Ju’Zema Goldring andaba con unos amigos en el centro de Atlanta el 11 de octubre de 2015 cuando dos puercos policías de Atlanta la arrestaron por cruzar la calle de manera incorrecta en un área conocida por su gran comunidad LGBTQ. Goldring es negra, transgénero y tenía 22 años en ese momento. Una demanda presentada por Goldring dice que la policía registró su bolso y luego se burló de ella con insultos transgénero mientras realizaban un registro corporal invasivo. Encontraron una pelota antiestrés¹, la abrieron con un cuchillo y afirmaron que encontraron cocaína adentro.

Llevaron a Goldring a la cárcel del condado de Fulton, donde analizaron repetidamente el polvo y siempre resultó negativo. Pero en lugar de liberarla, le dijeron que a menos que pagara una fianza de $25.500, tendría que esperar en la cárcel hasta que la Oficina de Investigación de Georgia (GBI, por sus siglas en inglés) les enviara los resultados de sus pruebas. Al no poder pagar la fianza, la encarcelaron durante meses y meses sin cargos. Aunque la colocaron con otras mujeres transgénero, sufrió abuso sexual mientras estaba adentro. Por fin liberaron a Goldring el 22 de marzo de 2016, más de cinco meses después, a pesar de que la GBI había determinado cuatro meses antes que la bola antiestrés no contenía cocaína ni ninguna otra droga. Seis años después, a mediados de febrero de 2022, un jurado federal de Atlanta le otorgó a Ju’Zema Goldring 1,5 millones de dólares en su demanda.

Lo que le pasó a Ju’Zema Goldring es solo un vistazo del trato odioso y brutal que enfrenta la comunidad transgénero a manos de los puercos estadounidenses, en las calles y dentro de las prisiones y cárceles. El Anti-Violence Project (Proyecto Anti-Violencia) ha descubierto que las personas trans tienen casi cuatro veces más probabilidades de sufrir violencia policial que las personas cisgénero. La comunidad transgénero enfrenta discriminación, intolerancia, amenazas y altos niveles de violencia física y sexual solo por existir en público en la sociedad estadounidense actual. En 2020, 44 personas transgénero o de género no conforme fueron asesinadas por ser trans, una cifra récord. En 2021, ese número aumentó a por lo menos 57.

La deshumanización que enfrentan las mujeres trans detrás de las rejas

Layleen Cubilette-Polanco, una mujer transgénero afrolatina de 27 años, también conocida como Layleen Xtravaganza, fue encontrada muerta el 7 de junio, 2019, luego de un ataque epiléptico en una celda de aislamiento en Rikers Island. Rikers, el principal complejo penitenciario de la Ciudad de Nueva York, ha sido famoso durante mucho tiempo por el trato violento de las personas detenidas allí, muchas de las cuales están allí solo porque no podían pagar la fianza.

La convulsión que condujo a la muerte de Polanco fue la tercera que sufrió mientras estaba bajo custodia. Los guardias deben revisar a las personas recluidas cada 15 minutos, pero las imágenes de seguridad publicadas un año después mostraron que al menos cinco carceleros tocaron la puerta de Polanco durante una hora y media, sin obtener respuesta cada vez, antes de abrirla y encontrarla inconsciente. El video muestra a los guardias riéndose mientras se acercaban a su cuerpo sin vida².

“Es difícil imaginar una condición más contraria a la segregación, la falta de supervisión, encerrada en una caja, que la epilepsia”, dijo el abogado de la familia de Polanco. El abogado dijo acerca de lo que la llevó a la muerte: “Hacer esto fue una decisión deliberada y considerada”. Polanco había sido arrestado dos meses antes por cargos menores de agresión y retenida con una fianza de $500 debido a un cargo de prostitución de 2017³. Luego, metieron a Polanco en aislamiento como castigo por un supuesto encontronazo con un guardia de Rikers. En agosto de 2020, la Ciudad de Nueva York aceptó un acuerdo por muerte por negligencia de $5,9 millones.

“Parar y registrar” para mujeres trans de color

En 1976, el estado de Nueva York aprobó la Ley de Holgazanear con Fines de Prostitución. La ley era tan vaga que abrió la puerta de par en par para que los puercos perfilaran y arrestaran a mujeres y algunos hombres, especialmente negras transgénero y otras mujeres de color, simplemente por existir en espacios públicos. Las eligieron y arrestaron por “usar una falda”, “saludar a un automóvil” o “estar de pie en algún lugar que no sea una parada de autobús o de taxi”, todo en nombre de “detener la prostitución”. Finalmente, debido a que la ley se usó con tanta frecuencia contra las mujeres transgénero de color⁴, se conoció como la prohibición de “caminar siendo trans”, o “parar y registrar” para las mujeres transgénero de color. En 2018, el 91% de las personas arrestadas por holgazanear eran negros y latinos, y el 80% se identificaron como mujeres.

Una mujer trans contó una historia común de un puerco que usó la ley para “forzarme a realizar actos sexuales. El trauma todavía sigue siendo muy real para mí”. Un demandante en una demanda de la Legal Aid Society (Sociedad de Asistencia Legal) dijo: “...la policía de Nueva York detuvo un autobús en el que viajaba, me bajaron y me arrestaron por holgazanear con fines de prostitución. No estaba holgazaneando ni haciendo nada con el propósito de prostituirme, pero fui maltratada, arrestada e incorporada al sistema”.

No se derogó esta ley hasta junio de 2021, después de 45 años de criminalizar a toda una comunidad de mujeres transgénero de color. En el momento de la derogación, había 262 órdenes de arresto pendientes que se remontaban hasta 10 años atrás y que finalmente fueron retiradas/anuladas y los cargos desestimados.

Otra forma en que los policías usan las cárceles para cometer violencia contra las mujeres trans es la de registrar su sexo de nacimiento como su género actual y encarcelarlas en prisiones para hombres. En 2018, una mujer trans de 52 años en Massachusetts demandó al sistema penitenciario estatal después de haber sido alojada en una prisión para hombres por una condena por un delito no violento. Había hecho la transición más de cuatro décadas antes de su condena. Fue acosada sexualmente y agredida repetidamente por presos varones y por guardias de la prisión. En septiembre de 2018, llegó a ser la primera mujer trans del país en ser trasladada de una prisión para hombres a una para mujeres.

La Unión de Libertades Civiles de Nueva York informó en marzo de 2022, en testimonio ante un Comité Senatorial sobre Víctimas de Delitos, Delitos y Correccionales, que:

Las personas transgénero encarceladas tienen aproximadamente 10 veces más probabilidades de ser agredidas sexualmente que la población carcelaria en general. Las mujeres transgénero que están alojadas en instalaciones para hombres corren un riesgo particularmente alto. Por ejemplo, un estudio de California encontró que las mujeres transgénero alojadas con hombres tenían 13 veces más probabilidades de ser agredidas sexualmente que los hombres cisgénero encarcelados en las mismas correccionales.

La investigación también muestra que la violencia sexual cometida por funcionarios penitenciarios es extremadamente generalizada. Tres cuartas partes de los que respondieron a una investigación reciente⁵ en las prisiones del estado de Nueva York, la mayoría de los cuales son mujeres transgénero de color, informaron al menos un caso de violencia sexual a manos de los guardias de la prisión.

Más del 80% de las víctimas de esta violencia sexual la denunciaron a alguna autoridad. La mayoría se encontró con la inacción, o algo peor. Dos tercios sufrieron represalias por denunciar la violencia sexual, las que incluyeron la violencia física, la destrucción de propiedad, la imposición de cargos falsos y la negación de comidas u otros servicios críticos.

Esta epidemia de intolerancia y violencia anti-trans ha sido desatada en un nivel completamente nuevo en este país hoy por los fascistas cristianos que dirigen al Partido Republicano. Están atacando desfrenadamente en un estado tras otro, cambiando las leyes para tratar a las personas transgénero y no binario como personas no bienvenidas, incluso como delincuentes, que deberían permanecer fuera de la vista. Una línea directa nacional para la prevención del suicidio que se enfoca en la comunidad LGBTQ, el Proyecto Trevor, informó que “atendió más de 14.500 llamadas, chats y mensajes de texto de jóvenes LGBTQ tejanos en crisis”. Los jóvenes dijeron a los consejeros que están asustados y preocupados por las leyes anti-trans que se debaten en su estado, y algunos expresaron pensamientos suicidas.

El futuro que el sector fascista cristiano de la clase dominante está actuando para establecer —impuesto por un trato cada vez más brutal por la policía— incluye la supresión violenta de todo lo que se aparte o desafíe la dura reafirmación de la opresión patriarcal no disimulada, incluidos el acoso, demonización y opresión de las personas LGBTQ. ¿Cómo puede una persona decente permitir que esto avance otro paso? Hay que oponérsele resistencia y combatirlo enérgicamente.