"La realidad del comunismo" es una serie de Atash/Fuego, revista del Partido Comunista de Irán (marxista leninista maoísta), posteada aquí en español en revcom.us.
Primera parte: La democracia burguesa se refiere a la dictadura de clase de la burguesía 11 de octubre de 2023
Segunda parte: La realidad de la democracia y el ideal de la democracia 15 de noviembre de 2023
Tercera parte: Democracia y la libertad de expresión — ¡La base económica es el factor decisivo! 13 de diciembre de 2023
Cuarta parte: ¿Qué es la social-democracia y por qué es una dictadura capitalista? 17 de enero de 2024
Quinta parte: La democracia revisionista: Socialismo de nombre, capitalismo en esencia 14 de febrero de 2024
Sexta parte: El totalitarismo — una vara de medir que no puede medir la realidad 20 de marzo de 2024
Séptima parte: Practicando la democracia, practicando los compromisos con el estatus quo 2 de mayo de 2024
Octava parte: La democracia bajo el socialismo 5 de junio de 2024
Novena parte: La democracia en la Nueva República Socialista 31 de julio de 2024
La fuente principal de esta serie de artículos es el libro de Bob Avakian Democracia: ¿Es lo mejor que podemos lograr? y otras obras suyas sobre la democracia y la dictadura.
En las entregas anteriores de esta serie, discutimos ejemplos de democracias burguesas. En esta entrega discutiremos la socialdemocracia. Después de la Segunda Guerra Mundial, la socialdemocracia, también conocida como “estado de bienestar”, prevaleció en la mayoría de los países de Europa occidental. Las socialdemocracias han tratado de presentarse como diferentes a la democracia burguesa del tipo que prevalece en Estados Unidos. Aunque las socialdemocracias tienen algunas diferencias importantes con otros tipos de dictaduras estatales burguesas, sus similitudes son más fundamentales: los estados socialdemócratas son dictaduras burguesas.
En este artículo, al analizar estas similitudes y diferencias y al examinar las opiniones de los defensores de la socialdemocracia, mostramos cómo la democracia-dictadura bajo el socialismo es cualitativamente diferente a estos modelos y a cualquier expansión o mejora de la democracia-dictadura burguesa. Al final, examinaremos la teoría socialdemócrata de Karl Popper.
Democracia social
Hoy, los defensores de la socialdemocracia como modelo deseable para el futuro de Irán son una fuerza activa en la escena política, y esta idea tiene gran influencia entre los intelectuales. Estos intelectuales separan completamente la historia de la democracia en Irán, del contexto histórico más amplio de la integración de Irán en el marco del capitalismo global (imperialismo capitalista). Al igual que los demás países del “Sur global”, Irán es un país “bajo la dominación del imperialismo”. Está subordinado a las necesidades de la acumulación de capital en los países “centrales” (las metrópolis) e, internamente, su [desarrollo] está desequilibrado y fragmentado.
El desarrollo del capitalismo en Irán ha pasado por varios puntos de viraje, cada uno de los cuales dependió de cambios importantes en el sistema capitalista global. (Consulte una discusión más detallada en el capítulo sobre economía del Manifiesto y Programa de la Revolución Comunista en Irán-2017.) Los defensores de la socialdemocracia en Irán rechazan este hecho decisivo. Como resultado, su “solución” para Irán —de “extender” a Irán la superestructura política que prevalece en los países capitalistas imperialistas de Occidente— es inútil e imposible de implementar en Irán.
Bob Avakian explica en su libro Democracia: ¿Es lo mejor que podemos lograr?, que la tendencia de los socialdemócratas se puede dividir en dos grupos: uno de ellos se centra en varios esquemas reformistas para obtener una “democracia económica” en Europa (los llamados defensores socialdemócratas del estado de bienestar). Aquellos de este primer grupo, que se convirtieron en socios del poder dentro de sus propios estados burgueses, enfatizan que la democracia es imposible sin justicia económica. Por lo tanto, la distribución del saqueo imperialista entre sectores más amplios de la población está al centro de su programa. En relación con la democracia, la práctica y el papel esencial de este grupo ha sido defender y promover la sociedad burguesa y sus tradiciones en el Occidente — contra el desafío del socialimperialismo soviético en el pasado, y ahora contra la revolución auténtica y el comunismo revolucionario.
El otro grupo de socialdemócratas intenta distinguirse de los habituales defensores del imperialismo occidental presentando sus puntos de vista sobre la democracia con una formulación más radical, e incluso “marxista”. Pero, en última instancia, sus intentos de alinear el marxismo con la democracia burguesa también son inútiles.
Veamos algunas de las opiniones de los partidarios iraníes de la socialdemocracia. Uno de los nombres más conocidos entre estos intelectuales es Mohammad Reza Nikfar. Durante el levantamiento de Jina, teorizó e idealizó cómo este tipo de democracia podría contrarrestar el gobierno teocrático y monárquico. “En última instancia, no hay más que dos maneras de abordar el caos y el desorden actuales: una integración [del movimiento populista con el sistema existente] basada en la igualdad y la participación, o una consolidación basada en el poder autoritario, la represión y el control. Se trata de elegir entre el honor y la dignidad de [ser] un ciudadano frente a la degradación histórica y la indignidad de [ser] un campesino”1. Aparte del hecho de que las condiciones históricas de degradación y subyugación del pueblo iraní no han sido tan “selectivas” como todo ello, debemos enfatizar que el ideal de Nikfar de la igualdad y participación ciudadana —la esencia del ideal democrático burgués— ya ha fracasado.
Debido a que Nikfar ignora el contexto más amplio de la integración de Irán al sistema capitalista global (aunque es muy consciente de su historia), no puede explicar con hechos y ciencia por qué todos los esfuerzos democrático-burgueses han fracasado en Irán, y siguen fracasando. Hay dos obstáculos histórico-mundiales: primero, en un mundo imperialista, la democracia burguesa no puede extenderse a los países a los que domina (especialmente del tipo de “estado de bienestar” propio de un puñado de países). Hacerlo requeriría cambios radicales en la relación entre los países del “Norte Global” y el “Sur Global”, y cualquier intento de ese tipo perturbaría la cohesión interna de los países imperialistas (aparte del hecho de que la democracia burguesa en estos países está amenazada hoy por fuerzas fascistas).
Lo que hace posible la socialdemocracia —y la democracia burguesa en general— en esos muy pocos países es su saqueo a los países del “Sur Global”. Los regímenes dictatoriales [en los países dominados] son sinónimos de la relativa prosperidad y la estabilidad política interna necesarias para la existencia de la democracia burguesa en los países imperialistas.
En segundo lugar, aunque gran parte de lo que se consideraba el “movimiento comunista” en Irán piensa que la era de las revoluciones burguesas en el “Sur Global” todavía está en marcha, la realidad es que la era de las revoluciones burguesas ha terminado. Este tipo de ideas —de que la revolución burguesa aún no se ha “agotado” porque aún no se ha vuelto “pura” en el “Norte Global” y porque el “Sur Global” aún no se ha beneficiado de las muchas bendiciones que le ha conferido el “Norte Global”— puede verse en las ideas formuladas por personas del pelaje de Habermas2, y las fomentan muchos intelectuales del “Sur Global”.
No obstante, cualquier problema que quedara sin resolver en la era de las revoluciones burguesas ya no puede resolverse dentro de ese mismo marco, porque en la práctica (y no en la fantasía), ese marco se ha convertido en el marco globalizado del imperialismo capitalista. Y hoy en particular, cualquier intento de consumar la democracia burguesa se convierte en un puesto de avanzada para el imperialismo, lo que en última instancia contribuye a la expansión de la influencia del fundamentalismo islámico (y en otros lugares, del fundamentalismo cristiano), como alternativa. En pocas palabras, para resolver todos los “vestigios del pasado”, como el terrible regreso a la ideología de la edad de las tinieblas y a las relaciones sociales más tradicionales, se requieren las dos rupturas radicales que Marx enfatizó: de romper con las relaciones de propiedad tradicionales y de romper con las ideas tradicionales.
Para validar su teoría política de la socialdemocracia, Nikfar pone patas arriba un hecho importante. Escribe: “La dualidad de las situaciones en el mundo son el resultado de una discriminación que conduce a la dualidad de posición y a las condiciones que son resultado de la explotación. La discriminación precede a la explotación, desde un punto de vista analítico y lógico posicional, y también desde un punto de vista histórico posicional”3. Pero en realidad, a diferencia de lo que existe en la mente de la gente, la relación entre discriminación y explotación es al revés. No necesariamente de forma individualizada, sino en una relación compleja, la explotación “en última instancia” sienta las bases de un sistema que es parte inseparable de todas las formas de opresión y discriminación.
La relación entre discriminación y explotación es multifacética y tiene múltiples capas. Cuando Marx formuló las “4 Todas”4, explicó sus relaciones internas y dialécticas. También aclaró cuál es principal y su secuencia [qué procede de qué]. Al invertir esta realidad (al decir que la discriminación precede a la explotación), Nikfar concluye que es posible resolver el problema de la discriminación en el marco del capitalismo, y no ve ninguna necesidad de una revolución con el objetivo de aplastar el sistema capitalista y reemplazarlo por un sistema socialista que trabaje para abolir las “4 Todas”.
Otros defensores de la socialdemocracia también consideran que semejante revolución no es realista. Por ejemplo, Mehrdad Darvishpour, al tomar prestado a Frederick Jameson5, escribe que “defender los logros del estado de bienestar —en lugar de declaraciones románticas y poco realistas sobre la abolición de las clases y la abolición del trabajo asalariado— es la tarea importante de las fuerzas de izquierda hoy”6. Considera que el proyecto de la socialdemocracia se refiere a “integrar la defensa de la democracia con la justicia social, la defensa del medio ambiente, la igualdad de género y la eliminación de la discriminación (incluida la lucha contra el racismo y las discriminaciones étnicas)”, proyecto que “se ha opuesto a los proyectos clásicos de la izquierda, como la expropiación negativa de la propiedad privada y el establecimiento del socialismo de estado”.
Pero la expropiación de la propiedad privada de los medios de producción y el establecimiento del socialismo (democracia-dictadura proletaria), que él llama un proyecto “clásico”, es un requisito vital para crear una base material para la justicia social y para poner fin a la discriminación y proteger el medio ambiente. Porque en realidad, a pesar de lo que cualquiera piense, la fuente de estos problemas es el funcionamiento y dinámicas concretos del capitalismo. Aunque es una necesidad que el socialismo, hoy y en el futuro, haga una ruptura con las prácticas del socialismo temprano en la Unión Soviética y China (tal como lo hizo Bob Avakian al resumir la primera ola de revoluciones comunistas y sentar las bases del nuevo comunismo), esto nunca fue posible y nunca será posible con una perspectiva socialdemócrata. Esperar alcanzar las “4 Todas” dentro de una democracia burguesa, mediante algo llamado “entrelazamiento”, no es realista, sino utópico — algo de lo que se nos acusa a los comunistas revolucionarios.
Por supuesto, Darvishpour escribe que su proyecto consentido, “tanto desde el punto de vista de hacer avances como [de mantenerlos] a largo plazo, es una forma mucho más eficaz de defender y ampliar simultáneamente el bienestar público”.
De manera similar, Faraj Sarkohi, en un programa llamado “La necesidad de la socialdemocracia en Irán”7. afirma que “la supervivencia de la sociedad, su desarrollo sostenible e incluso el crecimiento del capital en ella no pueden basarse en la discriminación”. En sus declaraciones, vemos un ejemplo más sincero de la socialdemocracia y su propósito: ¡hacer racional el capitalismo! Este proyecto intenta demostrarle al sistema capitalista y su incontrolable fuerza impulsora de “expandirse o morir” que será más efectivo y sostenible tener en cuenta los derechos de las mujeres, los negros, los inmigrantes y el medio ambiente. Tiene la intención de utilizar el modo de producción capitalista basado en la explotación de la fuerza laboral, pero de hacer que las ganancias sean “más justas” y así reducir la opresión que está entretejida en este sistema.
De vez en cuando, toma prestados dichos de la literatura marxista, como “el objetivo final es eliminar la explotación”. Pero ¿cómo pretende alcanzar este objetivo? Con un “énfasis simultáneo en el socialismo y en la democracia, al implementarlos paso a paso, hasta que la mayoría de los trabajadores tomen conciencia” (según Faraj Sarkohi). Este tipo de análisis y sus propuestas son ejemplos de cómo separar la superestructura política, de la base económica de la sociedad.
Una de los teóricos más importantes de este tipo de error es Agnes Heller8. En su colección de ensayos, ella —al igual que otros teóricos de la escuela de Budapest— buscaba un socialismo democrático que fuera lo opuesto a lo que Bob Avakian llama el “socialismo mecánico y economista” del bloque soviético. Pero en lugar de romper con ello, ella se deja envolver en el idealismo. Ella malinterpreta la relación entre la base económica de la sociedad, y su superestructura política e ideológica. ¡Esto en última instancia la conduce a considerar la democracia como un ideal que se puede injertar en una infraestructura económica capitalista o socialista!
Agnes Heller escribe: “[L]os mismos principios democráticos, en la medida en que son principios formales, pueden servir de principios fundamentales en la constitución de una sociedad capitalista o socialista”, y agrega: “la democracia formal, de hecho, puede transformarse en democracia socialista sin sufrir la más mínima modificación. Los principios de la democracia formal prescriben cómo proceder al abordar los asuntos de la sociedad, cómo encontrar soluciones a los problemas, pero de ninguna manera imponen un límite al contenido de las diversas aspiraciones sociales”. (Énfasis añadido por Atash)
En contraste con la fantasía idealista de Agnes Heller, Avakian enfatiza:
….[La] democracia, como un conjunto de principios formales, no se puede hacer que sirva al socialismo al igual que al capitalismo “sin sufrir la más leve modificación”.... para repetir lo más esencial, la democracia bajo el socialismo debe sufrir una transformación cualitativamente radical desde lo que fue bajo el capitalismo —debe ser invertida— de modo que la democracia sea practicada entre las filas de la nueva clase dominante, el proletariado, mientras que la dictadura la ejerza el proletariado sobre la antigua clase dominante, la burguesía.
[Sin] las dos rupturas radicales que Marx y Engels señalaron como decisivas... [Sin la batalla cuesta arriba que hay que librar después de que se establezca el socialismo...] No existe socialismo, ni hablar de su encauzamiento hacia la realización final del comunismo. Los principios que se necesitan en la esfera política son los que reflejen esto y sirvan a la lucha para superar la resistencia de la burguesía derrotada (y las fuerzas de clase de la renaciente clase burguesa), y para capacitar a las masas de personas para que se conviertan en amos de la sociedad en todas las esferas.... lo que se necesita es la aplicación de la democracia (y la dictadura) con un contenido de clase explícito, abierto, y no los principios formales de la democracia “sin la más leve modificación”9.
Karl Popper
Otro de los teóricos socialdemócratas es Karl Popper (filósofo de ascendencia austriaca). Expuso su teoría, una crítica al marxismo, en su conocido libro La sociedad abierta y sus enemigos10. En esa crítica al marxismo, Popper adopta un enfoque “esencialista” hacia la explotación capitalista y el estado, porque no los considera reformables. En los años 1990, el ala reformista de la República Islámica promovió fervientemente la teoría de Popper y este libro. De hecho, se convirtió en un importante puntal teórico de su política de “reformas” y se utilizó para movilizar a un sector de la comunidad intelectual en torno a la creencia en la “reformabilidad de la República Islámica”.
Según Popper, la teoría marxista —de que cualquier forma de estado, sin excepción, representa la dictadura de tal o cual clase, y que incluso el más “democrático” de ellos es de hecho una dictadura de clase— es una teoría “esencialista”. En su opinión, es posible que exista un estado que no sea una dictadura. Popper ve la democracia y la dictadura como dos planetas distintos, diciendo que donde hay democracia no hay dictadura y viceversa. Uno de sus criterios importantes para que un estado sea “democrático” y “no dictatorial” es que la gente pueda “votar por sacar” a sus líderes políticos.
En una crítica muy importante a los comentarios de Popper, Bob Avakian responde:
...la gente puede “destituir” (sacar por medio del voto) a políticos particulares, no puede “destituir” por ese medio —ni cualquier otro que no sea la revolución— a la clase capitalista (la burguesía) que en realidad gobierna la sociedad, que ejerce control sobre el propio proceso electoral, y que en todo caso domina el proceso por medio del cual se toman las decisiones y, lo que es más esencial, ejerce un monopolio de la fuerza armada “legítima”... ningún análisis serio —y por supuesto ninguno que no sea científico— de la dinámica del poder político y del proceso por medio del cual se toman las decisiones en los países “democráticos”, como Estados Unidos, puede llevar a otra conclusión que no sea que a todo esto, en realidad, lo monopoliza y domina completamente la clase dominante de capitalista-imperialistas, y que otros, que no son de esta clase dominante, son en realidad excluidos del ejercicio del poder político y de tomar decisiones políticas de importancia, a pesar de que la población participe en las elecciones11.
En última instancia, la solución de Popper es la siguiente: en lugar de preguntar “cuál clase gobierna”, los marxistas deberían preguntar “¡cómo contenerla”! Pero no hay ninguna experiencia que demuestre que las masas de personas puedan “contener” a la dictadura de la burguesía, la que tiene un aparato militar y de seguridad. La existencia de tales ilusiones falsas (las que siempre ha promovido la clase dominante) siempre ha asestado golpes irreparables a los oponentes del capitalismo y a los luchadores por la libertad en el camino hacia la liberación.
La “solución” de Popper a la explotación capitalista es también “contenerla”. Se opone a la “libertad ilimitada del capitalismo”, diciendo: “Bajo un sistema capitalista desenfrenado, la persona económicamente más fuerte es libre de intimidar a los económicamente débiles y robarle su libertad... Debemos exigir que la política de libertad económica ilimitada sea reemplazada por una intervención económica planificada del estado”12.
Aquí nos encontramos ante un señuelo y un cambio teórico, en el que Popper mueve la posición de las palabras a fin de distorsionar la naturaleza del capital. Como escribe Raymond Lotta: “El capital es una relación social y un proceso, cuya esencia es, de hecho, la dominación de intereses ajenos y antagónicos sobre el trabajo”. (Raymond Lotta, America in Decline.)13 Y el estado burgués (ya sea su forma social-democrática, liberal-democrática o fascista) es vital para la imposición de esta relación [social]. Sin él, la burguesía nunca podrá dominar a la fuerza laboral. Ninguna demanda puede detener el “capitalismo desenfrenado”, porque la ley de “expandirse o morir” es la ley “intrínseca” del capitalismo, y la violencia física es el resultado inevitable: incluso al extremo de causar guerras devastadoras y la destrucción del medio ambiente.
Todos los países que los socialdemócratas iraníes presentan como “ejemplos” y “modelos” de socialdemocracia —incluidos los países escandinavos— son países capitalistas imperialistas que, como resultado del saqueo y la superexplotación al “Sur Global”, en algunos casos a cierta medida y durante un período de tiempo, tienen la capacidad de proporcionar bienestar y ciertos derechos políticos para asegurar su propio territorio nacional.
Pero hoy estamos viendo a esos mismos países quitarse los guantes “democráticos” y mostrar abiertamente su puño de hierro fascista. Y es sorprendente ver que tantos intelectuales socialdemócratas nuestros adopten un silencio ensordecedor ante el crimen genocida cometido por Israel contra el pueblo palestino — ¡lo que se parece mucho a su silencio ensordecedor sobre la masacre de los prisioneros políticos en 1988 [en Irán]!
Vea también:
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De Atash/Fuego #143 Revista del Partido Comunista de Irán (marxista leninista maoísta)
La realidad del comunismo
La democracia burguesa se refiere a la dictadura de clase de la burguesía
Primera parte
-
De Atash/Fuego #144, Revista del Partido Comunista de Irán (marxista leninista maoísta)
La realidad del comunismo
La realidad de la democracia y el ideal de la democracia
Segunda parte
-
De Atash/Fuego #145, Revista del Partido Comunista de Irán (marxista leninista maoísta)
La realidad del comunismo
Democracia y la libertad de expresión — ¡La base económica es el factor decisivo!
Tercera parte