En El Paso, Texas, la noche del 19 de diciembre, miembros de la Guardia Nacional de Texas y de la policía estatal de Texas colocaron unos 1.000 metros de alambre de navaja en las orillas del Río Bravo, un río que forma la frontera de 1.200 kilómetros de longitud entre Texas y varios estados mexicanos. Muchas personas esperaban que pronto se levantara el “Título 42”, un reglamento del gobierno federal que ha sido utilizada tanto por el régimen fascista de Trump y Pence como por la administración demócrata de Biden para expulsar de Estados Unidos a millones de personas. Si eso sucediera, los migrantes que han venido movilizando hacia el norte de México o esperando allí podrían entrar a Estados Unidos y solicitar asilo.

La crueldad inagotable del fascismo cristiano

A medida que se acercaba la fecha límite del Título 42, el 21 de diciembre, el gobernador fascista cristiano de Texas Greg Abbott ordenó que más de 500 soldados “establecieran a lo largo del canal fluvial de concreto que separa El Paso de Ciudad Juárez, México, cortando uno de los puntos de cruce más concurridos para los migrantes que intentan entregarse a los agentes de la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos y solicitar asilo”. Patrullas del Departamento de Seguridad Pública de Texas (DPS) y Humvees militares se posicionaron a lo largo de la orilla del río. (El Ejército de Estados Unidos describe el Humvee como un vehículo que “apoya a las unidades de combate y a los de apoyo a los servicios de combate con un vehículo sobre ruedas táctico, versátil y configurable para varias misiones”). En la mañana del 20 de diciembre, tropas de la Guardia Nacional con fusiles estaban alineadas detrás de alambre de navaja enfrentándose a unos 75 inmigrantes —empobrecidos, desesperados y definitivamente sin armas— que pretendían ingresar a Estados Unidos para ejercer su derecho legal a solicitar asilo.

Escenas similares se vieron a lo largo de la frontera, desde las montañas y el desierto de El Paso hasta Brownsville, donde el Río Bravo desemboca en el golfo de México. En Reynosa, ciudad fronteriza del estado mexicano de Tamaulipas, se calcula que unas 4.000 personas se encontraban en dos refugios temporales mientras se acercaban temperaturas debajo de los 32 F / 0 C; se calcula que otras 4.000 estaban en campamentos en los alrededores. En la ciudad fronteriza de Eagle Pass, patrullaban vehículos blindados de la Guardia Nacional de Texas y un dirigible federal. Los drones que sobrevolaban a los migrantes mostraron a multitudes de personas, incluidas familias con niños pequeños “esperando cerca del alambrado de púas y de las tropas de la Guardia Nacional de Texas”.

Muchos de los migrantes atrapados a lo largo de la frontera han estado durmiendo bajo lonas o tiendas de campaña, o en las aceras y el suelo, en lo que el Servicio Meteorológico de México llamó una “masa de aire ártico” que llegó hasta el sur de Texas y el norte de México. El alcalde de El Paso dijo a CNN que le habían informado que hay más de 20.000 migrantes en México al otro lado de El Paso, ansiosos por entrar en Estados Unidos. Todos esperaban que se levantara pronto el Título 42 para poder solicitar asilo. También dijo que había “cientos y cientos (de migrantes) en las calles” [de El Paso]. Se utilizaban dos escuelas vacías y tres hoteles de refugio de emergencia para alojar a la gente, y la ciudad de El Paso estaba enviando en autobús a Houston y otras ciudades de Texas a algunas personas que consiguieron entrar en la ciudad.

La crueldad sádica de Abbott y otros fascistas hacia los inmigrantes alcanzó nuevas cotas a medida que se acercaba la Navidad. En Nochebuena, un autobús que había salido de El Paso con más de 130 migrantes los dejó frente a la casa de la vicepresidenta Kamala Harris en Washington, D.C. Las temperaturas en D.C. estaban por debajo de los 20 grados F / 5 bajo cero C, y muchos de los migrantes tenían “poco más que una camiseta o una manta ligera” para protegerse del frío.

Prohibición de tránsito y expulsión acelerada: Las propuestas de los demócratas para elevar el nivel de represión contra los inmigrantes

Los ataques implacables contra Biden y los demócratas por supuestamente permitir que la frontera esté “fuera de control”, y los llamamientos a una represión cada vez más despiadada de los inmigrantes, son piedras angulares de la política republicano-fascista. El líder congresista fascista Kevin McCarthy ha amenazado con procesar a Alejandro Mayorkas, director de Seguridad Nacional de Biden, por las políticas fronterizas supuestamente blandas de Biden. Mientras Abbott ordenaba el envío de más tropas y policías a la frontera, escribió una carta a Biden quejándose de lo que llamó la “inacción [del gobierno federal] para asegurar la frontera sur” y las “políticas de frontera abierta”, y utilizó esas mentiras como pretexto para la dura represión militarizada que el estado de Texas ha aplicado.

La realidad de lo que han hecho Biden y los demócratas es muy diferente. Algunos ejemplos para demostrar este hecho: han expulsado a casi 2,5 millones de migrantes bajo el Título 42 desde que se utilizó por primera vez, y hubo muchas más expulsiones con Biden que con Trump. Biden expulsó a casi tantos haitianos en su primer año de mandato como Bush, Obama y Trump juntos en todo el tiempo que estuvieron en el cargo. La administración Biden ha destinado más de 15.000 millones de dólares al año a la “seguridad fronteriza”, una cifra casi idéntica a la de Trump.

En los meses previos a diciembre y al posible fin del Título 42, el Departamento de Seguridad Nacional (DHS) de Biden desplegó a otras 2.500 personas de sus propias filas, de otras agencias federales y de contratistas en la frontera, lo que permitió a los cerdos policías de la Patrulla Fronteriza volver al “trabajo de campo”, es decir, centrarse directamente en merodear por la frontera y detener a los inmigrantes. El DHS también contrató a unos 1.000 “coordinadores” para agilizar el proceso de lo que se espera que sean “cifras récord” de inmigrantes que lleguen a la frontera, para que muchas de las personas detenidas pudieran ser devueltas al otro lado de la frontera más rápidamente. A principios de diciembre, cuando se vislumbraba el posible fin del Título 42, Biden pidió 3.000 millones de dólares adicionales para personal y equipamiento para “luchar contra la oleada” de migrantes que se espera que intenten solicitar asilo en la frontera.

El 8 de diciembre, el jefe del DHS Mayorkas hizo pública una declaración en la que prometía que, incluso si se pusiera fin al Título 42, el DHS “procesará a las personas que se encuentren en la frontera sin los documentos de viaje adecuados utilizando sus antiguas... autoridades, que prevén consecuencias significativas, incluida la prohibición de reingreso durante cinco años para las personas expulsadas. Estas consecuencias incluyen la expulsión acelerada que permite al DHS repatriar rápidamente a las personas que carecen de base legal para permanecer en Estados Unidos”. En lenguaje llano, el plan de los demócratas consiste en detener a un gran número de inmigrantes, “procesarlos” y deportarlos o expulsarlos rápidamente.

Además, se informa que la administración Biden está estudiando activamente la aplicación de una llamada “prohibición de tránsito” para reducir el número de solicitantes de asilo admitidos. Entre otras cosas, esta exigiría que los solicitantes demostraran que intentaron obtener asilo en los países por los que pasaron de camino a Estados Unidos. El New York Times informó que la administración Biden podría poner pronto en marcha este plan, que chocaría “directamente contra el corazón de décadas de derecho estadounidense e internacional”... También se informa que la medida propuesta permitiría a un pequeño número de personas acomodadas solicitar asilo, aunque la gran mayoría sea rechazada, de forma similar a una política desarrollada recientemente para los venezolanos¹. La administración Biden basa el plan propuesto para una “prohibición de tránsito” en las medidas adoptadas por el ex alto asesor de Trump, Stephen Miller, un fascista rabiosamente racista que odia a los inmigrantes y que dirigió la embestida del régimen de Trump/Pence contra los inmigrantes².

Una crisis de imperialismo, no una crisis de inmigración

Hay una ola de intensos conflictos volátiles en todo el hemisferio de América del Norte, del Sur y Central. Las guerras de agresión de Estados Unidos en Centroamérica en los años 80 y 90; la guerra económica contra países como Cuba o Venezuela que desafían los dictados de Estados Unidos; la superexplotación del resto del continente; y los graves desastres medioambientales: todo ello se ha combinado para crear o empeorar un infierno en el hemisferio sur. Decenas de millones de personas llevan una vida intolerable y buscan una salida.

Retrasar una decisión sobre el Título 42, como acaba de hacer el Tribunal Supremo, da más tiempo al gobierno estadounidense para reunir y preparar sus fuerzas represivas y seguir desarrollando medios para detener, encarcelar y deportar a la gente. Pero también significa que se intensificarán todas las presiones que se están acumulando a lo largo de la frontera.

Ni los abiertamente odiosos y racistas Republi-fascistas ni los Demócratas, que mantienen una fachada más “liberal” y cariñosa, tienen ninguna respuesta a la “crisis de la inmigración” que no esté enraizada y basada en la intensificación de la violencia y la represión. Ambos representan los intereses del sistema imperialista capitalista, un sistema que se alimenta y es la fuente de todo este sufrimiento.

Para la humanidad esta no es una “crisis de la inmigración” sino una crisis del imperialismo. Se trata de un sistema que ha infligido a la humanidad un sufrimiento interminable, cada vez más profundo y completamente innecesario.

Como declaró Revolución la semana pasada:

La frontera entre Estados Unidos y México es un punto focal y una línea divisoria de este conflicto y tensión explosivos. Todavía está por determinarse a qué conducirá — y lo que harán las masas de personas, en Estados Unidos y en otros países en América del Sur, del Norte y Central, será una gran parte de determinar el resultado. Las palabras de Bob Avakian resuenan con fuerza en la conclusión:

...en términos fundamentales, tenemos dos opciones: o vivir con todo eso —y condenar a las generaciones del futuro a lo mismo, o a cosas peores, si es que siquiera tengan un futuro—o, ¡hacer la revolución!

— Bob Avakian, del discurso filmado Por qué nos hace falta una revolución real y cómo concretamente podemos hacer la revolución