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Desentrañar las mentiras, llegar a la verdad

Sobre la muerte de Mijaíl Gorbachov, ex líder de la Unión Soviética

El 30 de agosto murió Mijaíl Gorbachov, el último dirigente de la Unión Soviética y el hombre que presidió su deshilachamiento. La Unión Soviética había existido durante más de 70 años. La Unión Soviética se fundó tras una revolución y una guerra civil de cinco años de duración que se inició en Rusia y se extendió a lo que en ese entonces era el imperio ruso. La Unión Soviética (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, o URSS) fue el primer estado socialista del mundo. Pero acosada por enemigos de fuera y de dentro, a mediados de los años 1950 la Unión Soviética se había convertido en una potencia “revisionista”, es decir, una potencia que seguía diciéndose socialista pero que de hecho había instituido una forma de gobierno capitalista dentro de una cáscara “socialista”. En resumen, no cambiaron el nombre del estado ni algunas formas de gobierno, pero lo que mandaba en la economía y establecía las condiciones de todo era el dictado capitalista de las ganancias al mando y de expandirse o morir.

Gorbachov había sido un reformador que llegó al poder en 1985, en un momento en que la Unión Soviética y Estados Unidos habían estado muy cerca de una guerra nuclear total que acabaría con la civilización. Gorbachov vio que no había forma de que los soviéticos se impusieran en una guerra de este tipo —sin importar lo que eso significara— y emprendió una serie de reformas para fortalecer a la Unión Soviética. También llegó a acuerdos de armamento con Estados Unidos para alejar la amenaza de guerra mientras él podía dirigir a la URSS a fortalecerse. Pero las reformas de Gorbachov desencadenaron un proceso dentro de la Unión Soviética que condujo primero a un intento de golpe de estado militar contra Gorbachov, luego a la derrota de ese golpe de estado por parte de una facción abiertamente capitalista dentro de la clase dominante soviética y, finalmente, al colapso total y al fin del estado soviético y al propio ocaso político de Gorbachov.

A lo largo de la semana pasada, los comentaristas y las figuras burguesas importantes han brindado sus propios balances de Gorbachov. Todos ellos, desde un ángulo u otro, han tergiversado, encubierto y/o mentido rotundamente sobre elementos importantes del ascenso y la caída de Gorbachov. Lenin, el gran comunista que dirigió la Revolución Rusa, dijo más de una vez que se necesitan 10 cuartillas de la verdad para desentrañar un párrafo de mentiras. Y ese dicho también se mantiene en el caso de marras.

Lenny Wolff en El Show RNL: El ascenso y la caída de Mijaíl Gorbachov... y una lección sorprendente para la revolución hoy

Mentira número uno: “La Revolución de 1917 en Rusia y la fundación de la Unión Soviética fueron terribles desastres para la gente de ahí”.

De hecho, la Unión Soviética fue el primer estado socialista del mundo y perseveró durante casi 40 años, enfrentándose a una oposición realmente sin precedentes. En ese tiempo, lograron maravillas que nunca antes se habían visto: un pueblo entero se movilizó para librarse de los yugos de la explotación, el analfabetismo y la ignorancia, y de la opresión de las mujeres y de las nacionalidades minoritarias.

La Unión Soviética estableció la primera economía socialista del mundo y los primeros órganos de poder proletario en un país que había sido devastado primero por la Primera Guerra Mundial y luego por cuatro años de guerra civil. Millones de personas habían perecido. Pero surgió algo verdaderamente nuevo y maravilloso: ¡un poder estatal que estaba orientado hacia dar los primeros pasos para abolir la explotación y la opresión!

Este nuevo poder trabajó para arrancar de raíz la opresión de las mujeres y de las nacionalidades minoritarias, aprobando leyes radicales que daban dirección a las masas y posibilitaban que realizaran transformaciones sociales radicales. Inspiraron y enviaron gente al campo y a los barrios marginales urbanos para alfabetizar a decenas de millones de personas. Comenzaron a desarrollar una nueva economía socialista, basada en la satisfacción de las necesidades del pueblo y en el apoyo a la revolución mundial. Y todo esto lo hicieron frente a los constantes ataques y amenazas de las potencias capitalistas circundantes y de aquellos que la revolución había derrocado.

El mundo imperialista circundante y dominante no lo vio con buenos ojos. Desde el principio, 14 invasores imperialistas intervinieron del lado de los reaccionarios. Luego, los imperialistas aislaron a la Unión Soviética y trataron en gran medida de matarla de hambre, mientras la amenazaban durante años.

Este implacable contraataque llegó a su punto álgido en la Segunda Guerra Mundial. En 1941, la Alemania nazi invadió a la Unión Soviética. Al enfrentarse a las principales fuerzas del ejército alemán, la Unión Soviética perdió más de 26 millones de personas y sufrió una tremenda destrucción de casi todo lo que había construido en los primeros 20 años de la revolución. No obstante, ganaron y desempeñaron el papel principal en la derrota de los nazis.

La dirección soviética se enfrentó a enormes presiones durante este periodo. El líder clave de la revolución —V.I. Lenin— había muerto varios años después de la toma del poder. Lenin había sido un tremendo abridor de caminos en la ciencia del comunismo, la ciencia de la revolución. Aquellos que vinieron después de él —en particular José Stalin, que sucedió a Lenin en la dirección— siguieron luchando por el socialismo, pero tenían importantes deficiencias en los métodos de pensamiento que utilizaban para entender a qué se enfrentaban y los correspondientes medios que adoptaban para combatirlo.

Esto fue especialmente así durante los años previos a la Segunda Guerra Mundial, cuando los soviéticos se enfrentaban a la probabilidad de la embestida alemana. Tuvieron que determinar cómo manejar correctamente la contradicción entre prepararse para todo lo que supondría la defensa del estado socialista contra un enemigo poderoso e implacable, por un lado, en relación con otras tareas críticas que eran esenciales para todo el sentido del socialismo — por ejemplo, la posterior transformación de la sociedad (incluido el modo de pensar de la gente y las relaciones entre los diferentes grupos de personas) por un rumbo revolucionario, así como la necesidad crucial de apoyar a las revoluciones en otros países. Frente a estas y otras contradicciones, las deficiencias en el método que utilizaron para entender la realidad condujeron a errores serios e incluso graves en la forma de manejar las cosas.

Rebasa el ámbito de este artículo examinar todo eso, pero para una exposición más completa de las hazañas y las deficiencias de la Unión Soviética, y de las verdaderas lecciones que hay que sacar de ello, entre obras importantes figuran: El falso comunismo ha muerto... ¡Viva el auténtico comunismo! (1ª edición, RCP Publications, 1992), de Bob Avakian (BA); y la entrevista con Raymond Lotta, “No sabes lo que crees que “sabes” sobre… La revolución comunista y el VERDADERO camino a la emancipación: Su historia y nuestro futuro”. Para conocer más sobre Stalin en concreto —a qué se enfrentó, qué hizo, cuáles lecciones hay que sacar de ello—, véase la entrevista de BA en el Michael Slate Show, “Sobre el comunismo, el liderazgo, Stalin y la experiencia de la sociedad socialista”.

No sabes lo que crees que "sabes" sobre…

 

Mentira número dos: La Unión Soviética que se enfrentó a Estados Unidos desde los años 1950 hasta 1991 era un país socialista

De hecho, mucho antes de que Gorbachov llegara al poder, la Unión Soviética se había transformado en un imperio capitalista-imperialista que se rivalizaba y competía directamente con Estados Unidos.

Debido en parte a la tremenda presión externa y en parte a los errores cometidos al lidiar con ella, el socialismo salió enormemente debilitado durante la Segunda Guerra Mundial. Al mismo tiempo, el prestigio y la influencia de la Unión Soviética alcanzaron nuevas alturas debido a su papel en la derrota del fascismo. Los revisionistas —aquellos que se adjudican el manto del marxismo pero “con revisiones” que le arrancan el corazón— cobraban cada vez más influencia.

Con la muerte de Stalin, una camarilla revisionista subió al poder. Mantuvieron algunos de los rasgos del socialismo: la propiedad estatal de las fábricas y los recursos naturales, el nombre socialista y la dirección política del partido comunista. Pero tomaron medidas para poner la propia economía sobre la base capitalista de lo que podía acumular más ganancias y pusieron las estructuras del estado y del partido al servicio de ello. A nivel internacional, esto se manifestó en medidas para desafiar a Estados Unidos por dominar el mundo sobre una base imperialista.

En lugar de apoyar a la revolución en todo el mundo, estos revisionistas promovieron la coexistencia pacífica con el mundo imperialista. En esencia, pusieron las ganancias al control de la planificación económica y el intercambio en la sociedad. Promovieron la noción de que el socialismo podía instituirse en los países capitalistas mediante una “transición pacífica”, es decir, sin derrotar y desmantelar los órganos de represión violenta mediante la revolución. Establecieron una red de relaciones comerciales y económicas desiguales y opresivas con los países del tercer mundo1.

La Unión Soviética se basó en su reputación al derrotar al fascismo en la Segunda Guerra Mundial junto con su historial temprano de apoyo a la liberación de las naciones y nacionalidades oprimidas, tanto dentro de la propia Unión Soviética como en todo el mundo. Los nuevos gobernantes soviéticos utilizaron este prestigio entre los oprimidos y los ilustrados como parte de convertirse en una potencia socialista-imperialista, es decir, socialista de palabra pero imperialista en los hechos y en su esencia.

Para fines de la década de 1950, la Unión Soviética se rivalizaba con el Estados Unidos imperialista en todo el mundo por influencia y dominación, en lo que la gente por lo común conoce y llama la “guerra fría”, con esferas de influencias rivales, y el desenvolvimiento de conflictos de sustitutos y “guerras calientes” en todo el tercer mundo, desde el sur de África hasta el sur de Asia. Para mediados y fines de la década de 1970, la situación ya se agravaba y la perspectiva de una posible (y potencialmente catastrófica) guerra mundial entre las dos superpotencias se convirtió en un factor impulsor en la política mundial.

Al intentar contender con un Estados Unidos todavía mucho más poderoso, los soviéticos se topaban cada vez más con sus propias limitaciones — en las presiones que el gasto militar ejercía sobre su economía en relación con la de Estados Unidos y en su capacidad para igualar materialmente a Estados Unidos, a medida que se embarcaba en un programa de militarización sin precedentes en “tiempos de paz”. Esto sentó las bases para la entrada de Gorbachov.

Mentira número tres: El desmoronamiento de la Unión Soviética debido a las “reformas” de Gorbachov muestra que el poder estatal socialista no puede existir si se permite el disentimiento y la diversidad de opiniones

De hecho, como hemos demostrado, la Unión Soviética, para cuando Gorbachov asumiera el poder, se había “transformado” en una potencia imperialista. Como todas las potencias de este tipo, estaba impulsada por la necesidad capitalista de expandirse o morir. Se enfrentaron a una potencia muy superior en Estados Unidos e instituyeron importantes reformas económicas y políticas con la esperanza desesperada de que la Unión Soviética estuviera realmente a la altura del reto de prevalecer en el ámbito militar en esta rivalidad imperialista cada vez más intensa, si llegaba a producirse una guerra mundial. Al hacerlo, el sistema se desestabilizó y se produjeron grandes cambios y trastornos en lo que había sido la Unión Soviética.

Gorbachov llegó al poder en un momento crucial para el sistema revisionista. Se enfrentaban a un rival imperialista mucho más poderoso en Estados Unidos, junto con el creciente descontento y desmoralización de su propia población debido al colapso económico. Además, habían sufrido una devastadora derrota militar y política en Afganistán, a manos de los fundamentalistas islámicos armados por Estados Unidos, y estaban “extralimitados” como imperio. Tenían problemas para convertir otros avances geopolíticos en el tercer mundo en el correspondiente poder económico.

Mientras tanto, Estados Unidos los obligó a competir en gastos militares sobre una base económica débil: por ejemplo, el 60 por ciento de la inversión de capital se había asignado a la producción de combustible y materias primas, y otro 20 por ciento para las fuerzas armadas. Sólo el 20 por ciento se asignó a bienes de consumo. Eso supuso una tremenda penuria para la gente de a pie.

Gorbachov puso en marcha importantes iniciativas para hacer frente a esta situación. La Perestroika, o reestructuración, fue un programa de “reformas” en el funcionamiento de la economía soviética, cuyo objetivo era eliminar algunas de las trabas a la acumulación de capital. La Glasnost, o apertura, pretendía revitalizar los mecanismos de gobernanza permitiendo más disentimiento e iniciativa, con el objetivo de fortalecer la legitimidad de la clase dominante y las estructuras de la democracia tal y como se practicaba en la Unión Soviética.

Gorbachov pensó que podía llevar a cabo estas reformas económicas sin socavar la posición fundamental del estado y partido revisionista en la economía, y la legitimidad general del sistema soviético de “capitalismo de estado”. Pero estas reformas económicas resultaron cada vez más infructuosas y la situación era tal que a fines de los años 1980, los gobernantes soviéticos no podían ir a la guerra con alguna esperanza de ganar. Mientras tanto, el fracaso de la perestroika (reestructuración) en realidad aceleró el declive económico y el desorden político.

Las fuerzas centrífugas estaban desbaratando las cosas. Los líderes regionales luchaban cada vez más por ventajas dentro de la Unión Soviética. La influencia soviética sobre los países del bloque oriental comenzó a derrumbarse con Polonia y el surgimiento del movimiento Solidaridad ahí, apoyado por Estados Unidos, y luego con la caída del Muro de Berlín, seguido de la desintegración de las demás repúblicas nacionales, etc.

Esto llevó las cosas a un punto álgido —un sector de la clase dominante, ubicado en el ejército, intentó sacar a Gorbachov arrestándolo, con el propósito de acabar con la perestroika y la glasnost. Otro sector, encabezado por Boris Yeltsin, maniobró contra aquellos que luchaban por el viejo orden— pero con el propósito de deshacerse de cualquier pretensión de socialismo y, en su lugar, colocar a Rusia sobre una base cabal y abiertamente capitalista. Yeltsin se impuso, y en el proceso consumó el destino de Gorbachov, primero haciéndolo irrelevante y luego retirándolo de la vida pública.

Inmediatamente después de la disolución de la Unión Soviética, y con el cambio cada vez más descarado de China hacia los métodos y la moral capitalistas, y la supresión de las masas, figuras burguesas de todo el mundo cacareaban sobre la “muerte del comunismo”. En medio de esta celebración burguesa, Bob Avakian hizo una intervención decisiva con el libro El falso comunismo ha muerto... ¡Viva el auténtico comunismo! Este libro desafía de frente a la burguesía y examina profundamente la verdadera experiencia del comunismo y las verdaderas lecciones a sacar. Desde ese entonces, BA ha ido más lejos en todo este tema, pero este libro se mantiene como un documento extraordinario.

Especialmente a la luz de la afirmación de los comentaristas burgueses, tanto en ese entonces como ahora, de que el comunismo era una sociedad monótona y aburrida, destaca lo siguiente de BA en ese libro:

No hay nada más edificante que el comunismo, nada que abra más puertas a la imaginación y la creatividad humana, a la visión de un mundo totalmente distinto y a la iniciativa de las masas para crearlo mediante sus propios esfuerzos. El hecho de que los gobernantes de la Unión Soviética no pudieran inspirar al pueblo con ese ideal es una condena de sí mismos; pero es más que eso: es una expresión del hecho de que abandonaron y traicionaron los principios del comunismo y se convirtieron en otro grupo más de explotadores y capataces del viejo orden.

Como parte de la ofensiva actual, muchos de los comentaristas sobre la vida y la muerte de Gorbachov afirman que esta experiencia muestra que la diversidad de opiniones y el disentimiento son incompatibles con el socialismo. De hecho, como parte de su resumen continuo sobre las contradicciones que supone el avance a un mundo cabalmente comunista, Bob Avakian ha desarrollado una comprensión mucho más científica de las fuentes y las dinámicas de las contradicciones de la sociedad socialista y de las vías por medio de las cuales es posible lidiar con ellas. Esto ha sido parte de un proceso mucho más amplio mediante el cual BA ha puesto el comunismo sobre una base mucho más científica y ha desarrollado un marco completamente nuevo para la emancipación humana.

Este proceso de décadas, tal y como se aplica a la sociedad socialista, está destilado y concentrado en la Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte, de la autoría de Bob Avakian. Las disposiciones para el disentimiento, la diversidad y las formas democráticas de muchos tipos diferentes que se encuentran en esta constitución no son un adorno o “complementos”, sino que son esenciales para avanzar hacia la visión comunista de un mundo más allá de explotadores y explotados, opresores y oprimidos y todas las divisiones sociales antagónicas entre los seres humanos.

Así lo expresó el BA, en la Declaración de Año Nuevo de enero de 2021, “Un año nuevo, La necesidad urgente de un mundo radicalmente nuevo — Para la emancipación de toda la humanidad”:

Es un hecho que no existe en ningún otro lugar, en ningún documento de fundación o guía real o propuesto de ningún gobierno, nada que se parezca no sólo a las protecciones sino a las disposiciones para el disentimiento y la efervescencia intelectual y cultural que están encarnadas en esta Constitución, mientras que ésta tiene, en su núcleo sólido, una cimentación en la transformación socialista de la economía, con el objetivo de abolir toda explotación, y la correspondiente transformación de las relaciones sociales e instituciones políticas, para arrancar de raíz toda la opresión, y la promoción, por medio del sistema educativo y en la sociedad en su conjunto, de una orientación que “habrá de capacitar a las personas en buscar la verdad dondequiera que ésta conduzca, con un espíritu de pensamiento crítico y curiosidad científica y de esta manera aprender continuamente acerca del mundo y estar mejor capacitadas para contribuir a cambiarlo en conformidad con los intereses fundamentales de la humanidad”. Todo esto desencadenará y desatará una tremenda fuerza productiva y social de seres humanos con la capacidad e inspiración de trabajar y luchar juntos para satisfacer las necesidades fundamentales de la gente —con transformar la sociedad de manera fundamental y con apoyar y ayudar a la lucha revolucionaria por todo el mundo—, hacia el objetivo final de un mundo comunista, sin toda explotación y opresión, mientras que al mismo tiempo aborde la crisis ambiental y ecológica verdaderamente existencial, con sentido y de manera integral, lo cual es imposible hacer bajo el sistema del capitalismo-imperialismo.

Spanish Something Terrible or Something Truly Emancipating - Square, wo "NEW"

 

Una última ironía: una cosa de la que NO hablan

Al hacer un balance de Gorbachov, los políticos y expertos de la burguesía también hablan de otras cosas, como “democracia frente a autocracia”, “búsqueda de la paz y la cooperación frente al expansionismo”, en formas que promueven los intereses de cualquier sector de la clase dominante al que el comentarista en cuestión deba lealtad.

Pero algo que pocos o ninguno tocan es algo extremadamente relevante para el Estados Unidos de hoy. Bob Avakian, al escribir sobre el posible surgimiento de una situación revolucionaria en el Estados Unidos de hoy, extrae importantes lecciones de una amplia gama de experiencias históricas, entre ellas la experiencia de la Unión Soviética en la era de Gorbachov. En algo terrible, O algo verdaderamente emancipador: Crisis profunda, divisiones crecientes, la inminente posibilidad de una guerra civil — y la revolución que se necesita con urgencia. Una base necesaria, una hoja de ruta básica para esta revolución, BA escribe:

Hay cierta experiencia histórica importante de la que aprender — situaciones en las que una clase dominante ya no podía gobernar de la “manera acostumbrada” que la gente había sido condicionada a aceptar, y surgió una verdadera posibilidad de poner fin al sistema existente, incluso un sistema que había estado tan poderosamente atrincherado que desde hace mucho tiempo semejante cambio profundo había parecido imposible. Esto ha ocurrido especialmente cuando la clase dominante, o un sector de la clase dominante, de ese sistema ya no cree en lo que habían sido las “normas aglutinantes” —el conjunto regulador de creencias y procesos— de ese sistema, y las abandona más o menos abiertamente.

Un ejemplo de ese tipo de cosas —lo que conllevó un cambio importante, aunque no fue causado por una revolución real— es el colapso de la Unión Soviética en los años 1989-1991. La Unión Soviética fue el primer estado socialista en el mundo, creado por medio de la Revolución Rusa de 1917. Sin embargo, la verdad es que en los hechos el capitalismo había sido restaurado en la Unión Soviética, a mediados de la década de 1950 — aunque durante algún tiempo siguió manteniendo la fachada de “socialismo”. Pero luego, en la década de 1980, se instituyeron “reformas” las que empezaron a hacer deshilachar todo eso, y por fin algunos sectores de la clase dominante abandonaron la apariencia del socialismo, y el país experimentó una transformación hacia una sociedad abiertamente capitalista, y hasta descartó su identidad externa como la “URSS” (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas). El mismo tipo de cosas ocurrió en algunos países de Europa del Este que habían estado bajo el dominio efectivo de la Unión Soviética — países donde se dieron levantamientos masivos, las estructuras gobernantes se vinieron a pedazos y el resultado fue un cambio del capitalismo disfrazado al capitalismo abierto — un cambio importante, aunque no fuera una revolución real.

Esto, una vez más, es parte de un fenómeno más general en que un cambio importante, e incluso una revolución real, puede volverse posible (o más posible) no simplemente cuando haya una profunda crisis en la sociedad, y no solo cuando las fuerzas dominantes estén fuertemente divididas, pero cuando de hecho se vengan a pedazos, y la vieja forma de gobernar ya no pueda sostenerse.

Piense en eso. La gran ironía de la celebración en torno a la muerte de Gorbachov puede acabar siendo la omisión de lo que resulta ser lo más directamente relevante para la situación actual de Estados Unidos: lo que presagia para la crisis de legitimidad que se avecina para ese sistema, y lo que debe sustituirlo.

“Algo terrible o algo verdaderamente emancipador” no sólo contiene bases para comprender, sino una hoja de ruta para aprovechar esa crisis de legitimidad — no meramente para sustituir una forma de gobierno burgués por otra (como ocurrió en la caída de Gorbachov), sino para librar una lucha revolucionaria con millones y decenas de millones de personas, para realmente dar un paso gigantesco para acabar con todos los sistemas de explotación y opresión. Y en el trabajo realizado durante décadas por el BA se tiene la clave para que esa revolución sea una revolución por la que vale la pena luchar... una revolución que de veras conduzca a un mundo completamente nuevo.

Constitution for the New Socialist Republic in North America cover

 

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NOTAS:

1. La restauración del capitalismo en un país socialista fue algo inédito y no se reconoció al principio. Fue Mao Zedong, el líder de la Revolución China, quien descubrió por primera vez las formas en que esto podía ocurrir y sí ocurrió en la Unión Soviética. Mao analizó que el socialismo era mucho más que la propiedad estatal de los medios de producción. El socialismo era un período de transición, que se hace necesario debido al hecho de que toda revolución se apodera de una sociedad llena de desigualdades existentes entre los diferentes sectores de la población, de contradicciones entre las personas y de viejas formas de pensar y actuar (inclusive en la forma de llevar a cabo la producción) que es necesario restringir y por fin abolir, o de lo contrario brotarán de nuevo como hierba venenosa y ahogarán lo nuevo. Mao analizó, además, que la lucha entre si abolir y superar las viejas relaciones e ideas de la clase explotadora, y cómo, se expresa de manera más concentrada entre algunas personas de la dirigencia que siguen el camino capitalista para lidiar con estos problemas — y estos dirigentes revisionistas en el partido efectivamente estaban en posición de tomar el poder político y económico y transformar a China en un país capitalista.

Mao aplicó las lecciones de esa experiencia a China y las puso en práctica en la Gran Revolución Cultural Proletaria, un esfuerzo de una década de duración para derrotar los intentos de restauración capitalista y continuar por el camino socialista. Esta monumental lucha fue trágicamente derrotada en 1976 cuando Mao murió, sus seguidores fueron arrestados o asesinados, y —tal como había ocurrido 20 años antes en la Unión Soviética— el capitalismo fue restaurado, mientras se mantenía una fachada de socialismo.

Ante esta derrota histórica, Bob Avakian (BA) destiló los grandes avances de Mao, y analizó la experiencia tanto positiva como negativa de China en su intento de impedir la restauración capitalista y continuar por el camino socialista. Y luego, BA fue más allá al desmenuzar estas contradicciones y proponer verdaderas soluciones a las contradicciones que Mao había descubierto y con las que se había topado, así como contradicciones clave que Mao no había sido capaz de identificar correctamente o había identificado de manera equivocada. Para leer más información sobre este tema, véase Breakthroughs (Abriendo brechas): El avance histórico hecho por Marx, y el nuevo avance histórico del nuevo comunismo, Un resumen básico y El Nuevo Comunismo: La ciencia, la estrategia, la dirección para una revolución real y una sociedad radicalmente nueva en el camino a la verdadera emancipación, especialmente la Segunda y Cuarta partes, de Bob Avakian; y El comunismo: El comienzo de una nueva etapa, Un manifiesto del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos. [volver]

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Bob Avakian (BA), líder revolucionario y autor del nuevo comunismo, ha desarrollado una estrategia para hacer los preparativos para la revolución y para hacerla. Ha analizado científicamente que el presente es un momento poco común en el que una revolución real se ha vuelto más posible, y ha expuesto la visión panorámica, la base sólida y el plano concreto para “lo que sigue” en la Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte.

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