La Loma de la Muerte
Escuche a una mujer de Cuba describir su travesía por el Tapón del Darién, la única conexión terrestre entre América del Norte y América del Sur:
… vienen caminos y caminos hasta que llegas a la Loma de la Muerte. La Loma de la Muerte se pasa, el que puede, en un día y sí que es la Loma de la muerte, porque tiene una pendiente horrible y caminas por senderos en los que no hay nada en sus laterales, no puedes mirar hacia abajo porque corres el riesgo de caer y perder la vida.
Después viene más camino y más lomas, más caminos y más lomas y por supuesto con ríos y las personas siempre mojadas. Duermes mojado todas las noches. Todo lo que cargues lo vas botando por el camino porque el peso no te deja caminar. Las personas más fuertes y más agiles te van dejando atrás. Cuando llegas a un tramo determinado como a mitad de camino para llegar al campamento (de Bajo Chiquito ya en Panamá) ves personas muertas, en estado de putrefacción e hinchadas. Yo en mi caso vi tres por separado. Esto es real. Todo es real.
A dos o tres días de camino para llegar al campamento, 7 u 8 personas jóvenes te asaltan; andan armados, te quitan la comida, los celulares, el dinero y a las mujeres bonitas y de cuerpos bonitos las violan. Pero aún no acaba lo peor.
Te encuentras con personas que llevan 27, 15 y 10 días caminando por la selva, porque están con problemas en las piernas y ya no les queda nada. Te encuentras mujeres y niños y hombres con niños de todas las edades.
En mi caso me tocó salvar a una niña de como 6 meses y saludable. Se le desprendió a su papá y por suerte yo estaba detrás y en la parte baja de la loma y pude lograrla agarrar por el pie derecho pero justico con su cabeza ya para chocar con una piedra. La niña se salvó, gracias a Dios.
Mil y un demonios
El “Tapón del Darién” es un istmo montañoso (franja estrecha de tierra con agua por los dos lados) de unas 160 km de largo y 48 km de ancho que conecta América del Norte y América del Sur1. Está principalmente en Panamá, con su extremo sur en Colombia. El Tapón del Darién está infestado con muchos tipos de venenosas serpientes y otros reptiles, con arañas y hormigas que pican, caimanes, enjambres de mosquitos y garrapatas portadores de enfermedades — incluso plantas que tienen espinas de 20 cm de largo. La temperatura siempre está cerca de los 38 grados Centígrados y la humedad es sofocante. Sus ríos son turbulentos y las inundaciones repentinas son frecuentes.
En los últimos años, cientos de miles de migrantes desesperados que viajan hacia el norte han intentado cruzar el Darién. Las personas que intentan atravesarlo casi de inmediato quedan cubiertas de lodo, el que está en todas partes. Muchos desarrollan llagas dolorosas en los pies que a menudo se infectan de forma peligrosa y dolorosa. Muchos se enferman por beber de los ríos fangosos. En el Darién pululan pandillas criminales que se aprovechan de las personas que tratan de cruzarlo, robándolas y violándolas, y utilizan a algunas personas para traficar estupefacientes.
Un colombiano de 40 años de edad, que estuvo perdido en la selva del Darién durante 14 días antes de escapar, le dijo al grupo humanitario Médicos Sin Fronteras: “Esta es una pesadilla con 1.001 demonios. Vi a un niño ser arrastrado río abajo cuando soltó las manos de sus padres. He visto cadáveres, ahogados; cuatro de ellos. He olido cadáveres en descomposición en el barranco”.
Imagina el terror que sienten los niños pequeños que se aferran a sus padres y se esfuerzan por sobrevivir en esta sofocante cámara de los horrores. Imagina la angustia que impulsa a los padres a abandonar sus hogares y al resto de sus familias y amigos, para dejar atrás la vida que habían llevado, y llevar a sus hijos por este infierno en la Tierra. ¿Lo podrías hacer? ¿Qué nivel de desesperación te haría arriesgarte a emprender este viaje?
“¿Qué nivel de desesperación te haría arriesgarte a emprender este viaje?”
Y si lo sobrevives, aún estarás a más de 1.600 km de tu objetivo. Tendrás que cruzar otras seis fronteras, en cada una de las cuales podrías ser detenido y deportado; tendrás que viajar a través de América Central y México — donde cientos de miles de personas también huyen de la pobreza, la violencia y la devastación ambiental a fin de llegar a “el Norte”. Y si por suerte llegas tan lejos, te enfrentará con el alambre de púas, las lanchas patrulleras, los aviones no tripulados y los agentes armados de la ley migratoria que demarcan la autoproclamada “tierra de los libres”.
Un planeta empapado de la sangre de los migrantes
“Somos los huesos bajo tus pies, la mentira piadosa de la prosperidad estadounidense”. — de la canción “Creature Comfort” [Comodidad de la criatura], de Arcade Fire
Personas de todo el mundo han estado arriesgando, y a veces perdiendo, todo —incluso la vida y la vida de sus hijos— para cruzar el Tapón del Darién. Las personas que ingresan al Darién provienen de países de todo el mundo: Haití, Angola, Bangla Desh, Brasil, Uzbekistán y muchos otros. Hace una década, un poco más de cien personas cruzaban el Darién al año. Entre enero y septiembre de 2022, según el gobierno de Panamá, más de 151.000 personas cruzaron el Tapón del Darién hacia Panamá; 32.488 de esas personas eran niños, y 900 de esos niños no estaban acompañados.
Se ha disparado el número de personas que cruzan el Darién desde Venezuela. En 2018, cerca de 100 venezolanos fueron detenidos por las autoridades fronterizas en la frontera sur de Estados Unidos. Entre enero de 2021 y agosto de 2022, “Funcionarios estadounidenses detuvieron a más de 200.000 venezolanos en la frontera entre Estados Unidos y México”. A mediados de octubre de 2022, 107.600 de las personas que entraron a Panamá por el Tapón del Darién eran venezolanos. Se encuentran entre los millones de venezolanos que huyen de la demolición de su patria provocada por el imperialismo. (Vea el artículo de Revolución de la semana pasada, “Emigración en masa desde Venezuela: Catástrofe de sufrimiento humano Made in the USA”).
Darién no es la única parte de este planeta empapada de la sangre de migrantes. Un reporte de las Naciones Unidas estima que en 2020, hubo más de 281 millones de migrantes en el mundo. Piensa en la gran magnitud de eso. Y piensa en la angustia infligida a cada persona —jóvenes, mayores y de las edades de en medio— impelida a recorrer el planeta por las guerras, por la contaminación del suelo en el que habían cultivado o el secado de cualquier fuente de agua, por la intensa violencia que agobia sus patrias empobrecidas.
Esto tampoco sucede solamente en este hemisferio. Para nada. El mar Mediterráneo se ha convertido en una tumba para los migrantes que intentan ir a Europa. Es la “ruta migratoria más fatal del mundo... donde más de 17.900 personas murieron entre 2014 y 2018. También es el lugar más mortífero para los niños, con 678 muertes registradas”. Las rutas terrestres a través del norte de África están “entre las más mortales para los migrantes” en el mundo. Un reporte de 2020 de la agencia de refugiados de las Naciones Unidas y el Consejo Danés para los Refugiados habla de la “brutalidad e inhumanidad indescriptibles” que enfrentan los migrantes en el norte de África, y dice que en 2018 y 2019 al menos 1.750 personas murieron durante el viaje. Incluso muchos de los que llegan a su destino previsto han muerto una vez que están allí, por deshidratación, mordeduras de serpientes, ahogamiento, congelación o asfixia mientras están metidos en la parte trasera de los camiones en lugares como Burgenland, Austria; Essex, Inglaterra; y San Antonio, Texas.
Se necesita con urgencia: un cambio revolucionario de sistema
¿Por qué están ocurriendo tales horrores en toda la Tierra? Porque todo el planeta está dominado por el sistema del capitalismo-imperialismo, un sistema económico organizado en torno a la ganancia, con un orden social brutal para reforzarlo; un sistema en el que una pequeña fracción de la humanidad, la clase dominante capitalista-imperialista, posee y controla una enorme riqueza y los medios para producir esa riqueza. Miles de millones de personas son aplastadas en el proceso.
Lo que se necesita con urgencia, y para lo que deben trabajar activamente y prepararse todos los que quieren poner fin a estos horrores, es, como escribió Bob Avakian (BA): “…una revolución — una revolución real para derrocar este sistema, y crear un sistema radicalmente diferente y mucho mejor”.
Es este sistema el que es la causa básica del tremendo sufrimiento al que está sometida la gente en todo el mundo; y este sistema representa una amenaza creciente a la existencia misma de la humanidad, en la manera en que este sistema está destruyendo rápidamente el medio ambiente global y en el peligro de una guerra entre las potencias capitalistas-imperialistas con armamento nuclear, como Estados Unidos y China.