ACTUALIZACIÓN (17/10/2022)

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ACTUALIZACIÓN (10/10/2022): Mientras publicamos esto, la huelga de presos en Alabama continúa en varias prisiones del estado. Incluso las autoridades, que han venido afirmando que la huelga se está rindiendo, admiten que varias prisiones están completamente cerradas. Los presos siguen luchando para mantenerse fuertes ante todo tipo de adversidad. A uno de los organizadores de la huelga dentro de la prisión, Robert Earl Council, conocido como Kinetic Justice, lo golpearon y lo puso en segregación. Otros presos denuncian amenazas y violencia por parte de las autoridades para obligarles a volver a trabajar. Hay juegos mentales depravados por parte de las autoridades, como servir una comida decente y saludable de golpe, y luego volver a las raciones de hambre de combinaciones de pan, perritos calientes sin cocinar, queso, mortadela, ciruelas pasas y ensalada de col. Han prohibido las visitas; las lavanderías de las prisiones no funcionan; la basura se acumula; y esto se suma a las condiciones ya inhabitables de las prisiones.

Los presos están dando un ejemplo heroico, luchando por superar la degradación de la vida de los comes o te comen, la que imponen las autoridades penitenciarias, y toda la naturaleza de esta sociedad, que no tiene ningún futuro para millones de nativos americanos, latinos y negros pobres. Un artículo del grupo de reforma penitenciaria The Marshall Project del 8 de octubre informaba de que “docenas de hombres en prisiones de otros estados del Sur han empezado a hablar de si podrían replicar el paro de Alabama”.

Se ha trazado una línea. La huelga de los presos de Alabama es un momento de ¿de qué lado estás? Las declaraciones de “preocupación” por las condiciones de las prisiones, las promesas de los funcionarios elegidos o aspirantes (republicanos-fascistas y demócratas) de nombrar comisiones no valen un carajo. Las demandas de los presos, centradas en un sistema legítimo y justo de libertad condicional y el fin de las condiciones de campos de exterminio, deben ser satisfechas, totalmente, ahora.

Los simpatizantes fuera de la prisión están organizando a la gente para asistir a una manifestación el 14 de octubre a las 9:00 am en el Capitolio del Estado de Alabama, 600 Avenida Dexter, Montgomery, Alabama. Instamos a los lectores a que asistan si pueden o a que encuentren formas de apoyar esta lucha y hacer correr la voz (contacto @bothsidesofthewall.com). Y encontrar maneras de presentar y desafiar a la gente a entrar en el movimiento para una revolución real de cualquier manera que puedan.

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Miles de presos se declararon en huelga contra el sistema penitenciario de Alabama el 26 de septiembre. Exigen que “el departamento de justicia de Estados Unidos intervenga y ponga fin inmediatamente a la negación sistemática de nuestra dignidad y derechos humanos por parte de Alabama”. Y que se ponga fin a “las leyes sobre las sentencias de prisión que han conducido al hacinamiento, a numerosas muertes, a graves lesiones físicas, así como a la angustia mental de individuos encarcelados”. Cuando publicamos este artículo, la huelga continúa frente a las viles maniobras de los funcionarios de prisiones para obligarles a abandonar su lucha.

En coordinación con la huelga de presos, una red de familiares y simpatizantes de los presos está protestando en el capitolio del estado de Alabama bajo el lema “¡A romper todas las cadenas!” El testimonio condenatorio de los familiares que sacan a la luz la sistemática y bárbara brutalidad y muerte sufrida por sus seres queridos ha irrumpido en la cobertura mediática de Alabama y más allá, y ha arrojado luz sobre lo que es realmente un sistema de campos de exterminio genocida.

La negativa de los presos en las condiciones más depravadas, brutales e infernales a aceptar que les traten como menos que seres humanos es una historia de valor y determinación poderosas, intrépidas e inspiradoras. (Véase la entrevista de Revolución con Diyawn Caldwell, presidenta de Both Sides of the Wall [Ambos lados del muro], la organización que organizó las protestas coordinadas ante las prisiones). Exige el apoyo de las personas de conciencia de todo el mundo.

Campos de exterminio genocida

Las cárceles de Alabama son campos de exterminio que aplastan el cuerpo y el alma, dirigidos de forma extremadamente desproporcionada a los negros.

En medio de una “guerra contra las drogas” en todo el país (en realidad una guerra contra los negros), Alabama promulgó la más estricta “ley de los tres strikes” de Estados Unidos, que impone una sentencia de cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional a cualquier persona condenada por un delito grave de clase A, la que incluye el robo o el hurto, si ya tenía tres delitos anteriores en su historial.

Como resultado, se hacinan seres humanos en prisiones construidas para albergar a la mitad de ellos. Fotos sacadas a escondidas de las prisiones de Alabama documentan las condiciones de inmundicia y los alimentos no aptos para la supervivencia humana, y los presos que sufren urgencias médicas extremas son abandonados a su suerte mientras se ignoran los gritos de auxilio. El COVID y el calor extremo son muy perjudiciales para los presos de Alabama sin aire acondicionado. En las cárceles de Alabama no funcionan las alarmas contra incendios, y hay graves problemas con la plomería, techos con goteras, iluminación deficiente, insectos y otras alimañas que proliferan en los dormitorios y las zonas de cocina, y cargas para los sistemas de ventilación y eléctricos debido al hacinamiento extremo.

Alrededor del 27% de los habitantes de Alabama son negros, pero los negros representan el 56% de los que están en prisión. Los hombres negros tienen tres veces más probabilidades de ser asesinados que los blancos en las prisiones. Y el 75 por ciento de las personas que cumplen condenas de cadena perpetua sin libertad condicional en virtud de la ley de “tres strikes” de Alabama son negros (vea Mass Incarceration and Unconstitutional Prisons [Encarcelación en masa y prisiones inconstitucionales]).

La violencia por parte de los guardias es feroz e incontrolada. El Montgomery Advertiser informó de que “El uso de la fuerza se produce con tanta regularidad en las prisiones de Alabama que algunos guardias parecen estar acostumbrados a ese nivel de violencia y lo consideran normal. En resumen, en las prisiones de Alabama, el trato cruel de los presos por parte del personal es común y las técnicas de calmar la situación se ignoran regularmente”. En 2019, por ejemplo, Michael Smith fue golpeado hasta la muerte por los guardias de la prisión. Los funcionarios de la prisión dijeron al personal del hospital que las lesiones de Smith se produjeron después de que se cayera de una litera.

Entre la brutalidad de los guardias, la tasa de homicidios que resulta de las condiciones infernales impuestas sobre la gente y la pésima atención médica, ser condenado a una prisión de Alabama equivale a ser enviado a un campo de exterminio. Por ejemplo, en los 30 días transcurridos entre el 15 de junio y el 15 de julio de este año, murieron 11 hombres encarcelados en el centro penitenciario de Donaldson, cerca de Bessemer, Alabama. La mayoría de estas muertes correspondían a hombres jóvenes que, según los familiares, no padecían condiciones de salud preexistentes, aparte de las lesiones sufridas durante los asaltos en la prisión. En varios casos, a los familiares ni siquiera se les notificó de la muerte de su ser querido o no pudieron obtener información sobre lo que les había ocurrido.

Denegación sádica y sistemática de la libertad condicional

La Junta de Indultos y Libertad Condicional de Alabama (BOPP por las siglas en inglés) recibió 4.232 solicitudes de libertad condicional en el año que terminó el 30 de septiembre de 2021. Si hubiera seguido sus propias directrices, 3.216 presos habrían sido puestos en libertad condicional. Pero el BOPP no está obligado a seguir ni siquiera sus propias directrices. Sólo liberó a 648 presos.

Aunque la tasa de denegación de la libertad condicional es una barbaridad para todos los presos, existe una enorme disparidad racial en cuanto a quiénes obtienen la libertad condicional. De junio a diciembre de 2021, el 23 por ciento de los presos blancos considerados para la libertad condicional fueron liberados, pero sólo el 9 por ciento de los presos negros.

Diyawn Caldwell, la presidenta de Both Sides of the Wall, dijo a Revolución que esto crea una situación en la que la percepción entre los presos es que “tienes más personas saliendo en bolsas para cadáveres que en libertad condicional”.

La cultura de la violencia impuesta por el Estado se utiliza para satanizar a los presos

El Departamento de “Justicia” de Estados Unidos (DOJ por las siglas en inglés) publicó un informe en 2019 que caracterizó las condiciones en las prisiones de Alabama como una violación “severa, sistémica” de la protección constitucional de los presos contra el castigo cruel e inusual. Eso es cierto. Pero el informe, que se centraba estrictamente en la violencia entre presos, concluyó que lo que se necesitaba eran más campos de exterminio y más guardias. Ignoró las pruebas que surgieron en su propia investigación de que las políticas y la cultura impuestas por las autoridades penitenciarias desempeñan el papel principal en crear y mantener esta situación.

En uno de los incidentes, enterrado en el informe del DOJ, un preso informó que intentó obtener protección para no ser amenazado de violación. Las autoridades le dijeron que, ya que tenía una deuda por drogas, tenía que pagarla con sexo. El informe documentó (y esencialmente ignoró) 17 incidentes similares. Y las autoridades penitenciarias instigan la violencia entre reclusos al mezclar a las víctimas de agresiones en las mismas celdas que a aquellos de los que temen ser agredidos.

El gobierno del estado de Alabama utiliza esta violencia inducida por el sistema en las prisiones para perpetrar la satanización racista de los presos en un intento de aislarlos, al servicio de toda una agenda fascista con el genocidio como una punta de lanza. En respuesta a las demandas publicadas por los presos para que se ponga fin a las políticas que condenan a casi todos los presos, independientemente de sus sentencias o antecedentes penitenciarios, a lo que es esencialmente la cadena perpetua sin libertad condicional, un portavoz de la gobernadora de Alabama, Kay Ivey, emitió un comunicado en el que afirmaba falsamente que “algunas de estas demandas sugieren que criminales como los asesinos y los agresores sexuales seriales de niños pueden caminar por las calles” y declaraba: “Puedo decirles que eso nunca ocurrirá en el estado de Alabama”.

Sacrificio y lucha heroicos

Además de poner la prisión en cierre de emergencia, las autoridades penitenciarias están intentando literalmente hacer pasar hambre a la población reclusa hasta someterla. Las raciones de comida, que ya eran miserables anteriormente, se han reducido de tres a dos “comidas” al día, que consisten en cosas como dos rebanadas de pan blanco con un trozo de carne embutido barato o de queso. Un hombre encarcelado en el correccional de Ventress declaró al Montgomery Advertiser que oyó a un capitán de la prisión decir a los funcionarios del correccional: “Si no quieren trabajar, que se mueran de hambre”. No existen disposiciones para los presos diabéticos o con alergias alimentarias graves.

También hay informes de que están poniendo en aislamiento a los presos que han documentado los abusos e intentos violentos por parte de las autoridades para romper la huelga.

Frente a todas las formas en que el sistema penitenciario crea e intensifica el conflicto entre los presos, éstos han forjado una unidad inspiradora. Un activista de los derechos penitenciarios informó: “Acabo de hablar con un hombre que está en una prisión de Alabama. Insiste en que todos, todas las pandillas, están trabajando juntos y no pararán la huelga hasta que haya un cambio. ‘Sólo necesitábamos esperanza, y esto nos da esperanza’“.

En el quinto día de huelga, un preso envió un mensaje: “Nos mantenemos fuertes... Sabemos que no tenemos nada más que hacer y esto nos da esperanza y demuestra a todos que podemos trabajar juntos como un equipo para lograr cosas”.

La valentía y la determinación de los presos, y los cambios que están experimentando, ofrecen un destello del impacto potencial de aquellos para quienes este sistema no tiene ningún futuro. En “Un llamado a quienes el sistema ha desechado”, Bob Avakian (BA) ha escrito que “hay un mundo que salvar —y que ganar— y en ese proceso aquellos que este sistema ha dicho que no valen nada, pueden importar muchísimo”. El reto al que se enfrentan los que están dentro y fuera de los muros de las prisiones es conectar ese potencial con la dirección y el trabajo emancipador de BA, a la vez que se construye el apoyo a las luchas importantes como la que ahora se libra en Alabama.