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Transcripción revisada de una charla de Bob Avakian, otoño de 2009

Contradicciones todavía por resolver, Fuerzas que impulsan la revolución

El racismo y la supremacía blanca, las divisiones en la clase dominante y la repolarización para la revolución

Nota de la redacción: Lo siguiente es la cuarta entrega del texto de una charla que dio Bob Avakian en el otoño de 2009, que se publica por entregas en Revolución. Las primeras tres entregas salieron en los números 184, 185 y 186. Las entregas que han salido están en línea en revcom.us/avakian/driving/driving_toc-es.html

El racismo y la supremacía blanca, las divisiones en la clase dominante y la repolarización para la revolución

Como otro aspecto importante del “análisis de la pirámide” y la actual polarización en la sociedad de EE.UU. —tanto en la cima como entre los diferentes sectores que se extienden desde la cima de la “pirámide” hacia afuera y hacia abajo— por supuesto es necesario reconocer y señalar claramente y tomar plena medida del elemento de supremacía blanca norteamericana en todo esto. Por ejemplo, es importante observar, tal como nosotros y otros lo han señalado, que la actual crisis económica está golpeando al pueblo negro y a otras “minorías”, aún más que a la “población general” (o, en otras palabras, los blancos), lo que también profundiza en este sentido la “brecha racial” objetiva en Estados Unidos. Lo que va junto con esto, irónicamente —y se ve muy claramente en la movilización de estas fuerzas fascistas, en sus “motines de té patrioteros” y otras formas— es la expectativa del hombre blanco norteamericano de tener el derecho a ciertos privilegios.

Creo que, como fenómeno general, uno de los principales elementos que contribuyen a una mentalidad fascista y a la inclinación (o la vulnerabilidad, como se quiera ponerlo) de ser movilizado en torno a un programa fascista, es un sentido de dichas expectativas frustradas. Y este es un elemento muy importante de la situación política actual en general y específicamente de esta fuerza fascista que vemos siendo movilizada muy rabiosamente en la escena de ahora.

Aquí entra, una vez más, el “punto de Tocqueville”, que hemos subrayado en numerosas ocasiones. Con su visión romántica de los Estados Unidos en ese momento, de Tocqueville (un político francés, erudito y filósofo que viajaba por los EE.UU. en los primeros días de la república norteamericana, hace unos 200 años), ensalzó la democracia estadounidense y las perspectivas de su supervivencia y prosperidad a largo plazo. Pero, al mismo tiempo, tomó nota y llamó la atención sobre cierta vulnerabilidad, o talón de Aquiles, en todo esto: la existencia de la esclavitud en esos años. Y extrapolando de eso hasta el presente, podríamos referirnos en términos generales a la situación, a la brutal situación de opresión, del pueblo negro en los Estados Unidos, el cual en los más o menos 200 años desde los tiempos de de Tocqueville ha experimentado cambios de forma y de circunstancias particulares, pero sigue siendo uno de los aspectos más pronunciados de la sociedad estadounidense y una de las mayores denuncias de los crímenes del sistema capitalista imperialista norteamericano en general.

Esto sigue siendo un punto vulnerable de todo este sistema. Incluso con los cambios muy reales en la situación del pueblo negro, como parte de los cambios más amplios en la sociedad (y en el mundo) en general —lo que incluye, en la población negra, un crecimiento de la “clase media”, un aumento de los graduados de las universidades y personas de profesiones de prestigio y alto pago, entre ellas unas cuantas personas que mantienen poderosas posiciones en las estructuras políticas gobernantes, incluso hasta el punto ahora de tener a un “presidente negro”—, la situación del pueblo negro y en particular aquella de los millones y millones de negros que están atrapados en condiciones opresivas y muy represivas en los ghettos de las zonas urbanas marginadas, sigue siendo una contradicción muy aguda y profunda para el sistema imperialista norteamericano en general y para su clase dominante — es algo que tiene el potencial de hacer una erupción que rebase totalmente el marco en el que lo puedan contener. Y es algo que, al mismo tiempo, es un punto de contienda muy aguda y un estímulo para la movilización, no sólo de las fuerzas revolucionarias potenciales, sino también ahora de las fuerzas reaccionarias y de las fuerzas fascistas potenciales o reales.

En este sentido, quiero volver a un punto polémico, pero muy real e importante al que he estado haciendo hincapié desde hace algunos años, lo cual se refleja en la frase “el cinturón de la Biblia es el cinturón de los linchamientos”. Para decirlo de otra forma, el fundamentalismo religioso en los Estados Unidos, al igual que todas las expresiones sociales y políticas reaccionarias, no puede sino tener, como un componente importante, la supremacía blanca, incluso en sus formas más extremas y virulentas. Por supuesto, yo no soy el único que ha señalado este fenómeno básico y ha hecho un análisis importante de ello. Aquí, por ejemplo, vale la pena recordar lo dicho por el Dr. Hubert Locke, un teólogo afroamericano, al dar un discurso en 2005 en la Escuela de Religión del Pacífico, titulado “Reflexiones sobre cómo debe responder a la derecha cristiana la Escuela de Religión del Pacífico”. En este discurso, Locke señaló en particular dos factores con respecto a lo que muy directamente llama el fascismo cristiano en los EE.UU. en este período: las contradicciones todavía no resueltas que se remontan hasta antes de la guerra de Secesión —o, como Locke lo dice, hay un “grito levemente disimulado de volver a un conjunto de ideales y valores que esta nación demolió cuando el Sur perdió la guerra de Secesión”— junto con un ataque a lo que se logró durante la década de 1960. Esto representa un intento de imponer una resolución fascista a contradicciones que en aspectos importantes han quedado sin resolver y que en repetidas ocasiones se plantean de manera profunda y aguda y que se agudizan sobre todo en el contexto de una grave crisis, tal como la crisis económica actual y las dimensiones más amplias de crisis que existen en la actualidad en los EE.UU. y en su papel en el mundo. (Se reimprimió el discurso de Locke, “Reflexiones sobre cómo debe responder a la derecha cristiana la Pacific School of Religion”, en Revolución #32, 29 de enero de 2006.)

Al describir la relación de estos factores al fundamentalismo cristiano derechista en los EE.UU., Locke en esencia señala el mismo punto que yo, por ejemplo, en el libro ¡Fuera con todos los dioses!1, de que el cinturón de la Biblia es el cinturón de los linchamientos — dicho de otro modo, la conexión muy íntima, o el entrelazamiento, del fundamentalismo religioso en los EE.UU. con la supremacía blanca abierta, violenta y virulenta, desde la esclavitud hasta el linchamiento y los repetidos asesinatos gratuitos de negros a manos de la policía en ciudades a lo largo de los Estados Unidos hoy.

En ¡Fuera con todos los dioses!, junto con el examen de las implicaciones de la realidad de que el cinturón de la Biblia es el cinturón de los linchamientos, también hago hincapié en que hay una gran ironía en esto: que entre las masas negras hay una forma particular de fundamentalismo cristiano en la que están metidas y la que está promoviendo un sector de predicadores negros reaccionarios —sí, llamémoslos lo que son: reaccionarios— que, al menos objetivamente, sirven a este sistema que durante siglos ha oprimido al pueblo negro. Aun cuando entre los negros, hay algunas características particulares de fundamentalismo cristiano que son distintas a la forma que éste asume entre los fundamentalistas cristianos blancos reaccionarios, dos cosas siguen siendo profundamente ciertas e importantes: el fundamentalismo religioso en los EE.UU. no puede sino incluir una dimensión importante en la que representa y contribuye a reforzar la supremacía blanca; y en términos más generales este fundamentalismo religioso es una fuerza venenosa que desempeña un papel clave en encadenar a las masas oprimidas y a las personas de distintas capas a una concepción del mundo reaccionaria al servicio de las relaciones de opresión y al sistema del capitalismo- imperialismo que abarca y hace cumplir estas relaciones opresivas2.

Lo que es particularmente pertinente en la situación de hoy es cómo en gran medida esto se concentra en torno a Obama. No hace mucho, vi una entrevista con Janeane Garofalo (creo que fue en el programa de Keith Olbermann) en el que ella hablaba de las primeras movilizaciones de este fenómeno de los “motines de té patrioteros” y señaló: “Mire, despejemos las necedades ya” —estoy parafraseando, pero ésta es la esencia de lo que dijo— “despejemos las necedades ya, todo el mundo sabe de qué se trata. Estas personas son supremacistas blancos, son racistas que no pueden soportar la idea de un presidente negro”. Bueno, eso no explica todo el asunto y sería exageradamente simplista reducirlo a eso en sí, pero desde luego es un elemento importante en ello. Es apenas disimulado, si lo es siquiera, y a menudo no lo es.

Aquí volvemos a las dos alas de la clase dominante imperialista en los Estados Unidos —a lo que podríamos llamar, como una descripción general, el ala fascista por un lado y por otro lado el ala imperialista más convencional— que están representadas en la estructura política, hablando en términos generales, por el Partido Republicano y el Partido Demócrata, respectivamente. Como se indicó anteriormente, un lado es muy agresivo en la propagación de su programa y su ideología particular en el marco general de la política imperialista y los intereses imperialistas en su conjunto. Ése es el ala derechista, el lado fascista. Respecto a sus puntos de vista específicos, el otro lado se muestra apenado, en el mejor de los casos, vacilante y a menudo pide disculpas y siempre está buscando puntos en común con el sector abiertamente fascista de la clase dominante. Por eso, por ejemplo, la gente hoy dice de nuevo que el Partido Demócrata “no tiene agallas”, que no se planta a los republicanos, ni siquiera cuando los republicanos están escandalosa y totalmente fuera de contacto con la realidad en cuanto a lo que plantean y la base sobre la que moviliza a las personas.

En una descripción mejor de estas dos alas y su manera de actuar, por un lado, tenemos a algo como la CNN, que pretende ser una fuente de noticias objetiva, junto con publicaciones como el New York Times, el “periódico de referencia” para los sectores más educados y “sofisticados” de la población (“todas las noticias aptas para imprimir” es una frase muy cargada... pues estas noticias son “aptas” desde cierto punto de vista, debemos recalcar). Así que hemos aquí estos medios de comunicación, que hacer creer que son objetivos —que no tienen ninguna agua en particular que llevar a su molino, ni intereses particulares que están promoviendo, según insisten— que simplemente existen para decirnos las noticias tal como las cosas son en realidad. Bueno, hace poco, Anderson Cooper de la CNN estaba en Afganistán con su casco militar que mal le queda, luciendo ridículamente como Ted Koppel (¿no aprendió nada de Ted Koppel y Dan Rather? —ellos no se veían para nada bien cuando se vestían así y desempeñaban ese papel durante el comienzo de la guerra de EE.UU. en Irak). Así pues, aquí está Anderson Cooper incrustado en las fuerzas de EE.UU. en Afganistán, y se la pasa con su pinta de “periodista”, fingiendo estar dando una explicación objetiva de lo que está sucediendo — narrando que salió con las tropas de los EE.UU. en X zona de Afganistán, y que hubo cierta explosión y algunos disparos, y que “corrimos hacia allá, pero los chicos malos parecían haber desaparecido”. Ahora, si usted estuviera presentando las noticias “objetivamente” y no tuviera un punto de vista partidista, ¿cómo determinaría quiénes fueron los “chicos malos” y los “chicos buenos” en esta situación? Esto es sólo otra expresión —que es tan común, tan ampliamente propagada y por tanto tan “incrustada” en la conciencia popular, que pasa por la vista de la mayoría de las personas y éstas ni siquiera se percatan de ello— de la naturaleza altamente partidista de todos los medios de comunicación dominantes y establecidos en los EE.UU., los que incluyen a aquellos que, como el New York Times y la CNN, no son los más abiertamente derechistas. Estos medios de comunicación, a pesar de diferencias significativas entre sí, son todos partidarios del sistema imperialista y su clase dominante. No son los medios estatales —al menos no en este momento—, son los medios de comunicación manejados por los imperialistas, manejados por la clase dominante; y es el punto de vista de la clase dominante imperialista (o los puntos de vista que difieren en algunos aspectos, pero que en su totalidad están dentro del marco de los intereses de la clase dominante imperialista) que promueven de forma leal y sistemática. Es por ello que no le causa nada a nadie y la mayoría de las personas ni siquiera se detienen a reflexionar sobre lo que significa, cuando oyen a Anderson Cooper: “Pero no estábamos seguros a dónde se habían ido los chicos malos”.

El loco fanatismo fascista — y la “política legítima”

Ahora, se tiene la Fox News, la cual suministra propaganda fascista sin reservas y moviliza abiertamente a las fuerzas sociales fascistas. Estos políticos derechistas y sus representantes mediáticos (tal como la Fox News, un ejemplo sobresaliente) plantean sus ideas y presentan cosas que están descabelladamente en conflicto con la realidad, sea que el tema fuere “el debate sobre los servicios de salud” o realidades tan básicas de la ciencia como la evolución — se tiene a políticos prominentes del Partido Republicano quienes abiertamente niegan el hecho científico de la evolución y convocan a la gente sobre esa base. Así, surge una cuestión que remonta al “análisis de la pirámide” y la manera en que un lado es paralizado o permanentemente busca consensos o puntos en común, mientras el otro lado plantea abierta y agresivamente sus puntos de vista partidistas dentro del marco imperialista general — acá hay un punto que ejemplifica eso: ¿Cómo es que la CNN, el New York Times, etc., no pueden referirse abierta y directamente a un lado de esta polarización como lunáticos peligrosos o como fanáticos enloquecidos? ¿Por qué es que son incapaces o no están dispuestos a ver lo que dicen estas fuerzas derechistas, por ejemplo en el debate de la salud, y decir sin ambigüedades y con mucha convicción: “Esto está totalmente fuera de contacto con la realidad, esto no tiene ninguna relación con la realidad concreta”? O, acerca de la cuestión de la evolución o de las otras formas en las cuales estas fuerzas fascistas están completamente fuera de contacto con la realidad, ¿por qué la CNN no puede reportar directamente que en estas cuestiones un lado es en realidad un montón de lunáticos peligrosos y un montón de fanáticos enloquecidos?

No son capaces ni están dispuestos a hacer esto por dos razones esenciales: una, no están dispuestos a lidiar con las consecuencias; en otras palabras, cuando la respuesta viene del sector fascista derechista de la clase dominante y cuando con ese tipo de orientación loca se moviliza esa base social, los “liberales” y los medios de comunicación y los políticos imperialistas más “convencionales” no están dispuestos a movilizar y convocar a la acción, en oposición a esto, a las personas a quienes por lo general buscan atraer, desde donde actúan como fuentes de noticias o como políticos. Ni por el diablo quieren hacer eso, tal como nosotros hemos recalcado.

Y la otra razón, aún más fundamental, brota del hecho de que el tema que se repite hasta el cansancio para la población una y otra vez es que el único marco político real, legítimo y serio es “republicanos contra demócratas”. Cuando sale cualquier noticia nueva, ¿qué hace la CNN sin demora? La presentan en términos de “¿Qué dicen los republicanos? ¿Qué dicen los demócratas? Aquí en este panel hay voceros republicanos y voceros demócratas para debatirlo”. No dicen lo que es la verdad y cuáles son las implicaciones mayores, sino “¿qué dicen los demócratas, qué dicen los republicanos?”. Una y otra vez, a través de los medios de comunicación “establecidos” de la clase dominante tales como la CNN, se propaga y se refuerza la idea de que éstos son los únicos términos según los cuales siquiera se puede considerar la situación políticamente: republicanos contra demócratas.

Bueno, si uno insiste en que por un lado —tal como tienen que hacerlo, porque esto es integral y crucial para mantener la dominación de la política burguesa y más fundamentalmente el gobierno de la burguesía en la sociedad estadounidense y de la dominación de Estados Unidos sobre el mundo— éstos son los únicos términos y que éste es el único marco, pero luego, cambia de idea y dice: “en un lado está un montón de lunáticos enloquecidos”, eso no sólo se consideraría un insulto para ese lado —a la vez que en los hechos es una acertada descripción— sino que en realidad estaría cuestionando y socavando de manera fundamental el marco entero. ¡¿Cómo se podría insistir que el único marco legítimo es aquel en el cual un lado es un montón de fanáticos enloquecidos?!

Obama como foco importante

Acá es importante enfatizar que en un sentido real estas dos alas de la clase dominante y de la política burguesa en la sociedad norteamericana también se refuerzan mutuamente aun cuando se oponen en algunos aspectos importantes (en cierta forma esto tiene cierta analogía de cómo, en una escala mundial, el imperialismo y el fundamentalismo islámico se refuerzan mutuamente mientras se oponen uno al otro). Y una vez más, en la actual situación Obama es un foco de esto en un grado importante, ya que se está azuzando una rabiosa oposición a Obama no sólo con “dejos” racistas muy claros, claro está, sino con elementos racistas de fondo.

Esto también explica un fenómeno importante que tenemos que confrontar y transformar, a través de lucha: incluso las personas que se han vuelto muy descontentas y desilusionadas sobre Obama y todo lo que se azuzó durante las elecciones —la “esperanza”, el “cambio” y todo eso— ahora que ven al menos algo de la realidad de lo que Obama representa y de lo que está haciendo en conformidad con eso, se están volviendo más desilusionadas y descontentas y hasta critican a Obama — pero también en cierto grado están resultando paralizadas. Esto no sólo se debe a que Obama y lo que representa (ese lado de la “pirámide” de las estructuras de la clase dominante) no quieren que estas personas estén movilizadas —en realidad quieren que estén desmovilizadas y paralizadas políticamente, salvo que actúen en formas muy limitadas y pasivas en el marco político dominante—, pero también están resultando desmovilizadas y paralizadas en un grado importante por su propio miedo, el cual a veces se expresa abiertamente, a criticar a Obama precisamente debido a esta movilización y ante esta movilización de una fuerza verdaderamente fascista y ciertamente racista, que en alto grado se dedica a odiar a Obama.

A los “mejores” les urge tener una “intensidad apasionada”

Ahora, no quiero seguir recalcando solamente lo negativo, pero es importante reconocer que la polarización actual es muy negativa. En gran medida, incluso en una medida arrasadora en estos momentos en particular, el lado positivo de la base de la pirámide está paralizado. Hablando de las masas básicas, en particular, les agobian mucho las dificultades, y muchas veces los verdaderos horrores, de la vida diaria bajo este sistema. Se les está instando a cifrar sus esperanzas en Obama y el Partido Demócrata, y también en dios, mientras al otro extremo se está azuzando y espoleando rabiosamente a una base fascista, movilizándola por medio del racismo y, fuertemente relacionado a eso, el fundamentalismo religioso. En cuanto a las “capas medias progresistas”, para usar ese término, les agobia, entre otros factores, su verdadero miedo de que haya caos y trastornos y su deseo de “seguir con la vida” sin tener que “salir de su espacio personal de comodidad”. Una vez más, esto recuerda el verso de William Butler Yeats: “Los mejores carecen de toda convicción, mientras los peores rebosan de intensidad apasionada”.

A esta mezcla y este embrollo se suma también una cierta tendencia política de algunos “liberales”, representada por ejemplo por gente como Michelle Goldberg y expresada en su libro más reciente, The Means of Reproduction: Sex, Power, and the Future of the World [Los medios de reproducción: El sexo, el poder y el futuro del mundo] (Penguin Press, 2009). Los adherentes a este punto de vista describen, incorrectamente, la polarización en el plano internacional y en Estados Unidos básicamente en estos términos: El liberalismo laico y la modernidad versus el fundamentalismo religioso y el tradicionalismo en varias formas. (Volveré a tratar este tema en detalle, más tarde en esta charla, específicamente con relación a la opresión de la mujer y la lucha por su liberación). Tal deslinde de la polarización refleja, de hecho, un aspecto de la realidad actual. Pero de una manera mucho más fundamental, refleja para nosotros y para todos los que quieren ver un mundo mejor y radicalmente distinto, la necesidad decisiva de una repolarización con una orientación revolucionaria y con fines revolucionarios, y dirigida a esos propósitos.

Aquí también, salta a primera plana el papel crucial que tiene que jugar una fuerza capaz de dirigir de hecho una oposición a esas fuerzas fascistas y de encaminar esa oposición hacia la revolución. Me refiero tanto a lo que se podría llamar el “factor objetivo” como el “factor subjetivo”, o sea, las masas por un lado y, por el otro, las fuerzas revolucionarias conscientes y, como la expresión más concentrada de ellas, nuestro partido, el Partido Comunista Revolucionario.

Y aquí una vez más tiene relevancia un punto recalcado antes y el cual se enfatizó en particular durante los años del régimen de Bush: Puede surgir la necesidad, y de hecho es casi seguro que surgirá la necesidad, de que las fuerzas revolucionarias conscientes tomen la delantera para oponerse a ciertas iniciativas fascistas que toman la forma, cuando menos en un grado significativo, de ataques contra derechos y normas democrático- burgueses y, quizás en ciertos casos, hasta de ataques a ciertas figuras identificadas con la democracia burguesa y el liberalismo; sin embargo, déjenme subrayar, esto no se debe hacer de modo que promueva y defienda la democracia burguesa y los líderes políticos democrático-burgueses, sino al contrario, se debe hacer de modo que redefina radicalmente esto y lo dirija contra todo el sistema de dominio burgués, es decir la dictadura burguesa (que en realidad es lo que representan las estructuras políticas dominantes de este país) y el sistema capitalista imperialista que ese dominio impone.

De nuevo, aquí vemos la validez vigente y la importancia de la orientación estratégica del Frente Unido bajo la Dirección del Proletariado — y déjenme enfatizar específicamente la última parte: la Dirección del Proletariado. Pero, al mismo tiempo, déjenme poner énfasis también en la necesidad de no entender esto y no aplicar esto en términos de la reificación — es decir, no se debería tratar al proletariado, ni siquiera a los proletarios individuales, casi como si fueran alguna especie de fuerza sobrenatural, alguna fuerza imbuida de la lógica y el impulso de la historia, en algún sentido metafísico y, en esencia, religioso. Aquí se trata de los intereses fundamentales del proletariado como clase y la movilización de una base social de masas, de proletarios pero también de otros oprimidos y capas sociales más amplias, en torno a una línea que representa los intereses del proletariado en el sentido más grande; que da vida al hecho muy real —con una base material muy real en la sociedad humana concreta y no en alguna fantasía religiosa— de que el proletariado como clase sólo puede emanciparse de su condición de explotación emancipando a toda la humanidad y arrancando de raíz y eliminando todas las relaciones de explotación y opresión.

Esta es la meta para la cual se debería atraer a las personas: el avance al comunismo, la realización de lo que llamamos las “4 todas”, tal como se popularizaron en la China en la época de Mao: la abolición de todas las diferencias de clase, la abolición de todas las relaciones de producción (es decir, económicas) en que éstas descansan, la abolición de todas las relaciones sociales que corresponden a esas relaciones de producción, y la revolucionarización de todas las ideas que corresponden a dichas relaciones sociales.

Se debería atraer a una fuerza y movilizarla en torno a esto, para que sean emancipadores de la humanidad. Como se recalcó anteriormente (por ejemplo en mi charla “Salir al mundo — como una vanguardia del futuro”3, no se trata de ir linealmente a “los obreros” en un sentido económico y atraerlos sobre bases reducidas, ni ir simplemente a los sectores inferiores del proletariado tal como existen en realidad, los millones y hasta decenas de millones de personas en este país. Al contrario, supondrá un proceso en el cual hay que atraer a diversas fuerzas —entre ellas mucha gente de los sectores inferiores y más profundos del proletariado, además de otros oprimidos, en particular de las nacionalidades oprimidas de los centros de las ciudades, pero también masas de otras capas de la sociedad— en torno a esta orientación de ser emancipadores de la humanidad, en torno a la línea y programa que corresponde a los intereses objetivos más grandes del proletariado como clase: hacer y llevar adelante la revolución para erradicar el sistema capitalista imperialista y avanzar a un mundo sin explotación y opresión.

Esto es crucial en términos de nuestros objetivos revolucionarios estratégicos en general, de llegar a un mundo radicalmente mejor y completamente distinto. Pero también es crucial en términos de la actual polarización en la sociedad y el reto de repolarizar —no para reformas, no para tratar de atenuar o mitigar o suavizar la severidad de las formas en que las cosas se plantean ahora, y no solamente oponerse a esa fuerza fascista que está resultando movilizada y derrotarla, como si esa fuera una meta en sí— sino para alcanzar una repolarización para la revolución, y sí, como parte de eso, hasta intentar convencer incluso a la máxima cantidad posible de personas que ahora se inclinan por programas reaccionarios y hasta fascistas, y trabajar para alcanzar la repolarización de estas personas también — inclusive al abordar de una manera mucho más vigorosa, mucho más creativa y mucho más profunda, la actual crisis moral y el tema general de la moral y la cultura.

Continuará.