Embarcación venezolana en aguas internacionales (izquierda) poco antes de que Estados Unidos la bombardeara (derecha), 2 de septiembre de 2025.
El 2 de septiembre, una lancha rápida que navegaba en aguas internacionales cerca de Venezuela, a unos 1.600 km de la costa estadounidense, fue incinerada en un ataque con misiles de las fuerzas armadas estadounidenses. Estados Unidos dice que 11 personas resultaron muertos y no hubo sobrevivientes.
Deténganse un momento y reflexionen sobre esto. No sabemos quiénes eran estas personas: ¿Migrantes que huían de la profunda crisis económica y política de Venezuela? ¿Jóvenes desesperados que resultaron envueltos en actividades ilícitas como única forma de sobrevivir? ¿Criminales despiadados? ¿Unos turistas que disfrutaban de un día en el vasto mar Caribe?
Y nunca lo sabremos, debido a que la vida de estas personas fue extinguida, sin juicio ni advertencia previa, y sus restos carbonizados quedaron esparcidos por el mar circundante.
Pero, según Estados Unidos, estas personas transportaban drogas ilegales.
Según la versión actual de Estados Unidos, el destino de esa droga era Estados Unidos. (En un principio, el secretario de Estado de Trump, Marco Rubio, dijo que el barco se dirigía a Trinidad, pero cuando Trump lo contradijo, cambió su versión).
Según Estados Unidos, estas 11 personas eran miembros de la pandilla Tren de Aragua (que, según Estados Unidos, es una “Organización Terrorista Extranjera”).
Venezolanos deportados de Estados Unidos y encarcelados en El Salvador, 16 de marzo de 2025. Foto: AP
No hay razón por la que creer en ninguna de las afirmaciones de estos mentirosos patológicos. Este régimen ya ha secuestrado a más de 200.000 inmigrantes, la mayoría de los cuales han vivido y trabajado en Estados Unidos durante años o décadas. Casi 200.000 ya han sido deportados. Otros 60.000 están encarcelados hoy en condiciones infrahumanas en la proliferación de la red de centros de detención rurales del ICE. Todo este caos y destrucción de la vida de la gente se ha justificado con acusaciones absurdas de que eran “violadores”, “asesinos” y “pandilleros”, utilizando como “pruebas” cosas como un tatuaje de “Concienciación sobre el Autismo” o por llevar ropa de los Osos de Chicago1.
Y en esta última situación, Estados Unidos aún no ha presentado ni siquiera pruebas tan ridículas para justificar su reciente matanza en masa en alta mar. Supuestamente, nosotros, el mundo entero, “debemos confiar en su palabra”.
Pero supongamos por un momento que están diciendo la verdad, de que realmente creían que las personas en el barco eran miembros del Tren de Aragua, que contenía drogas ilegales y se dirigía a Estados Unidos.
Aunque eso fuera cierto, el ataque a esta embarcación constituye un delito grave según el derecho estadounidense e internacional. El narcotráfico es un delito, pero no se castiga con la muerte, ni siquiera si se condena a alguien en un juicio justo, y mucho menos si “se diera por sentado” que los pasajeros eran culpables debido a su presencia en una embarcación. Si se pretende afirmar, como lo hace Trump (aunque sus propios organismos de inteligencia lo han refutado), que el Tren de Aragua es un brazo del gobierno venezolano y está “en guerra” con Estados Unidos... matar a no combatientes como las personas en la lancha rápida sigue siendo un crimen de guerra según el derecho internacional y estadounidense.
Hablando de “terroristas”, escuchen lo que dijo Marco Rubio sobre este ataque: “En lugar de interceptarlo, a órdenes del presidente Trump lo volamos, y volverá a ocurrir”. En otras palabras, Estados Unidos podría haber detenido el barco, incautado la droga (si la hubiera) y arrestado a las personas identificadas como traficantes. Pero prefirió ejecutarlas. ¿Por qué? El propósito es el terror: enviar un mensaje a cualquier persona o entidad de que Estados Unidos asesinará sin motivo a cualquiera o a cualquier entidad que sospeche de oponerse a sus intereses percibidos.
Un precedente muy peligroso
Rafael Kadaris sobre el cambio del nombre del Departamento de Defensa al Departamento de Guerra, hecho por Trump.
Lo que el régimen de Trump se propone hacer no es frenar el narcotráfico. No. Se propone legitimar una forma de operar completamente ilegítima.
¿Y cuál es ese modus operandi? Primero, identificar a un objetivo, por el motivo que sea. Luego, satanizarlo, usando mentiras y verdades a medias o simplemente apoyándose en la ignorancia y los prejuicios de los seguidores de MAGA. Después, designarlos como “terroristas” o “una amenaza para Estados Unidos”. Y una vez hecho esto, se puede ejercer violencia extrema contra estas personas o grupos objetivo, incluido el asesinato en masa, sin juicio ni revisión judicial de ningún tipo antes o después de que se ejecute su sentencia.
Esto abre aún más las puertas de un infierno fascista, similar al que Adolf Hitler desató en Europa en el siglo pasado.
Quizás usted esté pensando: “ellos pueden salirse con la suya en el extranjero, pero no lo harían o no podrían hacerlo dentro de Estados Unidos”. Bueno, pregúntese lo siguiente:
¿Qué tan grande es el salto desde lo que ocurrió frente a las costas de Venezuela hasta declarar que grupos de jóvenes del barrio son “pandillas peligrosas”, que pueden ser “identificados” por sus peinados o tatuajes, y que tienen que ser “arrestados en rastrillajes” para que hacer que la ciudad esté “segura”?
El día de su investidura, Trump firmó una orden ejecutiva que declaraba que los cárteles de la droga eran “organizaciones terroristas extranjeras” que operan “tanto dentro como fuera” de Estados Unidos. Sobre esta base, declaró una “emergencia nacional”. En otras palabras, con esta orden, Trump alega que el problema del narcotráfico, incluso en Estados Unidos, es un problema “extranjero” con “agentes” nacionales, a lo que hay que aplastar con medidas extremas… como ejecuciones sumarias.
Implicaciones internacionales: MAGA acoge la agresión carente de legalidad contra naciones soberanas
En su e-mensaje @BobAvakianOfficial REVOLUCIÓN #114, “Derrotar al fascismo de Trump y MAGA: Con la vista puesta en algunas futuras elecciones... o trabajar ahora para movilizar a millones de personas en torno a esta poderosa demanda unificadora: ¡Que se largue el régimen fascista de Trump!”, Bob Avakian señala la siguiente cuestión muy importante:
El fascismo es una forma cualitativamente diferente en que este sistema impone su dominio sobre la gente.
El fascismo de Trump es un régimen que despoja abierta y agresivamente los derechos básicos y declara flagrantemente que no existe ningún estado de derecho ni debido proceso legal más allá de lo que él mismo dicta, y que el poder destructivo puro y duro es lo que tiene que regir en el escenario internacional, sin siquiera la pretensión de adherirse al derecho internacional ni preocuparse por la soberanía, o incluso el derecho de existir, de los pueblos y países menos poderosos.
Si bien este ataque ocurrió en aguas internacionales, el objetivo principal en un sentido muy concreto no fue el “Tren de Aragua”, sino Venezuela, y particularmente su presidente, Nicolás Maduro, del que Trump afirma que no es el presidente “legítimo”.
Estados Unidos ha venido teniendo en la mira a Venezuela para un “cambio de régimen” desde que Hugo Chávez fuera elegido presidente en 1999, y esto ha continuado desde que Maduro sucedió a Chávez en 2013. Chávez se presentó como socialista y antiimperialista, y en cierta medida Maduro también lo ha hecho. Ninguno de los dos es, ni fue, socialista. Intentaron maniobrar para lograr un “mejor trato” dentro del sistema imperialista en general, lo que incluye mediante el apoyo y la formación de alianzas con países similares y otras potencias imperialistas, especialmente Rusia2.
Así que los gobernantes estadounidenses siguen considerando a Venezuela como una “espina en el costado” del imperialismo estadounidense, y han respaldado múltiples intentos de golpe de estado. Tan sólo en los primeros cuatro meses de 2019, se dieron tres intentonas respaldadas por Estados Unidos para derrocar a Maduro. Junto con eso, y como una forma de debilitar al gobierno venezolano y poner a la población en contra del gobierno venezolano, Estados Unidos ha lanzado oleada tras oleada de sanciones económicas, incluida la restricción de la venta internacional del principal producto de Venezuela, el petróleo. El resultado ha sido la devastación económica: millones de personas son incapaces de satisfacer las necesidades más básicas de la vida, como agua, comida, combustible y vivienda. El sistema de salud del país se ha colapsado. En 2019, el 14 % de todos los niños menores de cinco años de edad sufrían desnutrición aguda y el 57 % de las mujeres embarazadas estaban desnutridas. Es casi seguro que estas cifras hayan aumentado desde ese entonces.
Todo esto es el contexto de la enorme crisis migratoria: se estima que siete millones de venezolanos han huido de su país, muchos de los cuales han acudido a Estados Unidos, donde Trump los ha satanizado y atacado como si fueran miembros de una “organización terrorista extranjera”. El grado de sufrimiento que ha padecido la gente común es indescriptible.
Estados Unidos ha desplegado varios buques de guerra con más de 4.500 marineros e infantes de marina en el sur del Caribe en medio de las tensiones con Venezuela por las operaciones de los cárteles de la droga. Para ampliar la imagen, hágale clic. Mapa: Al Jazeera
En este contexto, hay que entender el ataque de Trump a una sola lancha rápida venezolana como una preparación para posibles acciones importantes contra Venezuela. Estados Unidos ha desplegado “al menos ocho buques de guerra, un submarino de propulsión nuclear, aeronaves de vigilancia y más de 4.500 marines y marineros” en la región. Todo esto tiene el presunto objetivo de “tomar medidas enérgicas” contra los cárteles. Pero, muy obviamente, el objetivo es Venezuela y el gobierno de Maduro, y el ataque totalmente sin ley a la lancha rápida augura que están en ciernes más actos asesinos sin ley.
La violación total del derecho internacional y estadounidense por parte de Trump es ilegítima. Y representa un peligro extremo para el pueblo de Venezuela, el pueblo de Estados Unidos y el mundo entero. Hay que DETENER a este régimen fascista, ¡YA!
Todo aquel que reconozca este peligro de vida o muerte y de futuro en peligro tiene que hacer cuyo, y difundir, el llamado iniciado por RefuseFascism.org (Rechazar el Fascismo) y abierto a todos:
Ha llegado la hora de… LA CAÍDA del RÉGIMEN FASCISTA DE TRUMP, A partir del miércoles 5 de noviembre de 2025, Washington, D.C.
El fascismo no es una amenaza que se avecina. Lo tenemos encima pero ya. La única esperanza para la humanidad es que se pongan de pie millones de las personas decentes de Estados Unidos. Tenemos que expulsar del poder al Régimen Fascista de Trump. A partir del 5 de noviembre, el aniversario del triunfo electoral de Trump, inundemos a Washington, D.C. con protestas no violentas.