Unos manifestantes celebran la renuncia de la primera ministra, la jeque Hasina, en Daca, Bangla Desh, 5 de agosto de 2024. Foto: AP
Ante la heroica lucha y sacrificio del pueblo contra el régimen sangriento de la jeque Hasina, el jefe del ejército y un poderoso sector de la clase dominante reaccionaria depusieron a la jeque Hasina y decidieron reorganizar el poder para detener este levantamiento de masas. Han tomado esta medida para asegurarse de que el levantamiento popular no conduzca en modo alguno un golpe a sus intereses fundamentales.
Para proteger los intereses del imperialismo y de la gran burguesía lacaya nacional, el ejército quiere entregar el poder a un gobierno interino pro-estadounidense, chupasangre y traficante de pobreza encabezado por Muhamed Yunus y luego a los verdugos reaccionarios del Partido Nacionalista de Bangla Desh (BNP) y al fundamentalista islámico Jamaat-e-Islami, los perros lamepatas del imperialismo, bajo el pretexto de las elecciones. A este esquema fraudulento de la clase dominante se suman otros tiranos civiles e intermediarios imperialistas que aspiran a una tajada del poder. Procuran hacer que las personas sean políticamente pasivas ensalzando al liderazgo estudiantil y difundiendo consignas sobre “democracia y libertad”. En resumen, la poderosa clase dominante reaccionaria del país está trabajando febrilmente para consolidar un régimen reestructurado.
La clase dominante utiliza los mecanismos electorales burgueses para arrullar a las personas para que éstas se traguen la falsa creencia de que son éstas las que ejercen el poder. Al hacerlo, se crea en la mente del público la idea de que son el poder decisivo en el sistema estatal. Pero en realidad, la clase dominante decide semejantes cosas. Bob Avakian dijo en este contexto: “las elecciones son controladas por la burguesía; no son de ningún modo el medio por el cual se toman las decisiones básicas; y se efectúan con el propósito primario de legitimar el sistema, la política y las acciones de la clase dominante —dándoles la fachada de un ‘mandato popular’— y de canalizar, confinar y controlar la actividad política de las masas de personas”1.
Es necesario entender que “en esta sociedad la clase dominante capitalista maneja las elecciones. Esa clase dominante maneja y controla la economía, y como resultado maneja y controla el poder político. No importa quién sea alcalde o presidente, la clase dominante controla el estado: la policía y las fuerzas armadas, las burocracias del gobierno, los tribunales y el resto del ‘sistema de injusticia’. La clase dominante usa las elecciones para engañar a los gobernados. A lo sumo, ¡las elecciones permiten que los oprimidos ‘escojan’ cuál grupo de opresores los robará y atormentará!”2
La gente necesita entender quién tiene el poder real. Un cambio de individuos o grupos en el gobierno no cambia el poder estatal ni las relaciones de explotación existentes. Vimos en los acontecimientos de la Primavera Árabe cómo primero los fundamentalistas islámicos utilizaron la lucha de millones de egipcios y luego la utilizó el ejército apoyado por Estados Unidos para llegar al poder y mantener al pueblo fuertemente amarrado al sistema capitalista-imperialista global.
El ejército de Bangla Desh patrulla una carretera en Bangla Desh durante el levantamiento estudiantil. Foto: AP
Las fuerzas armadas son el pilar principal del poder estatal, y las instituciones del poder estatal están completamente bajo el control de la clase dominante. El ejército, la BGB, el RAB, la policía, los organismos de inteligencia y otras fuerzas armadas que sirvieron de base y ejecutor del gobierno de dieciséis años de duración de la jeque Hasina y el poder judicial, y las prisiones y la burocracia que implementaron la autocracia de la jeque Hasina son los principales instrumentos del poder estatal. Al utilizar este aparato estatal, la clase dominante impone relaciones de explotación y opresión. Es este aparato estatal el que ha llevado a cabo continuas desapariciones, asesinatos, torturas, secuestros, violaciones, saqueos y desalojos en las montañas y llanuras y el que ha suprimido brutalmente la resistencia del pueblo. El poder estatal sigue en manos del imperialismo y sus compinches nacionales, la gran burguesía que ha obligado a millones de personas a trabajar en sus fábricas infernales donde los edificios se derrumban o la gente muere quemada en llamas. El poder estatal sigue en manos de aquellos que destruyen la agricultura en el campo y meten a millones de personas en ciudades miseria, poniendo en peligro su vida. Han entregado a la gente a los fundamentalistas islámicos, que nada más estaban a la espera de utilizar la furia del pueblo contra el brutal gobierno de la jeque Hasina. Estas fuerzas han trabajado sistemáticamente sobre la forma de pensar de la gente según sus programas sociopolíticos reaccionarios, fortaleciendo su control del poder político. Y ahora, con la oportunidad de participar en el poder estatal, impondrán con más fuerza y saña sus anticuadas relaciones, costumbres, ideologías y valores tradicionales y atrasadas al pueblo.
La gente quiere libertad de expresión, de reunión, de asociación, de desplazamiento y el derecho a la alimentación, ropa, vivienda, educación, atención sanitaria, empleo y poder político y a determinar el rumbo de la sociedad. Las personas necesitan una sociedad fundamentalmente diferente a fin de liberarse de todas las formas de explotación y opresión, y un poder estatal fundamentalmente diferente que pueda liberarlas de las garras brutales de la clase dominante local y de las fábricas infernales donde se exprime su vida con tal de generar montones de ganancias para los imperialistas rapaces y especuladores. Hay que liberar a la gente de los sistemas patriarcales de explotación que mantienen a las mujeres encadenadas a la esclavitud. El pueblo necesita una sociedad libre de la dominación del imperialismo y de la explotación por parte de una clase dominante lacaya, una sociedad en la que todos reciban un trato como seres humanos plenos, independientemente de su género, raza o religión. El pueblo necesita una revolución real (no una Cuba ni una Venezuela). La revolución no es una reforma menor, sino un cambio radical en la sociedad. Una revolución se refiere al derrocamiento y la disolución del aparato estatal opresivo existente bajo el sistema capitalista-imperialista, y en particular las instituciones de violencia y represión organizadas, incluidas sus fuerzas armadas, policía, tribunales, prisiones, burocracias y poderes administrativos, y la sustitución de los centros concentrados de coacción y violencia reaccionarias por nuevas instituciones revolucionarias.
No hay razón para confiar en el ejército respaldado por Estados Unidos y en las fuerzas del BNP-Jamaat, cuyas manos están empapadas de la sangre del pueblo. Continuarán con la explotación y opresión capitalista-imperialista del pueblo e intensificarán su pensamiento religioso agresivamente atrasado. Esta clase dominante no perseguirá a los asesinos de aquellos que fueron asesinados por el ejército, la policía, la BGB, el RAB y otras fuerzas armadas en la lucha contra el régimen empapado de sangre de la jeque Hasina. Estas fuerzas armadas son la manifestación del monopolio del estado por parte de la clase dominante. El BNP-Jamaat, con la ayuda de las fuerzas armadas del estado y el poder judicial, las prisiones, la burocracia, etc., impondrá el dominio del imperialismo y de la clase dominante lacaya nacional sobre el pueblo. Nunca revelarán sus acuerdos secretos con los estados imperialistas.
No debemos olvidar nuestra historia. El BNP-Jamaat son enemigos públicos comprobados. Las características especiales del gobierno de estos reaccionarios son la opresión de las minorías (lingüísticas, como los biharíes, étnicas, de género, religiosas, como los hindúes, budistas, cristianos y otras comunidades musulmanas como los qadiani, etc.), el entretejimiento de la religión y el estado, y la colmatación del sistema educativo con supersticiones religiosas y no científicas, la supresión del pensamiento progresista y de las prácticas artísticas, literarias y culturales, y la severa opresión de las mujeres y las personas LGBTQ. Todos los partidos de la clase dominante imponen todas esas cosas, pero esta es la característica especial del programa social y político del BNP-Jamaat.
No es posible conseguir la liberación de las personas a menos que una revolución real dirigida por un partido revolucionario armado con teoría científica y basado en millones de personas explotadas y oprimidas desmantele el aparato estatal existente y sus instituciones, y que se establezcan un aparato estatal e instituciones completamente nuevos, que haya una ruptura con el imperialismo y que se derroque a la clase dominante autóctona lacaya. Sobre la base de esta comprensión, previsión y visión, si un pequeño número de personas puede unirse y poner al descubierto constantemente, ante las personas, los fraudes y los crímenes de la clase dominante y el funcionamiento de este sistema brutal, pues esta pequeña fuerza podría ejercer un impacto enorme. En la actualidad, la clase dominante está dividida y en un estado de tumulto temporal, y la gente está desafiando a este sistema de vieja data en las calles; la cuestión del futuro del país se está debatiendo en todos los salones de té. ¡Piense en el impacto que puede tener incluso una pequeña fuerza si puede ponerse al frente basándose en una evaluación correcta de la realidad del país y si puede aprovechar las grietas en la sociedad para comenzar a desarrollar una revolución! En un mundo amenazado por el genocidio en Gaza, por el desastre ambiental e incluso por una guerra nuclear en Ucrania, esta pequeña fuerza podría tener una influencia inimaginable.
Llamamos a las personas a avanzar saliéndose de su desilusión y a concentrarse en desarrollar el movimiento verdaderamente revolucionario que tan desesperadamente necesitan. El Nuevo Comunismo representa un salto gigante en la comprensión científica de la realidad social y un camino para cambiar fundamentalmente el país por medio de una revolución real. Es una ciencia la que pone al descubierto los intereses de clase detrás de los diversos programas y políticas que se están implementando actualmente en el país. Únicamente las personas pueden equiparse como los hacedores de la revolución y los liberadores de la humanidad basándose en una comprensión correcta.
¡Condenen a la jeque Hasina por los crímenes del régimen Awami! ¡Devuélvanla y júzguenla!
Enjuicien a los dirigentes y oficiales de Awami y a los miembros del ejército y la policía, incluidos el IG, el DIG, la BGB, el RAB y otras fuerzas estatales que estuvieron política y militarmente involucrados en los asesinatos y dieron las órdenes.
Digan no a la reforma del ejército, digan no al gobierno militar en las colinas de Chittagong, digan no a un gobierno interino. ¡No al BNP-Jamaat, no a la Liga Awami, no a un tercer partido electoral! ¡Hay que desalojar a este sistema entero!
— Partidarios del Nuevo Comunismo en Bangla Desh