El viaje de Joe Biden a Europa aumentó seriamente el peligro de guerra —incluso, muy posiblemente, una guerra que acabe con la humanidad— a un nuevo nivel. Biden se apoderó de las primeras planas al terminar su discurso más importante del viaje con la afirmación de que “por el amor de Dios, este hombre [Putin] no puede seguir en el poder”. Respetados comentaristas pro-administración dijeron que esto “corre el riesgo de extender el alcance y la duración de la guerra”. Y aunque la administración de Biden trató de tener las dos cosas, diciendo inmediatamente que Biden no quería decir realmente que Putin debía ser destituido y el régimen derrocado, si se lee el discurso completo, se verá que Biden de hecho presentó toda esta guerra como “la prueba de todos los tiempos” y como una lucha entre “la libertad y la represión, entre un orden basado en reglas y un orden gobernado por la fuerza bruta”.
La verdadera causa de esta guerra
De hecho —y como ha escrito Bob Avakian (BA) y como hemos demostrado en un artículo tras otro de él y de otros en este sitio en las últimas seis semanas— “la esencia del conflicto entre Estados Unidos y los países como Rusia y China no es un conflicto entre ‘la democracia’ y ‘el autoritarismo’, sino que es una cuestión de rivalidad entre potencias imperialistas, todas las que son monstruosas opresoras de las masas de personas, y ninguna de las cuales representa o actúa a favor de los intereses de la humanidad”. (Lea “El descarado chovinismo pro estadounidense: ‘Antiautoritarismo’ como ‘tapadera’ para apoyar al imperialismo estadounidense”, de Bob Avakian.)
Para que quede claro: la invasión rusa a Ucrania es en sí una flagrante toma de poder, una matanza militar totalmente injustificada llevada a cabo bajo falsos pretextos. Al mismo tiempo, es precisamente el tipo de cosas que Estados Unidos ha hecho en Afganistán, Irak, Panamá, Granada, Vietnam y decenas de otros países en todo el mundo, incurriendo cientos, si no miles, de veces el horror, el daño y el sufrimiento que Rusia ha hecho en Ucrania. Por estas mismas razones, BA agrega en la siguiente frase del artículo mencionado: “Lo que hay que hacer, y con urgencia ahora, es oponerse a todos los imperialistas merodeadores y asesinos en masa, y a todos los sistemas y relaciones de opresión y explotación, con un énfasis especial en oponerse a ‘nuestros propios’ opresores imperialistas que cometen sus monstruosos crímenes ‘en nuestro nombre’ y se proponen movilizarnos para que los apoyemos sobre la base de un grotesco chovinismo pro estadounidense, el que es necesario que rechacemos firmemente y contra el que luchemos ferozmente”.
El Biden desmandado
Todo el viaje de Biden se programó para que coincidiera con el envío de más tropas de la OTAN, incluidas muchas tropas estadounidenses, a los países fronterizos con Ucrania, a poca distancia de Ucrania. Envió más armas a la región y proporcionó un mayor nivel de armamento a Ucrania (aunque aparentemente esto no fue suficiente para satisfacer al cada vez más rabioso e irresponsable líder ucraniano Zelenski). Se celebraron tres “cumbres” de tres agrupaciones diferentes, incluida una de la OTAN y otra de la Unión Europea, para intensificar las amenazas y la guerra económica que se estaba librando en represalia por la invasión rusa. Los funcionarios estadounidenses —y los medios de comunicación de Estados Unidos— discutieron continuamente la amenaza muy real de que Rusia recurriera a las armas químicas o nucleares... mientras minimizaban convenientemente el hecho de que la doctrina de guerra de Estados Unidos también incluye el uso de tales armas. (Para obtener más información sobre la amenaza real de una guerra nuclear, vea aquí un corto en inglés de El Show RNL — ¡Revolución, y Nada Menos! o lea el artículo de revcom.us de la semana pasada “La guerra en Ucrania... El horror —y el realzado riesgo— de una guerra nuclear”.)
Vídeo en inglés, Andy Zee, De Hiroshima a Ucrania: La amenaza de una guerra nuclear, de El Show RNL — ¡Revolución, y Nada Menos!
Mientras tanto, los medios de comunicación continuaron con su campaña para retratar a Putin como otra de las caricaturas “tan malas como Hitler” de cualquier líder al que persiguen y se proponen a derribar. El número dominical del New York Times estuvo a la altura de su papel como instrumento de propaganda de los imperialistas con un artículo en primera plana que se extendió durante páginas y páginas con una presentación de Putin como embriagado por un odio “antioccidental” y puro e irracional. De hecho, Putin sí es un monstruo en la medida en que es el instrumento y el servidor —y debe serlo— del sistema capitalista-imperialista que dirige a Rusia y de lo que ese sistema requiere para prosperar. Y en esto, no es distinto a Biden, Trump u Obama. No obstante, los medios de comunicación estadounidenses se complacen una vez más en su mitología del villano del año, del bueno y del malo, con el propósito de engañar a los crédulos. Ya sea Sadam Husein, Mulla Omar, Gadafi o Manuel Noriega, cada uno de ellos recibió el tratamiento de Hitler del mes por parte de los líderes estadounidenses y de las marionetas de la “prensa libre” de Estados Unidos, y como resultado Husein y Gadafi fueron asesinados (uno por el “proceso legal” dominado por Estados Unidos, el otro por una turba de linchamiento, sobre la que la entonces secretaria de Estado Hilary Clinton hizo una broma). Putin, por supuesto, conoce muy bien esta historia y fue obligado a tomar la amenaza de Biden muy en serio.
La retórica simplona de Biden, sus mentiras descaradas y sus falsos alardes serían risibles si no fueran tan graves sus consecuencias y los nuevos horrores que podrían desencadenar. Al enviar aún más armamento y soldados a la región, al aumentar la guerra económica en contra de Rusia, al dominar los últimos cinco días de cobertura de noticias con crudas tergiversaciones y demagogia descarada, y al concluir con lo que podría ser —y en gran medida fue— interpretado como una amenaza directa contra el propio Putin, Biden y la clase dominante de Estados Unidos en su conjunto han hecho del mundo un lugar considerablemente más peligroso de lo que era hace una semana.
Hay que acabar con este sistema antes de que este sistema acabe con la humanidad.