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Transcripción revisada de una charla de Bob Avakian, otoño de 2009

Contradicciones todavía por resolver, Fuerzas que impulsan la revolución

III. La nueva síntesis y la cuestión de la mujer: La emancipación de la mujer y la revolución comunista — más saltos y rupturas radicales

Nota de la redacción: Lo siguiente es la décima entrega del texto de una charla que dio Bob Avakian en el otoño de 2009, que se publica por entregas en Revolución. Las primeras nueve entregas salieron en los números 184-192. Las entregas que han salido están en línea en revcom.us

III. La nueva síntesis y la cuestión de la mujer: La emancipación de la mujer y la revolución comunista — más saltos y rupturas radicales

Otra vez, aquí quiero recalcar el punto con el cual empecé esta charla: Aún sigo trabajando y forcejeando con muchos de esos puntos, y por lo tanto mucho de lo siguiente será más al estilo de un andamiaje que una discusión plenamente elaborada. Entonces, si bien lo que sigue abarcará puntos de orientación y análisis básicos a los cuales me parece importante captar firmemente y poner en práctica, el objetivo y propósito aquí, en un grado importante, es dar algo en qué pensar y algún sentido de dirección, y al mismo tiempo promover y provocar más forcejeo con estas cuestiones decisivas.

La cuestión de la situación de la mujer —la opresión y la lucha por la liberación de la mujer— objetivamente salta a primera plana en el mundo de hoy y se plantea cada vez con mayor profundidad y urgencia. Varias personas que representan perspectivas de clase muy distintas están reconociendo ese hecho y están respondiendo a ello, pero lo hacen sin salir del marco de un mundo de dominación imperialista, de división en clases, de explotación despiadada y de opresivas divisiones y relaciones sociales. Por ejemplo, lo vemos en el libro de Michelle Goldberg al cual me referí antes (The Means of Reproduction) y también en un artículo importante de la New York Times Magazine y en un nuevo libro escrito por Nicholas Kristof y Sheryl WuDunn (ver "The Women’s Crusade" [La cruzada de mujeres] en la New York Times Magazine del 23 de agosto de 2009, que es un ensayo adaptado del libro de Kristof y WuDunn, Half the Sky: Turning Oppression Into Opportunity for Women Worldwide [La mitad del cielo: Convirtiendo la opresión en oportunidades para la mujer en todo el mundo], Alfred A. Knopf, 2009).

He aquí un punto que merece reflexión, señalado por otro(a) camarada dirigente de nuestro partido: la atención que esas diferentes fuerzas democrático-burguesas están centrando en la situación de la mujer, en particular la mujer del tercer mundo, es motivada por un sentimiento genuino de que hay aquí un ultraje que se debe denunciar —aunque su enfoque queda completamente dentro del marco de relaciones burguesas dominadas por el imperialismo— así como por un sentimiento de que denunciarlo es una manera importante de atacar, socavar y al fin derrotar el islam radical. En otras palabras, un aspecto de esa atención es que contribuye a un enfoque estratégico de parte de un "sector históricamente anticuado" —los estratos dominantes imperialistas— en oposición a otro "sector históricamente anticuado", el fundamentalismo islámico reaccionario.

Así que en este contexto, además del contexto histórico-mundial más amplio de la revolución comunista, los que representan las metas emancipadoras de la revolución comunista, con su objetivo final de eliminar todas las divisiones de clase y todas las relaciones de explotación y opresión, tienen una profunda y apremiante necesidad de dar más saltos y hacer más rupturas relativos a nuestro conocimiento y enfoque en torno a la cuestión de la mujer, en teoría y en práctica —en la esfera de línea política e ideológica y en movilizar la lucha de masas partiendo de esa línea— conforme al papel fundamental y decisivo que esa cuestión desempeña objetivamente, no solamente en términos de poner fin a los milenios de subyugación y degradación de la mitad de la humanidad sino también la manera en que está entrelazada de modo integral e imprescindible con la emancipación de toda la humanidad y el avance a una época completamente nueva de la historia humana, con la llegada del comunismo en todo el mundo.

Visto así, desde esa perspectiva, quiero ofrecer algunas ideas sobre unos aspectos importantes de cómo este reto se plantea y sobre el trabajo y lucha que serán necesarios para lograr los saltos y las rupturas que se requieren objetiva y en realidad urgentemente.

La opresión de la mujer y los "dos sectores anticuados"

Para empezar, la opresión de la mujer es una dimensión decisiva de lo que Marx llamó la subordinación esclavizante de las personas a la división del trabajo, un fenómeno que ha existido desde el surgimiento de la división de la sociedad humana en clases —y con esas divisiones la opresión de la mujer— y las cuales hay que superar para avanzar al comunismo.

Bueno, ya en los tiempos de Red Papers 3,1 publicado por la Unión Revolucionaria (el precursor de nuestro partido) hace unos 40 años, se señaló este punto: que la opresión de la mujer es una dimensión decisiva de la división esclavizante del trabajo en la sociedad. Sin embargo, Red Papers 3, y nuestro pensamiento durante ese período en general, no sólo faltaban desarrollo en general y específicamente con relación a la cuestión de la mujer, sino también padecían en un grado significativo la influencia del economismo (y otras tendencias afines que en últimas instancias también representaban la búsqueda de reformas en el sistema existente y que iban en contra del comunismo verdaderamente revolucionario), y eso tuvo consecuencias, algo que trataré durante el resto de esta charla.

En el mundo de hoy, respecto a la cuestión de la mujer volvemos de nuevo a la importancia de los "dos sectores anticuados". Una declaración: Por la liberación de la mujer y por la emancipación de toda la humanidad, que nuestro partido publicó anteriormente este año (2009), cita lo siguiente:

Lo que vemos en contienda, con la jihad por un lado y McMundo/McCruzada por el otro, son sectores históricamente anticuados de la humanidad colonizada y oprimida contra sectores dominantes históricamente anticuados del sistema imperialista. Estos dos polos reaccionarios se oponen, pero al mismo tiempo se refuerzan mutuamente. Apoyar a uno u otro de esos polos anticuados, acabará fortaleciendo a los dos.2

Inmediatamente después, la Declaración hace hincapié en este punto:

Entre estos dos "sectores anticuados" están las clases dominantes imperialistas, particularmente la de los Estados Unidos, las cuales le han hecho mucho más daño a la humanidad y representan la más grande amenaza. En realidad, la dominación imperialista misma en el Medio Oriente, Indonesia y más allá —junto con la dislocación y trastorno generalizados que esta dominación causa y la corrupción, venalidad y vil represión características de los gobiernos locales que son dependientes del imperialismo y al cual le sirven— le echa mucha leña al fuego del fundamentalismo islámico como respuesta a todo esto, si bien de una manera reaccionaria.

Eso pone de relieve la manera en que al otro "sector anticuado" —es decir, las formas medievales de opresión de la mujer que imponen los fundamentalistas islámicos y otros en partes del tercer mundo— le sacan provecho aquellos que toman partido con el "sector anticuado" imperialista, al menos objetivamente, a fin de intentar embellecer —y en algunos aspectos hasta promover— esas formas "modernas" de la opresión de la mujer que son más comunes en los países imperialistas y desviar la atención y la lucha en torno a la opresión de la mujer hacia un marco que refuerza el sistema imperialista, el cual es en realidad la fuerza principal y más fundamental en perpetuar la opresión, incluidas las formas más horrorosas, en todas partes del mundo.

Esto pone en el contexto adecuado el papel que desempeñan, al menos objetivamente, personas como Goldberg, Kristof y WuDunn y al análisis que propagan y a los programas que promueven como supuestas respuestas a la opresión de la mujer. Incluso si aceptamos que ellos sienten una indignación genuina por las muchas manifestaciones de esa opresión, de todos modos están conduciendo todo de regreso al propio marco del sistema que es fundamentalmente la causa de toda esa opresión.

La siguiente cita, también de Una declaración: Por la liberación de la mujer y por la emancipación de toda la humanidad, refuta contundentemente los intentos de presentar el "sector anticuado" imperialista —o para ser más preciso, las variaciones "modernas" y "liberales" de dicho "sector anticuado"— como paladín de la liberación de la mujer:

En resumen: la sociedad capitalista "moderna", o, en realidad, el sistema mundial del imperialismo capitalista, ha heredado la opresión de la mujer de las sociedades anteriores de las que el capitalismo ha surgido y si bien cambia algunas formas en que esta opresión se lleve a cabo, no ha eliminado y no puede eliminar esta opresión; ha incorporado formas precapitalistas de esta opresión en diversas partes del mundo, especialmente el tercer mundo, en el sistema mundial de explotación y opresión en conjunto; y perpetúa todo esto mediante las relaciones fundamentales, el actual proceso de acumulación y el funcionamiento general de este sistema capitalista imperialista en sí (énfasis en la versión original).

La burqa y la tanga — horrorosas encarnaciones de la degradación de la mujer

Para citar otro pasaje importante de esa Declaración:

Aunque la burqa y la tanga parezcan muy diferentes, la burqa que imponen los fanáticos fundamentalistas islámicos por un lado y la tanga ampliamente publicitada y promocionada como "ropa interior sexy" para las mujeres en las sociedades capitalistas "modernas" por el otro son horribles símbolos y encarnaciones de la degradación de la mujer. Lo fundamental que tienen en común es que son manifestaciones de un mundo caracterizado por horrendas formas de opresión "tradicionales" y "modernas" —un mundo dominado sobre todo por el capitalismo-imperialismo— un mundo que hay que poner patas arriba y transformar radicalmente.

Bueno, aparte de las manifestaciones obvias y horrendas de la opresión de la mujer, no solo en el tercer mundo sino en Estados Unidos —es decir, la generalización de la violación, brutalidad y degradación que son parte de las relaciones sociales y de la cultura actual, las cuales se promueven en esta sociedad y en todo el mundo—, es importante analizar unos aspectos particulares de la forma en que la cuestión de la mujer se presenta actualmente en Estados Unidos, y al mismo tiempo situarla en el contexto de cambios significativos que se han dado durante unas décadas.

Como sabemos, durante este período ha entrado una gran cantidad de mujeres a la fuerza de trabajo en Estados Unidos. De hecho, se señaló hace poco que, de continuar así las tendencias actuales, muy pronto la cantidad de mujeres superará a la de los hombres en la fuerza de trabajo estadounidense, lo que obviamente es una nueva circunstancia muy significativa. Este fenómeno resulta de cambios en la economía (de Estados Unidos, en el contexto de la economía mundial en general) que han hecho que sea posible y necesario incorporar a grandes cantidades de mujeres al empleo; y también es un factor en "estabilizar" la sociedad estadounidense mediante el desarrollo y avance de cierto nivel y "estilo de vida" de clase media que para una cantidad importante de estadounidenses es posible mantener sólo a condición de que trabajen tanto la mujer como el hombre. Se trata de un cambio muy grande desde la época vista, por ejemplo, en el programa televisivo Mad Men (a comienzos de los años 60), cuando las mujeres se quedaban en casa y un hombre, si tenía un trabajo de clase media, podía proveer este tipo de nivel y estilo de vida para toda la familia. Pero los cambios ocurridos han resultado en una situación en que solo es posible mantener esa situación y nivel y estilo de vida si trabajan tanto la mujer como el hombre. Ese es un cambio muy significativo.

Por supuesto, eso no resultó automáticamente de nuevos sucesos y cambios en la economía. Eso sucedió como resultado de concesiones ganadas y cambios surgidos a raíz del levantamiento de los años 60 y, en particular, el movimiento de liberación de la mujer que se desarrolló de los años 60 a los 70. Estos dos factores juntos —los cambios en la economía y las luchas surgidas del movimiento de los 60 y en particular el movimiento de liberación de la mujer— han llevado a cambios significativos en la situación de la mujer en muchas dimensiones distintas, incluida la esfera del trabajo, al mismo tiempo que la mujer sigue siendo el objeto de la discriminación sistemática en el trabajo, por ejemplo en el pago y las oportunidades para ascensos, etc. — pues el "límite de vidrio" todavía existe.3

Sin embargo, como enfatizamos, mientras la clase dominante necesita promover y nutrir una extensa "clase media" como una fuerza de estabilidad y, de maneras muy importantes, de conservadurismo, también el sistema tiene una necesidad apremiante de conservar las relaciones tradicionales — en particular la forma en que éstas se concentran en la familia patriarcal y en la posición y papel de la mujer en la sociedad en general. En esta situación, los cambios a los que me referí están chocando fuertemente con los intentos sumamente agresivos de los fascistas cristianos y otras fuerzas abiertamente reaccionarias de reafirmar e imponer con mayor firmeza las cadenas de la tradición, en particular las formas en que se aplican a la mujer — encadenar abierta y descaradamente a la mujer a una posición subordinada y oprimida, fundamentándose fuertemente en la tradición bíblica como la base ideológica de todo eso (como se trata, por ejemplo, en ¡Fuera con todos los dioses!).

Lo que señalé, al analizar hace más de 20 años la situación en Estados Unidos, sigue siendo una verdad profunda y de importancia primordial en términos del rumbo fundamental de la sociedad y de hecho del mundo en su conjunto. Escribí en ese entonces: "La cuestión general de la posición y el papel de la mujer en la sociedad se presenta cada día más agudamente en las circunstancias extremas de hoy". Escribí eso en el contexto de los años 80, cuando en realidad crecía el peligro de una guerra mundial —aquellas eran las circunstancias extremas particulares a que me referí en esa afirmación— pero hoy las circunstancias extremas particulares son distintas y existe una verdadera crisis, y esa afirmación sobre los términos agudos en que se presenta la posición y papel de la mujer, sigue teniendo hoy un significado profundo. La citada afirmación continúa y recalca:

No se puede concebir la resolución de todo esto salvo de la manera más radical… La cuestión que pende es: ¿será una resolución radical reaccionaria o una resolución radical revolucionaria, implicará reforzar las cadenas de la esclavitud o destruir los eslabones más decisivos de esas cadenas y abrir la posibilidad de realizar la eliminación completa de todas las formas de dicha esclavitud?

Continuará.