La semana pasada, el régimen fascista de Trump exigió al Congreso que eliminara 8.300 millones de dólares en fondos ya asignados a la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID). La USAID es una rama del gobierno estadounidense que financia y gestiona programas en todo el mundo que proporcionan asistencia alimentaria, prevención de enfermedades y otros tipos de “ayuda humanitaria”. Esta retirada de fondos se produce después de que Trump redujera o eliminara gran parte de la USAID durante los primeros meses del régimen, acusándola de estar dirigida por “lunáticos de la izquierda radical”, y pusiera lo que quedaba bajo el control del Departamento de Estado.

¿Cuáles son las consecuencias de este drástico recorte de USAID? En una serie de memorandos internos, un alto funcionario de la agencia proyectó el enorme costo humano de estas medidas. Como se resume en un artículo del New York Times¹, que obtuvo una copia de los memorandos, entre las consecuencias probables de los recortes están:

• “hasta 18 millones de casos adicionales de malaria por año que resulten en hasta 166.000 muertes adicionales;
• 200.000 niños que queden paralizados cada año por la polio, y cientos de millones de infecciones;
• un millón de niños que no reciban tratamiento por desnutrición aguda grave, que a menudo es mortal, cada año;
• más de 28.000 nuevos casos de enfermedades infecciosas como el ébola y el marburgo cada año”.

Para ser claros, la ayuda que se brinda a través de la USAID durante las últimas décadas, en nombre de la “generosidad” estadounidense, ha formado parte de la red de ayuda / control utilizada por Estados Unidos para posar como un gran “benefactor” democrático con el fin de proteger y proyectar la posición de Estados Unidos como potencia dominante en el sistema capitalista-imperialista mundial. Por ejemplo, en Yemen, uno de los países más pobres del mundo, donde más de la mitad de la población depende desesperadamente de la ayuda, la USAID financió alimentos para personas al borde de la inanición, atención médica para niños que sufren de cólera y otros programas. Pero un factor enorme en el desastre humanitario de este país fueron años de brutal guerra de parte de Arabia Saudita respaldada por Estados Unidos en Yemen, y el propio Estados Unidos, incluido bajo Trump, ha llevado a cabo agresivos ataques militares en Yemen con absoluto desprecio por la vida humana, en nombre de perseguir al grupo hutí respaldado por Irán y a otros considerados como un obstáculo para los intereses estadounidenses.

Y la realidad es que la “ayuda humanitaria” que se brinda a través de la USAID y otras agencias de ayuda en todo el mundo de ninguna manera satisface las necesidades masivas y urgentes de miles de millones de personas en todo el mundo: alimentos, vivienda, atención médica, etc. En un solo año, casi cinco millones de niños mueren en todo el mundo antes de cumplir cinco años ¡y la mitad de estas muertes se deben a la falta de alimentos para niños y madres! Para lo demás, enfermedades infecciosas como la neumonía y la malaria figuran entre las principales causas. Esta intolerable situación tiene sus raíces en la naturaleza y el funcionamiento del sistema que domina el mundo —el capitalismo-imperialismo—, que conduce al saqueo y la devastación de las zonas oprimidas del mundo, la destrucción depredadora del medio ambiente y las enormes brechas en las condiciones de vida entre los países ricos y pobres. Abordar de verdad este problema no requeriría más ayuda, sino una verdadera revolución para abolir este sistema e instaurar un sistema radicalmente nuevo y una forma de vida completamente nueva para la humanidad.

Sin embargo, lo cierto es que el repentino corte de los fondos de la USAID está teniendo, y tendrá, consecuencias mortales de gran alcance para millones de personas, especialmente en las zonas más pobres y oprimidas del mundo. Durante una audiencia en el Congreso en mayo, el secretario de Estado de Trump, Marco Rubio, afirmó que “nadie ha muerto por [los recortes] de la USAID”. Pura mentira. El columnista del New York Times, Nikolas Kristof, describió solo algunas de las víctimas en Sudán del Sur, cuyas muertes pueden atribuirse directamente al corte de un programa de la USAID llamado PEPFAR, que proporcionaba medicamentos y otros cuidados a personas con VIH-SIDA en docenas de países. Entre ellas se encontraban Peter Donde, un niño de 10 años, y Achol Deng, una niña de 8 años, ambos infectados con VIH al nacer. Estos niños, y otros pacientes con VIH, murieron porque ya no podían obtener medicamentos que costaban menos de 12 centavos al día.

Esto es solo el comienzo de la catástrofe que se avecina, especialmente en África, donde viven 25 millones de los 40 millones de pacientes del mundo con VIH. Kristof señala: “En Sudáfrica, donde más de siete millones de personas son seropositivas de VIH, la Fundación de Salud Desmond Tutu estima que la eliminación del programa PEPFAR provocaría más de 600.000 muertes en una década solo en ese país”.

El Departamento de Estado de Estados Unidos afirma haber otorgado una “exención” a los recortes para algunos programas de la USAID, incluido el PEPFAR. Sin embargo, según diversos informes, gran parte de la ayuda sigue suspendida o no se está distribuyendo. Y el aumento de muertes y sufrimiento por VIH, por intolerable que sea, es solo una parte de la historia.

“Muertes 100 por ciento evitables”

Brooke Nichols, profesora de enfermedades infecciosas en la Universidad de Boston, utilizó métodos científicos para desarrollar un rastreador que calcula el impacto en vidas humanas de los recortes de la USAID. Inicialmente, asumió que el mayor impacto sería del VIH-SIDA. Pero, dijo: “Me impactaron mucho las muertes infantiles por diarrea, neumonía y desnutrición. Decenas de miles de niños han muerto porque hemos retirado los fondos destinados a programas para la diarrea, neumonía y alimentación”. 

Según el Contador de Impacto de Nichols, disponible en línea y actualizado continuamente, se calcula que, hasta el 7 de junio, más de 320.000 personas han muerto como consecuencia de los recortes de financiación de la USAID, de las cuales más de 219.000 son niños. “Estas muertes son 100 por ciento evitables”, dice Nichols. “Todas se debieron a la interrupción abrupta de la financiación [de la USAID]”.

Un ex nutricionista jefe de la USAID afirmó que el 50 % de los alimentos terapéuticos para el tratamiento de niños con desnutrición en todo el mundo solían ser financiado por la USAID. Ahora, la finalización o los recortes importantes en esos programas alimentarios podrían llevar a que “un millón de niños no reciban tratamiento para la desnutrición grave, lo que resultaría en 163.500 muertes adicionales al año”.

Desde el final de la Segunda Guerra Mundial, más de 500 millones de niños han muerto innecesariamente por hambre y enfermedades prevenibles, fundamentalmente porque el mundo, y en particular los países más pobres, ha estado dominado por el sistema capitalista-imperialista, con Estados Unidos como el principal depredador imperialista. Ahora, más allá de las muertes innecesarias causadas por el funcionamiento normal de este sistema, cientos de miles más están perdiendo la vida debido a las acciones despiadadas y dementes del régimen fascista al mando del gobierno estadounidense. Esto refuerza la urgencia de estas demandas:

¡Que se largue Trump — YA!
En nombre de la humanidad, nos negamos a aceptar un Estados Unidos fascista!

Todo este sistema es ilegítimo. ¡Necesitamos y Exigimos: una forma completamente nueva de vivir, un sistema radicalmente diferente!