Un reciente informe del Climate Action Tracker (CAT) revela en términos sombríos y aleccionadores que la respuesta de este sistema a las severas interrupciones de la producción y distribución de energía detonadas por la guerra de sustitutos entre Rusia y la OTAN en Ucrania ha sido de EXPANDIR masivamente el uso de combustibles fósiles que calientan el planeta1.
La invasión rusa a Ucrania, que ya entra en su quinto mes, con la intensificación de la rivalidad interimperialista entre la OTAN, la alianza militar de los imperialistas occidentales (dirigida por Estados Unidos), y Rusia, ha conducido a una escasez mundial de alimentos y energía, con el desencadenamiento de un sufrimiento humano en gran escala. Esta invasión, y la respuesta de parte de la OTAN con sanciones y el masivo suministro de armamento, han trastornado el suministro mundial de energía. Rusia es un importante exportador de, entre otros alimentos y materias primas cruciales, petróleo y gas natural, particularmente a Europa. Alemania, la economía más grande de Europa, por ejemplo, recibía el 40% de su petróleo y más del 55% de su gas natural de Rusia antes de la guerra2. El 11 de julio, Rusia cerró el gasoducto Nord Stream 1, que es la principal fuente de gas natural de Rusia a Alemania. Para otros once países de la Unión Europea (UE), se ha detenido o reducido severamente el suministro de petróleo y gas procedente de Rusia3.
¿Y cuál ha sido la respuesta de los dirigentes de estos países de la OTAN a esta crisis energética? ¿Acelerar el cambio energético de las fuentes de combustibles fósiles (petróleo, carbón y gas natural) a las energías renovables (eólica, solar, geotérmica, mareomotriz, etc.)? ¿O incluso utilizar esta calamitosa situación —como ha propuesto el “líder del pensamiento climático” estadounidense convertido en desvergonzado animador para el imperialismo occidental Bill McKibben— para descarbonizar rápidamente a Europa y hacer una transición a las energías renovables, así debilitando y ayudando a derrotar a Rusia4? Para nada. Por el contrario, un reciente informe del CAT documenta lo que ha estado pasando en realidad: una “fiebre del oro” mundial de nuevas inversiones y producción de combustibles fósiles, en particular de gas natural licuado (GNL), una fuente de combustible que a menudo se presenta como “más limpia” que el petróleo y el carbón, pero que en realidad tal vez deje una huella de gases de efecto invernadero más alta que el carbón5. Y Biden está presionando a Arabia Saudita para que aumente rápidamente la producción de petróleo.
En otras palabras, lo que este sistema está haciendo es exactamente lo contrario de lo que SE DEBE hacer —REDUCCIONES radicales de las emisiones y el rápido cese de las operaciones con combustibles fósiles— para que tengamos una verdadera posibilidad de impedir los peores impactos de la crisis climática. Lo que estamos presenciando es la operación de la “geoeconomía” imperialista: el imperialismo occidental, encabezado por Estados Unidos, aumenta la producción de combustibles fósiles para contrarrestar las acciones de Rusia para expandir su imperio. ¡Que se joda el planeta!
Este informe del CAT describe que la respuesta de este sistema a la reducción del suministro de petróleo y gas provenientes de Rusia ha sido de buscar otras fuentes de estos combustibles fósiles que calientan el planeta. Esto ha incluido aumentar la producción y la exportación de GNL a Europa por parte de países como Estados Unidos, expandir la infraestructura de importación de GNL en Europa e iniciar la extracción y exportación de GNL en nuevos países como Senegal. En otras palabras, esta nueva “fiebre del oro” representa atar al sistema capitalista-imperialista global aún más a la dependencia total de los combustibles fósiles.
En este momento se ha dado una nueva ronda de inversiones de miles de millones de dólares en tecnologías e infraestructura de combustibles fósiles, lo que se llama “capital hundido”, con todas las décadas de ganancias esperadas que estas inversiones representan. Estas inversiones, de hacerlas, hundirían por completo cualquier posibilidad de detener el cambio climático catastrófico y galopante. También dejan al descubierto el funcionamiento interno y la naturaleza misma de este sistema: el dominio de las ganancias y el control imperialista sobre el planeta subordinan las demás consideraciones, e INCLUSO LA EXISTENCIA MISMA DE UN PLANETA VIVIBLE se echa al borde. Son ilusiones mortales las “sugerencias de política” que se ofrecen en el informe del CAT: de que los estados y las empresas privadas pongan los intereses de la humanidad y del planeta por encima de su afán de un rendimiento más rentable de sus inversiones. Este sistema no dejará y NO PUEDE dejar de saquear el planeta y a sus habitantes a fin de obtener ganancias. Hacerlo IRÍA EN CONTRA DE LA MISMA NATURALEZA DE ESTE SISTEMA CAPITALISTA6.
Existe la base, la posibilidad, de hacer un cambio radical para dejar atrás una economía que depende de los combustibles fósiles que queman el planeta. Pero semejante cambio sólo puede darse por medio de una revolución: una revolución que eche a un lado este sistema y cree un sistema socialista, que ponga la economía en las manos de un estado radicalmente diferente, guiado por reglas y principios radicalmente diferentes7. Este poder estatal socialista serviría a los intereses de la humanidad mundial y al avance de la revolución comunista mundial para poner fin a toda explotación y opresión... y para salvaguardar el planeta.
En efecto, la hora se está haciendo tarde, lo que es razón mucho más suficiente para desechar las ilusiones asesinas sobre reformar este sistema, y conectarse con la única solución real a la crisis climática: la estrategia de Bob Avakian para una revolución real, una revolución que se vuelve más posible en estos tiempos extremos, y su visión para una futura sociedad socialista en el camino hacia el comunismo.
¡CAMBIO DE SISTEMA, NO CAMBIO CLIMÁTICO!
¡CAMBIO DE SISTEMA QUIERE DECIR UNA REVOLUCIÓN REAL!
NECESITAMOS ¡REVOLUCIÓN, Y NADA MENOS!
En su boca misma: se desnuda un capitalista de combustibles fósiles
El New York Times publicó un artículo sobre Charif Souki, un capitalista estadounidense que está haciendo inversiones ahora mismo en el GNL, que contiene la siguiente autodenuncia desnuda (traducción de revcom.us):
“De repente, Europa ha dejado en segundo plano todas sus aspiraciones climáticas”, me dijo [Souki], al repasar los primeros acontecimientos de la guerra. Países como la República Checa, Italia y Rumanía advertían de que quizás tuvieran que reactivar sus centrales de carbón clausuradas o prolongar la vida útil de las que estaban programadas para clausura. “Vamos a necesitar gas”, dijo, “especialmente si se va con seriedad sobre las cuestiones climáticas”.
Se apresuró a aclarar que esa no era su preocupación. “Como empresa, no me importa un bledo el clima”, dijo. “Por supuesto que me importa, ¿de acuerdo? Pero mi responsabilidad no es preocuparme por el clima. Mi trabajo es hacer un producto que la gente necesita y vendérselo al precio más bajo posible para mí”.
Este tipo está diciendo con sus propias palabras que, como capitalista, su “trabajo” no es preocuparse por el clima. Esto es una clara expresión de la importante verdad revelada por Carlos Marx, el fundador de la ciencia del comunismo, de que “sólo actúa como capitalista, como capital personificado”. En otras palabras, NO IMPORTA si estos funcionarios del sistema destructor del planeta en realidad se preocupan por salvar el planeta o no. Porque como REPRESENTANTES del funcionamiento económico competitivo de ESTE SISTEMA, están IMPELIDOS a buscar ganancias, y más ganancias. Por eso, bajo este sistema, no tenemos ninguna posibilidad de impedir los peores impactos de la crisis climática. Los combustibles fósiles están profundamente integrados en el funcionamiento rentable y en los requisitos estratégico-militares del sistema capitalista-imperialista que domina el mundo.