El 25 de mayo, Trump nominó a Emil Bove para un puesto en el Tribunal de Apelaciones del Tercer Circuito. Los tribunales de circuito son el nivel más alto del poder judicial federal, después de la Corte Suprema. Se espera que Bove sea confirmado pronto por el Senado. Se comenta generalmente que Trump ve esto como un posible paso para nombrar a Bove a la Corte Suprema en el futuro.
Bove saltó a la fama gracias a dos factores: su papel como “gestor de disciplina” cuando se desató una revuelta en el Departamento de Justicia (DOJ, por las siglas en inglés) contra un acuerdo que Bove había pactado con el alcalde de la ciudad de Nueva York, Eric Adams, el cual le permitiría eludir el procesamiento; y su papel al obligar a los abogados bajo su mando a mentir a los jueces sobre si habían ignorado a sabiendas las órdenes judiciales al enviar inmigrantes a un brutal campo de concentración en El Salvador.
Bove no tiene experiencia como juez de ningún nivel. Pero es un firme gestor de MAGA y leal a Trump. Como lo expresó Trump al presentar la nominación, Bove hará “todo… lo necesario PARA QUE ESTADOS UNIDOS VUELVA A TENER GRANDEZA”. En otras palabras, su lealtad es explícitamente hacia Trump y el movimiento fascista MAGA que lidera, y no hacia el estado de derecho ni hacia la Constitución de los Estados Unidos.
Si Bove fuera aprobado para el Tercer Circuito, esto marcaría un gran paso más en la conversión de los tribunales en instrumentos del fascismo.
Emil Bove: Un implacable gestor del fascismo MAGA
Durante varios años, Bove fue uno de los principales abogados personales de Trump (parte de un bufete fundado por Todd Blanche, actual Procurador General Adjunto). Cuando Trump asumió el cargo en enero, Bove fue nombrado Procurador General Adjunto Principal bajo el mando de Blanche, encargado de todas las operaciones del DOJ.
Desde este puesto, Bove ha impulsado la transformación del DOJ en un instrumento de poder fascista, completamente separado del estado de derecho.
Miembros de los Oath Keepers (grupo fascista) en el Capitolio estadounidense el 6 de enero de 2021. Foto: AP
En enero, Bove lideró una purga de docenas de fiscales que habían trabajado en los casos de las personas acusadas del ataque del 6 de enero de 2021al Capitolio de Estados Unidos, alegando que no se podía confiar en ellos para llevar a cabo la agenda de Trump. ¡Como si ese, en lugar de la aplicación imparcial de la ley “sin temor ni favoritismo”, fuera su trabajo! (Trump ya había indultado a casi todas las casi 1600 personas procesadas por este violento intento de golpe de estado).
Estos fiscales habían sido asignados a estos casos por sus supervisores. Así que el mensaje era claro: si no haces lo que TRUMP quiere, tendrás graves problemas... incluso si actúas legalmente, éticamente y de acuerdo con los procedimientos normales.
Como se mencionó anteriormente, en febrero, Bove ordenó a los fiscales federales que retiraran los cargos de corrupción contra el alcalde fascista de la ciudad de Nueva York, Eric Adams, a cambio de que Adams colaborara con las redadas de inmigración de ICE en Nueva York. Al hacerlo, Bove violó las “leyes santuario” de la ciudad de Nueva York y las del estado de Nueva York, que imponen límites legales a dicha cooperación.
Mientras tanto, la fiscal federal interina de Manhattan, Danielle Sassoon se negó a firmar esta moción descaradamente ilegal para desestimar los cargos y renunció a su cargo. Lo mismo hicieron varios otros fiscales que no podían soportar esta perversión de la “justicia”. Bove convocó entonces a toda la Public Integrity Section (Sección de Integridad Pública del DOJ) y amenazó a todos con despedirlos si alguno no firmaba la orden. (Finalmente, uno lo hizo).
En marzo (como también se mencionó anteriormente), según un denunciante —el exdirector adjunto interino de la Oficina de Litigios de Inmigración del DOJ, Erez Reuveni— Bove informó a los abogados del DOJ que Trump estaba a punto de invocar la Ley de Enemigos Extranjeros1 para deportar a venezolanos presuntamente considerados “pandilleros” a una prisión en El Salvador. Bove enfatizó que esto era “de suma importancia para la Casa Blanca”, que los aviones “tienen que despegar, cito, pase lo que pase”, y que “si algún tribunal emitiera una orden que impidiera que eso sucediera, tendríamos que considerar decirle a ese tribunal, cito, que se joda”. (Bove afirma no haber dicho esto, pero hay evidencia por correo electrónico de que sí lo dijo). Es difícil exagerar la importancia de que un alto funcionario les dijera abiertamente a sus subordinados que violaran sus juramentos de cargo y que lo hicieran de manera tan flagrante.
Reuveni también informa que se ordenó a los fiscales estadounidenses que mintieran descaradamente al juez que llevaba el caso, alegando que no sabían si los vuelos habían despegado cuando en realidad sí lo sabían.
Cuando el juez ordenó a los fiscales estadounidenses que devolvieran los aviones o, si ya habían aterrizado, que trajeran de vuelta a los hombres deportados ilegalmente, Reuveni afirma que les dijeron que Bove quería que ignoraran esa orden.
Durante ese mismo período, Reuveni trabajaba en el caso de Kilmar Ábrego García, uno de los hombres deportados a El Salvador. Ábrego García había huido de El Salvador a Estados Unidos en 2011 y había obtenido una orden judicial, aún vigente, que le impedía ser deportado a El Salvador debido al peligro de persecución allí. Reuveni presentó un escrito ante el tribunal que reconocía que Ábrego García había sido deportado “por error”, es decir, en violación de una orden judicial vigente. Esto provocó una respuesta airada de los funcionarios del DOJ.
Bove y otros funcionarios del DOJ exigieron que Reuveni presentara un escrito que afirmaba que Ábrego García era líder de la pandilla M-13 de El Salvador y un peligroso “terrorista”, algo que tanto Bove como Reuveni sabían que era falso. Tras varias reuniones tensas, según Reuveni, “Recibo un correo electrónico en el que se me informa de que estoy de baja administrativa por incumplimiento de una orden o por no defender los intereses de mis clientes. Y una vez que me enviaron la carta, estaba bastante claro que recibiría una segunda carta despidiéndome”. [El relato de Reuveni sobre todo esto se puede escuchar en el podcast del 23 de julio de The Daily].
Gobierno fascista contra el estado de derecho
¿En qué medida se destaca Bove como una luz roja parpadeante de una represión fascista en rápida marcha? Más de 900 exabogados del DOJ, incluyendo muchos designados por Trump, firmaron una carta al Comité Judicial del Senado declarando que el nombramiento de Bove sería “intolerable” y que debería “alarmar a todos los estadounidenses preocupados por el futuro del Departamento y la supervivencia del estado de derecho”.
¿Cuánto desean los fascistas de MAGA que Bove sea nombrado? Durante sus audiencias de confirmación en el Senado, Pam Bondi y Todd Blanche, los dos altos cargos del DOJ, estaban presentes. Negaron vehementemente que estuvieran allí para asegurarse de que ningún senador republicano rompiera filas... pero su propia negación —”oh, solo estamos aquí para apoyar a un amigo y colega”— apestaba a falsa inocencia y a una amenaza real.
Sea lo que sea lo que estuvieran tramando Bondi y Blanche, los senadores republicanos forzaron una votación para aprobar a Bove sin siquiera permitir que los demócratas presentaran objeciones.
El hilo conductor y la amenaza que recorre la etapa de Bove en el DOJ, y la decidida presión para colocarlo en un puesto alto en la judicatura, hacen hincapié en este punto crucial: la consolidación fascista NO es solo una serie de políticas o leyes pésimas, sino una forma diferente de gobernar, una en la que el núcleo fascista liderado por Trump se sitúa por encima de la ley y la tergiversa para exigir que todo el aparato gubernamental e incluso la “sociedad civil” (universidades, bufetes de abogados, medios de comunicación, etc.) se sometan a su autoridad y a su agenda.
Y recalca aún más este punto crucial de Bob Avakian:
Cuanto más tiempo permanezca este régimen de Trump en el poder, mayores serán los horrores que perpetrará — más aún si se le permite consolidar en toda su extensión su dominio fascista. Hace falta retirar del poder a este régimen —YA— antes de que sea muy tarde, mediante un proceso impulsado por la movilización masiva, no violenta, pero decidida y sostenida de millones de personas, que una a todos los que se pueda unir, que se niegue a aceptar un Estados Unidos fascista — al hacer que sea imposible que este régimen gobierne al país y se mantenga en el poder. (Del mensaje en las redes sociales @BobAvakianOfficial REVOLUCIÓN #118: “Este sistema ha engendrado el fascismo de Trump y MAGA: ¡La gente, a millones, debe ponerle fin a este régimen fascista —YA— antes de que sea muy tarde!”)