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Por qué los ataques al Antifa son una vergüenza, y por qué HAY QUE OPONÉRSELES

4 de septiembre de 2017. Durante la última semana, el “Antifa” ha sido el objeto de un ataque político sostenido y multifacético, incluido de parte de voces liberales y algunas “progresistas”. Estos ataques serían casi irrisoriamente idiotas si no fueran tan peligrosos y mortalmente serios. Estos ataques le hacen eco a Trump, así como a otras fuerzas organizadas. (El “Antifa” se refiere a una gama de grupos antifascistas y antirracistas con diversos puntos de vista, que actúan de diferentes formas para defenderse de los golpeadores fascistas y supremacistas blancos en la calle y en el internet, y para hacerles frente ahí. Unos sectores importantes del Antifa se identifican como anarquistas en algún sentido).

Unos ejemplos de la gama de ataques: a Noam Chomsky, el anti-imperialista progresista y autodenominado “anarquista” —excluido de los grandes medios de comunicación por décadas— de repente lo están citando todos los medios informativos por decir que el Antifa es “un regalo para la derecha”. Chris Hedges, el comentarista “progresista”, le hace eco a temas semejantes. Los demócratas liberales advierten que el Antifa está haciendo que se cuestione la legitimidad del derecho del gobierno al uso exclusivo de la fuerza y la violencia. Un ex escritor de discursos para Donald Rumsfeld usa el Washington Post como vehículo para afirmar enérgicamente la “equivalencia moral” entre el Antifa, y los nazis a quienes se enfrenta. (Rumsfeld, como secretario de “Defensa” de George W. Bush, dirigió la guerra totalmente ilegítima librada sin provocación contra Irak que ha cobrado cientos de miles de vidas y que sigue causando muertes). Nancy Pelosi, la lideresa del Partido Demócrata, se apresuró a denunciarlos, pidiendo arrestos y procesos en su contra.

El fin de semana se culminó este vil espectáculo: un artículo en el sitio web liberal-democrático Politico anunció importantes investigaciones (y sin duda acciones) del FBI y “Seguridad Nacional” en contra del Antifa.

Veamos las cosas en perspectiva para tener mayor claridad.

Punto número uno: La movilización de grupos organizados de golpeadores fanáticos es una parte integral del fascismo

El régimen de Trump y Pence es un régimen fascista.1

El régimen de Trump y Pence paso a paso ha tomado dramáticas medidas draconianas, eliminando derechos democráticos, persiguiendo a grupo tras grupo y suprimiendo el disentimiento y la resistencia. El propio Trump azuza y fomenta el odio y la violencia salvaje en los mítines fascistas de su campaña electoral: “sáquenlos en camilla” y “denles un puñetazo en la cara” en referencia a los manifestantes que protestaban en esos mítines, y sistemáticamente ataca a la prensa por ser “enemigo del pueblo estadounidense”. Trump dio a conocer al mundo entero su apoyo a los fascistas en Charlottesville. Cuando los fascistas marchan con antorchas y coros de consignas racistas, antisemitas, antigay y descaradamente NAZIS, en un país con una brutal historia de supremacía blanca y supremacía masculina, aquellos que se oponen a todo esto deben despertarse, ¡carajo!

En estados como Iowa, grupos de milicianos fascistas como los Guardianes del Juramento —o sea, efectivos “jubilados” militares y del orden público— acuden con armas a los mítines de Trump e incluso a las reuniones públicas de congresistas para intimidar a los oponentes. Los troles de Trump en el Internet practican el “doxing”, es decir publican los datos privados que identifican a los que se oponen a Trump y usan esta información para hostigarlos. Todos pueden —y deben— ver en línea los tres videos de la Asociación Nacional del Rifle (NRA) de fines de junio y principios de julio que en esencia son propaganda y recursos de reclutamiento para preparar a los partidarios de Trump como tropas de choque (la fuerza paramilitar que emprendía combates en la calle que actuó de brazo ejecutor para la ascensión al poder de Hitler en Alemania). Charles Blow del New York Times lo ha comparado al reclutamiento de un ejército para fines extrajudiciales.

Mientras tanto, los “progresistas” como Aviva Chomsky 2 escriben artículos que atacan al Antifa, con poses “desde la izquierda”, sin siquiera mencionar la palabra fascismo y mencionando de paso el nombre Trump solamente una vez — lo que es lo mismo que escribir en 1933 en Alemania un artículo que condena las tácticas de resistencia de los comunistas, después del ascenso al poder de Hitler — y sin mencionar a Hitler ni a los nazis. Para cualquiera que duda que esto sea el fascismo, con consecuencias monstruosas y grotescas para la humanidad, ya se ha hecho el trabajo — sobre lo que este régimen ya ha hecho y lo que tiene planeado, en sus políticas y en sus leyes. No se trata de ninguna “oscilación del péndulo” hacia una administración republicana más derechista; se trata de un régimen fascista, mismo que ahora tiene por objeto consolidarse, tanto en oposición a la oposición de masas como en oposición a la oposición al interior de la clase dominante.

Es importante que el Antifa —junto con otros grupos e individuos, entre ellos los comunistas revolucionarios— se mantuvieran firmes y respondieran con lucha en Charlottesville. ¿Quiénes de entre los llamados “izquierdistas” y liberales habrían preferido el resultado si no lo hubieran hecho? ¿Más cadáveres en la morgue? ¿Más nombres en la lista de los valientes que ya incluye a Heather Heyer? ¿Más huesos quebrados? Lo que es peor aún: la imagen de una chusma abiertamente racista y fascista que se desmanda sin oposición durante el fin de semana hubiera sido una tremenda victoria política para los fascistas: hubiera desmoralizado a los que se oponen al régimen y hubiera envalentonado a los racistas, misóginos y patrioteros “Estados Unidos Ante Todo” aún más atrasados para que se les sumaran.

A diferencia de eso, Charlottesville se constituyó en un ejemplo inspirador de lo que la gente DEBE hacer en este período. Re-polarizó a la sociedad de una manera muy favorable e incluso algunas fuerzas en la clase dominante abandonaron las instituciones gubernamentales asociadas con Trump. Pero Charlottesville —y la persistente defensa de Trump a la “buena gente” que marchó con insignias nazis y banderas del Ku Klux Klan— también debería haber servido de fuerte llamada de atención. A los que ahora señalan en tono de regaño al Antifa y grupos relacionados: por favor, sáquense la maldita cabeza de la arena. Reconozcan la profundidad y urgencia de lo que está pasando.

¿Qué tiene de malo que una masa de gente se reúna en masa —como sucedió en varias ciudades después de Charlottesville— para impedir que los fascistas hagan sus necedades tras anunciar su intención de volver a hacerlo? Absolutamente nada. Al contrario, en nuestro sitio web hemos comparado esto con aquellos que actuaban decisivamente para impedir que una chusma de linchamiento se reuniera, y esa comparación es precisamente acertada.

Punto número dos: Aún hay tiempo, pero no hay mucho tiempo, para expulsar
a este régimen por medio de la acción política de masas. Pero eso requerirá
romper con las “normas” del dominio democrático-burgués ordinario.

El fascismo no ha consolidado su dominio (para ver más información sobre esto, lea los artículos de revcom.us aquí y los discursos de Rechazar Fascismo en las recientes conferencias de organización aquí y aquí). El régimen de Trump y Pence aún no ha logrado aplastar la oposición del pueblo, superar la oposición de diferentes tipos proveniente de otros sectores de la clase dominante ni imponer su programa en toda su extensión. Aún hay tiempo —y una “ventana de oportunidad”— para expulsar a este régimen por medio de la acción política de masas. Por eso es clave el Llamamiento para el 4 de noviembre de Rechazar el Fascismo. A menos que se aprehenda el momento, tan pronto como sea posible, habrá posibilidades muy grandes de que se cierre la ventana para semejante acción de masas, y el régimen de Trump y Pence logre consolidarse apretando las clavijas en toda su extensión.

Pero semejante acción requerirá que se rompa con “las formas de siempre de hacer las cosas”, con las “normas” de las formas familiares de hacer las cosas. Se requerirá que se rompa con el pensar externado por Peter Beinart, un comentarista liberal-democrático, en su ataque al Antifa:

La percibida legitimidad del Antifa está relacionada a la inversa con la del gobierno. Es por eso que, en la era de Trump, el movimiento está creciendo como nunca antes. A medida que el presidente se burla de las normas liberal-democráticas y las subvierte, los progresistas enfrentan una elección. Pueden volver a comprometerse con las reglas del juego limpio, y tratar de limitar el efecto corrosivo del presidente, aunque frecuentemente fracasen. O, por repugnancia o temor o indignación justificada, pueden tratar de negar a los racistas y a los partidarios de Trump sus derechos políticos. De Middlebury a Berkeley a Portland, el segundo enfoque está en ascenso, especialmente entre los jóvenes. [énfasis agregado]

Un problema: El régimen de Trump y Pence NO juega según las reglas “liberal-democráticas”, según las mencionadas “normas”. Trump comprobó esto repetidamente durante toda su campaña — y durante toda su presidencia hasta la fecha, desconociendo y pisoteando las normas ordenadas “preciadas” de “las formas de siempre de hacer las cosas”, inclusive de parte de los de arriba. A medida que Trump y su régimen asaltan y destruyen esas “normas”, Beinart lo reconoce, pero luego a que “nosotros”, el “movimiento” de oposición, sigamos esas normas. “Las formas de siempre de hacer las cosas” quizás incluyan algo de resistencia, pero al servicio de canalizarla a las elecciones y de esperar hasta 2018 y 2020 — o de protestar contra cada nuevo atropello del régimen fascista mientras éste siga apretando las clavijas. Esto tendrá consecuencias catastróficas. Como declara fuertemente el Llamamiento de Rechazar el Fascismo:

Debemos reconocer que el carácter del fascismo abarca la capacidad de absorber actos separados de resistencia al mismo tiempo que desequilibra constantemente a la oposición al impulsar velozmente su programa. El régimen de Trump y Pence lanzará repetidamente nuevas medidas altamente represivas para finalmente suprimir toda resistencia y rehacer la ley… A MENOS QUE SEAN EXPULSADOS DEL PODER.

En un momento en que se están desintegrando estas normas liberal-democráticas, ante la lucha de la gente, los actos de los fascistas, sus divisiones con otros sectores de la clase dominante y la mayor polarización general en la sociedad, Beinart se propone recuperar esas normas, “conservar el centro”. Bob Avakian analiza toda esta lógica mortal —además de las raíces del fascismo en Estados Unidos y las trampas que cercan el pensar de la gente al enfrentar este peligro— en su nuevo discurso (en inglés) “El problema, la solución y los retos antes nosotros”; recomendamos mucho que nuestros lectores lo escuchen y/o lo lean. 

Beinart eleva el funcionamiento de este sistema —del cual Donald Trump y este régimen fascista son productos— por encima de la monstruosidad que este régimen fascista representa, y subestima gravemente sus horrores, peligros, y consecuencias.

¿Qué aconseja usted, Sr. Beinart, si Trump sí cumpla con todo lo que ha dicho que hará, y si las fuerzas golpeadoras fascistas crezcan, se cohesionen y se envalentonen para actuar con impunidad? Nótense que en cada ciudad, la policía ha consentido a las fuerzas fascistas y las ha escoltado sanos y salvos a sus carros, y después ha atacado a las fuerzas que se oponían a los fascistas. ¿Qué aconseja, Sr. Beinart, cuando el régimen de Trump y Pence borre a millones de negros y latinos de las listas de votantes en nombre de combatir el “fraude electoral” y en efecto orqueste un triunfo electoral aún antes de los comicios? ¿Cuando desobedezca las órdenes judiciales porque contradicen sus acciones ejecutivas? ¿Cuando haga redadas para arrestar a “jóvenes” (y otros) acerca de los cuales usted se inquieta que no reconozcan la legitimidad del gobierno? ¿Cuando emprenda una guerra contra Corea del Norte, Irán o Venezuela, y en redadas encarcele a toda persona que se le oponga, o que persiga a ciertos grupos étnicos? ¿Debemos terminar esta pesadilla, o esperar a ver cómo esto se desenvuelve? Sustituyan “canciller” por “presidente”, y “Hitler” por “Trump” en el párrafo anterior que usted escribió, y eso constituiría un excelente ejemplo de cómo allanaron el camino a los campos de muerte.

No va a haber ningún camino indoloro, fácil, tipo esperar que pase el tiempo y esperar a ver que todo se arregle para lidiar con la situación que enfrentamos: una camarilla fascista emperrada en consolidar un dominio indiscutible, con la erradicación fundamental de todos los derechos democráticos, y medidas genocidas, incluso, quizás, el genocidio literal.3 Lo mejor sería actuar ahora mismo como si no sólo nuestras vidas sino los intereses de la humanidad dependieran de la expulsión de este régimen — porque en efecto así es, ¿entendido? ¡Hay que acordarnos de que Trump tiene el dedo encima del disparador nuclear; Hitler no tenía armas nucleares!

Así ha pasado en la historia de otros regímenes fascistas anteriores, y está pasando igual con el régimen de Trump y Pence. Al mismo tiempo que se topan con obstáculos, buscan imponer diferentes y más opresivas normas para cohesionar la sociedad, pisotear derechos civiles y jurídicos y movilizar a bases sociales fascistas violentas, como lo hace Trump con sus “mítines”. Imponen el fascismo a martillazos desde arriba, así como por medio los golpeadores en la calle. Los críticos progresistas que le temen al Antifa —y en realidad a toda resistencia seria— no enfrentan esta realidad y dinámica — del fascismo. Se enceguecen deliberadamente a sí mismos, y por lo tanto propagan necedades y enceguecen a otros. La dinámica del fascismo en marcha socava el alcance y el espacio para la protesta, y debilita la base para que el pueblo luche y oponga resistencia — ¡al mismo tiempo que los horrores del fascismo se aceleran y se agravan!

Lo que se necesita es lo que Rechazar el Fascismo está llamando a hacer, a partir del 4 de noviembre, las personas de todos los sectores sociales y de muchos diferentes puntos de vista

nos reuniremos en las calles y las plazas públicas de ciudades y pueblos por todo Estados Unidos, al inicio con muchos miles declararemos que este régimen en su conjunto es ilegítimo y que no nos detendremos hasta que se cumpla nuestra demanda sola y única: Esta pesadilla tiene que terminar: ¡El régimen de Trump y Pence tiene que marcharse! 

Nuestra protesta tiene que crecer día tras día y noche tras noche —en que los miles llegan a ser cientos de miles, y de ahí millones— decididos a actuar para ponerle fin al grave peligro que el régimen de Trump y Pence representa para el mundo, exigiendo que este régimen en su conjunto sea sacado del poder.

A esta luz, es importante reconocer que entre más los grupos fascistas merodeen por las calles sin oposición, más fuerza cobren y más se envalentonen para imponer el fascismo, que conlleva esfuerzos de aplastar a la oposición y resistir las actividades de expulsar a este régimen.

Aún hay tiempo para expulsar a este régimen — pero NO LO HABRÁ si las personas se dejan limitar por las mismas reglas que facilitaron el ascenso del régimen. NO LO HABRÁ si —parafraseando a Yeats— “los mejores carecen de toda convicción” (y peor aún, condenan a los que sí actúan de manera justa según sus convicciones), mientras “los peores rebosan de intensidad apasionada”. Esto no se logrará sin sacrificio — los que tanto aluden al movimiento de derechos civiles con tal de reprender a los jóvenes de hoy deben reflexionar seriamente sobre lo que realmente ocurrió en Birmingham, en Selma, y en Filadelfia, Misisipí.

Punto número tres: Es inadmisible cooperar para tratar a cualquiera que
se oponga a los fascistas como equivalente a los fascistas.

Los críticos al Antifa han reprobado la prueba más básica de la política y la moral: la de trazar una línea clara entre los que cometen grandes crímenes (en este caso con el respaldo del estado4) y los que se oponen a esos crímenes. Esta tiene que ser una línea divisoria brillante en cualquier movimiento que tenga esperanza alguna de ponerle alto al monstruo. Para citar una declaración del sitio web de Rechazar el Fascismo:

No dejen que las fuerzas gobernantes, o cualquier otra fuerza, nos dividan o nos enfrenten los unos a los otros. No caigan en los esquemas de “dividir para conquistar” y en las acciones divisivas, rechacen y dejen atrás las disputas mezquinas y las riñas sectarias — conéctense DE MANERA AMPLIA para UNIR A TODOS LOS QUE SE PUEDE UNIR, desde diferentes perspectivas y puntos de vista, en torno al gran objetivo unificador de expulsar, por medio de una movilización política masiva y sostenida, a este régimen que ya ha hecho tanto daño y que constituye una grave amenaza para la humanidad.

De hecho, en respuesta a Noam Chomsky, ¡son precisamente los mecanismos de “dividir para conquistar” que aíslan a unos sectores de la resistencia al fascismo y que concilian con la represión del fascismo contra esos sectores, los que son “un regalo para la derecha”! Vayamos al grano. Las personas que se sumaron a los ataques de la última semana, o que permitieron que fueran utilizadas, están modificando el famoso enunciado de Martin Niemöller5 —que empieza con “primero vinieron por los comunistas, y no dije nada porque no era comunista, luego vinieron por los judíos, etc.”— haciéndolo aún peor: “luego vinieron por el Antifa, y yo me reuní al ataque”. ¡Despiértense, carajo! ¡No hagan esto!

Punto número cuatro: No basta, de hecho, simplemente oponer resistencia
a los secuaces de Trump en las calles y formar redes de solidaridad. Hace falta
un gran movimiento político, que incorpore a todos, del Antifa a Indivisible,
a los demócratas, los liberales, y los republicanos desafectos y disgustados,
que se tomen las calles de una forma decidida, noche tras noche y día tras día,
y que se nieguen a “dejarse desviar”.

Ya es hora de que se reúnan todos los que están asqueados por este régimen de pesadillas, sin importar lo que sea su proyecto de hoy ni su visión para mañana, en torno a lo que bien podría ser una de nuestras últimas mejores oportunidades de TERMINAR ESTA PESADILLA. Ya es hora de organizarnos. Ya es hora de ser parte del 4 de noviembre, de ponernos manos a la obra, de dar todo con tal de expulsar al régimen fascista de Trump y Pence.

La humanidad —en el presente y en el futuro— está contando con nosotros.

Semejante acción requerirá que se rompa con “las formas de siempre de hacer las cosas”, con las “normas” de las formas familiares de hacer las cosas. Se requerirá que se rompa con el pensar externado por Peter Beinart, un comentarista liberal-democrático, en su ataque al Antifa:

La percibida legitimidad del Antifa está relacionada a la inversa con la del gobierno. Es por eso que, en la era de Trump, el movimiento está creciendo como nunca antes. A medida que el presidente se burla de las normas liberal-democráticas y las subvierte, los progresistas enfrentan una elección. Pueden volver a comprometerse con las reglas del juego limpio, y tratar de limitar el efecto corrosivo del presidente, aunque frecuentemente fracasen. O, por repugnancia o temor o indignación justificada, pueden tratar de negar a los racistas y a los partidarios de Trump sus derechos políticos. De Middlebury a Berkeley a Portland, el segundo enfoque está en ascenso, especialmente entre los jóvenes. [énfasis agregado]

Un problema: El régimen de Trump y Pence NO juega según las reglas “liberal-democráticas”, según las mencionadas “normas”. Trump comprobó esto repetidamente durante toda su campaña — y durante toda su presidencia hasta la fecha, desconociendo y pisoteando las normas ordenadas “preciadas” de “las formas de siempre de hacer las cosas”, inclusive de parte de los de arriba. A medida que Trump y su régimen asaltan y destruyen esas “normas”, Beinart lo reconoce, pero luego a que “nosotros”, el “movimiento” de oposición, sigamos esas normas. “Las formas de siempre de hacer las cosas” quizás incluyan algo de resistencia, pero al servicio de canalizarla a las elecciones y de esperar hasta 2018 y 2020 — o de protestar contra cada nuevo atropello del régimen fascista mientras éste siga apretando las clavijas. Esto tendrá consecuencias catastróficas. Como declara fuertemente el Llamamiento de Rechazar el Fascismo:

Debemos reconocer que el carácter del fascismo abarca la capacidad de absorber actos separados de resistencia al mismo tiempo que desequilibra constantemente a la oposición al impulsar velozmente su programa. El régimen de Trump y Pence lanzará repetidamente nuevas medidas altamente represivas para finalmente suprimir toda resistencia y rehacer la ley… A MENOS QUE SEAN EXPULSADOS DEL PODER.

En un momento en que se están desintegrando estas normas liberal-democráticas, ante la lucha de la gente, los actos de los fascistas, sus divisiones con otros sectores de la clase dominante y la mayor polarización general en la sociedad, Beinart se propone recuperar esas normas, “conservar el centro”. Bob Avakian analiza toda esta lógica mortal —además de las raíces del fascismo en Estados Unidos y las trampas que cercan el pensar de la gente al enfrentar este peligro— en su nuevo discurso (en inglés) “El problema, la solución y los retos antes nosotros”; recomendamos mucho que nuestros lectores lo escuchen y/o lo lean

Beinart eleva el funcionamiento de este sistema —del cual Donald Trump y este régimen fascista son productos— por encima de la monstruosidad que este régimen fascista representa, y subestima gravemente sus horrores, peligros, y consecuencias.

¿Qué aconseja usted, Sr. Beinart, si Trump sí cumpla con todo lo que ha dicho que hará, y si las fuerzas golpeadoras fascistas crezcan, se cohesionen y se envalentonen para actuar con impunidad? Nótense que en cada ciudad, la policía ha consentido a las fuerzas fascistas y las ha escoltado sanos y salvos a sus carros, y después ha atacado a las fuerzas que se oponían a los fascistas. ¿Qué aconseja, Sr. Beinart, cuando el régimen de Trump y Pence borre a millones de negros y latinos de las listas de votantes en nombre de combatir el “fraude electoral” y en efecto orqueste un triunfo electoral aún antes de los comicios? ¿Cuando desobedezca las órdenes judiciales porque contradicen sus acciones ejecutivas? ¿Cuando haga redadas para arrestar a “jóvenes” (y otros) acerca de los cuales usted se inquieta que no reconozcan la legitimidad del gobierno? ¿Cuando emprenda una guerra contra Corea del Norte, Irán o Venezuela, y en redadas encarcele a toda persona que se le oponga, o que persiga a ciertos grupos étnicos? ¿Debemos terminar esta pesadilla, o esperar a ver cómo esto se desenvuelve? Sustituyan “canciller” por “presidente”, y “Hitler” por “Trump” en el párrafo anterior que usted escribió, y eso constituiría un excelente ejemplo de cómo allanaron el camino a los campos de muerte.

No va a haber ningún camino indoloro, fácil, tipo esperar que pase el tiempo y esperar a ver que todo se arregle para lidiar con la situación que enfrentamos: una camarilla fascista emperrada en consolidar un dominio indiscutible, con la erradicación fundamental de todos los derechos democráticos, y medidas genocidas, incluso, quizás, el genocidio literal. Lo mejor sería actuar ahora mismo como si no sólo nuestras vidas sino los intereses de la humanidad dependieran de la expulsión de este régimen — porque en efecto así es, ¿entendido? ¡Hay que acordarnos de que Trump tiene el dedo encima del disparador nuclear; Hitler no tenía armas nucleares!

Así ha pasado en la historia de otros regímenes fascistas anteriores, y está pasando igual con el régimen de Trump y Pence. Al mismo tiempo que se topan con obstáculos, buscan imponer diferentes y más opresivas normas para cohesionar la sociedad, pisotear derechos civiles y jurídicos y movilizar a bases sociales fascistas violentas, como lo hace Trump con sus “mítines”. Imponen el fascismo a martillazos desde arriba, así como por medio los golpeadores en la calle. Los críticos progresistas que le temen al Antifa —y en realidad a toda resistencia seria— no enfrentan esta realidad y dinámica — del fascismo. Se enceguecen deliberadamente a sí mismos, y por lo tanto propagan necedades y enceguecen a otros. La dinámica del fascismo en marcha socava el alcance y el espacio para la protesta, y debilita la base para que el pueblo luche y oponga resistencia — ¡al mismo tiempo que los horrores del fascismo se aceleran y se agravan!

Lo que se necesita es lo que Rechazar el Fascismo está llamando a hacer, a partir del 4 de noviembre, las personas de todos los sectores sociales y de muchos diferentes puntos de vista

nos reuniremos en las calles y las plazas públicas de ciudades y pueblos por todo Estados Unidos, al inicio con muchos miles declararemos que este régimen en su conjunto es ilegítimo y que no nos detendremos hasta que se cumpla nuestra demanda sola y única: Esta pesadilla tiene que terminar: ¡El régimen de Trump y Pence tiene que marcharse! 

Nuestra protesta tiene que crecer día tras día y noche tras noche —en que los miles llegan a ser cientos de miles, y de ahí millones— decididos a actuar para ponerle fin al grave peligro que el régimen de Trump y Pence representa para el mundo, exigiendo que este régimen en su conjunto sea sacado del poder.

A esta luz, es importante reconocer que entre más los grupos fascistas merodeen por las calles sin oposición, más fuerza cobren y más se envalentonen para imponer el fascismo, que conlleva esfuerzos de aplastar a la oposición y resistir las actividades de expulsar a este régimen.

Aún hay tiempo para expulsar a este régimen — pero NO LO HABRÁ si las personas se dejan limitar por las mismas reglas que facilitaron el ascenso del régimen. NO LO HABRÁ si —parafraseando a Yeats— “los mejores carecen de toda convicción” (y peor aún, condenan a los que sí actúan de manera justa según sus convicciones), mientras “los peores rebosan de intensidad apasionada”.

Traci Blackmon y otros hicieron un trabajo muy útil al aportar a la discusión una verdad muy necesaria en un editorial de opinión en el New York Times el 2 de septiembre (“¿Esperando para la protesta perfecta?”). Señalan que el muy ostentado movimiento “no violento” de derechos civiles requería e incluía a personas que no eran “no violentas” para nada — una verdad muy bien detallada en This Nonviolent Stuff’ll Get You Killed (Eso de la no violencia terminará en tu muerte), de Charlie Cobb. A personas con Chris “Fue aquel, yo no” Hedges, cuyo vil ataque intentó invocar tanto al movimiento de derechos civiles como al movimiento sindical en apoyo a su argumento, ¿realmente piensan que los sindicatos a los que tanto aman, se forjaron dejando que los esquiroles (rompehuelgas) simplemente cruzaran el piquete para trabajar, o de hacer las paces con los violentos mercenarios rompe-sindicatos de Pinkerton?

Los críticos al Antifa han reprobado la prueba más básica de la política y la moral: la de trazar una línea clara entre los que cometen grandes crímenes (en este caso con el respaldo del estado) y los que se oponen a esos crímenes. Esta tiene que ser una línea divisoria brillante en cualquier movimiento que tenga esperanza alguna de ponerle alto al monstruo. Para citar una declaración del sitio web de Rechazar el Fascismo:

No dejen que las fuerzas gobernantes, o cualquier otra fuerza, nos dividan o nos enfrenten los unos a los otros. No caigan en los esquemas de “dividir para conquistar” y en las acciones divisivas, rechacen y dejen atrás las disputas mezquinas y las riñas sectarias — conéctense DE MANERA AMPLIA para UNIR A TODOS LOS QUE SE PUEDE UNIR, desde diferentes perspectivas y puntos de vista, en torno al gran objetivo unificador de expulsar, por medio de una movilización política masiva y sostenida, a este régimen que ya ha hecho tanto daño y que constituye una grave amenaza para la humanidad.

De hecho, en respuesta a Noam Chomsky, ¡son precisamente los mecanismos de “dividir para conquistar” que aíslan a unos sectores de la resistencia al fascismo y que concilian con la represión del fascismo contra esos sectores, los que son “un regalo para la derecha”! Vayamos al grano. Las personas que se sumaron a los ataques de la última semana, o que permitieron que fueran utilizadas, están modificando el famoso enunciado de Martin Niemöller— que empieza con “primero vinieron por los comunistas, y no dije nada porque no era comunista, luego vinieron por los judíos, etc.”— haciéndolo aún peor: “luego vinieron por el Antifa, y yo me reuní al ataque”. ¡Despiértense, carajo! ¡No hagan esto!

Los “progresistas” como Aviva Chomsky escriben artículos que atacan al Antifa, con poses “desde la izquierda”, sin siquiera mencionar la palabra fascismo y mencionando de paso el nombre Trump solamente una vez — lo que es lo mismo que escribir en 1933 en Alemania un artículo que condena las tácticas de resistencia de los comunistas, después del ascenso al poder de Hitler — y sin mencionar a Hitler ni a los nazis. Para cualquiera que duda que esto sea el fascismo, con consecuencias monstruosas y grotescas para la humanidad, ya se ha hecho el trabajo — sobre lo que este régimen ya ha hecho y lo que tiene planeado, en sus políticas y en sus leyes. No se trata de ninguna “oscilación del péndulo” hacia una administración republicana más derechista; se trata de un régimen fascista, mismo que ahora tiene por objeto consolidarse, tanto en oposición a la oposición de masas como en oposición a la oposición al interior de la clase dominante.


1. Lo siguiente ha aparecido en www.revcom.us/home-s.htm:

¿Qué ES el fascismo?

El fascismo es cuando la clase burguesa (capitalista-imperialista) ejerza una dictadura abierta, la que gobierna por medio del uso del abierto terror y la violencia, pisotea lo que se supone son derechos civiles y legales, utiliza el poder del estado y moviliza a grupos organizados de golpeadores fanáticos para cometer atrocidades contra las masas populares, particularmente contra los grupos de personas que identifica como “enemigos”, “indeseables” o “peligros para la sociedad”.

Al mismo tiempo, si bien es probable que se movilice rápidamente para hacer cumplir ciertas medidas represivas para consolidar su gobierno, lo que es posible ver estudiando los ejemplos de la Alemania nazi y de la Italia bajo Mussolini, también es probable que un régimen fascista implemente su programa general por etapas y además, trabaje en varios momentos de asegurar a la población o a ciertos sectores de la población de que evitarán los horrores, siempre que aceptan calladamente y no protestan ni se resisten cuando la situación siembre terror entre otros y los pone en la mira de la represión, la deportación, la “conversión”, la prisión o la ejecución. [regresa]

2. “How (Not) to Challenge Racist Violence” [Cómo (no) hacerle frente a la violencia racista], CommonDreams.org, 21 de agosto de 2017. [regresa]

3. Carl Dix ha contado que los fascistas en Charlottesville se les acercaron a él y a otros y les dijeron: “Tenemos un horno para ustedes”. [regresa]

4. Es más claro que el agua —de hecho, fue claro en el momento de los hechos— que los fascistas montaron sus desmanes en Charlottesville con el contubernio consciente de la policía. Sin mencionar, por supuesto, el respaldo que recibieron del mero Número Uno: el Trumpf. [regresa]

5. “Primero vinieron por los comunistas, y no dije nada, porque no era comunista. 

“Luego vinieron por los judíos, y no dije nada, porque no era judío. 

“Entonces vinieron por los sindicalistas, y yo no dije nada, porque no era sindicalista. 

“Entonces vinieron por los católicos, y yo no dije nada, porque yo era protestante. 

“Entonces vinieron a buscarme a mí, y no quedó nadie para hablar por mí”. [regresa]

 

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Nos encontramos en un punto de viraje en la historia. El sistema capitalista-imperialista es un horror para miles de millones de personas en Estados Unidos y por todo el mundo y amenaza al propio tejido de la vida sobre la tierra. Ahora, la elección del fascista Trump presenta peligros aún más extremos para la humanidad, y subraya la ilegitimidad total de este sistema, y la necesidad urgente para un sistema radicalmente diferente.

El sitio web Revcom.us sigue la dirección revolucionaria de Bob Avakian (BA), el autor del nuevo comunismo. Bob Avakian (BA) ha analizado científicamente que nos encontramos en un momento poco común cuando una revolución real se ha vuelto más posible en Estados Unidos. Ha trazado una estrategia para hacer semejante revolución, y ha expuesto una visión panorámica y plano concreto para “lo que sigue” en la Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte.

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