La noche del 28 de abril, un centro de migrantes en Saada, en el norte de Yemen, se llenó de migrantes y solicitantes de asilo africanos. Eran algunos de las decenas de miles que emprenden cada año el peligroso viaje desde el Cuerno de África, cruzando el estrecho en la desembocadura del mar Rojo, hasta Yemen con la esperanza de llegar a los ricos Estados del Golfo al norte.

La mayoría dormía en ese momento, cuando, sin previo aviso, enormes explosiones arrasaron el centro. Al disiparse el polvo, 68 migrantes habían fallecido y los hospitales de Saada estaban desbordados por los heridos. “Dos hospitales cercanos ya han recibido a más de 50 heridos, muchos de ellos en estado crítico”, declaró un funcionario de la ONU. “Estas cifras podrían aumentar a medida que continúan los esfuerzos de búsqueda y rescate”.

En las ruinas se encontraron restos de al menos tres bombas guiadas GBU-39 de 250 libras, fabricadas en Estados Unidos.

El Observatorio de Derechos Humanos lo calificó como “el ataque más mortífero conocido de la nueva campaña estadounidense en Yemen”.

El desprecio escandaloso del régimen fascista de Trump por la vida de civiles

El fascismo de Trump es un régimen que despoja abierta y agresivamente los derechos básicos y declara flagrantemente que no existe ningún estado de derecho ni debido proceso legal más allá de lo que él mismo dicta, y que el poder destructivo puro y duro es lo que tiene que regir en el escenario internacional, sin siquiera la pretensión de adherirse al derecho internacional ni preocuparse por la soberanía, o incluso el derecho de existir, de los pueblos y países menos poderosos.

—Bob Avakian, REVOLUCIÓN #114

La administración Biden también llevó a cabo ataques aéreos asesinos en Yemen, pero el régimen fascista de Trump y MAGA ha llevado las cosas a un nivel completamente diferente en términos de la intensidad de su campaña, la amplitud de los objetivos que ataca, ni siquiera fingiendo preocuparse por la vida de los civiles.

Bajo Trump, el Comando Central del Pentágono se jactó de que los ataques estadounidenses habían “matado a cientos de combatientes hutíes y a numerosos líderes hutíes”, y de que las fuerzas armadas estadounidenses atacan “posiciones de los hutíes quienes están respaldadas por Irán día y noche en Yemen”. Desde el 15 de marzo, Estados Unidos ha llevado a cabo más de 800 ataques aéreos, supuestamente dirigidos a “instalaciones de comando y control, sistemas de defensa aérea, instalaciones de fabricación de armas avanzadas y lugares de almacenamiento de armas avanzadas”. Los funcionarios estadounidenses rara vez mencionan el problema de las víctimas civiles. El Departamento de Defensa dice que está investigando las afirmaciones de víctimas civiles en el ataque al refugio para migrantes del 28 de abril.

28 de abril: Lejos de ser la única masacre de civiles

La masacre de inmigrantes africanos del 28 de abril está lejos de ser la única masacre de civiles que Estados Unidos ha llevado a cabo en las últimas siete semanas.

El 20 de abril, Estados Unidos atacó Saná, la capital de Yemen, causando 12 muertos y 30 heridos. El objetivo era un barrio cerca de la densamente poblada Ciudad Vieja de Saná, declarada un patrimonio de la humanidad por la UNESCO, lleno de antiguas torres y habitado por gente común, nada de objetivos militares. Una víctima: una panadería que se incendió, su dueño muerto.

Los días 13 y 14 de abril, los ataques estadounidenses causaron la muerte de siete personas y resultaron heridas otras 29. El 17 de abril, los ataques aéreos estadounidenses causaron la muerte de 74 personas, unas 125 heridas.

Atacar a civiles siempre ha formado parte de la doctrina de combate de las fuerzas armadas estadounidenses (véase la serie Crimen Yanqui en revcom.us para muchos ejemplos). Pero a veces han intentado encubrirlo. Ya no.

Grupos de derechos humanos informan que los ataques estadounidenses han causado “grandes daños a la población civil”, con cientos de muertos y heridos ya documentados. “Los ataques aéreos estadounidenses parecen estar matando e hiriendo a civiles en Yemen a un ritmo alarmante durante el último mes”, declaró un investigador del Observatorio de Derechos Humanos. “Esto ocurre bajo la administración Trump, que ha relajado las restricciones políticas sobre el uso de la fuerza y busca marginar a las oficinas del Pentágono encargadas de mitigar los daños a la población civil”.

Como informó revcom.us en marzo: “Estados Unidos ha modificado explícitamente su doctrina militar para matar a más civiles que en ataques anteriores. Dos funcionarios de defensa declararon al sitio web Military.com que hay ‘menos reticencia a posponer los ataques a objetivos debido a las posibles bajas’”.

Tras el bombardeo del 28 de abril contra el centro de migrantes de Saada, defensores de los derechos humanos advirtieron que “El uso de armas explosivas en zonas pobladas, en particular en centros de detención conocidos, conlleva un alto riesgo de impacto indiscriminado. No tomar todas las precauciones razonables antes de un ataque puede constituir una violación del derecho internacional. Los ataques deliberados o temerarios contra infraestructuras civiles pueden constituir crímenes de guerra”.

En resumen, las guerras de este sistema siempre han sido mortíferas. Y esto está dando un salto ahora.

Intensificando el hambre de una población ya hambrienta

Casi 20 millones de yemeníes, más de la mitad de la población, dependen de la ayuda para sobrevivir. Pero ahora, el drástico recorte de la financiación de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) por parte del régimen de Trump ha obligado al cierre de muchos proyectos humanitarios en el sur de Yemen. “El Programa Mundial de Alimentos (PMA) ha anunciado que alimentaba a 9,5 millones de yemeníes”, informa PBS. “Con la financiación reducida ahora, solo pueden alimentar a 2,2 millones. Y para finales de este año, la cifra será cero. La población no va a pasar hambre. Va a entrar en hambruna debido a este recorte de la USAID”.

El ataque estadounidense a Yemen y el peligro de una guerra más amplia

El gobierno de Estados Unidos ha afirmado que su ataque militar contra Yemen tiene como objetivo detener los ataques de los hutíes a los barcos en el mar y a Israel.

El mar Rojo es una de las principales rutas comerciales del mundo. Conecta el océano Índico con el mar Mediterráneo a través del canal de Suez, y entre el 12 % y el 15 % del comercio mundial y el 30 % del tráfico mundial de contenedores lo atraviesan. Esto representa un volumen estimado de un billón de dólares en mercancías al año, y los ataques hutíes han reducido el transporte marítimo del mar Rojo a la mitad.

Desde que Israel lanzó su genocidio contra los palestinos en Gaza en octubre de 2023, los hutíes yemeníes han lanzado unos 100 ataques contra buques en el mar Rojo, así como contra Israel y buques de guerra estadounidenses. Los hutíes afirman que estos ataques cesarán cuando Israel ponga fin a su genocidio y, efectivamente, durante el alto el fuego de Israel con Hamás a principios de este año, sí suspendieron sus ataques.

Así que esto es una preocupación real para los gobernantes estadounidenses y el 15 de marzo Trump ordenó una escalada de ataques: la “Operación Rough Rider”.

Pero este no es su único objetivo posible. Estados Unidos mantiene negociaciones muy tensas con Irán, y funcionarios estadounidenses han declarado que sus ataques contra Yemen constituyen una advertencia para Irán. Durante el último mes y medio, Estados Unidos ha incrementado significativamente su presencia militar en el Medio Oriente, la que incluye dos portaaviones en la región. Todo esto ocurre mientras Israel, el gendarme regional de Estados Unidos, no solo intensifica su genocidio en Gaza, sino que también ha atacado repetidamente al Líbano e intensifica su intervención militar en Siria.

Todo esto indica el peligro real de un derramamiento de sangre y una devastación mucho mayores en todo el Medio Oriente que podrían afectar a millones de personas.