Hace cuatro años, el 6 de enero de 2021, después de que Trump perdiera las elecciones ante Joe Biden, miles de partidarios fascistas de Trump, incitados por el propio Trump, tomaron por asalto el Capitolio de Estados Unidos. Una vez dentro, causaron estragos violentos, exigiendo que se anulara la elección. Dejaron claras sus intenciones colocando una horca y una soga afuera para amenazar a Mike Pence (el vicepresidente de Trump que se negó a aceptar la intentona), gritando amenazas de muerte a la lideresa demócrata Nancy Pelosi y a otros, agitando banderas de la Confederación esclavista. Fue un intento de golpe de estado fascista, que casi tuvo éxito.
![graphic January 6 anniversary spanish](/sites/default/files/styles/600_proportional/public/2025-01/graphic-Jan-%206-Vertical-es.jpg?itok=aONtbkSM)
Cuatro años después, en su primer día en el cargo tras su regreso como presidente de Estados Unidos, Trump indultó incondicionalmente a unos 1.500 golpistas fascistas que habían sido acusados o condenados por el intento de golpe de estado del 6 de enero, algunos de ellos por graves delitos violentos. También conmutó las sentencias de los principales líderes fascistas implicados, entre ellos Stewart Rhodes, el jefe de la pandilla fascista Oath Keepers [Guardianes del Juramento], que había sido condenado por conspiración sediciosa y sentenciado a 18 años de prisión. Y Trump concedió un indulto total a otro importante fascista, Enrique Tarrio, la cabecilla de los Proud Boys [Muchachos Orgullosos], que había sido condenado a 22 años de prisión por conspiración sediciosa.
Durante la campaña presidencial, mientras Trump continuaba con la mentira sobre las elecciones “robadas”, llamó a esos golpistas del 6 de enero “rehenes” y “héroes”, prometiendo liberarlos. A veces comenzaba sus actos con una grabación del “Coro de la prisión 6 de enero” cantando el himno nacional de Estados Unidos. Ahora ha cumplido esa promesa a lo grande, abriendo las puertas de par en par para dejarlos salir libres.
![fascist rioters in capitol building in attempted coup](/sites/default/files/styles/600_proportional/public/2021-12/20210106_rioters_in_capitol_AP210107111828-1200x736.jpg?itok=9yDOlmEk)
Alborotadores fascistas en el edificio del Capitolio, Washington, D.C., en el intento de golpe de estado, el 6 de enero de 2021. Foto: AP
Los indultos incondicionales otorgados por Trump, junto con las conmutaciones de penas, a estos violentos soldados rasos y líderes fascistas, sientan un precedente para darle un visto bueno legal a todo lo que puedan hacer las tropas de asalto fascistas, sin importar qué tan violentos sean, siempre que se cuadre con lo que Trump considere a favor de sus intereses y esté del lado de su régimen. Uno de los que recibió un indulto (conocido como el “Chamán de QAnon”) escribió en X: “¡¡¡GRACIAS PRESIDENTE TRUMP!!! ¡¡¡AHORA VOY A COMPRAR ALGUNOS MALDITOS FUSILES!!! ¡¡¡AMO A ESTE PAÍS¡¡! ¡¡¡¡DIOS BENDIGA A ESTADOS UNIDOS!!!!"
Piensen en lo que significa que esta turba que intentó llevar a cabo un golpe de estado fascista ante los ojos del mundo sea absuelta legalmente e incluso celebrada, mientras que ellos solo se han vuelto más endurecidos y organizados. Mientras tanto, Trump y su designado para dirigir el FBI, el organismo más poderoso del orden público federal de Estados Unidos, hablan abiertamente sobre cómo se debe perseguir, procesar e incluso encarcelar, o hacerles cosas aún peores, a las personas, en el caso de que promuevan opiniones políticas que van en contra de Trump y su agenda fascista MAGA [Hacer que Estados Unidos vuelva a tener grandeza].
También cabe señalar que Trump ha conseguido obligar a prácticamente todos los miembros del Partido Republicano a aceptar la ficción de que le “robaron” las elecciones de 2020 y que los alborotadores del 6 de enero fueron procesados y encarcelados “injustamente” — aunque muchos de los republicanos inicialmente se le opusieron o se mostraron reacios a aceptar esta mentira. Además, el vicepresidente de Trump, J. D. Vance, le dijo a los periodistas unos días antes de la toma de posesión que no creía que los alborotadores del 6 de enero que cometieron delitos violentos debieran ser indultados. El hecho de que Trump haya anunciado los indultos y conmutaciones de penas para todos el primer día, de una manera muy audaz y directa, envía un mensaje claro sobre lo agresivo que pretende ser este fascismo en el segundo mandato, y lo poco que le importa a él y a su régimen incluso la apariencia de respetar el estado de derecho.
El fascismo no es una “palabra malsonante” — o simplemente una especie de etiqueta negativa que se le pone al oponente en el transcurso de una elección. El fascismo, tal como lo representa Donald Trump, es un fanatismo supremacista blanco, supremacista masculino, anti-LGBT, odia-inmigrantes, destructor agresivo del medio ambiente, anticientífico y fundamentalista religioso, decidido a usar el poder del gobierno para compeler a la fuerza una obediencia a su locura peligrosa y destructiva, y para perseguir despiadadamente a aquellos que se le oponen o se resisten.