"En un mundo de profundas divisiones de clase y grandes desigualdades sociales, no tiene caso hablar de la 'democracia' sin señalar su carácter de clase y a qué clase beneficia. Es más, mientras exista la sociedad dividida en clases no puede haber 'democracia para todos': dominará una clase u otra, y la clase que gobierna defenderá el tipo de democracia que concuerde con sus intereses y metas. Por eso, debemos preguntar: ¿ qué clase dominará y si su gobierno, y sistema de democracia, sirve para continuar las divisiones de clase, y las relaciones de explotación, opresión y desigualdad que corresponden a ellas, o lleva a abolirlas?"
Bob Avakian, inédita
Es muy instructivo analizar la relación que traza la burguesía, y los politólogos y teóricos burgueses, entre las instituciones de la sociedad demócrata- burguesa (particularmente el proceso electoral) y los derechos del individuo. Como señalamos en Democracia, ¿Es lo mejor que podemos lograr?y El falso comunismo ha muerto... ¡Viva el auténtico comunismo!, el sistema político burgués tiene un concepto individualista y "negativo" de la "libertad" y también de los "derechos". Reduce a la gente a individuos que compiten entre sí y define los derechos en un sentido negativo: como límites a los individuos y el estado (o la sociedad) para evitar que vulneren los derechos de otros individuos. De hecho, la concepción del mundo burguesa no puede concebir de una visión más "elevada" de la libertad.
En cuanto a las masas, las elecciones burguesas sirven principalmente para enredarlas en el aparato político y la maquinaria de dominio burgués, como señalamos en el libro Democracia :
"Para decirlo en una oración: las elecciones son controladas por la burguesía; no son de ningún modo el medio por el cual se toman las decisiones básicas; y se efectúan con el propósito primario de legitimar el sistema, la política y las acciones de la clase dominante --dándoles la fachada de un `mandato popular'-- y de canalizar, confinar y controlar la actividad política de las masas populares.... El proceso electoral tiende a ocultar las relaciones de clase básicas --y los antagonismos de clase-- de la sociedad, y sirve para darle una expresión formal e institucionalizada a la participación política de los individuos atomizados en la perpetuación del statu quo. Dicho proceso no solo reduce al pueblo a individuos aislados; también los reduce a una posición políticamente pasiva y redefine la esencia de la política como tal pasividad atomizada, en que cada persona, individualmente y aislada de los demás, aprueba esta o aquella opción, todas las cuales han sido formuladas y presentadas por un poder activo que se alza por encima de esas masas atomizadas de `ciudadanos'".
En la sociedad burguesa las elecciones ayudan al sistema a "legitimarse" y a mantener el monopolio burgués del poder político y de la fuerza armada "legítima" (que es una concentracción del poder político). Son un medio y un mecanismo para fomentar la falsa ilusión de que las masas tienen voz decisiva en los asuntos del gobierno. Según los apologistas demócrata-burgueses como Dahl1, aunque una élite domine el estado, mientras esa élite tenga sectores que compiten entre sí, las masas pueden aliarse con uno u otro de esos sectores y cambiar el resultado. Incluso gente de aspiraciones revolucionarias como Malcolm X ha caído en la lógica de que los oprimidos (o un pueblo oprimido, como los negros) pueden alcanzar sus intereses si actúan como bloque "independiente" en el proceso electoral y premian o castigan a los grupos de la élite por sus acciones positivas o negativas hacia ellos. Pero, repito, esto pasa por alto la realidad fundamental del poder del estado (el poder institucionalizado --la dictadura-- de una clase sobre otra) y que las elecciones encajan en esa realidad.
Las contradicciones y la competencia interna de la clase dominante se resuelven por medio de la dinámica interna de la política burguesa, que utiliza varios mecanismos del estado. No se resuelven por medio de las elecciones. El foro electoral da la apariencia de que las contradicciones internas de la élite se debaten "abiertamente" ante el pueblo y que este influencia la situación sustancialmente al aliarse con uno u otro grupo de la estructura de poder burguesa, pero es solo una apariencia. Eso beneficia a la burguesía en muchos frentes, sobre todo con las capas medias, en las cuales se apoya como ancla de estabilidad social; sirve para institucionalizar y mantener un proceso político que les hace creer que influencian los asuntos del gobierno y el estado, y que les conviene defender el sistea.
El proceso electoral burgués: Un fango para la vanguardia revolucionaria
Para la vanguardia revolucionaria, las elecciones burguesas son un fango o, para usar otra metáfora, un canto de sirena seductora que la llama a naufragar. Esto ocurrió en las luchas de los últimos años en El Salvador y Nicaragua, donde no había una auténtica vanguardia marxista-leninista-maoísta, pero las fuerzas que dirigían la lucha decían que eran revolucionarios e incluso marxistas. Hace unos años, con el derrumbe de la Unión Soviética, abandonaron la lucha armada que libraban de una forma u otra y se metieron al proceso electoral burgués, y eso las llevó a naufragar.
En su libro People's War to People's Rule (De la guerra popular al gobierno popular), Lomperis reconoce que las elecciones son el talón de Aquiles de los comunistas. Pero, curiosamente, los critica duramente por no participar en el proceso electoral; dice que se han perjudicado al no participar en las elecciones. Emplea un argumento de doble filo: por un lado, dice que las elecciones son el talón de Aquiles de los comunistas y que deben evitarlas a toda costa; pero por el otro, advierte que si no participan en ellas se aíslan de las masas y echan por la borda toda posibilidad de conquistar el poder. Aquí vemos nuevamente que el proceso electoral burgués es como el canto seductor de la sirena o un fango para las masas y su vanguardia comunista.
Esto nos devuelve a la cita (arriba) de Democracia, ¿Es lo mejor que podemos lograr?: el proceso electoral oculta las relaciones de clase básicas --los antagonismos de clase-- de la sociedad, y sirve para darle una expresión formal e institucionalizada a la participación política de los individuos atomizados en la perpetuación del statu quo. Así sucedió, precisamente, en El Salvador y otros lugares, donde fuerzas con diversos puntos de vista y programas que libraban una u otra forma de lucha armada contra el orden establecido se dejaron seducir por las elecciones. Son un fango y una trampa en la cual pueden caer hasta auténticas fuerzas comunistas seducidas por la idea de que con el proceso electoral burgués pueden influenciar la política nacional y los asuntos del estado, y quizá hasta acelerar y madurar las condiciones necesarias para lanzarse a conquistar el poder por la fuerza de las armas. Estas falsas ilusiones, y la lógica y dinámica muy reales del proceso político burgués, se tragan vivos a quienes caigan en esta trampa.
Lo anterior no implica que los auténticos comunistas descartemos del todo participar en elecciones como táctica. Habría que analizarlo en las circunstancias concretas, pero debemos tener presente que la esfera electoral es muy seductora y lleva a caer en un fango muy peligroso. Es fatal pensar que la participación institucionalizada en el proceso electoral burgués forma parte de una estrategia global de arrebatarle el poder a la burguesía. En la historia del movimiento comunista internacional ese error fatal ha plagado a auténticas fuerzas comunistas (digo, que inicialmente eran auténticas). (Estoy muy consciente de que lo que planteo aquí contradice lo que dice Lenin, por ejemplo, en El "izquierdismo", enfermedad infantil del comunismo.Sin embargo, opino que es correcto y, en lugar de repetir los argumentos y análisis al respecto, remito al lector a "Conquistar el mundo"2).
La burguesía afirma que en la sociedad "más elevada" (a saber, la democracia burguesa) el proceso electoral es el medio indispensable de participación de las masas en la política. Pero el proletariado reconoce y lucha por una alternativa radicalmente diferente: la participación a un nivel cualitativamente mayor de las masas en la revolución proletaria y la sociedad socialista. No aceptamos que el papel de las masas se reduzca a la participación ni en las elecciones burguesas ni en las que se celebren en la sociedad socialista.
El aspecto esencial de la participación de las masas en la revolución proletaria y la sociedad socialista es su movilización en la lucha de clases: continuar la lucha revolucionaria hasta conquistar el poder y, después, continuar la revolución en la nueva sociedad socialista hasta alcanzar la meta final del comunismo mundial. Hay que buscar medios que desencadenen ese tipo de participación de las masas. Vuelvo a repetir, esto no quiere decir que no habrá elecciones en la sociedad socialista, pero deben subordinarse a la participación de las masas en la revolución a través del movimiento de masas y la lucha de clases a fin de dominar más y más toda esfera de la sociedad y fortalecer su capacidad de dirigir y transformar la sociedad.
Democracia: ¿Un fin en sí mismo o un medio para lograr un fin?
Como mencionamos en Democracia, ¿Es lo mejor que podemos lograr?, Mao dijo que aunque algunos opinen que la democracia es un fin en sí mismo, en realidad es un medio para lograr un fin. En la dictadura del proletariado es un medio para hacer la transición al comunismo, y en el estado burgués sirve para imponer el dominio de la burguesía y mantener la sociedad burguesa.
Pero Dahl y gente como él dice que el proceso democrático es el medio ideal para lograr el bien de la sociedad y que es un fin en sí mismo (argumento típico de los politólogos y teóricos burgueses). Afirma que no se puede definir el bien común de la sociedad aparte del proceso democrático en sí; o sea, plantea que el bien común de la sociedad reside en el proceso democrático, a través de la cual la población participa en la política y logra el mejor resultado para la mayoría y también para los individuos. Esto ignora un rasgo básico de la realidad: en la sociedad dividida en clases, los individuos pertenecen a una determinada clase social, y esa realidad material se impone en el proceso político y en toda esfera de la sociedad. Los comunistas no queremos borrar las diferencias individuales (ni podríamos, si por alguna locura se nos ocurriera hacerlo), pero los intereses del individuo y hasta la manera de verlos y luchar por ellos depende fundamentalmente de la posición social, y en la sociedad de clases, de la posición de clase, y se desenvuelven necesariamente en el marco de las relaciones y lucha de clases.
Este punto lo destacamos en la polémica contra K. Venu, pues Venu citó La ideología alemana y otras obras de Marx y Engels a fin de defender el individualismo burgués y las falsas ilusiones demócrata-burguesas. Mejor dicho, Venu tergiversó esas obras, dando a entender que la división fundamental de la sociedad es la división entre los individuos como tales y su papel en la producción social (y posición social correspondiente). Dijo que la democracia burguesa es un avance histórico porque reconoce el papel y los derechos del individuo, solo que la propiedad privada los distorsiona. Al contestar sus argumentos, subrayamos que en La ideología alemana y otras obras como Grundisse , Marx y Engels señalaron que se da la apariencia de que el individuo es libre e independiente de las relaciones sociales de la sociedad burguesa, cuando en realidad su posición social y papel en la sociedad, y las relaciones y lucha de clases, moldean su posición como individuo, e incluso sus deseos y necesidades individuales.
Es erróneo plantear la democracia -la participación en el proceso democrático-- como un fin en sí mismo. Es erróneo decir que el proceso democrático en sí es el bien más elevado, o sea, más elevado que el bien social común en lo abstracto, divorciado de dicho proceso. En realidad, el proceso democrático se da en el marco de determinadas relaciones sociales, antagonismos de clase y lucha de clases. No es correcto decir que los individuos como tales, divorciados de las relaciones sociales (y en la sociedad de clases, las relaciones y lucha de clases), alcanzan sus intereses individuales a través del "proceso democrático" y consiguen un resultado que beneficie a la mayoría y el bien común. No puede ser así, a no ser que haya una sociedad sin divisiones y antagonismos de clase y, por lo mismo, sin ninguna dictadura, es decir: sin el dominio de una clase; sin el monopolio de esa clase sobre la vida económica y política de la sociedad, así como sobre las esferas intelectual, ideológica y cultural; y sin el monopolio de la fuerza armada, a través del cual esa clase impone y perpetúa el orden imperante.
No puede haber un proceso democrático como fin en sí mismo, divorciado de las relaciones sociales, y en la sociedad de clases, de las relaciones y lucha de clases. En ese contexto, la democracia como fin en sí mismo no tiene sentido (en el mejor de los casos). Lo que se da en realidad no es el "proceso democrático" (como lo dicen los teóricos demócrata-burgueses), sino un aspecto de la lucha de clases a través de la cual se ejerce una dictadura de clase.