contiene una lección acerca de la continuación de la lucha de clases en el socialismo y de la importancia de continuar la revolución bajo la dictadura del proletariado.
Bueno, en la Unión Soviética en pleno invierno en los años 30, había dos soldados encargados de vigilar unas oficinas importantes del gobierno. Marchaban frente a las oficinas, para adelante y después para atrás. Cuando daba la hora--en el terrible frío y a cada hora de la madrugada--tenían que cuadrarse juntos inmóviles hasta que el reloj terminara de dar las campanadas.
Ahora bien, son gente bien diferente. Uno se llama Iván y el otro Igor. Iván tiene un gran entusiasmo por la revolución y el socialismo; es de una familia de muzhiks pobres, campesinos pobres, y su familia sufrió mucho en el viejo sistema. Abrazó la revolución de todo corazón y mantiene un gran entusiasmo por la transformación socialista. En cambio, Igor es de una familia rica; eran aristócratas, parte de la nobleza; a última hora, cuando empezó la guerra civil después de la insurrección de octubre, vieron que el cambio era inevitable y se pasaron al campo revolucionario. Igor entró al Ejército Rojo y ahora es oficial.
Así que los dos soldados, con esos antecedentes, están caminando para adelante y para atrás cuando el reloj da las 12 de la noche. Se cuadran en el frío y el silencio de la noche. Iván sabe que debe permanecer callado, pero su gran entusiasmo se desborda y dice:
"Igor, Igor, ¿no te parece una maravilla?"
"¿A qué maravilla te podrías estar refiriendo?"
"Vivir en la Rusia Socialista Popular".
"Y, ¿qué tiene de maravilla?"
"Pues, aquí estamos. Tú eres el hijo de un aristócrata superrico y yo el hijo de muzhiks lo más pobres y, a pesar de todo, ¡somos iguales! Somos totalmente iguales en la Rusia Socialista Popular. Tú estás en el ejército popular igual que yo; tú eres teniente igual que yo. ¿No es una maravilla vivir en la Rusia Socialista Popular?"
"De acuerdo... una maravilla por completo", responde Igor muy disgustado.
Vuelven a marchar por separado, para adelante y para atrás hasta que da la una de la madrugada. Otra vez se cuadran juntos e Iván sabe que debe permanecer callado, pero de nuevo su entusiasmo se desborda:
"Igor, Igor, ¿no te parece una maravilla?"
"¿Ahora, a qué maravilla te podrías estar refiriendo?"
"Vivir en la Rusia Socialista Popular".
"Y, ¿qué tiene de maravilla ahora?"
"Pues, aquí estamos. Soy el hijo de un campesino lo más pobre y tú eres el hijo de un aristócrata superrico y, a pesar de todo, ¡somos iguales! Somos totalmente iguales en la Rusia Socialista Popular. Tú estás en el ejército popular igual que yo; tú eres teniente igual que yo. ¿No es una maravilla vivir en la Rusia Socialista Popular?"
"De acuerdo... una gran maravilla. Ahora, ¡cállate!"
Luego, dan las dos, las tres, las cuatro de la madrugada y cada vez se repite lo mismo, Iván entusiasmado e Igor cada vez más disgustado. Finalmente, son las cinco y hace mucho frío. Deben cuadrarse y permanecer inmóviles, pero ya no aguantan porque tienen muchas ganas de orinar. Entonces, ahí están, orinando y, aun así, Iván empieza de nuevo:
"Igor, Igor, ¿no te parece una maravilla?"
"¿Ahora, a qué maravilla te podrías estar refiriendo?"
"Vivir en la Rusia Socialista Popular".
"Y, ¿qué podría tener de maravilla ahora?"
"Pues, aquí estamos. Tú eres el hijo de un aristócrata superrico y yo el hijo de un campesino de lo más pobre y, a pesar de todo, ¡somos iguales! Somos totalmente iguales en la Rusia Socialista Popular. Tú estás en el ejército popular igual que yo; tú eres teniente igual que yo. Solo hay una cosa que no entiendo bien Igor...".
"¿Qué cosa?"
"Bueno, cuando meo en la nieve, suena como un trueno en una gran tormenta o unas ruedas sobre el camino empedrado o cañonazos; pero cuando lo haces tú, el sonido es suave como el terciopelo o como la melodía de violines a media luz... Dime, Igor, ¿por qué es así?"
Igor se para bien derecho, sintiéndose el aristócrata y dice: "¿Por qué? ¡Te digo por qué, campesino güey! ¡Porque estoy meando en tu abrigo!".
Cabe decir que el chiste tiene cierto problema, o cierta deficiencia: podría llevar a una actitud mecanicista, economicista, es decir, a la idea de que el origen de clase es el factor decisivo en la restauración del capitalismo. (Es un aspecto del problema, pero no es lo fundamental.) Pero, por otra parte, se le puede dar una interpretación al chiste que ilustra aspectos importantes de los problemas y contradicciones histórico-mundiales que entraña el proceso de continuar la revolución y hacer la transición al comunismo; y--a fin de cuentas--es un buen chiste.
Origen de clase y posición de clase: El método de Stalin
En la entrega anterior abordé el problema de los "rezagos" de la vieja sociedad y el hecho de que una minoría de la sociedad forzosamente desempeña las tareas intelectuales, como las de administración y dirección, en el socialismo durante un largo tiempo. En este momento, quisiera abordar ese problema histórico--mundial de la revolución proletaria desde otro ángulo, es decir, examinar otra dimensión importante: cómo lo abordaron Stalin y Mao.
En el marco de la historia de los países socialistas y del Movimiento Comunista Internacional, la orientación de Stalin hacia las diferencias y desigualdades que quedan de la sociedad capitalista, particularmente la contradicción intelectual/manual, fue bastante mecanicista. Eso no es nada sorprendente, en vista de las tendencias metafísicas y mecanicistas que hemos identificado en Stalin, gracias a los aportes de Mao. Hay que señalar, sin embargo, que a Stalin le tocó abordar esas contradicciones cuando se carecía totalmente de experiencia histórica al respecto; durante casi toda la época de Stalin, la Unión Soviética fue el primer y el único país socialista, y afrontó retos inauditos.
Por esas razones, el método de Stalin para abordar la contradicción intelectual/manual fue cambiar el origen de clase de la gente que hacía el trabajo intelectual, es decir, preparar a obreros y campesinos como intelectuales. Stalin dio varios discursos (en congresos del partido y otras partes) acerca de esa cuestión y su forma de abordarla fue esencialmente la siguiente: cada vez estamos preparando a más gente de las filas obreras y campesinas para ser trabajadores intelectuales y administrativos; eso ha cambiado la situación (respecto a la contradicción intelectual/manual) cualitativamente porque ahora las masas trabajadoras se preparan para desempeñar las tareas intelectuales y administrativas, reemplazando a los intelectuales formados por la vieja sociedad, conforme a su cosmovisión.
Desafortunadamente, no es tan sencillo. Lo que Stalin señalaba era importante, pero hemos visto que existen muchísimos casos en el movimiento revolucionario, y en el movimiento comunista, de gente que proviene de las masas básicas, pero adopta la cosmovisión burguesa y actúa en contra de los intereses fundamentales del proletariado. De hecho, existen muchos ejemplos, negativos y también positivos, de personas que abandonan su clase, es decir, traicionan los intereses de la clase de donde proceden.
Veamos, por ejemplo, la anécdota de Bevin y Vischinsky. Vischinsky era un dirigente durante la época de Stalin; al igual que Igor en el chiste, venía de la aristocracia pero, a diferencia de Igor, Vischinsky adoptó de veras la causa del proletariado. Bevin, por otra parte, era un dirigente del Partido Laborista de Inglaterra, un partido totalmente reformista y proimperialista. Era de la clase obrera, es decir, en ese sentido tenía antecedentes intachables, pero acabó siendo un politiquero burgués más. Cuenta la anécdota que, en un momento dado, los dos estaban discutiendo y Bevin le dijo a Vischinsky: "Mira, puedes decir lo que quieras acerca del proletariado, pero tú eres de origen aristocrático. En cambio, yo soy de origen obrero. Me dices que estoy al servicio del capitalismo y que nuestro Partido Laborista no es revolucionario ni representa al proletariado. Pero, fíjate, yo soy de origen obrero y tú eres de origen aristocrático". Vischinsky sonrió y le respondió: "Al parecer los dos hemos traicionado a nuestra clase".
Esa anécdota ilustra un punto importante: el problema de origen de clase no es lo fundamental; tiene importancia, pero no es lo fundamental. Stalin chocó contra esta realidad: es posible cambiar el origen de clase de la gente que desempeña el trabajo intelectual, pero no es posible cambiar su posición de clase a corto plazo. El hecho de hacer trabajo intelectual le da una posición de clase distinta de las masas trabajadoras. Independientemente del origen obrero o campesino (o de las "capas populares", como se le quiera llamar) de uno, su posición social cambia cuando se dedica principalmente al trabajo intelectual y eso, a su vez, influye en su modo de pensar. No es posible eliminar esa contradicción con un pase mágico, así no más, por más que queramos, ni simplemente reglamentando el origen de clase. Repito, el origen de clase tiene su importancia, pero es un aspecto secundario de la situación; no influye en lo fundamental. Por eso, el método de Stalin no resolvió el problema, como ahora lo sabemos muy bien.
La Revolución Cultural: El método de Mao
Mao aprendió de esa experiencia y en general aplicó una metodología más materialista-dialéctica; en particular, a través de la Gran Revolución Cultural Proletaria, adoptó un método mucho mejor. Esto se manifestó en todas las formas de combinar el trabajo intelectual y manual ideadas durante la Revolución Cultural. Por ejemplo, la gente que principalmente hacía trabajo intelectual también participaba en el trabajo manual junto con las masas trabajadoras; las masas realizaban tareas intelectuales y administrativas; participaban en todos los campos, especialmente filosofía y ciencias; las ciencias tenían la "puerta abierta", es decir, las masas colaboraban directamente con científicos; lo mismo ocurrió en la educación, etc. Todo eso y más contribuyó a los grandes cambios y transformaciones de la Revolución Cultural. Fue un gran salto cualitativo a un nivel más alto que a donde llegó Stalin y que toda la experiencia y avances previos de la revolución socialista.
Mao sacó un balance de la experiencia de la Unión Soviética bajo la dirección de Stalin, tanto las lecciones negativas como las positivas, y en particular cómo se manejaron (o no se manejaron bien) esas contradicciones. Sencillamente, el método de Mao fue mejor y conllevó avances cualitativamente mayores. Además, le demostró al proletariado internacional los medios y métodos fundamentales de manejar esa contradicción intelectual/manual, así como las otras grandes contradicciones relacionadas, como las contradicciones obrero/campesino y ciudad/campo.
Así que hubo un gran avance en esas transformaciones, y en el proceso de superar esas diferencias y contradicciones, debido a la práctica de la Revolución Cultural, es decir, toda la participación de las masas, todo lo que se sintetizó e implementó como línea y lineamientos (y que logró lo que Lenin llamó "no solo la dignidad de la universalidad, sino también la de la realidad inmediata"). Todo eso representó un gran avance a un nivel superior a lo que se logró en la Unión Soviética en el primer intento de manejar esas contradicciones.
Además, como dijo Mao, la Revolución Cultural aportó los medios y el método básicos para manejar esas contradicciones. Subrayo la palabra "básicos" porque habrá que elaborarlos más a lo largo del proceso histórico-mundial de avanzar por todas las vueltas y revueltas del camino--los grandes saltos, pero también los reveses y derrotas, seguidos por mayores saltos--hacia la superación de esas contradicciones hasta alcanzar las "cuatro todas"1 a escala mundial. Mao recalcó reiteradamente que esas contradicciones no se resuelven con una Revolución Cultural; ha de requerir muchas Revoluciones Culturales, y también el avance y la victoria final de la revolución proletaria mundial.
Lecciones de la última gran batalla de Mao
Al estudiar eso más a fondo, hemos llegado a captar en forma más profunda y clara esta verdad: ha de requerir muchas revoluciones culturales en la sociedad socialista; y, fundamentalmente, va a requerir el triunfo de la revolución mundial. Es decir, una nueva reglamentación--o, inclusive, un acontecimiento histórico trascendental, como la Revolución Cultural, que sin lugar a dudas tuvo importancia histórico-mundial--no puede resolver esas contradicciones. Por eso, Mao recalcó durante su última gran batalla contra Deng Xiaoping que aun después de establecer el poder estatal del proletariado y la transformación o socialización básica (pero no completa) de la propiedad, la lucha por eliminar la base de la restauración capitalista no había acabado; al contrario, estaba apenas en sus primeras etapas. Por una parte la toma y consolidación del poder estatal del proletariado y la socialización inicial y básica de la propiedad eran cambios cualitativos profundos que, en un sentido, cambiaron todo y representaron un gran salto adelante relativo a la vieja sociedad, un salto que abrió todo tipo de posibilidades para mayores transformaciones. Pero, por otra parte, desde una perspectiva más amplia, la sociedad había cambiado muy poco. Hacían falta transformaciones mayores y mucho más profundas, que habría que realizar a lo largo de todo un período histórico.
Durante su última gran batalla, Mao hizo una serie de declaraciones que giraban en torno a este tema: todavía existen diferencias importantes en el sistema salarial; todavía existe la contradicción entre el trabajo intelectual y el trabajo manual, las contradicciones obrero/campesino y ciudad/campo; estamos muy lejos de superar las contradicciones relacionadas con la opresión de la mujer; etc. En ese sentido, decía, las cosas no han cambiado mucho y recalcó que así sería en lo fundamental, durante largo tiempo; es crucial restringir las diferencias al mayor grado posible en cada etapa, pero la dictadura del proletariado no puede más que restringirlas, y no eliminarlas por completo. Desde luego, al decir eso, enfatizaba la importancia de restringir esas diferencias lo más posible a cada oportunidad y de continuar sentando las bases para restringirlas más a través de lucha revolucionaria y la transformación de la sociedad, para seguir avanzando hacia el comunismo.
Durante cierto tiempo después de tomar el poder, los revisionistas usaron esas citas de Mao para combatir su propio contenido y socavar su línea. Las tergiversaron por completo. Pusieron el énfasis en la palabra "solo" para decir: "¿Por qué preocuparse cuando el propio Mao reconoció que `solo' se puede restringir tales cosas? No hay que preocuparnos por eso, pues no las podemos eliminar; `solo' podemos restringirlas. Y como solo podemos restringirlas, ¿por qué no les damos rienda suelta? ¿Por qué, en fin, no expandirlas en vez de restringirlas? ¿Por qué no alentar a los que tienen más privilegios y ventajas, y aumentárselos como incentivo, para fomentar la economía nacional? Después, en un futuro, podemos restringir y eliminar esas diferencias". Ese es el programa que han implementado y que ha producido una polarización que permite la prosperidad de un pequeño sector de la sociedad, pero ha tenido consecuencias desastrosas para las masas.
Es decir, después de tomar el poder en un golpe militar, durante cierto tiempo, a los revisionistas les convenía apropiarse de las palabras de Mao y tergiversarlas al servicio de lo que Mao combatía: la restauración capitalista. Enfatizaron la palabra "solo" para decir que no había que preocuparse por esas diferencias. En cambio, el mensaje de Mao fue todo lo contrario: esas diferencias solo se pueden restringir; por eso, tenemos que preocuparnos mucho y librar mucha lucha de clases precisamente porque esas diferencias son la base material para que suban los revisionistas al poder y restauren el capitalismo. Repetía una y otra vez el mismo tema. Durante la campaña para criticar a Lin Piao y Confucio, y en general durante su última gran batalla, Mao criticó por medio de ellos a Deng Xiaoping, Chou En Lai y los demás seguidores del camino capitalista allegados a ellos. Mao utilizó a Lin Piao como símbolo de los seguidores del camino capitalista, diciendo que debido a todas esas contradicciones básicas, sería muy fácil para gente como él montar el sistema capitalista si toman el poder. Desafortunadamente, resultó ser que Mao entendía la situación perfectamente: gente como Lin Piao--es decir, Deng Xiaoping, Hua Quofeng, etc.,--de hecho llegaron al poder y relativamente rápida y fácilmente lograron restaurar el capitalismo y reintegrar a China en la estructura y red de acumulación imperialista y todo el sistema imperialista, con consecuencias desastrosas para las masas en China y en el mundo entero.