"La realidad del comunismo" es una serie de Atash/Fuego, revista del Partido Comunista de Irán (marxista leninista maoísta), posteada aquí en español en revcom.us.
Primera parte: La democracia burguesa se refiere a la dictadura de clase de la burguesía 11 de octubre de 2023
Segunda parte: La realidad de la democracia y el ideal de la democracia 15 de noviembre de 2023
Tercera parte: Democracia y la libertad de expresión — ¡La base económica es el factor decisivo! 13 de diciembre de 2023
Cuarta parte: ¿Qué es la social-democracia y por qué es una dictadura capitalista? 17 de enero de 2024
Quinta parte: La democracia revisionista: Socialismo de nombre, capitalismo en esencia 14 de febrero de 2024
Sexta parte: El totalitarismo — una vara de medir que no puede medir la realidad 20 de marzo de 2024
Séptima parte: Practicando la democracia, practicando los compromisos con el estatus quo 2 de mayo de 2024
Octava parte: La democracia bajo el socialismo 5 de junio de 2024
Novena parte: La democracia en la Nueva República Socialista 31 de julio de 2024
La fuente principal de esta serie de artículos es el libro Democracia: ¿es lo mejor que podemos lograr? escrito por [el líder revolucionario] Bob Avakian (1986 en inglés y 2006 en español), y, en este artículo, sus obras Breakthroughs (Abriendo Brechas): El avance histórico hecho por Marx, y el nuevo avance histórico del nuevo comunismo. Un resumen básico y ¿Un fin horroroso, o un fin al horror?
En [la Octava parte], discutimos que bajo el socialismo, la democracia coexiste con la dictadura de una clase —una clase que es distinta a las demás clases explotadoras del pasado— y esta diferencia se refleja en el contenido de una dictadura-democracia socialista. Cuando la gente lee nuestras críticas a las democracias-dictaduras burguesas, así como a los [dos] países socialistas que existieron en el pasado, muchos dicen: “¡Ustedes critican a todo!” y preguntan: “¿Cuál es su solución?”
La Constitución para la Nueva República Socialista en Irán del Partido Comunista de Irán (marxista leninista maoísta), basada en los principios fundamentales para una nueva democracia-dictadura socialista plasmados en la Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte escrita por Bob Avakian, presenta nuestro modelo alternativo de manera clara, concreta y completa. Al estudiar y aprender de la experiencia de los dos estados socialistas que existieron en el siglo 20 (la Unión Soviética desde 1917 hasta mediados de los años 1950, China desde 1949 hasta 1976), este modelo de Nueva República Socialista ha roto con las deficiencias y debilidades [de esos dos estados socialistas] y, basándose en los elementos positivos de esa experiencia junto con el conocimiento adquirido en muchas esferas diferentes del esfuerzo humano, lo ha sintetizado a un nivel superior que se ha integrado en un nuevo marco [de comunismo]. Por lo tanto, para comprender el nuevo carácter del futuro que la humanidad de hecho puede alcanzar, hay que leer y examinar detenidamente esta Constitución y compararla con todos los estados que existen actualmente y con aquellos [dos] estados verdaderamente socialistas del pasado. En este artículo nos centraremos en esta Constitución para examinar la práctica de la democracia en la nueva república socialista y en cómo esta democracia se relaciona con la dirección del Partido Comunista, por un lado, y con otros programas e ideas de clase, por el otro. .
Esta Constitución es una respuesta a [preguntas como]: ¿qué tipo de sociedad y de mundo [el socialismo] debería crear? ¿Qué debería fortalecer? ¿Cuál debería ser, concretamente, el carácter fundamental de su superestructura: sus instituciones políticas, culturales y educativas? ¿Qué tipo de herramientas institucionales se necesitan para resolver las profundas y complejas contradicciones del período de transición socialista al comunismo sin apuntar armas a la espalda de las masas de personas y sin obligarlas a ir a marchas forzadas hacia el llamado “paraíso”? ¿Cómo puede trabajar duro para resolver viejas contradicciones sociales y de clase, y al mismo tiempo crear un espacio vasto e incomparable para el disentimiento y la efervescencia intelectual, y utilizar la energía creada al respecto para eliminar paso a paso las desigualdades de clase y de género y las formas atrasadas de pensar que quedan de la vieja sociedad? En términos más generales, ¿cómo puede servir a liberar a toda la humanidad del sistema capitalista e inaugurar la transición histórica mundial de la era burguesa a la era del comunismo?
Este nuevo enfoque de resolver las contradicciones y desigualdades que quedan del pasado, así como las nuevas contradicciones que surjan en la sociedad socialista, se deriva de ver las contradicciones no como meros problemas sino, si se manejan correctamente, como la fuente de energía que puede impulsar otros saltos hacia la sociedad comunista. Este nuevo enfoque proviene, no de un optimismo ingenuo, sino de una comprensión materialista más dialéctica de las contradicciones en general y de las contradicciones del socialismo en particular.
Por ejemplo, como mencionamos anteriormente [en la Octava parte], el socialismo se enfrenta a la profunda contradicción entre el hecho de que la revolución comunista y el avance hacia el comunismo corresponden a los intereses objetivos de las masas de la humanidad, pero [inclusive en la sociedad socialista] no todas las personas lo quieren, todo el tiempo. Bob Avakian aborda esta nueva manera de hacer y responder a las cuestiones del socialismo en la Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte, escribiendo:
Es un hecho que no existe en ningún otro lugar, en ningún documento de fundación o guía real o propuesto de ningún gobierno, nada que se parezca no sólo a las protecciones sino a las disposiciones para el disentimiento y la efervescencia intelectual y cultural que están encarnadas en esta Constitución, mientras que ésta tiene, en su núcleo sólido, una cimentación en la transformación socialista de la economía, con el objetivo de abolir toda explotación, y la correspondiente transformación de las relaciones sociales e instituciones políticas, para arrancar de raíz toda la opresión, y la promoción, por medio del sistema educativo y en la sociedad en su conjunto, de una orientación que “habrá de capacitar a las personas en buscar la verdad dondequiera que ésta conduzca, con un espíritu de pensamiento crítico y curiosidad científica y de esta manera aprender continuamente acerca del mundo y estar mejor capacitadas para contribuir a cambiarlo en conformidad con los intereses fundamentales de la humanidad”. Todo esto desencadenará y desatará una tremenda fuerza productiva y social de seres humanos con la capacidad e inspiración de trabajar y luchar juntos para satisfacer las necesidades fundamentales de la gente —con transformar la sociedad de manera fundamental y con apoyar y ayudar a la lucha revolucionaria por todo el mundo—, hacia el objetivo final de un mundo comunista, sin toda explotación y opresión, mientras que al mismo tiempo aborde la crisis ambiental y ecológica verdaderamente existencial, con sentido y de manera integral, lo cual es imposible hacer bajo el sistema del capitalismo-imperialismo1. (Énfasis añadido por Atash)
Este párrafo resume el enfoque del nuevo estado socialista ante el período de transición socialista al comunismo (a nivel mundial) y las formas de resolver sus contradicciones. Una de las cuestiones importantes es ver la relación dialéctica entre la transformación socialista de la base económica y los cambios correspondientes entre las personas, en sus formas de pensar y en su conciencia, la que es la transformación más importante que ocurre bajo el socialismo. Es por esta razón que hay que alentar y apoyar la contestación entre puntos de vista opuestos —el disentimiento y la efervescencia intelectual y cultural—, no como cierto derecho democrático, sino para promover un espíritu de pensamiento crítico y curiosidad científica.
Mucha gente dice: ¡quizá ustedes digan estas cosas ahora, pero cuando tomen el poder, no nos permitirán criticar a ustedes! La respuesta es que, dicho sea de paso, ¡nos costará trabajo convencer a las personas para que critiquen a los individuos en posiciones de autoridad! Si las personas se han subordinado a este cruel sistema de opresión y explotación, también se subordinarán a la autoridad en un sistema socialista que es un millón de veces mejor. Pero no deberían simplemente “consentir” [a la autoridad], porque al hacerlo se corre el riesgo de restaurar el capitalismo. Sea como fuere, la cuestión de mantener a la nueva clase dominante (no individuos específicos de este partido en particular, sino un número cada vez mayor de personas que, junto con el partido de vanguardia, han llegado a ser parte del núcleo sólido que llegó al poder político durante la revolución comunista) en el camino socialista hacia el comunismo, e impedir la restauración [del capitalismo] requiere que se debatan, determinen y resuelvan los puntos de vista opuestos.
Bob Avakian enfatiza que la necesidad de “la confrontación de puntos de vista contrarios, el debate y resolución entre ideas diversas, y de hecho el papel del disentimiento de las ideas y políticas gobernantes — todo esto tampoco es un fin en sí mismo, sino un medio para llegar a un fin: llegar a un conocimiento más profundo de la verdad y usarlo para trasformar más la sociedad, y la naturaleza, conforme los intereses de la humanidad” [Democracia]. Aquí llegamos a una diferencia importante con los “pluralistas” y los demócratas que sostienen que [como Bob Avakian refuta a continuación]:
...el conflicto de opiniones e ideas es más importante que la verdad objetiva, es superior a ella — o incluso que no existe la verdad objetiva, solo existen diferentes puntos de vista y cada uno puede ser tan cierto (o falso) que el otro. Pero en última instancia los “pluralistas”, al actuar como si todas las ideas fueran iguales y pudieran competirse en pie de igualdad — cuando en la vida real la clase dominante burguesa monopoliza la diseminación de las ideas y ejerce su dictadura en la esfera de las ideas, tal como lo hace en todas las otras esferas — ayudan a esa clase dominante a definir y hacer valer como verdad cualquier cosa que convenga a sus intereses y cosmovisión de clase....
Mientras que,
Cuando los comunistas alientan y desencadenan ese forcejeo sobre ideas, el espíritu crítico, el cuestionamiento de lo convencional, el disentimiento con las normas establecidas, su razón y propósito es que todo eso está de acuerdo con las leyes básicas del desarrollo de toda la vida y la sociedad y con los intereses del proletariado, que debe dirigir todo esto a contribuir de varios modos al avance del comunismo2.
Debemos enfatizar que cuando hablamos de los intereses del proletariado, nos referimos a esos intereses en el sentido histórico mundial: la abolición de las “cuatro todas ” (la abolición de todas las diferencias de clases, de todas las relaciones de producción en las que se basan esas diferencias de clases, de todas las relaciones sociales opresivas que corresponden a esas relaciones de producción, y la abolición de todas las ideas y valores tradicionales que corresponden a esas relaciones sociales). Es en ese sentido que todas las políticas, prácticas e instituciones del estado socialista, su democracia-dictadura, corresponden a los intereses del proletariado, no que corresponden a los intereses inmediatos de ningún grupo particular de proletarios.
Se necesita la dirección del Partido Comunista en este proceso de seguir la búsqueda de la verdad, adonde quiera que conduzca, porque mientras estemos en una sociedad dividida en clases, los individuos o grupos de personas en la sociedad primero tienen que decidir cuáles son los asuntos más importantes a discutir. El hecho es que en la sociedad, algún tipo de autoridad guiará, dirigirá, conducirá y, en última instancia, ejercerá la dictadura, en determinar lo que se discutirá ampliamente y sobre cuál base se pondrá a disposición de las personas para pensar en ella y discutirla. El resultado es que:
También es imposible llegar a conocer la verdad sin centralismo — sin dirección (aunque esto tomará una forma cualitativamente diferente en la sociedad comunista). A todas las ideas no se les debe dar, ni se les puede dar, “igual difusión”, bajo ningún sistema social ni conjunto de circunstancias. Tiene que existir algún mecanismo para determinar qué recibirá prioridad, lo que se presentará como la verdad y en qué hay que centrarse como objetivo de las críticas. Cuáles serán esos mecanismos y si reflejan correctamente la realidad material tanto como sea posible, dependerá del sistema social. Además, es imposible no sólo llegar a tener una comprensión omnímoda de la verdad sino convertirla en una realidad material sin lucha social — lo que en la sociedad de clases quiere decir por encima de todo lucha de clases3.
Dirigir a partir de los intereses básicos de las masas es posible principalmente porque la dirección [comunista auténtica] tiene el conocimiento para determinar objetivamente cuáles son los intereses de la gente. Pero esta dirección no significará obligar a todos a marchar en ese mismo sentido. Tiene que existir suficiente espacio para que las personas se muevan en diferentes sentidos. Pero aquí también hay contienda.
Tampoco debe considerarse que la verdad es el equivalente directo (y a veces no se debe considerar equivalente en absoluto) de las ideas y medidas gobernantes en un estado proletario determinado en un momento dado (ni siquiera de un estado socialista auténtico) y mucho menos, claro está, de un estado reaccionario, no proletario, ya lo sea abiertamente o embozado en una careta “marxista”4.
Junto a esta cuestión y al papel dirigente crucial del Partido, nos enfrentamos a la contradicción de que un Partido pierda su contenido revolucionario y se convierta en su opuesto. Este problema no surge de la naturaleza del Partido, sino de que las contradicciones en el mundo en general que hacen necesaria una vanguardia son también las contradicciones que pueden llevar a esa vanguardia de regreso al camino del capitalismo. Por eso, por un lado, es decisiva la cuestión de la línea política y metodología y el enfoque científico del núcleo dirigente y, por otro, hay que apoyarse en la movilización de las masas para que se transformen conscientemente a sí mismas y que transformen el mundo, lo que incluye por medio de interacciones constantes con el Partido. Esto reafirma la importancia de incorporar a las personas en el trabajo y lucha ideológicos y crear una atmósfera de efervescencia intelectual.
Un aspecto clave de la sociedad socialista a este respecto es que
deben proporcionar los medios a los anteriormente explotados y oprimidos en la vieja sociedad —los cuales en efecto estuvieron excluidos de ejercer el poder político y de gobernar la sociedad así como de las esferas de la actividad intelectual y de trabajar con las ideas en general— para que participen cada vez más en esas esferas, con el objetivo de transformar la sociedad continuamente en la dirección del comunismo.... En otras palabras, esto tiene un propósito y una dirección. No se trata de alguna supuesta democracia pura sin contenido social — no puede existir nada por el estilo. Más bien, se da con cierto marco y con una definida dirección y propósito5.
Muchos dirán: “Con una mano ustedes dan y con la otra quitan”. ¡Hablan de la participación de las masas, pero no dejan que las masas decidan por cuál camino ir! La respuesta es que si bien [el Partido] no puede gobernar por la fuerza contra la voluntad de las masas, sería verdaderamente criminal si las fuerzas que ganaron la dirección mediante un proceso revolucionario en el que tantas personas sacrificaron tanto permitieran que el antiguo orden opresivo recuperara fácilmente el poder; [eso sería] contrario a los intereses de esas mismas masas de personas. Así, en el marco del estado socialista, existe una relación dialéctica entre el núcleo sólido de la dirección y la elasticidad de las diversas capas sociales en la sociedad, una sociedad basada en el núcleo sólido.
Esta visión del estado socialista no sólo es distinta a varios tipos de democracias-dictaduras burguesas, sino que también difiere considerablemente a las visiones predominantes del socialismo. El [estado socialista delineado en la Nueva Constitución] difiere tanto al modelo pluralista de consejos consultivos [soviets] en que la gente —incluidos los trabajadores, las naciones oprimidas, las mujeres, etc.— participan en los asuntos económicos, políticos y sociales, pero sin una base sólida para dar dirección o contenido social, y a la imagen clásica en la que el Partido dirige por completo al estado socialista, de modo que estado y Partido son uno y lo mismo. [En las Nuevas Repúblicas Socialistas] el papel dirigente del Partido en relación con el estado no toma principalmente la forma de que el Partido domine organizativamente las diversas instituciones del estado, aunque sí existen roles y mecanismos organizativos, especialmente en relación con ciertas instituciones esenciales tales como las fuerzas armadas. Por encima de todo, y en lo fundamental, el Partido ejerce su papel dirigente por medio de su influencia ideológica y política, y al luchar continuamente para ganarse a las masas de personas hacia la revolución comunista. Como se mencionó anteriormente, el objetivo final —un mundo comunista libre de opresión y explotación— establece el rumbo general [para el estado socialista]. Las medidas que se adopten en cada etapa, y en cada país, tienen que basarse en el principio de promover este objetivo.
Por esta razón, el internacionalismo es un elemento crucial del estado socialista, y es una diferencia fundamental en la manera en que ejerce la democracia-dictadura. El internacionalismo se refleja en lo que se debe y no se debe hacer en lo económico y en lo político, en los derechos de las personas (incluidos los derechos de los inmigrantes y de las naciones anteriormente oprimidas), y en las relaciones internacionales, tanto a nivel macro como micro. Para mantener su carácter socialista, este estado socialista debe actuar como base de apoyo para la revolución comunista en todo el mundo, porque únicamente al erradicar todas las diferencias de clase, todas las relaciones de producción explotadoras que conducen a estas diferencias, todas las relaciones sociales opresivas que existen sobre la base de estas relaciones de producción, y de todas las ideas y valores tradicionales que fortalecen estas relaciones, es posible abrir una nueva era [de la historia humana]. Como escribió Engels, la sociedad comunista: “enviará toda la máquina del estado al lugar que entonces le ha de corresponder: al museo de antigüedades, junto a la rueca y al hacha de bronce”6. Y la democracia encontrará el lugar que le corresponde a su lado7.
Al finalizarse esta serie de ensayos, concluimos con lo que se dice [en la última página de] Democracia: ¿es lo mejor que podemos lograr? “Nosotros podemos y debemos”.