Entre ciertas tendencias políticas —incluidos los “concienciados”, los “progresistas” y los “de la izquierda” en general— se oye con frecuencia el refrán: “El marxismo solamente aborda lo de las clases, y no aborda y no ofrece ninguna solución para la supremacía blanca y supremacía masculina”.
Este refrán, donde no se trata de una descarada deshonestidad, es una expresión de burda ignorancia.
El marxismo, en su desarrollo desde el tiempo del propio Marx hasta la actualidad, ha sido y hoy es el enfoque más panorámico de la realidad en su conjunto, y específicamente de la transformación del mundo, con el objetivo de la emancipación de toda forma de explotación y opresión en todas las dimensiones de las relaciones humanas.
Ahora bien, se puede decir que la ignorancia y confusión sobre esto se deben, hasta cierto punto, al hecho de que algunos que hablan en nombre del “marxismo” en realidad son reformistas mezquinos de poca visión, que reducen la teoría científica y panorámica del marxismo a lo que equivale a un burdo “economismo” y sindicalismo. (El “economismo” reduce la lucha de la clase obrera explotada a temas económicos, y específicamente a los esfuerzos por mejorar la situación de la clase obrera dentro de su condición explotada, con reivindicaciones de mejores salarios y prestaciones, etc. En algunas versiones de este “economismo”, se declara que este enfoque es la mejor, o la única, forma para ganar a la clase obrera para que luche en última instancia por el socialismo, como sea que lo conciban estos “economistas”.)
Esto es, en realidad, una distorsión vulgar del marxismo. Después de todo, fue Marx (junto con su colaborador y cofundador del movimiento comunista, Federico Engels) el que insistía en que los obreros deben inscribir en su estandarte, en vez de “Un salario justo por una jornada de trabajo justa”, el lema “Abolición del sistema del trabajo asalariado” — en otras palabras, la abolición del sistema capitalista de explotación.
Además, en una formulación que ha llegado a conocerse como las “4 Todas”, Marx estableció, de una manera muy panorámica y al mismo tiempo concentrada, el propósito y objetivo fundamental de la revolución comunista — que tiene como objeto, dijo, la abolición de todas las diferencias de clase, de todas las relaciones de producción en las que éstas descansan, de todas las relaciones sociales que corresponden a esas relaciones de producción y la revolucionarización de todas las ideas que corresponden a esas relaciones sociales. He subrayado “relaciones sociales” para enfatizar que esto supone, entre otras cosas, la eliminación de la opresión de las nacionalidades minoritarias y de las mujeres. Y Engels escribió un estudio extenso —El origen de la familia, la propiedad privada y el estado— que es una obra seminal que trata a fondo la base histórica y el desarrollo histórico de la opresión de las mujeres, y el camino hacia la eliminación de esta opresión.
Lenin sigue desarrollando el marxismo
Por supuesto, como un método y enfoque científico, el marxismo tiene que continuar desarrollándose, y lo ha hecho. Después de Marx y Engels, fue Lenin (el líder de la revolución rusa de 1917 que fundó la Unión Soviética como el primer estado socialista del mundo) el que siguió desarrollando la ciencia del comunismo. Como una dimensión critica de esto, concentrada en su obra ¿Qué hacer?, Lenin libró una polémica contundente contra el economismo — enfatizando que la clase obrera explotada (el proletariado) nunca podría formar una conciencia revolucionaria comunista desde dentro de la estrecha esfera de sus propias circunstancias y experiencias inmediatas, sino que es necesario que una fuerza de vanguardia organizada, basada en la ciencia del comunismo, le lleve esta conciencia al proletariado. Y, recalcó que, para desarrollar esta conciencia comunista, es necesario entender el funcionamiento básico del sistema capitalista-imperialista y cómo éste afecta a diferentes fuerzas de clase y sociales y cómo éstas le responden, para poner en claro que la revolución que hace falta es una revolución basada en los intereses fundamentales del proletariado — de eliminar y arrancar de raíz no solamente la explotación del propio proletariado sino todas las relaciones opresivas en la sociedad. (Esto fue una elaboración de la famosa declaración de Marx de que el proletariado sólo puede emanciparse a sí mismo emancipando a toda la humanidad).
Lenin también siguió desarrollando en el ámbito de la teoría la observación crucial de Marx de que no se podría establecer una nueva sociedad socialista tomando la maquinaria estatal existente que había servido al sistema capitalista; era necesario, al contrario, hacer añicos esta maquinaria estatal y establecer un nuevo poder estatal. Y, claro, Lenin dirigió la revolución en Rusia precisamente para hacer eso.
Al mismo tiempo, Lenin analizó el desarrollo del capitalismo y su transformación en un sistema mundial de explotación, en el imperialismo capitalista, y enfatizó la importancia de la revolución en las vastas regiones del mundo bajo la dominación colonial de potencias imperialistas extranjeras.
Mao Zedong — Otro salto en el desarrollo del comunismo
Fue Mao Zedong, en el proceso de dirigir la revolución china durante varias décadas, desde fines de los años 1920, el que logró dar otro salto en la teoría comunista. Específicamente, Mao desarrolló la estrategia de hacer la revolución en un país como China — un país sometido al “semi-colonialismo” (la dominación por varias potencias imperialistas en contienda) y caracterizado por el “semi-feudalismo” (relaciones en que los terratenientes explotaban despiadadamente a cientos de millones de campesinos, al lado de relaciones capitalistas en desarrollo, especialmente en las ciudades). Si bien Mao enfatizó que era importante que los comunistas analizaran concretamente y actuaran sobre la base de las condiciones concretas en sus países específicos (en el contexto de la situación mundial en general), ese enfoque estratégico de la revolución tenía una relevancia importante para los muchos países en el tercer mundo (América Latina, África, el Medio Oriente y Asia), donde las condiciones eran similares a las de China. Y cabe notar que, durante el poderoso auge de lucha de los años 1960, Mao publicó dos declaraciones en apoyo a la lucha del pueblo negro en Estados Unidos, enfatizando al mismo tiempo la relación crucial de esa lucha con la lucha para derrocar el sistema capitalista en su conjunto.
Más allá de eso, tras la victoria de esta revolución en China (en 1949), Mao seguía haciendo avances históricos en la teoría comunista. Al resumir la experiencia de la Unión Soviética —donde en efecto el capitalismo fue restaurado en mediados de los años 1950, aunque posteriormente, durante varias décadas, seguía llamándose “socialista”— así como la experiencia en la misma China donde venía creciendo el peligro del mismo tipo de contrarrevolución, Mao desarrolló la teoría y la estrategia de continuar la revolución en la sociedad socialista. Al hacerlo, Mao analizó, más allá de lo que se había entendido anteriormente en el movimiento comunista, la manera en que contradicciones al interior de la propia sociedad socialista (y también la existencia, la influencia y las acciones de los estados imperialistas y otros estados reaccionarios) durante mucho tiempo continuarían engendrando fuerzas que trabajarían para restaurar el capitalismo; y además, Mao continuó analizando que en vista de que el partido comunista de vanguardia es la fuerza dirigente en la sociedad socialista, pues se generarían las fuerzas más concentradas y poderosas de la restauración capitalista al interior de ese mismo partido, en particular a los máximos niveles, entre aquellos que son, como Mao describió, “dirigentes seguidores del camino capitalista”. La Revolución Cultural en China —que tuvo lugar durante una década desde mediados de los años 1960 hasta 1976, en la cual participaron cientos de millones de personas en la lucha sobre el rumbo de la sociedad— era la manifestación concreta y la expresión de masas de esta teoría y estrategia de continuar la revolución en la sociedad socialista.
Es una verdad trágica, a la cual ha sido necesario hacer frente, que después de la muerte de Mao en 1976, los “dirigentes seguidores del camino capitalista” lograron tomar el poder, suprimir con violencia a las fuerzas revolucionarias que se oponían a este golpe de estado capitalista y llevar a China por el camino de la restauración capitalista, lo que resultó en el surgimiento de China como un estado capitalista-imperialista cada vez más poderoso, en vez de un poderoso estado socialista y una poderosa fuerza para la revolución en el mundo. Esto, a manera de amarga ironía, ha confirmado el análisis de Mao respecto al peligro de la restauración capitalista dentro de la sociedad socialista.
Pero, tal como con el marxismo en general, la orientación y las contribuciones de Mao no se encontraban simplemente en el ámbito de la política (incluso en el entendido de la política en el sentido más amplio). Es Mao el que escribió el comentario perspicaz de que el marxismo abarca pero no reemplaza la esfera de la física, y la ciencia en general, así como el arte — de hecho, cada dimensión de la existencia humana y de la realidad en general.
El Nuevo Comunismo — Un nuevo avance histórico
Con la revocación de la revolución en China y la restauración del capitalismo ahí, terminó la primera etapa de la revolución comunista (que se inició con la fugaz Comuna de Paris en Francia en 1871). Los comunistas en todas partes se encontraron ante la necesidad apremiante de analizar científicamente lo que había ocurrido en realidad con el golpe de estado en China —de que el capitalismo fue restaurado— y por qué eso ocurrió. A ese reto me dediqué, inmediatamente después de ese golpe de estado, a fines de 1976. Y, sobre la base de ese análisis, me propuse a hacer un resumen científico más a fondo de la experiencia histórica del movimiento comunista y de las sociedades socialistas las que éste había creado, primero en la Unión Soviética y después en China. En el transcurso de varias décadas, al identificar y defender el aspecto principalmente positivo de esta experiencia pero también al examinar críticamente el aspecto negativo, a veces muy serio pero en general secundario —y al sacar lecciones de una amplia gama de la experiencia humana—, el resultado de este trabajo ha sido el desarrollo de otra síntesis, la nueva síntesis del comunismo: el nuevo comunismo.
En BREAKTHROUGHS (ABRIENDO BRECHAS), El avance histórico hecho por Marx, y el nuevo avance histórico del nuevo comunismo. Un resumen básico (y aún más extensamente en el libro El Nuevo Comunismo), hablo con cierta amplitud sobre el hecho de que el nuevo comunismo “continúa y además, representa un salto cualitativo más allá y en ciertos sentidos importantes, una ruptura con la teoría comunista tal como se había desarrollado previamente”1. Como dimensiones decisivas de esto, el nuevo comunismo, además de concentrar atención en la sucinta declaración de Marx sobre las “4 Todas”, analiza y da gran énfasis a la importancia de la lucha por la liberación del pueblo negro y de otros pueblos oprimidos (a los cuales se refieren comúnmente como la gente de color), así como a la emancipación de las mujeres como componentes indispensables y fuerzas impulsoras poderosas en la revolución comunista. El nuevo comunismo también ha fortalecido el entendimiento de la importancia de actuar sobre una base internacionalista, con la orientación de darle “prioridad fundamental al avance de la lucha revolucionaria y el objetivo final del comunismo por todo el mundo”2.
Al aplicar el nuevo comunismo al problema de hacer la revolución, en particular en un país poderoso como Estados Unidos, he desarrollado un enfoque estratégico básico para esta revolución, y también he escrito una visión panorámica y un plano concreto para una sociedad radicalmente nueva y emancipadora, en la Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte3. Y, como escribí en BREAKTHROUGHS (ABRIENDO BRECHAS), “el desarrollo del nuevo comunismo es un trabajo en progreso, una parte importante de lo cual es continuar aprendiendo y sintetizando más lo que se ha hecho antes, en la primera gran ola de la revolución comunista, comenzando con el avance histórico hecho por Marx”4.
Por último, uno de los elementos más esenciales y cruciales del nuevo comunismo es la lucha decidida que he librado para erradicar del movimiento comunista la noción venenosa de que “el fin justifica los medios” (de que cualquier medio está justificado si el objetivo es, o se proclama, justo). Aunado a esto, he enfatizado que el propósito y objetivo de la revolución comunista no es la venganza (ni la idea de que “los últimos serán los primeros, y los primeros, los últimos”) sino la emancipación de la humanidad, con la eliminación de todas las situaciones en las que las personas están divididas en “los primeros y los últimos”.
Un hecho que sustenta e informa todo eso es que el nuevo comunismo
representa y encarna una resolución cualitativa de una contradicción crítica que ha existido en el comunismo y en su desarrollo hasta este momento, entre su método y enfoque fundamentalmente científicos, y los aspectos del comunismo que han ido en contra de eso…
Lo más fundamental y lo más esencial de la nueva síntesis es el mayor desarrollo y síntesis del comunismo como un método y enfoque científico, y la aplicación más consecuente de este método y enfoque científico a la realidad en general y en particular a la lucha revolucionaria para derrocar y arrancar de raíz todos los sistemas y relaciones de explotación y opresión y avanzar a un mundo comunista. Este método y enfoque sustenta e informa todos los elementos centrales y componentes esenciales de esta nueva síntesis5.
De todo lo anterior se puede ver claramente que es una distorsión, de lo más burda, decir que el comunismo (el marxismo, en su desarrollo continuo) sólo habla de las clases —y que simplemente presenta las cosas como “una clase contra otra”— sin tratar otras dimensiones importantes de la opresión y de la lucha por la emancipación de esa opresión. Cabe repetir: el marxismo, en su desarrollo desde el tiempo del propio Marx hasta la actualidad, ha sido y hoy es el enfoque más panorámico de la realidad en su conjunto, y específicamente de la transformación del mundo, con el objetivo de la emancipación de toda forma de explotación y opresión en todas las dimensiones de las relaciones humanas.
Nuevo artículo de Bob Avakian, próximamente en revcom.us:
- “CONTROL DEMOCRÁTICO OBRERO” — UN DELIRIO NOCIVO:
IMPOSIBLE BAJO EL CAPITALISMO, DESTRUCTIVO BAJO EL SOCIALISMO
Necesitamos una transformación revolucionaria de la sociedad, y del mundo —
y no una continuación democrático-burguesa, o restauración, del capitalismo
Posteos recientes:
- No hay derecho de matar con la religión
“Exenciones religiosas” no son motivo legítimo para rechazar las vacunas - Por qué el mundo está hecho tan tremendo desastre,
Y lo que se puede hacer para cambiar la situación radicalmente —
Un entendimiento científico básico - La abolición — real e ilusoria
- El marxismo vivo contra el marxismo vulgarizado — Una revolución liberadora, y no un reformismo muerto