En los dos pasajes de esta semana1, continúa con el tema del partido comunista de vanguardia. Contrapone las elecciones de la sociedad burguesa, que atrapan a las masas en un callejón sin salida y aíslan al individuo en un proceso que perpetúa el statu quo, con el papel libertador de una auténtica vanguardia comunista, que dirige a las masas a forjar una nueva sociedad. Además, habla del centralismo democrático y del papel crucial que desempeña la lucha de dos líneas para mantener al partido en el camino revolucionario.
"Democracia: Más que nunca podemos y debemos lograr algo mejor" está en revcom.us.
Sí, es verdad, el partido no debe confiarse en su posición de autoridad, debe apoyarse en las masas; pero eso no significa degenerarse y jugar un papel como cualquier partido socialdemócrata de viejo tipo, yendo a la zaga de las masas y reduciendo su actividad al marco y los límites democrático burgueses y al proceso electoral, y no asumir su responsabilidad de vanguardia y dirigir a las masas en la revolución.
Que la visión del CCR acerca del funcionamiento del "sistema democrático proletario" no es cualitativamente diferente del sistema democrático-burgués clásico, debe estar claro. Su "modelo", donde el "derecho a gobernar" del partido comunista "debe estar basado estrictamente en el apoyo electoral ganado por su plataforma, al igual que cualquier otra plataforma", en el mejor de los casos, llevaría a una situación en que centros rivales de poder, con sus respectivas plataformas, competirían por el voto de las masas. El resultado de esto (otra vez, en el mejor de los casos) sería un gobierno de "coalición" donde "socialistas" y "comunistas" de todo tipo se unirían con representantes de tendencias democráticas más abiertamente burguesas y pequeñoburguesas, y en donde comprometerían los intereses fundamentales de las masas y no se llevaría a cabo ninguna transformación radical de la sociedad (y cualquier intento de hacerlo sería reprimido rápida y eficazmente por tal gobierno de "coalición"). ¿Es que no ha habido suficiente experiencia, por no decir demasiada, en el mundo que ilustre esto?2
La idea que de alguna manera este proceso electoral expresará el "deseo político" de las masas solo puede provocar una sonora carcajada cínica de cualquiera que esté familiarizado con estos procesos electorales y que no sufra de "amnesia política". Esta idea solo la pueden sostener quienes creen en la democracia burguesa más que la burguesía misma, que no han aprendido o han "olvidado" que tal democracia, con su proceso electoral, es un instrumento de la dictadura burguesa sobre las masas. Esto no significa que las elecciones no pueden jugar un papel legítimo en la sociedad socialista, pero tal papel debe basarse en el reconocimiento de que las elecciones formales no pueden representar la más alta ni más esencial expresión de la "voluntad política" de las masas; que las elecciones deben subordinarse al proceso general a través del cual esa "voluntad política" se expresa; que a las elecciones, como todo lo demás en la sociedad de clases, las condicionarán y moldearán las relaciones de clase; y por último, que en una sociedad socialista, las elecciones deben servir al ejercicio del Poder político del proletariado bajo la dirección de su partido.
En contraste con esto, la siguiente caracterización del papel de las elecciones en la sociedad burguesa también se aplica al proceso electoral democrático (burgués) que el documento propone para su versión de la sociedad "socialista" y su "sistema democrático proletario":
"El proceso electoral tiende a ocultar las relaciones de clase básicas --y los antagonismos de clase-- de la sociedad, y sirve para darle una expresión formal e institucionalizada a la participación política de los individuos atomizados en la perpetuación del statu quo. Dicho proceso no solo reduce al pueblo a individuos aislados, sino también los reduce a una posición políticamente pasiva y define la esencia de la política como tal pasividad atomizada --en que cada persona, individualmente y aislada de los demás, aprueba esta o aquella opción, todas las cuales han sido formuladas y presentadas por un poder activo que se alza por encima de esas masas atomizadas de `ciudadanos'".(Avakian, Democracy,p. 70, énfasis en el original)
En el documento del CCR encontramos muchas referencias a la "voluntad política" del pueblo o del proletariado. Pero en ninguna parte se encuentra el concepto (de hecho, lo rechaza) de que no hay manera de concretar y es más, no hay más forma de determinar la "voluntad política" del proletariado y de las masas que a través del papel dirigente del partido, a través de su práctica de la línea de masas y la aplicación de una línea política e ideológica comunista.
Y, como hemos visto, el documento insistentemente pone el papel de vanguardia del partido contra la actividad consciente de las masas. Es indiscutiblemente claro en su afirmación de que, una vez que el ejército permanente haya sido abolido y remplazado por el pueblo armado y una vez que el partido y su "papel de vanguardia" se hayan reducido a la lucha del partido por los votos electorales que gane basándose en su plataforma ("al igual que cualquier otra plataforma"), entonces, "a diferencia de las formas de dictadura del proletariado practicadas hasta ahora, en la nueva estructura política, al tener el pueblo el verdadero poder en sus propias manos, también con las armas en la mano, estará jugando un papel realmente activo en la totalidad de la vida política de la sociedad, constituyéndose por lo tanto en la mejor garantía contra la restauración y garantizando también las mejores condiciones para retomar el poder si tiene lugar la restauración". (párrafo 10.9, énfasis añadido)
¡Qué declaración tan increíble! Por ejemplo, ¿cómo es posible que gente conocedora de la Gran Revolución Cultural Proletaria asegure que las masas de China no jugaron "un papel realmente activo en la totalidad de la vida política de la sociedad" en general y en particular al combatir el revisionismo y la restauración capitalista? Si comparamos la Revolución Cultural con las recientes "protestas democráticas" (burguesas) en China, podemos decir sin ninguna duda que la actividad consciente y la iniciativa revolucionaria consciente de clase de las masas del pueblo chino se expresó "un millón de veces más fuertemente" en la Revolución Cultural. Y esto se debe a que durante esta las masas tenían la dirección de una vanguardia comunista, mientras que en la actual lucha no.3 En esta lucha ha habido factores positivos y la participación de fuerzas progresistas, incluso revolucionarias (se dieron abiertas expresiones de apoyo a Mao y su línea revolucionaria; se hicieron marcados deslindes entre Mao y sus seguidores revolucionarios, y los gobernantes revisionistas y corruptos actuales). Pero, a pesar de todo eso, en un sentido general, las fuerzas y líneas políticas que ocuparon las posiciones dirigentes en los levantamientos de las masas representaban los intereses de la burguesía.
Aquí, es conveniente repetir lo siguiente sobre el papel del partido leninista y su relación con las masas, que se aplica después de la conquista del Poder y a lo largo de la transición socialista, tanto como en la lucha por la conquista del Poder:
"Lenin forjó y aplicó estos principios más allá de lo que habían elucidado previamente Marx o Engels y además rompiendo con los preceptos establecidos y la práctica preponderante del movimiento marxista, pero lo hizo partiendo de la base de los principios marxistas fundamentales, adhiriéndose a su metodología básica, y de una manera completamente consistente con su espíritu crítico y revolucionario. Plantear, en oposición a estos principios, la experiencia de la Comuna de París, que fue derrotada --en parte, y secundariamente, debido a la falta de un partido de tipo leninista-- o de la II Internacional, que degeneró y se convirtió en un franco instrumento del imperialismo, es pensar patas arriba y al revés, para no decir más. Sostener que la degeneración de la Revolución Rusa se puede deducir de la naturaleza y el papel del partido leninista, es en primer lugar contrario a los hechos y además una evasión del problema fundamental. El argumento de Lenin en ¿Qué hacer? --que cuanto más altamente organizado y centralizado sea el partido, cuanto más sea una organización de vanguardia real de revolucionarios, tanto mayor será el papel y la iniciativa de las masas en la lucha revolucionaria-- quedó poderosamente demostrado en la misma Revolución Rusa y ha sido demostrado en todas las revoluciones proletarias. En ninguna parte se ha hecho una revolución proletaria sin semejante partido y en ninguna parte la falta de dicho partido ha contribuido al desencadenamiento de la iniciativa de las masas de los oprimidos en lucha revolucionaria consciente.Y... sostener que una vanguardia, que un partido leninista puede degenerarse, puede convertirse en un aparato opresivo de las masas, y que por lo tanto es mejor no tener dicho partido, en la práctica se reduce a propugnar que no haya revolución en primer lugar; esto no eliminará las contradicciones que hacen que dicho partido sea necesario, es decir, las condiciones materiales e ideológicas que se tienen que transformar con la dirección de dicho partido para abolir las diferencias de clase y con eso, finalmente, la necesidad de un partido de vanguardia". (Avakian, Para una cosecha de dragones,Bogotá: Asir Editores, 1989, pp. 77-79, énfasis en el original)
El centralismo democrático, la lucha entre dos líneas y mantener la vanguardia en el camino revolucionario
El documento prosigue con su discusión del partido hablando del "principio del centralismo democrático, desarrollado e implementado por Lenin" como el principio organizativo para los partidos comunistas (ver párrafo 11.2). El CCR apoya el centralismo democrático en teoría, por un lado, pero por el otro, argumenta que su aplicación en la práctica se traduce con el tiempo en un exagerado centralismo, hasta llegar a la exclusión de la democracia. (Tal fue el caso, asegura el documento, en especial después de que se prohibieran las facciones en el partido bolchevique y eso se generalizó como principio a todo partido comunista). Esto no solo fue elevado a consigna teórica con "el concepto del partido comunista monolítico, propuesto por Stalin, y considerado durante todo el período de la Comintern, y después" (párrafo 11.4), sino que incluso "los intentos de Mao por desarrollar la lucha de líneas dentro del partido" como "un paso para reestablecer el funcionamiento del centralismo democrático practicado por Lenin en una forma más sistemática" no lograron ningún progreso fundamental, porque Mao no pudo romper con la orientación que se estableció primero con la prohibición de las facciones y después con la experiencia de la dirección de Stalin en la Unión Soviética y en la Comintern. Y "en efecto la lucha de dos líneas, etc., fueron solo pasos algo menores para la rectificación dentro del marco general establecido anteriormente". (Ver párrafo 11.5) El documento se opone a esto replicando que lo que se necesita es "una completa revisión del concepto y papel del partido comunista en el proceso histórico de construcción del socialismo y el comunismo". (párrafo 11.7)
Ya hemos visto en una forma bastante extensa cuál es la noción básica del documento sobre el papel del partido comunista, pero vale la pena volver a examinar cómo en la sección "Desmitificación del Partido Comunista" plantea una línea relativista y pragmática sobre su papel: "El papel del partido comunista de ser la vanguardia del proletariado ha de probarse y demostrarse en el curso del proceso histórico" y solo cuando un partido comunista esté "sometido a la prueba de la realidad histórica, puede descender a las complejidades de la realidad. Solo entonces puede comprender que ninguna oportunidad le ha sido otorgada, ni por la clase obrera y el pueblo, ni por la historia". (párrafo 12.1) El documento continúa la discusión sobre "la diferencia cualitativa entre el partido que dirige una revolución a la toma del poder y el partido con monopolio del poder". En el primer caso, "el partido es empujado por el mismo contexto a ser autocrítico y a corregir y desarrollar constantemente su línea y práctica con el fin de movilizar a las masas para la revolución", mientras que, "en el segundo caso, la presión de las circunstancias operan en la dirección contraria". (párrafo 12.1)
El documento ha tocado aquí cuestiones de profunda importancia, y parecería que las maneja de una forma dialéctica y correcta. Pero, desafortunadamente, una vez más, no es el caso. Primero, debemos recalcar que si bien un partido que no esté en el Poder tiene la necesidad de ser autocrítico, aplicar la línea de masas y desarrollar en forma constante su línea y capacidad de "movilizar a las masas para la revolución", tal necesidad ejercerá una considerable influencia sobre el partido, solo en la medida en que sea un partido revolucionario, con una orientación de dirigir a las masas para derrocar el viejo orden e impulsar la lucha revolucionaria hacia la meta del comunismo.En otras palabras, en cualquier momento, el partido, en lugar de autocriticarse, resumir y desarrollar de manera crítica su línea y práctica en una dirección más revolucionaria, puede hacer lo opuesto: abandonar el camino revolucionario y así la necesidad de autocriticarse, corregir y desarrollar constantemente su línea y práctica para poder movilizar a las masas para la revolución.
Esto no es un punto frívolo ni insignificante. El documento desconoce aquí las fuertes presiones que se ejercen sobre los partidos en la labor de dirigir la lucha para el derrocamiento del viejo orden --presiones a dejar la lucha y a degenerarse en revisionista o reformista. La experiencia histórica demuestra que resistirse a esas presiones y seguir en el camino revolucionario es extremadamente difícil y requiere una ardua lucha.
Por otra parte, para los partidos en el Poder, aunque es cierto que existe una presión en el sentido que lo menciona el documento --en la dirección de no aplicar de forma sistemática la línea de masas y no resumir de manera crítica su línea y práctica-- no es cierto que tales partidos tengan que degenerarse por necesidad una vez que hayan tomado el Poder (y especialmente si tienen un "poder monopólico" como el documento indica). En un caso, como en el otro, lo que tal documento deja fuera de su planteamiento (o al menos no lo enfoca como decisivo), es precisamente la lucha ideológica interna del partido sobre los puntos cardinales de línea y muy fundamentalmente la cuestión de cuál es el objetivo final por el que el partido lucha -- que debe definir sus propósitos como partido -- y qué relación tienen sus objetivos y políticas más inmediatos con la meta final y cómo le sirven.
No es coincidencia que el documento menosprecie la importancia de la lucha entre dos líneas en el partido, ni que declare que la mayor contribución de Mao sobre este punto es limitada y deficiente. De hecho, al insistir en la importancia decisiva de la lucha en el partido entre dos líneas, la marxista y la revisionista, y los dos caminos, el socialista y el capitalista, Mao dio la clave para combatir la tendencia a que el partido, en particular un partido en el Poder, degenere en un partido revisionista. Y una parte importante de la base con la cual Mao hizo esta contribución fue precisamente su crítica de la noción no dialéctica de un "partido monolítico". (Ver, por ejemplo, los comentarios de Mao de que "no es una posición marxista-leninista hablar todo el tiempo de unidad monolítica y no hablar de conflictos", en Mao, "Pláticas en la conferencia de Chengtu", Mao Tsetung espontáneo,México: Universidad Autónoma de Sinaloa, 1981, p. 68).
Mao reconoció que, objetivamente, existirán diferentes tendencias en el partido, reflejo de distintas fuerzas y fundamentalmente de diferentes intereses de clase en la sociedad como un todo, y que la unidad del partido podía ser solo relativa y no absoluta, no sería estática sino dinámica, desarrollada a través de un proceso de unidad-lucha-unidad. Pero lo esencial a entender, y lo que muestra la diferencia esencial entre la línea de Mao y la del documento, es que Mao no puso la necesidad de la lucha en el partido en contra de la necesidad del partido de estar firmemente unificado alrededor de una sola línea y sobre esta base jugar su papel dirigente --institucionalizado-- en la sociedad socialista, hasta llegar al comunismo.4
Mao no trató la lucha en el partido desde el punto de vista del faccionalismo burgués o del anarquismo pequeñoburgués. Mao reconoció que, en una sociedad caracterizada por las contradicciones y la lucha de clases, tener facciones organizadas en el partido conducirá inevitablemente al faccionalismo burgués. Tales facciones romperían no solo la unidad de acción del partido, sino también su unidad de voluntad; no solo socavarían la capacidad del partido de dirigir a las masas, sino también (y esto es lo fundamental para poder dirigirlas) la posibilidad de aprender de ellas. Las facciones no solo rompen la cadena de mando del partido; también, en forma más esencial, rompen su cadena de conocimiento,el flujo de ideas de las masas, a través de los niveles básicos del partido hasta su dirección. En resumen, rompen la capacidad del partido de jugar su papel de vanguardia del proletariado en su lucha revolucionaria, antes y después de la toma del Poder.
Debido a todo esto, Mao, a la vez que recalcaba la necesidad y la importancia decisiva de la lucha entre dos líneas en el partido, insistió en estos tres principios: practicar el marxismo y no el revisionismo; trabajar por la unidad y no por la escisión; actuar en forma franca y honrada, y no urdir intrigas y maquinaciones. E insistió en que, aunque el partido comunista debe ser continuamente revolucionado, también debe ejercer su liderato en todo.
El propósito de la línea de Mao es mantener al partido en el camino revolucionario y fortalecer su papel de vanguardia revolucionaria. La línea del documento se opone a esto, reduciendo el partido a un partido reformista, un partido enlodado en relativismo, que va a la zaga de las masas y moldea su línea para adaptar los principios a las circunstancias inmediatas. Esto lo revela el documento cuando propone que "el mismo interés de clase proletaria, bajo una condición determinada, es bastante relativo, cambiando según la cambiante realidad, aunque el interés fundamental de la clase obrera de construir el comunismo sigue siendo un objetivo a largo plazo". (párrafo 12.1) Esto es esencialmente incorrecto: el interés de clase proletario no cambia de la forma en que lo plantea el documento; pueden cambiar las tácticas o incluso las estrategias concretas, las políticas, incluso los programas, pero el interés del proletariado, no.
Puede que la diferencia aquí parezca de mera semántica, pues el documento en mención afirma que "el comunismo sigue siendo un objetivo a largo plazo", pero al separar este objetivo a largo plazo del "interés de clase proletario, bajo una condición determinada" y al declarar que lo anterior es "bastante relativo", abre la puerta a que cualquier cosa, cualquier política, etc., pueda servir los intereses del proletariado, mientras sea acompañada por un párrafo general acerca del objetivo final del comunismo. La formulación del CCR sobre los intereses de clase es una formulación de "dos en uno": combina eclécticamente el interés de clase del proletariado con las políticas concretas, etc., bajo una situación dada. El análisis dialéctico, correcto, es que el interés de clase del proletariado no cambia, pero en una situación dada, puede expresarse en políticas específicas, etc., que pueden cambiar y de hecho cambian.
El punto a discusión, otra vez, es que, en cualquier situación dada y en todo tiempo, todo (las políticas, los programas, las estrategias, las tácticas) debe llevarse a cabo teniendo presente el objetivo final del comunismo, como su guía principal y debe servir, no solo en palabras sino en la práctica, como parte de un puente que se tiende desde el presente hasta la sociedad comunista futura. Existe una identidad fundamental entre los intereses del proletariado en una situación dada y sus intereses globales para lograr el comunismo,y esta identidad debe reflejarse en la unidad entre las políticas del partido en una situación dada y la línea básica de avanzar en la lucha revolucionaria para alcanzar el comunismo.Con su eclecticismo, relativismo y pragmatismo, el documento rompe esa unidad.
Ya conocido su punto de vista global, no nos sorprende que el documento no vea la necesidad de un partido comunista cuyos principios de organización sean consecuentes y sean una expresión del objetivo y la ideología revolucionarios del proletariado y que adecúen al partido para jugar su papel de vanguardia a través de la larga lucha sin precedentes contra un desesperado y potente enemigo de clase, de un enemigo cuya desesperación y determinación por derrotar la revolución proletaria se agiganta cuando ha sido derrocado y reconoce la amenaza de su exterminio histórico. El partido que concibe el documento no se ha "desmitificado" sino que se le ha quitado la revolución; esto es consecuente con la noción socialdemócrata no revolucionaria de "socialismo y comunismo" que, desafortunadamente, caracteriza este documento de principio a fin.