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Quinta Parte

ENTREVISTA CON BOB AVAKIAN

CLASES

Las siguientes son preguntas que se hicieron para una entrevista con Bob Avakian, teórico comunista, autor del Nuevo Comunismo y Presidente del Partido Comunista Revolucionario. Para esta entrevista se hicieron seis preguntas; se indican con “Entrevistador”, y estas preguntas están en negritas, mientras que las respuestas de Bob Avakian se indican con las iniciales BA. Estas preguntas se hicieron antes de la invasión rusa a Ucrania y los acontecimientos posteriores; las respuestas de Bob Avakian se finalizaron poco después del inicio de la guerra desencadenada por esa invasión.

Al principio hay algunos comentarios introductorios del entrevistador, con una respuesta de Bob Avakian. Y luego siguen las preguntas y respuestas específicas.

Esta entrevista se postea aquí en formato “de serie”, con un segmento posteado en revcom.us cada semana (un total de siete segmentos), que se inicia con los comentarios introductorios generales del entrevistador y la respuesta de Bob Avakian, y luego las seis preguntas específicas y las respuestas de Bob Avakian.

(Los números, entre paréntesis, en las preguntas se refieren, primero, al año de publicación [2018] del libro de Bob Avakian, El Nuevo Comunismo, La ciencia, la estrategia, la dirección para una revolución real y una sociedad radicalmente nueva en el camino a la verdadera emancipación, y luego a los números de página de ese libro).

El texto completo de esta Entrevista está disponible aquí.

La entrega “COMENTARIOS INTRODUCTORIOS” salió como Primera parte de esta serie.
La entrega “CAMBIO CLIMÁTICO — JUSTICIA CLIMÁTICA” salió como Segunda parte.
La entrega “MIGRACIÓN Y REFUGIADOS” salió como Tercera parte.
La entrega “DERECHOS HUMANOS EN LA CADENA DE TRABAJO” salió como Cuarta parte.

COMENTARIOS INTRODUCTORIOS

Entrevistador: Después de leer El Nuevo Comunismo (2016 en inglés; 2018 en español), y de pensar en temas que en tan sólo cinco años se han manifestado con mayor severidad, como lo ha puesto de relieve la pandemia de la Covid-19, que llaman con aún más urgencia a cambios en el “sistema que es la fuente fundamental de tanta miseria y tormento en el mundo” (8), hay varios temas —clima, migración, libertad de prensa, cadena de trabajo-suministro, clase y derechos humanos— sobre los que me pregunto si estarías dispuesto a hablar. Voy a exponerlos en adelante.

BA: Antes de pasar a las preguntas específicas que hiciste, que son serias y sustantivas, y se refieren a acontecimientos importantes y urgentes en el mundo, quisiera hacer algunas breves observaciones generales, a partir de mi lectura de estas preguntas. Las respuestas a estas preguntas son, por un lado, sencillas y básicas y, por otro lado, son complejas: sencillas y básicas en el sentido de que es posible solucionar los problemas en cuestión —y es posible solucionarlos únicamente— con una revolución y un sistema radicalmente diferente, un sistema socialista que se propone alcanzar el objetivo final de un mundo comunista; y complejas en el sentido de que hacer esta revolución y luego realizar las transformaciones que este sistema radicalmente nuevo hará posible, requerirá trabajar y luchar por resolver algunas contradicciones difíciles y, a veces, intensas. En mis respuestas haré lo mejor que pueda para brindar respuestas que examinen los asuntos esenciales en juego, a la vez que me refiero a obras que brindan una discusión más extensa de lo que se presenta en estas preguntas. En particular, remito al lectorado a la Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte, de mi autoría. Esta Constitución fue escrita con el futuro en mente — como un conjunto que guía los objetivos, principios y disposiciones concretas para una sociedad socialista que se cree por medio del derrocamiento del sistema capitalista-imperialista que ahora gobierna en Estados Unidos y domina al mundo como un todo. En mis respuestas a las preguntas formuladas para esta entrevista, he incluido citas relativamente extensas de esta Constitución, ya que ofrece respuestas importantes, de manera concentrada, a una importante parte de lo que se formula en estas preguntas.

También es muy relevante, particularmente en lo que respecta a la economía socialista y su interacción con el medio ambiente más amplio, el artículo “Algunos principios claves del desarrollo socialista sustentable”. Además, en adición al libro El Nuevo Comunismo, otra obra mía, Breakthroughs (Abriendo Brechas), El avance histórico hecho por Marx, y el nuevo avance histórico del Nuevo Comunismo, Un resumen básico, es relevante como antecedente y en términos de elaboración adicional sobre las respuestas a las preguntas importantes formuladas en esta entrevista. Y una importante obra mía reciente analiza a fondo por qué una revolución real podría volverse posible en el propio Estados Unidos, en medio de las contradicciones agudas e intensificadas que caracterizan esta sociedad, y el mundo en su conjunto, y la manera en que se podría llevar a cabo esta revolución — una revolución que haría posible el tipo de cambios profundos que aborda esta entrevista. (Esta obra —Algo terrible, O algo verdaderamente emancipador: crisis profunda, divisiones crecientes profundas, la inminente posibilidad de una guerra civil — y la revolución que se necesita con urgencia, Una base necesaria, una hoja de ruta básica para esta revoluciónfue escrita antes de la invasión rusa a Ucrania y la posterior intensificación de las contradicciones entre el imperialismo ruso y el imperialismo estadounidense-la OTAN, que ha acompañado a esta guerra, con el realzado peligro de un conflicto militar directo entre ellos; pero esta obra ofrece un análisis esencial de las fuerzas subyacentes y motrices de los conflictos importantes en Estados Unidos y en el mundo más amplio, y su posible resolución positiva por medio de una revolución.) Estas obras, así como la Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte —y el continuo análisis de la guerra en Ucrania y otros acontecimientos mundiales importantes— están disponibles en revcom.us.

El Nuevo Comunismo —tanto el libro como el método y enfoque general— se menciona varias veces en el curso de esta entrevista, tanto en las preguntas como en mis respuestas, y aunque este no es el lugar para discutir extensamente los principios y métodos del nuevo comunismo, sí parece que es relevante y apropiado indicar lo que está en su núcleo: el nuevo comunismo representa y encarna una resolución cualitativa de una contradicción crítica que ha existido al interior del comunismo en su desarrollo hasta este momento, entre su método y enfoque fundamentalmente científico, y aspectos del comunismo que han ido en contra de éste; y lo que es lo más fundamental y esencial en el nuevo comunismo es el nuevo desarrollo y síntesis del comunismo como método y enfoque científico, y la aplicación más consecuente de este método y enfoque científico a la realidad en general y en particular a la lucha revolucionaria para derrocar y arrancar de raíz todos los sistemas y relaciones de explotación y opresión y avanzar hacia un mundo comunista. Este método y enfoque informa y subyace a todos los elementos centrales y componentes esenciales de este nuevo comunismo.

Una expresión concentrada de esto es la orientación y enfoque básico de buscar la verdad de manera científica y buscar la verdad dondequiera que conduzca, inclusive con respecto a la historia del movimiento comunista, en términos no solo de su aspecto principal —sus hazañas auténticamente históricas, y muy reales—, pero también, de manera secundaria pero importante, la verdad sobre sus errores reales y a veces incluso dolorosos (a lo que me he referido como “las verdades vergonzosas”).

Una extensión crucial de esto es el principio, que abordan varias obras mías, incluida Breakthroughs (Abriendo Brechas), de que

el nuevo comunismo repudia cabalmente, y está decidido a arrancar de raíz en el movimiento comunista, la venenosa noción, y la práctica, de que “el fin justifica los medios”. Es un principio central del nuevo comunismo que los “medios” de este movimiento tienen que provenir de (y corresponder con) los “fines” fundamentales de abolir toda explotación y opresión mediante una revolución que se dirija sobre una base científica.

Son esta orientación, método y enfoque básicos los que he aplicado a la discusión de las cuestiones importantes formuladas en esta entrevista.

Finalmente, a modo de introducción, deseo agradecerles a otras personas que leyeron las preguntas formuladas para esta entrevista y ofrecieron observaciones útiles al respecto, y en particular Raymond Lotta, quien brindó comentarios valiosos y considerables.

 

CLASES

Entrevistador: El diálogo en la esfera pública en estos días, en particular el que se lleva a cabo por medio del marco de la interseccionalidad, dice menos sobre la clase como constructo que sobre la raza, el género y la política partidista. La falta de vivienda, en términos generales, es un problema de clase, por ejemplo, y está en su punto más alto en todo el mundo, especialmente si tenemos en cuenta a los inmigrantes y refugiados en las cifras. Los expertos y los políticos de manera habitual exageran y rechazan una posible solución para proporcionar vivienda, citando la “falta de inventario”. Esa perspectiva trata a la vivienda como una mercancía de oferta y demanda. Otra perspectiva trata la vivienda, y su financiarización, como un activo para acaparar y capitalizar. Luego, se tiene a aquellos que ven el problema por un lente de derechos humanos más liberal, que es afirmar que la vivienda es un derecho humano.

Para superar las divisiones opresivas, hablas sobre la transformación de las condiciones subyacentes que generan las diferencias entre las personas transformando las relaciones sociales que son condicionadas por el género y la racialización, así como entre las personas que trabajan principalmente con su mente, realizando trabajo intelectual, y aquellas personas que realizan trabajo manual. Las divisiones de clase profundas, explotadoras y opresivas están, como dices, fundamentalmente arraigadas en las fuerzas de producción y en las relaciones de producción (20-21).

¿La conversación sobre el trabajo y la producción se extiende a las industrias de servicios y al trabajo que ahora se realiza de forma remota y virtual?

BA: El flagelo de la falta de vivienda... el terror de los desalojos (ahora en fuerte aumento a medida que se agoten las moratorias temporales por la pandemia y el apoyo financiero limitado)... y la obscena falta de viviendas asequibles y dignas en Estados Unidos — todo eso está arraigado en la naturaleza y funcionamiento del sistema capitalista-imperialista, y en los cambios y transformaciones particulares durante las últimas décadas. No existe ningún “derecho a la vivienda” fundamental bajo este sistema. No se trata de una economía organizada en torno a las necesidades humanas, en la que se establezcan prioridades sociales y se elaboren planes para asignar los recursos según correspondan. Bajo esta economía y sistema, la vivienda es una mercancía producida para acumular ganancias. Es objeto de inversiones financieras y de especulación. La crisis de las hipotecas de alto riesgo (subprime) de 2007-2008 fue un producto de eso — trastornó la vida y los ahorros de millones de personas, y la turbulencia llevó a los mercados financieros globales al precipicio del colapso financiero.

La expansión de los suburbios (las afueras de las ciudades) exclusivamente para blancos, por un lado, y la vivienda segregada en las comunidades pobres de las ciudades, por el otro, con enormes cantidades de negros concentrados en unidades multifamiliares, en el período posterior al fin de la Segunda Guerra Mundial — todo esto fue el producto de la política deliberada del gobierno, así como de las empresas privadas. (Los desarrollos de vivienda suburbana generalmente tenían convenios para compradores exclusivamente para blancos durante muchos años, y los préstamos del gobierno para financiar la propiedad propia de casas se concedían únicamente a los blancos, mientras que excluyeron a los negros en particular de esos préstamos y los canalizaron hacia la vivienda pública en comunidades segregadas).

En lo más fundamental, estos fenómenos son ilustraciones del papel determinante del modo de producción y de la evolución y los cambios en este modo de producción (capitalismo-imperialismo) en interactuación con otras contradicciones sociales.

En términos de un enfoque que pueda lidiar con todo esto y superarlo de manera efectiva, el marco de la “interseccionalidad” fracasa estrepitosamente. Este es un marco que identifica y clasifica diferentes formas de opresión como sistemas de discriminación independientes pero superpuestos. No aborda, y de hecho va en contra y socava, el entendimiento esencial de la manera en que funciona este sistema en su conjunto. No comprende que el capitalismo-imperialismo, como sistema global de relaciones de producción, establece los términos básicos, y los límites, del cambio.

En consecuencia, entre otros problemas serios, la “interseccionalidad” no reconoce, y no puede contrarrestar de manera efectiva, las muchas formas en que este sistema opone diferentes “sectores” de personas entre sí —al interior de Estados Unidos y a escala internacional—, algo que únicamente será posible superar a la larga uniendo a las personas para que se levanten contra toda opresión, con la orientación y el objetivo de luchar contra el sistema capitalista-imperialista, y por fin hacer caer dicho sistema, en el que está fundamentalmente arraigada toda esta opresión, y sus múltiples y diversas manifestaciones. Existen formas de opresión social muy arraigadas —de las mujeres y de las personas LGBT; de los negros y otros pueblos racialmente oprimidos; de los inmigrantes— que están incrustadas en la sociedad estadounidense. Estas tienen sus propias características e historia particulares y están entretejidas con la historia de la sociedad estadounidense y con el desarrollo del sistema capitalista-imperialista. Es este sistema el que configura y pone su sello a las relaciones sociales y las ideas de la época, el que establece límites a los tipos de cambios que pueden darse — dentro de este sistema.

El siguiente pasaje de El Nuevo Comunismo (que también está incluido en Breakthroughs [Abriendo Brechas]) concentra una comprensión crucial de la relación dinámica (o dialéctica) entre el sistema económico subyacente (el modo de producción) y las varias relaciones sociales de opresión — y la posibilidad y la base para su transformación radical, emancipadora:

[E]n última instancia, el modo de producción sienta las bases y pone los límites para el cambio, en cuanto a la manera de tratar cualquier problema social, como la opresión de las mujeres, la opresión del pueblo negro o de los latinos, la contradicción entre el trabajo intelectual y el trabajo manual, la situación con el medio ambiente o la situación de los inmigrantes, etc. Aunque todas esas cosas tienen una realidad y dinámicas propias, y no se pueden reducir al sistema económico, todas ocurren en el marco y en medio de las dinámicas fundamentales de ese sistema económico; y ese sistema económico, ese modo de producción sienta las bases y establece los límites fundamentales del cambio con respecto a todas esas cuestiones sociales. Por lo que, para deshacerse de todas estas diferentes formas de opresión, es necesario tratarlas en sí, pero también es necesario hacer cambios fundamentales al sistema económico para crear la posibilidad de poder llevar a cabo esos cambios en términos fundamentales. En otras palabras: Es necesario tener un sistema económico que no impida hacer esos cambios y que, por el contrario, no sólo permita sino que siente una base favorable para hacer esos cambios.

Por todo esto necesitamos una “revolución total” para establecer una nueva economía y sociedad socialista en transición hacia un mundo comunista, para superar toda la explotación y relaciones de opresión, y todas las ideas y valores que les corresponden y las refuerzan.

Pones una pregunta sobre las industrias de servicios y las transformaciones en el trabajo y la producción. Se han dado cambios importantes en “la configuración social y de clases” de Estados Unidos, un alejamiento de una situación en la que un gran porcentaje de la población era “clásicamente proletario”, con trabajos en diversas esferas de la industria como trabajadores asalariados explotados, a una economía en la que eso es un porcentaje relativamente pequeño de la población. Un ensayo de investigación de Raymond Lotta posteado en revcom.us explora a fondo estos y otros cambios ("El parasitismo imperialista y la recomposición social y de clases en Estados Unidos de los años 1970 al presente: Una exploración de las tendencias y los cambios"). Para 1970, Estados Unidos ya había completado la transición de una sociedad en la que la mayoría de los trabajadores se dedicaban predominantemente a los sectores de “producción de bienes”, a una sociedad en la que la mayoría de los trabajadores se dedicaban a los sectores de producción de servicios, como el comercio minorista, las finanzas, la atención médica y la educación.

Como señala Lotta, este sector de servicios es heterogéneo y polarizado: con ingenieros, administradores de dinero, médicos, abogados y otras capas de profesionales y técnicos muy bien pagados en el extremo superior; y oficinistas, cajeros, camilleros de hospitales, etc., en el extremo inferior. No solo existen grandes desigualdades de ingresos y diferencias educativas, sino también, como señalo en El Nuevo Comunismo, una especie de separación tipo “enclave” de capas y agrupaciones sociales en la sociedad estadounidense (escuelas, atención médica, entretenimiento, etc.).

Para superar todas estas divisiones, se requiere una revolución que tome todo eso en cuenta. La revolución no obra según estereotipos — y menos aún aferrándose a conceptos anticuados que ya no corresponden a la realidad actual (si es que alguna vez lo hicieron). Específicamente, además de las tergiversaciones comunes, en los medios de comunicación “tradicionales” y en otros lugares —que presentan una versión “populista” de una “clase trabajadora” (esencialmente blanca) en Estados Unidos, cuando las personas de las que se habla son de hecho mayoritariamente pequeño burguesas (por ejemplo, propietarios de negocios en pequeño de diversos tipos)— existe la noción, a la que se aferran partes de la “izquierda”, de que el socialismo se conseguirá de alguna manera mediante la construcción de un “movimiento laboral”, reviviendo y expandiendo los sindicatos de trabajadores — lo cual es una receta para, en el mejor de los casos, construir un movimiento reformista que permanezca firmemente dentro de los límites del actual orden capitalista-imperialista.

Al respecto, es importante tener en cuenta el importante análisis de Lenin sobre el fenómeno del parasitismo en los países imperialistas (el hecho de que sus economías descansan en un grado importante sobre la explotación extrema de las personas en los países colonizados por el imperialismo — los que hoy se conocen como el tercer mundo, o el Sur global) y además el hecho de que eso ha resultado en una escisión en la clase obrera en los países imperialistas, entre un sector efectivamente “aburguesado” como resultado del botín del saqueo imperialista que recibe, y por otro lado sectores más abajo y más a lo hondo del proletariado que siguen siendo objeto de brutal explotación en los propios países imperialistas.

En el tiempo transcurrido desde que Lenin hizo ese análisis (hace más de un siglo), este parasitismo y sus efectos se han vuelto aún más pronunciados y han asumido nuevas dimensiones, particularmente en los últimos 50 años más o menos, tal como analiza Lotta con respecto a Estados Unidos, el más parásito de todos los países imperialistas.

Esto presenta grandes desafíos para hacer y llevar hacia adelante la revolución. Estratégicamente, se tiene la tarea de ganarnos y movilizar a las fuerzas más sólidas para la revolución, a aquellos que “sufren el infierno más grande”, los más brutalmente oprimidos bajo este sistema — muchos de los cuales trabajan y/o sobreviven fuera de la economía “formal” de empleo regular (una vez más, sin encajar en la descripción de “trabajadores clásicos”) y además se tiene la tarea de ganarnos y movilizar a amplias capas sociales, entre ellas las personas mejor pagadas en los sectores de prestación de servicios, para ser parte de esta revolución. Al respecto, aunque la ideología y el programa que dirigían la revolución en China correspondían a los intereses fundamentales del proletariado, de poner fin a todas las relaciones de explotación y opresión, cabe señalar que Mao Zedong dirigió esa revolución que se basó principalmente en sectores de la población —en ese caso, en el campesinado oprimido— que no formaban parte de la clase trabajadora que había sido considerada como la fuerza principal para la revolución socialista. En Estados Unidos, habrá un desafío similar, en términos de llevar a cabo una revolución que tampoco se basará principalmente en la clase obrera “clásica”, aunque por supuesto los proletarios explotados, particularmente entre los sectores más abajo y más a lo hondo de esta clase, serán una parte importante de esta revolución.

También se tiene el desafío que mencionas explícitamente de cómo la nueva sociedad socialista superará las divisiones sociales entre los diferentes sectores de la fuerza laboral, por ejemplo entre los trabajadores de servicios y otros segmentos (y entre las capas diferenciadas de trabajadores de servicios).

En nuestro enfoque al respecto, no podemos congelar la estructura social existente como algo dado, sino que tenemos entenderla como algo que hay que transformar radicalmente. Muchos trabajos clasificados como de servicios —en finanzas, bienes raíces y seguros— son desperdiciadores e innecesarios desde la perspectiva de una economía socialista racional, “basada en necesidades”. Toda la estructura de la “sociedad consumista” y su infraestructura comercial y publicitaria son similares en este sentido. Todo eso (y otras cosas) va a requerir un cambio hacia una base de producción más autosuficiente y sustentable para satisfacer las necesidades básicas y otras necesidades — a la vez que esta base de producción y las destrezas asociadas, y las capacidades técnicas y científicas de la nueva sociedad, y también la cultura, deben servir a las luchas de los explotados y oprimidos del mundo. Todo esto tiene implicaciones para la fuerza laboral, para el tipo de trabajo que se necesita. En este contexto de esta reestructuración y transformación radical, será necesario superar las divisiones que queden. Volvamos a la cuestión de la vivienda. Hablé antes sobre la planificación económica para satisfacer las necesidades sociales. Será necesario llevar a cabo una nutrida discusión y debate en toda la sociedad que contribuyan al proceso de planificación —y en la nueva sociedad socialista habrá una base para ello— con un cuestionamiento continuo del plan y su aplicación. Esto supondrá movilizar a arquitectos, ingenieros civiles, urbanistas, trabajadores de la construcción, jóvenes y personas básicas para unirse de manera cooperativa y colectiva en el proceso de resolver “el problema de la vivienda”. El conocimiento especializado se popularizaría, mientras que los expertos aprenderían de los conocimientos, experiencias vividas y aspiraciones de la gente básica y de los jóvenes. Y todo esto se llevaría a cabo a la vez que también se llevara a cabo la lucha por superar las diferencias en el papel de las personas en la economía y en las relaciones económicas, en particular una vez más la contradicción entre el trabajo intelectual y el trabajo manual. El enfoque de solucionar el problema de la vivienda tendría dimensiones múltiples: combinaría trabajo que tiene sentido y satisface con residencia vinculada al espacio público. Se aplicaría este enfoque de una manera que contrarrestara la atomización de la vida social y superara el legado de la segregación (¡el 80 por ciento de las comunidades negras en las grandes ciudades de Estados Unidos están más segregadas hoy que hace 15 años!). Y, de manera crucial, se necesitaría aplicar un enfoque de solucionar el problema de la vivienda teniendo en cuenta la crisis ambiental — en términos de materiales, ubicación, preparativos para desastres naturales y crisis sanitarias.

Una de las cosas que la pandemia y sus perturbaciones de la “vida normal” han puesto en agudo relieve es el papel esencial que desempeñan varios tipos de trabajadores de servicios para mantener la sociedad en marcha. Obviamente, se tiene a los trabajadores de la salud, auxiliares y trabajadores de mantenimiento en ese sector, así como personas en el sector educación. Tal como se establece en la Constitución para la Nueva República Socialista, el sistema de salud en semejante nueva sociedad estaría basado en el principio y enfoque de “servir al pueblo”, de ir eliminando barreras entre médicos y pacientes, entre los diferentes sectores de trabajadores de la salud, y entre las instituciones de salud y las comunidades aledañas. La pandemia también ha revelado qué tan vitales que lo son los trabajadores de centros de almacenaje, logística y reparto, en su mayoría mal pagados y sometidos a normas laborales brutales — y cuya salud se está sacrificando en el altar de las ganancias. La pandemia también ha puesto agudamente de relieve qué tanto faltan coordinación y gestión generales de la economía y las instituciones sociales — en responder y actuar en torno a esta crisis de una manera que esté a la altura de su severidad y propagación y del bienestar de la gente. Y hemos presenciado la manera en que la pandemia ha acentuado las desigualdades en la sociedad. Tu pregunta sobre el trabajo remoto/teletrabajo es provocativa. El creciente uso del trabajo remoto pone ciertos desafíos. Parte de ese trabajo —por ejemplo, una buena parte de las finanzas, bienes raíces, etc.— es, como se mencionó anteriormente, socialmente innecesario desde la perspectiva de la organización racional de la producción y la sociedad. No obstante, una buena parte de lo que será socialmente necesario probablemente requerirá o supondrá un componente de teletrabajo — por razones de salud pública y también para mejorar la flexibilidad en el trabajo y la vida. Pero, bajo este sistema, el trabajo remoto en sí se ha polarizado económica y socialmente: a medida que se desenvolvía la pandemia, tan sólo el nueve por ciento de los trabajadores en el 25 por ciento más bajo de los asalariados podían “teletrabajar” desde su hogar, en comparación con más de 60 por ciento de los que se encuentran en el 25 por ciento superior de los asalariados.

En la nueva sociedad socialista, la gente trabajará en contacto tanto virtual como real en torno a resolver los grandes problemas y satisfacer las grandes necesidades de la sociedad y del mundo. Pero hay grandes preguntas con las que hay que bregar. ¿Cómo se combate la atomización social en condiciones de trabajo remoto? ¿Cómo se puede desarrollar la tecnología y desplegar las redes sociales para contrarrestar ello y realzar la socialización, el intercambio y el aprendizaje reales (en contraposición a ser un mecanismo para la autopromoción, un ángulo desde el cual sacar ventajas competitivas individualistas, etc.)? ¿Cómo se podría realizar el trabajo remoto desde el hogar en la nueva sociedad de modo que no refuerce el patriarcado y que no imponga nuevas cargas a las mujeres como principales cuidadoras, tal como ocurre ahora? Esto toca la cuestión más amplia de socializar el cuidado de los niños y superar una situación en la que la familia nuclear es una unidad básica de supervivencia y socialización en una sociedad basada en mercancías.

Transformar el lugar de trabajo y el entorno laboral, elevar los horizontes de las personas más allá del lugar de trabajo y forjar una verdadera “interconexión” con la sociedad más amplia y con la causa de emancipar a toda la humanidad — todo esto será un interés central de la nueva sociedad socialista, y algo que habría que interrogar de manera continua.

Con la economía socialista prevista en la Constitución para la Nueva República Socialista, toda la naturaleza y contenido del trabajo serán radicalmente diferentes, al servir a medios radicalmente diferentes. Una idea viva de ello está contenida en el Artículo IV de esta Constitución, y en particular en la Sección 8, “El empleo y trabajo, el tejido social y las relaciones urbanas y rurales”, que incluye: “Se garantiza el derecho al empleo y a un ingreso”, y además:

El lugar de trabajo no es simplemente una unidad de producción. Es un centro de política, ideología y cultura; es un centro de la lucha para rehacer la sociedad. Hay que tratar las cuestiones críticas: desde los asuntos internacionales hasta la política educativa y las luchas para superar las desigualdades entre las nacionalidades y para emancipar a la mujer.

La economía socialista propone superar los efectos enajenantes y entumecedores de la opresiva división de trabajo de la antigua sociedad capitalista....

La economía socialista propone derribar las barreras entre las unidades de producción y la vida social circundante y combinar el trabajo con el lugar de residencia y con la comunidad. La planificación económico-social se esfuerza para promover ciudades sustentables que prosperen en una nueva clase de “espacio social”, permitiendo que las personas lleven una interacción entre sí con sentido, se organicen políticamente, creen y disfruten de la cultura, y tengan tiempo de recreo y relajamiento. La planificación económico-social se esfuerza para integrar de nuevas formas la agricultura y la industria, junto con actividades urbanas y rurales, y para conectar el pueblo más fuertemente con las tierras de cultivo y la naturaleza.

Una vez más, como se enfatiza en lo que se citó anteriormente de El Nuevo Comunismo, lo más fundamental es el modo de producción — y la relación de éste con la transformación revolucionaria de la sociedad en su conjunto. Aquí tiene mucha relevancia una declaración de Marx, que ha llegado a resumirse en la formulación “las 4 Todas”: como dijo Marx, la revolución socialista, y el poder estatal socialista (dictadura del proletariado) que ésta crea, tienen por objeto la abolición de todas las diferencias de clase, todas las relaciones de producción en las que descansan esas diferencias de clase, todas las relaciones sociales que corresponden a esas relaciones de producción, y la revolucionarización de todas las ideas que corresponden a esas relaciones sociales. En una palabra, el fin de toda explotación y opresión. Esto debe ser la orientación y objetivo fundamental del proceso revolucionario, no simplemente en términos de un país particular sino con todo el mundo en mente y en perspectiva.

Bob Avakian

 

BOB AVAKIAN:
UN LÍDER RADICALMENTE DIFERENTE — UN MARCO COMPLETAMENTE NUEVO PARA LA EMANCIPACIÓN HUMANA

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De la autoría de Bob Avakian
Un plano concreto y visionario para una sociedad radicalmente diferente.

 

 

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El avance histórico hecho por Marx,
y el nuevo avance histórico del nuevo comunismo
Un resumen básico