1. El contexto
A la luz de la urgencia que se aborda en “Algo terrible, o algo verdaderamente emancipador”, UN RETO RENOVADO: EN BUSCA DE UN LIBERAL O PROGRESISTA HONESTO, de Bob Avakian, nos lleva a 2.500 años atrás, a la época de los griegos, y del filósofo Diógenes. Como dice Bob Avakian (BA):
En aquel cuento de la Antigua Grecia, un filósofo llamado Diógenes deambulaba por un amplio territorio, iluminando su camino con una linterna, en busca de un solo hombre honesto. Hoy día, estoy buscando a un liberal o progresista honesto.

Un cuadro que representa al antiguo filósofo griego Diógenes, de quien se dice que deambuló por un amplio territorio en busca de un solo hombre honesto.
El reto renovado: una invitación de BA a LEER y enfrentar seriamente la realidad del mundo, inclusive tal y como se recoge en las obras de BA... y luego “intentar... hacer el argumento de que Estados Unidos es un gran país y un gran sistema, y ver si puedes explicar por qué este sistema debería ser conservado, en cualquier forma. O, si no, reconocer que es cierto que necesitamos una revolución real para derrocar todo este sistema, y crear un sistema y mundo radicalmente diferente y mucho mejor”1.
En mi viaje desde hace 2.500 años hasta la situación actual de urgencia para la humanidad, con inspiración en el reto de Bob Avakian en este momento histórico, me detuve 500 años atrás, en la época de Galileo Galilei, un científico que vivió en el siglo 16, y que fue “un brillante teórico, un maestro de la experimentación, un observador meticuloso y un hábil inventor”2. Muchos han oído hablar de Galileo, él y la época en que vivió anunciaron el comienzo de la era de la ciencia moderna.
Me llamaban la atención las realidades de esa época de la historia, incluidas las similitudes entre los “liberales y progresistas” de entonces (especialmente los académicos, los universitarios y los científicos), concretamente en lo que respecta a los importantes avances científicos que hacían época.
Hasta ese momento histórico, durante mil quinientos años, prevalecía el cada vez más complejo modelo del universo centrado en la Tierra forjado por Tolomeo, un matemático y astrónomo griego. Este modelo se volvía cada vez más rebuscado a fin de concordarse con las observaciones astronómicas concretas de los movimientos de los planetas. El geocentrismo —la Tierra como centro del universo (“geo”, en referencia a la Tierra)— formaba parte de las escrituras católicas y del dogma bíblico. Aristóteles, que vivía 500 años antes que Tolomeo, fue un pionero científico y filósofo. Las teorías de Aristóteles, incluida su teoría geocéntrica del universo, configuraron —más bien, dominaron— la “filosofía natural” (la ciencia física de la naturaleza anterior a la ciencia moderna) desde el siglo III a.C. hasta... la época en torno a Galileo y su telescopio3.

El modelo de Tolomeo se volvió cada vez más rebuscado a fin de seguir concordándose con las observaciones astronómicas de los movimientos de los planetas.

Galileo desarrolló un telescopio que tuvo capacidad de alcanzar un aumento considerable (60 veces). La foto muestra uno de los telescopios que Galileo construyó y utilizó.

Galileo con el telescopio
El telescopio de Galileo tuvo capacidad de alcanzar un aumento significativo (60 veces el tamaño), un importante avance tecnológico único en su género. Galileo se asomó al espacio con su nuevo telescopio y la primera cosa llamativa que vio fue que la luna estaba “llena de vastas protuberancias, profundos abismos y sinuosidades”. Esto contradecía el marco ptolemaico, según el cual la luna, y todos los planetas, eran esferas sin imperfecciones (“tan perfectamente lisas y pulidas como una piedra preciosa”). Luego, Galileo observó manchas e imperfecciones en las manchas solares (como las conocemos ahora, manchas más frías en la superficie del Sol). Estas imperfecciones en los “cuerpos celestes” desafiaron el dogma bíblico y la antigua teoría.

Las observaciones realizadas por Galileo con su telescopio sobre la luna y los planetas contradecían el marco establecido (e incorrecto) que había dominado durante siglos. Este dibujo en acuarela hecho por Galileo muestra la luna con sus diferentes fases.
Galileo no fue el único en esto. En el siglo 16, Nicolás Copérnico, nacido en lo que es hoy Polonia, dedicó 30 años a la investigación astronómica, estudiando el movimiento de los planetas, y forjó un modelo del cosmos centrado en el sol (o heliocéntrico, helio en referencia al sol), un modelo extraordinariamente revolucionario para su época, aunque no se confirmara experimentalmente mediante observaciones.
Galileo estaba a punto de hacer descubrimientos aún más grandes con su telescopio: a continuación, Galileo vio cuatro estrellas que merodeaban alrededor de Júpiter, pero una observación más detenida con el telescopio reveló que para nada eran estrellas, sino lunas: lunas jovianas. Nadie en la historia había visto nunca una luna distinta a la nuestra. Era una prueba irrefutable de que ¡no todo orbita alrededor de la Tierra como centro del universo! Después, Galileo confirmó una de las predicciones de Copérnico relacionadas con el heliocentrismo: que (Mercurio y) Venus deberían mostrar una serie de fases (por ejemplo, Venus llena, media y creciente). En 1610, Galileo se convirtió en la primera persona en presenciar y trazar las fases de Venus.

La observación realizada por Galileo con el telescopio reveló cuatro lunas cerca de Júpiter. El movimiento de ellas alrededor de Júpiter fue una prueba irrefutable de que ¡no todo orbita alrededor de la Tierra como centro del universo! Desde la época de Galileo, los científicos han descubierto muchas más lunas en torno a Júpiter: el número actual es de 79. Foto: NASA
2. Un rechazo obstinado a enfrentar la realidad — “Los liberales y los progresistas”
Estos descubrimientos científicos deberían haber llevado a los intelectuales y a los astrónomos de la época de Galileo a cambiar de modelo, y adoptar el heliocentrismo. El modelo de un universo que giraba en torno a una Tierra estática era erróneo — ¡abandónenlo!4 Pero no iba a ser así, al menos durante esa época.
Los descubrimientos de Galileo contradecían la Biblia y la Iglesia Católica no estaba dispuesta a cambiar la doctrina de que la Tierra estaba fija en el centro del universo. Y no sólo eso. ¡La Santa Inquisición5 llevó a Galileo a juicio!

Los descubrimientos de Galileo contradecían la afirmación de la Biblia, y la creencia de la mayoría de los científicos de la época, de que la Tierra estaba en el centro del universo. La Iglesia Católica no estaba dispuesta a cambiar de posición. La Santa Inquisición —una institución de la Iglesia Católica que perseguía a los “herejes”, incluso con la tortura y la ejecución— sometió a Galileo a juicio. Crédito: Cristiano Banti
Como dice la Biblia: “Él [Dios] fundó la tierra sobre sus cimientos; no será jamás removida”. He aquí una joya descabellada de aquella época proveniente de la Iglesia Católica: “Afirmar que la Tierra gira alrededor del Sol es tan erróneo como afirmar que Jesús no nació de una virgen” (Cardenal Belarmino). En 1616, la Inquisición declaró que Galileo era culpable, lo obligó a retractarse y lo envió al aislamiento. Luego, en 1633, la Inquisición juzgó de nuevo a Galileo y lo encontró “gravemente sospechoso de herejía”, y lo condenó a prisión indefinida. Galileo fue mantenido bajo arresto domiciliario hasta su muerte en 1642. Se prohibieron los libros heliocéntricos y se ordenó a Galileo que se abstuviera de sostener, enseñar o defender las ideas heliocéntricas.
Si el problema fuera simplemente el dogma de la Biblia y las amenazas de la Iglesia Católica a Galileo con “los instrumentos de tortura”, y que Galileo se retractara ante esa tortura, eso hubiera sido una cosa. De hecho, la mayoría de los científicos e intelectuales de la época de Galileo se negaron a enfrentar la realidad6. Al contrario, se aferraron al modelo geocéntrico, que era más cómodo, inclusive porque algunos de ellos tenían carreras arraigadas intelectualmente en las enseñanzas de Aristóteles (por ejemplo, en las universidades). El descubrimiento de Galileo habría hecho insostenibles sus puestos de trabajo y sus posiciones, dado que ahora se demostraba que todo su marco intelectual estaba basado en una falacia.
¿Sus argumentos para contrarrestar a Galileo? En palabras sencillas, si Galileo tuviera tanta razón, y si supuestamente fuera cierto, como dice Galileo, que hubiera demostrado la idea de Copérnico de que la Tierra no descansa inmóvil en el centro del universo ni que todo lo demás gira a su alrededor... si eso fuera cierto... ¡lo sentiríamos! ¡Nos resulta familiar! Galileo lo refutó con “un “experimento mental” brillantemente claro”7.
Esto nos lleva al meollo de esta observación: ¡muchos liberales, progresistas, intelectuales y científicos de la época de Galileo SE NEGARON a hacer observaciones con el telescopio de Galileo! El Papa Urbano VIII se negó a observar por el telescopio y obligó a Galileo a retractarse de sus afirmaciones, ¡pero no fue sólo el Papa quien se negó!
Pues uno sí echó un pequeño vistazo por el telescopio: un amigo, colega y rival de Galileo, profesor de filosofía aristotélica en la Universidad, que se sabe que explicó tras la experiencia de hacer observaciones por una de las más poderosas de las herramientas científicas de la época: “No quiero aprobar afirmaciones sobre las que no tengo ningún conocimiento, y sobre cosas que no he visto... y luego observar por esas gafas me da dolor de cabeza. ¡Basta ya! No quiero oír ninguna otra cosa al respecto”. Evidentemente, se trataba de una excusa para evitar ver las pruebas que cuestionarían su concepción del mundo8.

La mayoría de los científicos e intelectuales de la época de Galileo se negaron a enfrentar las realidades científicas que éste descubrió, y así hasta se negaron a hacer observaciones por su telescopio.
No obstante, otros simplemente se negaron a hacer observaciones por el telescopio, y algunos presentaron los argumentos más descarados. Al enterarse de que el telescopio de Galileo había revelado las lunas de Júpiter, el astrónomo Francesco Sizi contrarrestó a Galileo con lo siguiente: “Las lunas son invisibles a simple vista y, por lo tanto, no pueden influir en la Tierra, y por lo tanto serían inútiles y, por lo tanto, no existen”. El filósofo Giulio Libri, contemporáneo de Galileo, simplemente se limitó a declarar que no es así y se negó a observar por el telescopio como cuestión de principios. Cuando Libri murió, Galileo sugirió que quizá Libri pudiera ver por fin las manchas solares, las lunas de Júpiter y las fases de Venus en su camino al cielo.
Galileo le escribió lo siguiente a Johannes Kepler, el astrónomo y matemático alemán, que con el tiempo tuvo un papel instrumental en establecer las trayectorias orbitales de los planetas alrededor del Sol, mediante un tremendo trabajo duro y de meticulosas observaciones científicas: “Mi querido Kepler, quisiera que pudiéramos reírnos de la notable estupidez del rebaño común. ¿Qué tiene que decir de los principales filósofos de esta academia que están llenos de la terquedad de un áspid y no quieren mirar ni a los planetas, ni a la luna, ni al telescopio, a pesar de que les he ofrecido libre y deliberadamente la oportunidad en mil ocasiones? De verdad, al igual que el áspid se tapa los oídos, así estos filósofos se cierran los ojos ante la luz de la verdad”9.
3. El momento actual — y el desafío
Lo que nos lleva a estos “momentos y circunstancias poco comunes” en que la revolución se vuelve posible, incluso en un país poderoso como Estados Unidos... y al “renovado reto” de Bob Avakian. Bob Avakian (BA), en su nuevo discurso “Algo terrible, o algo verdaderamente emancipador”, está ofreciendo a “los liberales y a los progresistas” —en realidad está ofreciendo a TODOS— el telescopio que ha construido.
Y esto es aún más cierto acerca del “conjunto de la obra” de BA en general, que está libre y ampliamente disponible — acerca de por qué una revolución es necesaria y posible, y la visión concreta de una sociedad radicalmente diferente tal como se concentra en la Constitución para la Nueva República Socialista de América del Norte, de la autoría de BA. Este es un factor tremendamente positivo y que podría cambiar el juego para la emancipación de toda la humanidad, no menos radical y revolucionario que lo era en el siglo 16 poner el Sol en el centro de lo que ahora conocemos como el sistema solar, reemplazando miles de años de un “universo” geocéntrico.
En este momento, Bob Avakian ha desarrollado un análisis científico de la coyuntura histórica en la que se encuentran la Tierra y su población y revela la posibilidad de un futuro mejor para la humanidad y para el planeta — por medio de la revolución, una revolución REAL que derroque este sistema del capitalismo-imperialismo. Su análisis científico no sólo de por qué es necesaria una revolución, sino que “La realidad es que tal revolución puede triunfar, pero esto es posible, particularmente contra poderosas fuerzas gobernantes, como en Estados Unidos, únicamente en momentos y circunstancias poco comunes. Y aquí va una verdad muy importante: éste es uno de esos momentos y circunstancias poco comunes”.
BA explora a fondo la cuestión fundamental: ¿Cuáles son las condiciones necesarias para una revolución? Luego, saca su microscopio y habla más a fondo de lo que hay que hacer... BA dice las verdades sin rodeos, las que “seguramente van a ofender a algunas personas”, debido a que en todo esto, hay tantas cosas en juego — con una comprensión de que las masas pueden “romper a fondo” con “formas de pensar y de actuar que sirven a perpetuar su propia opresión y degradación, y también las de los demás”. En este contexto, y como parte de esto:
¿Te atreves observar por el telescopio de Avakian?
¿O serás como los eruditos de la época de Galileo y te negarás a observar siquiera por el telescopio, porque “sabían” que lo que Galileo decía que había visto quizá no pudiera ser cierto?
El camino hacia un mundo mejor no es, ni será, fácil — no se puede lograr sin una lucha decidida y, sí, sin gran sacrificio. Pero continuar en el rumbo actual, bajo la dominación de este sistema del capitalismo-imperialismo, implica una continuación de los horrores que ya se están perpetrando en el mundo de hoy, los horrores mucho peores que amenazan con surgir en lo inmediato y el peligro existencial muy real que se presagia de manera cada vez más inminente. — Bob Avakian, “Un año nuevo, la necesidad urgente de un mundo radicalmente nuevo — para la emancipación de toda la humanidad”, enero de 2021.

Cuatro siglos después: los fascistas católicos defienden que el cosmólogo Giordano Bruno ardiera en la hoguera

Giordano Bruno Wiki Commons
“… [L]a Iglesia Católica no lo mató. Bruno optó por el suicidio a manos del estado en lugar de ser lo suficientemente humilde como para mantener sus votos como sacerdote dominico” — así termina la publicación por el National Catholic Register de un artículo en 2020 del periodista católico Angelo Stagnaro, en defensa del juicio de siete años contra Giodarno Bruno por la Santa Inquisición Romana, que encontró culpable a Bruno y luego lo quemó en la hoguera en el Campo de’ Fiori de Roma en 160010.
Stagnaro, uno de esos lunáticos fascistas católicos de hoy día, disfrazados de gente “razonable” e incluso de gente que acepta la ciencia de la astronomía y sus avances históricos, escribe en este artículo 420 años después (en 2020) de que Bruno no fue quemado en la hoguera por su apoyo a la cosmología heliocéntrica copernicana sino por sus “errores teológicos, entre los cuales estaba su creencia de que Cristo no era Dios” — lo cual, para que quede claro, en cuanto a asesinarlo por esta razón, es perfectamente correcto y legítimo, según este autor y el National Catholic Register (un destacado periódico católico nacional).
Este artículo salió justo en el momento de la nueva serie de televisión Cosmos, presentada por el astrofísico Neil deGrasse Tyson. Hay un homenaje extendido al filósofo y teólogo italiano del siglo 16, Giordano Bruno, en el primer episodio de esta serie sobre la ciencia. Presenta a Bruno como “un mártir en la causa de la astronomía moderna”, a pesar de que existe un debate importante en los círculos científicos sobre Bruno, en su mayoría, si no todos, reconocen su mente brillante, pero algunos critican su enfoque cosmológico, al dar a entender que no era principalmente físico, sino teológico (religioso, o “sobre Dios”).
Bueno, una cosa es debatir sobre Bruno, pero otra es avalar, defender y celebrar (¡sí, celebrar!) que lo quemaran en la hoguera, ya sea por sus ideas cosmológicas o por su conflicto con la doctrina católica, o ambas cosas. Además del escritor tan racional Stagnaro, aunque el Vaticano ha publicado pocas declaraciones oficiales sobre el juicio y la ejecución de Bruno, en 1942, el cardenal Giovanni Mercati, quien descubrió una serie de documentos perdidos relacionados con el juicio de Bruno, declaró que la Iglesia estaba PERFECTAMENTE JUSTIFICADO al condenarlo. En el 400 aniversario de la muerte de Bruno, en 2000, el cardenal Angelo Sodano declaró que la muerte de Bruno era “un ‘episodio triste’ pero, a pesar de sus lamentos, defendió a los fiscales en el juicio de Bruno, sosteniendo que los Inquisidores ‘tenían el deseo de servir a la libertad y promover el bien común e hicieron todo lo posible por salvarle la vida’”11. Además, en el año 2000, el Papa Juan Pablo II hizo una disculpa general por “el uso de la violencia que algunos han cometido al servicio de la verdad”.