25 de octubre de 2023. La semana pasada, Joe Biden viajó a Israel para expresar su firme apoyo al horrible y sádico asedio a Gaza y los preparativos de parte de Israel para lo que será una invasión exponencialmente más destructiva de la propia Gaza. (Vea: “Israel emprende embate genocida contra Gaza... y se prepara para guerra terrestre de alto riesgo”.) Las muertes de palestinos (que al cierre, superan 5.000, según cifras de la ONU) seguramente aumentarán aún más y la miseria, el trauma y la angustia de aquellos que sobrevivan a tal invasión será en sí agonizante y dolorosa. Y no obstante, Biden quien lloró por las muertes israelíes, rápidamente se peló los colmillos, abrazando al primer ministro israelí fascista Netanyahu y señalando el firme respaldo de Estados Unidos.
Biden le dio a Israel nuevo armamento de las reservas estadounidenses existentes, y apenas había llegado a casa cuando habló ante la nación para exigir nuevas inyecciones masivas de armamento mortífero y de alta tecnología a Israel. A esto le sumó exigencias de nueva ayuda militar para la guerra de sustitutos de Estados Unidos contra Rusia en Ucrania1. Así, como ha señalado Bob Avakian, o BA, Biden condena a Putin por ser criminal de guerra debido al asesinato de civiles en Ucrania, mientras que en el mismísimo discurso se une con la clase dominante entera de Estados Unidos para apoyar y proporcionar aún más medios para que Israel lleve a cabo la matanza genocida de civiles palestinos.
¿Y qué explica esta contradicción evidente? En palabras de Bob Avakian:
Lo que motiva a Biden y a los demás — lo que éstos quieren decir con los “intereses nacionales” y los “intereses de seguridad” de Estados Unidos— no es una preocupación por la vida o los derechos de las personas, en ninguna parte, sino los intereses asesinamente opresivos del imperio estadounidense empapado de sangre, intereses los cuales están preparados para imponer con una violencia genocida e incluso ante el peligro de aniquilar la existencia humana.
Como dijo el propio Biden en 1983, cuando era senador: “Si no existiera un Israel, los Estados Unidos de América tendría que inventar a un Israel para proteger sus intereses en la región”. ¿Qué quiso decir con ello? La región del Medio Oriente del mundo, donde se ha implantado Israel, es a la vez una encrucijada estratégica entre África, Asia y Europa y además el hogar de un alto porcentaje del petróleo del mundo, que es un material estratégico para el funcionamiento de la economía global. Estados Unidos, a medio mundo de distancia, necesita a una potencia que domina en el ámbito militar en la que se pueda confiar para asegurarse de que se proteja y promueva los intereses imperiales de Estados Unidos contra otros imperialistas —como Rusia, China, etc.— y además contra las masas de personas de esa región. Israel sí es esa potencia y eso, y no el “cabildo judío”, es la razón por la que Israel ha recibido, con mucha diferencia, más ayuda militar de Estados Unidos que cualquier otra potencia y por la que Estados Unidos siempre “lo defiende” cuando lleva a cabo alguna u otra atrocidad para la protección de los intereses imperialistas de Estados Unidos en esa región. Es por eso que su gobierno (de Estados Unidos), en su nombre (de la población en Estados Unidos), patrocina y respalda a este estado teocrático, de asentamientos de colonos y de apartheid: es un eje crítico en la forma en que Estados Unidos impone su dominación del mundo.
Nosotros, la gente del mundo, ya no podemos darnos el lujo de permitir que estos imperialistas dominen al mundo y determinen el destino de la humanidad. Hay que derrocarlos cuanto antes. Y es un hecho científico que no tenemos que vivir así.
— Bob Avakian
El choque de gánsteres imperiales
Rusia e Irán, actuando a partir de sus propios intereses en este sistema imperialista, son elementos que desafían la forma en que Estados Unidos ha dominado durante décadas a Europa y, a un nivel mucho más intenso y a veces extremadamente sangriento y genocida, al Medio Oriente2. Ya hemos analizado la manera en que Rusia ve sus intereses imperiales bajo ataque en los movimientos cada vez más agresivos de Estados Unidos para influenciar y controlar a Ucrania en los últimos 20 años y la manera en que se sintió obligada a atacar antes de que Ucrania se uniera a la OTAN, la alianza militar en Europa dominada por Estados Unidos.
Irán, que hace menos de un año suprimió brutalmente a un justo levantamiento a nivel nacional contra la opresión de las mujeres y más en general contra la dictadura teocrática islámica en el poder, aspira a convertirse en una potencia más dominante en el Medio Oriente. Durante años, Israel ha visto en Irán su rival más grande en la región e Israel periódicamente lleva a cabo agresiones contra Irán, especialmente a su programa de energía nuclear (el que Israel considera extremadamente peligroso)3. Irán, a su vez, financia y ejerce una gran influencia sobre poderosas milicias regionales como Hezbolá en El Líbano y los hutíes en Yemen, así como el propio Hamas. Además, en sus objetivos Irán se está alineando cada vez más con Rusia y China. (Como reflejo de la forma en que las fuerzas se están chocando en torno a Gaza, la semana pasada Estados Unidos lanzó misiles para interceptar lo que dijeron eran misiles suministrados por Irán lanzados por los hutíes en Yemen apuntados contra Israel).
Biden —y la clase imperialista más amplia que él representa, a partir de sus propios intereses— no pueden tolerar los desafíos de Irán y Rusia, y de China que se asoma detrás de éstos y les brinda apoyo. Las guerras en Ucrania y ahora en Israel-Palestina reflejan e intensifican ese conflicto. Ambas partes sienten, cada vez más, que están contra la pared.
Pero ninguna de estas maniobras peligrosas y de alto riesgo por parte de ningún lado tiene ninguna relación con la liberación para las masas. Tampoco es simplemente algún tipo de naturaleza maligna por parte de cualquiera de sus partes. Es la regla básica brutal del sistema capitalista-imperialista la que dicta su código moral esencial y el comportamiento de estos imperialistas: dominar, o ser dominado. Ganar, o hundirse.
Y es la gente del planeta entero la que pagará el precio. Ninguna de estas potencias quiere necesariamente que esta situación se salga de control; al contrario. Pero las mismas reglas de su sistema los llevan a todos ellos a una dinámica que está más allá de su control.
El peligro extremo… y la verdadera oportunidad
¿Qué tan peligroso es esto? Thomas Friedman, un columnista del New York Times y defensor prominente del ala liberal, o al menos no fascista, de la clase dominante imperialista estadounidense, escribió la semana pasada, en una columna que tituló “Israel está a punto de cometer un terrible error”, que:
Ya es tarde. Nunca antes había escrito una columna tan urgente porque nunca me había estado más preocupado sobre la forma en que esta situación podría descontrolarse en una espiral de maneras que podrían dañar irreparablemente a Israel, dañar irreparablemente los intereses de Estados Unidos... y desestabilizar al mundo entero.
Tómese un minuto y piense en eso. Friedman, como animador del imperialismo estadounidense, teme que esta invasión podría salirse de control de formas que perjudicaran “irreparablemente” los intereses estadounidenses y podría “desestabilizar al mundo entero”. No obstante, Biden, a pesar del piadoso consejo de Thomas Friedman, avanza apresurado con una concentración e intensidad poco usuales para él. ¿Por qué? Porque, según sus cálculos, causaría mucho más “daño irreparable” a “los intereses de Estados Unidos” no respaldar esta invasión genocida, con toda la carnicería inimaginable con la que amenaza y con todos los riesgos graves que implica.

Pero esos intereses que impulsan los cálculos y las acciones de Biden no son nuestros intereses. La desesperación que impulsa las apuestas que tanto teme Friedman refleja la rivalidad de alto riesgo y las maniobras riesgosas entre los imperialistas.
Los republicanos fascistas ya están oponiéndose a Biden, no por la cuestión de perseguir esos sangrientos intereses o no, pues TODOS ELLOS están muy unidos en torno a eso, sino sobre la mejor manera de hacerlo4. El terrible sufrimiento y los riesgos aún más grandes que conllevan estas guerras (incluido el riesgo de una guerra nuclear) hacen que la continuación de la existencia de este sistema sea aún más intolerable. Las divisiones entre los gobernantes en materia de política exterior agravan el hecho de que ya no pueden ponerse de acuerdo sobre la forma de gobernar este sistema — un hecho, el que hemos explicado en otro lugar, que hace que la revolución sea más posible en estos tiempos.
Aquí no existe ninguna opción con sentido para el futuro entre los demócratas, y los republicanos fascistas. No. La única opción con sentido está entre la certeza de algo terrible... o la posibilidad de algo verdaderamente emancipador por medio de una revolución, y nada menos. ÉSA es la opción contundente que tenemos ante nosotros: más horror y más riesgo de una guerra que acabe con la civilización, un desastre ambiental y la persistencia de relaciones sociales opresivas, presididas por demócratas o por los republicanos — O una revolución para avanzar hacia una forma completamente mejor de vivir y a un sistema fundamentalmente diferente.
¿Cuál opción asumirás? El reloj corre furiosamente.