El fin del Título 42 ha desencadenado otra ronda de amargas luchas y duras acusaciones en el seno de la clase dominante estadounidense. Durante lo que equivalió a un mitin fascista televisado de una hora de duración en la CNN la semana pasada, Donald Trump dijo que las políticas de Biden significan que “Va a haber decenas de miles de personas entrando en nuestro país. No queremos que estén en nuestro país”.
Trump y otros fascistas de pesos pesados encabezan un movimiento construido (en parte) en torno a la total satanización y criminalización de nacionalidades enteras de personas, mentiras racistas e insultos en contra de los inmigrantes. Estos fascistas han forjado a una base social que se regodea alegremente en una febril crueldad hacia las personas oprimidas. Los líderes de este movimiento gritan a sus entumecidas turbas fascistas cosas como que los inmigrantes “nos quitan el trabajo, destruyen nuestra cultura, traen drogas, saturan nuestra frontera”. El hecho de que todo esto sea una gran mentira no importa; las mentiras pretenden fomentar un sentimiento de agravio y un deseo de tomar represalias esenciales para cohesionar un movimiento fascista que quiere “hacer que Estados Unidos tenga grandeza”. Cuanto más grande sea la mentira, más fuerte la vociferan.
“La satanización, criminalización y deportaciones de inmigrantes y la militarización de la frontera”, de Bob Avakian (vídeo en inglés; lea el texto de este corto en español aquí.)
La revista Rolling Stone informa que Trump les ha dicho a sus “asesores” que, si vuelve a ser presidente, quiere atacar militarmente a México. La revista citó a uno de estos asesores diciendo: “‘Atacar a México’, o como quieran llamarlo, es algo para lo que el presidente Trump ha dicho que quiere se elaboren ‘planes de batalla’. Se ha quejado de las oportunidades perdidas de su primer mandato, y hay mucha gente a su alrededor que quiere menos oportunidades perdidas en una segunda presidencia de Trump”.
Lucha sobre la mejor manera de mantener a un sistema basado en la explotación, reforzado por la opresión
Greg Abbott, el gobernador fascista cristiano de Texas, ha enviado autobuses llenos de inmigrantes a Nueva York y otras “ciudades santuario” del norte. Ahora, la crisis provocada por el fin del Título 42 ha generado temblores políticos en partes de Estados Unidos lejos de la frontera y dominadas por los demócratas. Kathy Hochul, la gobernadora de Nueva York, declaró una “emergencia por desastre” y movilizó elementos de la Guardia Nacional; en Chicago, la alcaldesa Lori Lightfoot emitió una orden de “declaración de emergencia” por lo que llamó una “avalancha de migrantes” que posiblemente se trasladen en autobús a su municipio.
Biden se enfrenta a intensas críticas desde las filas del Partido Demócrata. Eric Adams, alcalde demócrata de la ciudad de Nueva York, dice que “la crisis en torno a los migrantes” está destruyendo su ciudad. Adams denunció la “irresponsabilidad de la Casa Blanca por no abordar este problema”. Quiere enviar a los migrantes de la ciudad de Nueva York a zonas del norte del estado de Nueva York. Un líder republi-fascista de Nueva York preveía un “enfrentamiento... porque me acaban de decir que el municipio ha dicho: ‘que se jodan [los condados de] Rockland y Orange, vamos a enviar a esta gente al norte del estado’”.
Mientras tanto, los republicanos siguen golpeando a Biden y a los demócratas y diciendo que su política es crear una “frontera abierta”. De hecho, Biden ha expulsado a más inmigrantes de Estados Unidos en dos años que Trump en cuatro, al tiempo que Biden denunciaba a Trump por su “crueldad y exclusión a cada paso”. Su administración ha aplicado cantidades masivas de represión y brutalidad a lo largo de la frontera. Acaba de intensificar esa represión con la respuesta de su administración al fin del Título 42.
Una cuestión volátil
Así que... si tanto los demócratas como los republi-fascistas están de acuerdo en que la severa represión tiene que ser la piedra angular y lo que está al frente de su “política fronteriza”, ¿por qué es una cuestión tan explosiva entre ellos?
A un nivel muy básico, ambos partidos representan los intereses del sistema depredador del capitalismo-imperialismo. Ambos partidos son instrumentos de la clase que gobierna un sistema que tiene de base y requiere la explotación masiva de miles de millones de personas, y la violencia brutal para imponer esa explotación. Pero tienen puntos de vista chocantes sobre la forma de defender, sostener y desarrollar ese sistema en un momento en que otros imperialistas los están desafiando — y además en un momento en que las formas en que los imperialistas han mantenido la articulación de las cosas dentro de Estados Unidos se han ido desmoronando.
Como escribió Revolución anteriormente:
La inmigración es una expresión aguda de la forma en que las divisiones en la cúspide de esta sociedad están desgarrando a toda la sociedad, y del hecho de que las “normas” que han cohesionado a Estados Unidos durante 150 años se están haciendo añicos. Bob Avakian, en Algo terrible, o algo verdaderamente emancipador: Crisis profunda, divisiones crecientes, la inminente posibilidad de una guerra civil — y la revolución que se necesita con urgencia, Una base necesaria, una hoja de ruta básica para esta revolución, ofrece un valioso análisis del conflicto que divide a los gobernantes de este país en enconados oponentes. En él, señala que el programa fascista se centra en
“restaurar” la “grandeza” mitológica de Estados Unidos sobre la base de la supremacía blanca agresiva, la supremacía masculina cruda y brutal y la supresión de las personas LGBT, la xenofobia (el odio y persecución a los extranjeros e inmigrantes, particularmente aquellos que provienen de lo que Trump describió infamemente como “los países pozos de mierda”), la afirmación forzosa y ostentación chovinista del dominio estadounidense y “la superioridad de la civilización occidental”, junto con el rechazo deliberado a la ciencia y el método científico, especialmente en los casos en que interferiría con el saqueo irrestricto del medio ambiente, así como de la gente.
En cuanto a la inmigración, Trump, Abbott y los republi-fascistas están cohesionando a una base social rabiosamente violenta y odiosa para promover sus intereses. Los demócratas utilizan “normas legitimadoras” para cohesionar a una base de apoyo. Utilizan normas que implican un simulacro de audiencias legales; que describen su duro enfoque con palabras almibaradas como “compasión” y “humanitario”; que hacen algunas mezquinas concesiones para permitir que unos pocos inmigrantes aprobados entren en el país bajo “libertad condicional”, a la vez que hacen retroceder a golpes a millones de personas y llevan a cabo una represión despiadada.
Estas normas tienen por objeto acallar las conciencias de aquellas “personas decentes” que tienen cierta idea de la dominación violenta y el parasitismo económico por medio de los cuales Estados Unidos amarra el cómodo nivel de vida del que muchos de ellos disfrutan, pero en lo que no quieren pensar demasiado, ni quieren hacer nada en concreto para ponerles fin a los horrores que conlleva esa dominación.
Hay que desafiar a esa “gente decente”.
[A] medida que la “manera normal” en que se ha gobernado a la sociedad deje de mantener la articulación de las cosas —y la sociedad esté desgarrándose cada vez más—, es posible que esto haga flaquear la creencia de la gente en que “la manera en que siempre han sido las cosas” es la única manera en que las cosas pueden ser. Puede hacer que haya más receptividad en la población a cuestionar —en un sentido real puede obligar a la gente a cuestionar— la manera en que han sido las cosas, y si tienen que seguir siendo así. Y es mucho más probable que esto ocurra si las fuerzas revolucionarias están en la sociedad entre las personas arrojando una luz sobre la realidad más profunda de lo que está ocurriendo, y por qué, y explicando que SÍ QUE EXISTE una alternativa a vivir así.