¡Hola, revcom.us!
El artículo de la semana pasada sobre Bill McKibben, “Si el aceite de serpiente* fuera un combustible fósil... Bill McKibben sería uno de los peores contaminadores del mundo [*o sea, UNA TONTERÍA]”, me hizo recordar una conversación que sostuve con un influyente ambientalista hace varios años. Intentaba convencerlo a participar en un foro sobre el derrame de petróleo de Deepwater Horizon. En la serie Crimen Yanqui de revcom.us se documenta ese crimen ambiental. Fue el derrame más grande de petróleo marino de la historia, y quizá la peor catástrofe ambiental de Estados Unidos.
Esta persona tenía la oportunidad de formar parte de algo que importa, algo que despertara a la gente ante lo que está en juego con la catástrofe ambiental que se avecina de verdad e incluyera la perspectiva de personas que luchan por una revolución que podría abordarla de verdad. Pero esta persona argumentó insistentemente que formar parte de un foro con revolucionarios pondría fin a la posibilidad de que consiguiera una audiencia con Obama. Insistió apasionadamente en que yo no apreciaba la diferencia que suponía no tener un presidente (George W. Bush, que precedió a Obama) que negaba el cambio climático y era una herramienta de la industria petrolera. Y qué tan importante y esencial que lo era que la puerta permaneciera abierta para hablar con Obama.
Pues bien, atravesar esa puerta, literalmente y de otra forma, conduce a servir a este sistema precisamente como un “peligroso traficante de ilusiones tóxicas” ¡mientras el mundo se va al carajo!
Todo esto me trae a la mente algo de Bob Avakian que es muy oportuno cuando las cosas están llegando a un desenlace con estas venideras elecciones (programadas), en un momento en que la revolución es mucho más posible — si aprovechamos el momento:
Si se procura convertir a los demócratas en algo que no son y nunca serán, uno termina por convertirse en lo que los demócratas en realidad son.
— Lo BAsico 3:12
