“Si una persona huye, no hay razón para perseguirla, cazarla como un animal y balearla y matarla”
— Paula McGowan, cuyo hijo Ronell Foster, padre de dos hijos, fue asesinado mientras huía de un policía en Vallejo, California, quien lo había parado por ir montado en su bicicleta sin una luz.
Los cerdos policías en Estados Unidos no sólo han asesinado a más de 1.000 personas cada año desde 2015; los hallazgos basados en investigaciones realizadas por Mapping Police Violence (MPV) muestran que casi un tercio de los muertos en cada uno de esos años huían a pie o en carro de los cerdos cuando éstos los asesinaron.
Dos de estos asesinatos ocurrieron hace poco. En Akron, Ohio, el 27 de junio, los cerdos persiguieron y balearon más de 60 veces a Jayland Walker, que iba sin arma, después de un “control de tráfico”. El 4 de julio, un cerdo de San Bernardino, California, salió de un carro no señalizado, inmediatamente sacó su arma y le disparó a Robert Adams mientras éste corría en la dirección opuesta.
Desde 2015 la policía ha asesinado a más de 2.500 personas mientras huían, lo que es casi un asesinato por día, según los hallazgos de Mapping Police Violence. Un tercio de los que fueron asesinados mientras huían de la policía eran negros, aunque las personas negras sólo constituyen el 13 por ciento de la población.
La vida de las personas asesinadas por la policía fue robada a sus seres queridos: padres e hijos, hermanos y hermanas, compañeros cercanos, esposos, esposas y amigos. Tan solo en 2021:
- Adam Toledo, 13, asesinado el 29 de marzo de 2021. Los cerdos de Chicago persiguieron a Adam, le ordenaron que se detuviera y mostrara las manos. En el video se detiene y levanta las manos mientras un policía lo mata a balazos.
- La policía detuvo a Daunte Wright, 20, en un suburbio de Minneapolis el 11 de abril por tener un ambientador en su espejo retrovisor. Poco tiempo después, Daunte estaba muerto, y la cerda que le disparó afirmó que pensaba que había sacado su pistola Táser, no un revólver.
- Andrew Brown Jr., 42, fue asesinado por la policía en Elizabeth City, Carolina del Norte. Unos cerdos detuvieron a Brown para entregarle una orden de arresto por vender drogas, comenzaron a disparar a ráfagas mientras él estaba sentado con las manos en el volante de su coche, y luego le pegaron un tiro fatal a la parte posterior de la cabeza mientras Brown intentaba huir para ponerse a salvo.
- Fanta Bility, 8, Sharon Hill, Pensilvania. Los policías dispararon contra un carro fuera de un partido de fútbol de la escuela secundaria porque pensaron erróneamente que alguien en el coche les disparó. Los cerdos alcanzaron a cuatro transeúntes — Fanta salió muerta, y su hermana y otras dos personas resultaron heridas.
A pesar de las protestas de masas y el aumento de la indignación pública en los últimos años por la epidemia de asesinatos policiales, no se está exigiendo más responsabilidad a los cerdos ahora por sus crímenes que en el pasado. En los últimos siete años, sólo ha habido cargos penales en 50 casos de las 2.500 instancias de personas asesinadas mientras huían. Y sólo se ha condenado a nueve cerdos. En algunos casos, demandas civiles han otorgado millones de dólares a las familias que han perdido a sus seres queridos asesinados, como si eso los hubiera hecho callar.
Para poner fin realmente al asesinato y la brutalidad de los cerdos, va a ser necesaria una revolución real para poner fin al sistema que requiere el terror policial. Como ha dicho Bob Avakian:
Hay que trabajar activa, consciente y científicamente para esta revolución. Y una gran parte de este proceso es luchar ahora contra la supremacía blanca institucionalizada y el terror policial, así como contra las otras formas en que este sistema oprime, degrada y masacra a las masas de personas, en todas partes del mundo, a la vez que saquea el medio ambiente — impulsando estas luchas tan poderosamente como sea posible, vinculándolas sobre la base del reconocimiento de que todas tienen una fuente común en este sistema del capitalismo-imperialismo, y forjando la base para hacer caer este sistema por medio de una revolución real. (de “La policía y las prisiones: Ilusiones reformistas y la solución revolucionaria”, de Bob Avakian)