Al cierre de esta edición, los resultados de las elecciones están tomando forma. Los demócratas han ganado el Senado. El control de la Cámara de Representantes no se ha decidido. Varios candidatos republi-fascistas que negaron la validez de las elecciones de 2020 —los “negadores de las elecciones”— fueron derrotados para cargos clave en algunos estados muy disputados, aunque muchos negadores sí fueron elegidos para cargos en otros lugares.
Los resultados difieren de la mayoría de las predicciones de una “ola republicana”, y muchas personas que cifraron sus esperanzas en los demócratas sienten que han evitado un desastre. Algunos están casi mareados, pronunciando el amanecer de una nueva era. Otros dicen que el golpe que han recibido algunos de los candidatos respaldados por Donald Trump señala el amainamiento, si no el fin, de la amenaza fascista.
En adelante, analizaremos el futuro del movimiento fascista. Primero, está una cuestión más fundamental con respecto a estas elecciones:
Los verdaderos intereses de las masas de personas “no estaban en la papeleta”. Al contrario, pues las cosas se expresaron según los términos de este sistema. Es decir, todas las “cuestiones” se abordaron dentro de los límites de lo que es posible bajo el sistema capitalista-imperialista y lo que favorece a los diferentes sectores de los gobernantes. El funcionamiento continuo de ese sistema global, violentamente impuesto, de ganancias por encima de todo, de expandirse o morir, establece los límites de la manera en que se abordará cualquier contradicción social, ya sea el medio ambiente, la opresión de los negros y otras nacionalidades oprimidas, así como de las mujeres, las personas LGBTQ, los inmigrantes, etc1.
La única manera en que se podría abordar de verdad los intereses de las masas sería sobre la base de una revolución real que contara con millones de personas y que derrocara ese sistema, y se creara un marco totalmente nuevo de relaciones económicas auténticamente socialistas y estructuras políticas totalmente nuevas para servir a eso. La Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte, de la que es autor Bob Avakian, ofrece una visión panorámica y un plano concreto de la manera en que funcionaría esa sociedad, incluido el papel que desempeñarían las elecciones.
Pero analicemos cómo esas relaciones capitalista-imperialistas determinaron lo que estaba y lo que no estaba en la papeleta electoral en estas elecciones.
El asesinato policial y la supremacía blanca: no estaban en la papeleta electoral
Piense en los verdaderos atropellos que a usted le importan. Y luego examinemos el eje y el contenido de las campañas montadas por los demócratas.
En 2020, tras los brutales asesinatos de George Floyd y Breonna Taylor, millones de personas se tomaron las calles con la exigencia de un fin al terror policial y a la supremacía blanca. ¿Y qué pasó?
En 2020 y aún más en 2022, los republicanos se jactaron de ser “duros con el crimen” — sus palabras en clave racistas para someter a golpes a las comunidades oprimidas, especialmente a los jóvenes.
¿Y qué hicieron los demócratas? ¿Advertir contra estos llamamientos racistas tenuemente disimulados? ¡No! Al negarse a que se les aventajaran, ¡los demócratas afirmaron que serían igual de duros! De hecho, superaron a los republicanos en los anuncios “contra la delincuencia”2. Continuaron con su interminable desfile de “ex” policías y ex fiscales negros en altos cargos como Kamala Harris o el alcalde de Nueva York Eric “El Giuliani negro” Adams. Y, por supuesto, ahí estaba Biden, brincando como el muñeco en una caja de sorpresas, pregonando “financien a la policía, financien a la policía, financien a la policía”.
Poner fin a la brutalidad policial y a la encarcelación en masa corresponde a los intereses fundamentales de las masas de personas. Pero esos atropellos NO estaban en la papeleta y no podían estar en la papeleta porque este sistema no sólo no puede tomar ninguna medida importante para erradicar la supremacía blanca3, sino porque la requiere.
Detener la guerra y poner fin al peligro de una guerra nuclear: no estaba en la papeleta electoral
Además, se tiene lo que hasta el presentador de Meet the Press, Chuck Todd, admite que se ha convertido en una guerra de sustitutos entre Estados Unidos y Rusia sobre Ucrania. Biden y Putin han intercambiado amenazas sobre la posibilidad de que se convierta en una guerra nuclear. Y en medio de todo esto, Biden también salió en la televisión para lanzar amenazas contra China4. Una guerra nuclear es una amenaza potencialmente mortal para la humanidad, ¡pero casi no se abordó en la campaña!
De hecho, lo que se reforzó fue la posición extremadamente temeraria de Biden sobre esta guerra y hacia China. Biden hasta comentó que las elecciones reforzaron su mano en vísperas de una reunión prevista con el gobernante chino Xi Jinping5.
El derecho constitucional al aborto: no estaba en la papeleta electoral
O piense en el aborto. Muchos demócratas sí hicieron campaña a favor del derecho al aborto y se dice que sobre esa base, millones de mujeres, y hombres, votaron por ellos.
Pero, ¿qué se logrará con ello? Durante décadas, los demócratas han dejado que los republicanos establezcan los términos de lo que se supone que es un derecho fundamental. Los fascistas asesinaron a enfermer@s y médic@s mientras los demócratas pedían “puntos en común”. Los demócratas permitieron que fascistas descarados de toda calaña ingresaran a la Corte Suprema sobre la base de “promesas” tenues de “respetar Roe contra Wade” (el precedente que garantiza el derecho al aborto). Luego tenemos que Obama traiciónó su promesa de aprobar una ley federal que garantizara el aborto como su primera prioridad cuando los demócratas tenían la mayoría a prueba de filibusterismo en el Senado y la Cámara.
En 2021, cuando quedó claro que la Corte Suprema fascista de hecho iba a anular este derecho, el silencio de los demócratas fue ensordecedor. El “movimiento pro derecho a decidir” atado a los demócratas boicoteó o atacó directamente a la única fuerza que sí intentaba impedir la decisión, RiseUp4AbortionRights (De Pie Por el Drecho al Aborto).
Es cierto que en Michigan, California y varios otros estados, la gente sí votó por medidas centradas en el derecho al aborto, pero eso afecta solamente a esos estados. Desestimar el fallo de la Corte Suprema y restablecer el derecho al aborto a nivel nacional no estaba, ni podía estar, en las papeletas. Al contrario, pues ahora la gente tiene que luchar estado por estado por lo que había sido un derecho constitucional, y así aceptar implícitamente como un hecho consumado la indignante decisión de la Corte Suprema. (Cabe señalar que el columnista de derecha Ross Douthat cacareó en el New York Times del 13 de noviembre acerca de la afirmación de que, en el breve período transcurrido desde que se anuló este derecho, unas 60.000 mujeres que querían abortar fueron obligadas a tener hijos contra su voluntad).
Un rasgo, no un defecto
También podríamos señalar la destrucción del medio ambiente, la brutalidad y el sufrimiento que se han llovido sobre aquellos que son obligados a emigrar a Estados Unidos, y el hecho aún más fundamental —e invisible— de que todo el “estilo de vida” en Estados Unidos se basa en la superexplotación de miles de millones de personas en los países de Asia, África, América Latina y el Medio Oriente (¡incluidos 150 millones de trabajadores infantiles!). En todos estos ámbitos y otros, los intereses de las masas no estaban en la papeleta.
En todos los citados casos y en otros, el correspondiente efecto general ha contribuido a reforzar los programas abiertamente reaccionarios y a socavar cualquier orientación real hacia la eliminación de las profundas injusticias y los continuos atropellos que caracterizan a esta sociedad (y al mundo en su conjunto). Piénselo: las prácticas racistas del sistema de justicia penal... la guerra imperialista injusta y peligrosa en Ucrania... inclusive la anulación del derecho al aborto por parte de la Corte Suprema — pues todo ello se reforzó por medio de estas elecciones.
Una vez más, para poner fin a cualquiera de estas cosas —por no hablar de ponernos a trabajar en torno al medio ambiente, o la insoportable crisis de los refugiados que asuela al mundo—, se necesita una revolución real.
Rafael Kadaris habla sobre el proyecto de ley sobre el clima de los demócratas: TONTERÍAS de proporciones históricas (vídeo en inglés)
Sobre la supuesta derrota de los fascistas
En cuanto a la supuesta “derrota” de los fascistas, la que ahora pregonan los comentaristas liberales: para parafrasear a Mark Twain, “se han exagerado muchísimos los reportes sobre su muerte”.
Para que quede claro, los fascistas sí sufrieron un revés respecto a algunos de sus planes, incluida su estrategia de conseguir el poder para controlar directamente la maquinaria electoral en estados clave. Pero los obituarios políticos del movimiento fascista en general y de Donald Trump en particular ya se han escrito muchas veces antes: desde el fallido juicio político de destitución contra Bill Clinton hasta las videograbaciones a Trump en Access Hollywood y hasta el intento de golpe de estado del 6 de enero. No obstante, como en una película Z de zombis, estos fascistas siempre regresan, más despiadados y decididos que antes.
¿Por qué? El ascenso de este movimiento fascista está profundamente arraigado en algunas de las contradicciones más esenciales de este sistema. A los ojos del Partido Republicano, las reformas francamente modestas pero importantes de los años 1960 y 1970 con respecto a los derechos de los negros, los inmigrantes, las mujeres y las personas LGBTQ, “fueron muy lejos”. Tal y como lo ven estos fascistas, esas concesiones suponen ahora una amenaza para el funcionamiento continuo de este sistema y su capacidad para mantener su articulación frente a los desafíos internacionales y las dislocaciones económicas y sociales radicales dentro de la sociedad estadounidense6.
Además, los millones de personas que ellos han convocado a la vida política —incluido el núcleo duro del movimiento fascista cristiano— no van a dejar que se les vuelva a meter en la botella. En resumen, el Partido Republicano fascista tiene la intención de reconfigurar a toda la sociedad, de una manera u otra — ya sea por medio de las reglas del sistema, o por medio de la fuerza y la intimidación (¡el 6 de enero no ocurrió siquiera hace dos años!), o muy probablemente alguna combinación de las dos cosas.
Los demócratas, por su parte, representan ante todo los intereses del capitalismo-imperialismo estadounidense y no “el pueblo”. Sobre todo, tienen por propósito asegurar la capacidad de ese sistema para dominar y saquear el mundo entero. Los presidentes demócratas fueron directamente responsables de las guerras contra Corea y Vietnam que cobraron la vida de 6 millones de personas en total (¡!), así como de numerosas “operaciones menores” que lanzaron o apoyaron (incluida la llamada “guerra contra el terror” que cobró la vida de más de un millón de iraquíes, así como de muchas otras personas, y hasta la guerra saudita contra Yemen en la actualidad). Estas son las personas y este es el partido por los que ustedes votan.
Los demócratas se oponen con vehemencia a la concepción del mundo de los fascistas y a su continuo rompimiento con las “normas democráticas” (incluida la “transferencia pacífica del poder”). Consideran que ello perjudica ese dominio. Pero, al mismo tiempo, tienen muchísimo temor de resistirse a los fascistas de formas que convoquen a las masas a las calles — a riesgo de que esas masas “se salgan de control”, y han hecho todo a su alcance para impedir una resistencia de masas a estos fascistas7.
Las elecciones, el fascismo y un momento poco común en que la revolución se vuelve más posible
La imposición del fascismo haría que fuera aún peor lo que ya es un sistema horrible, con horrores indecibles adicionales. No se trata de si hay que luchar contra el fascismo, sino con cuáles medios y para cuáles fines. ¿Defender el sistema que nos ha llevado a este momento y que ofrece la perspectiva de cosas mucho peores, sea cual sea la facción de la clase dominante que lo gobierne? ¿O luchar para dejar atrás esta locura, que incluiría la amenaza de una severa racha de represión fascista? Hay que librar lucha para derrotar a estos fascistas como parte de la lucha por la revolución, para derrocar el sistema en su conjunto.
Con eso en mente, queremos concluir con este pasaje crucial del documento publicado hace poco “Organizarse para una revolución real: 7 puntos clave”.
Esta situación poco común, con la profundización y la agudización de los conflictos entre los poderes gobernantes y en la sociedad en general, proporciona una base más sólida y mayores oportunidades para romper el control de este sistema sobre las masas de personas. En una situación así, es posible que las cosas que llevan décadas básicamente sin cambiar, cambien radicalmente en un lapso de tiempo muy corto. Es importante no desperdiciar este momento poco común — es necesario aprovecharlo a fin de tener una verdadera oportunidad de hacer nacer una resolución revolucionaria verdaderamente emancipadora, y no estar sometidos a una resolución terrible, reaccionaria, asesinamente opresiva y destructiva.