Si es usted una persona común y corriente y mata a alguien en Estados Unidos, se supone que van a acusarlo de un delito y juzgarlo. Si lo hace una y otra vez, es usted un asesino en serie y la sociedad acepta que está retorcido y que es necesario mantenerlo alejado de la gente. Si va a una escuela y asesina a diez, veinte o más personas, es un asesino en masa y, repito, se supone que van a juzgarlo y, si lo declaran culpable, va a ir a prisión para que no pueda causar semejante horror.
Pero si usted es un servidor del capitalismo-imperialismo y es responsable de ordenar directamente, o de ayudar e instigar, la muerte de más de un millón de personas al servicio de los intereses de ese sistema y luego, durante años después, aconseja a quienes le siguen sobre cómo hacer lo mismo... bueno, eso es diferente.
Luego, en lugar de penas de prisión, obtiene altos honores y hasta lo agasajan en fiestas de cumpleaños en instituciones elegantes con altos funcionarios del gobierno, cardenales de la iglesia, celebridades y una variedad de lamebotas que le van a dar brindis.
Ésta es la historia verdaderamente repugnante de Henry Kissinger, exsecretario de Estado, asesor de seguridad nacional y consultor presidencial que murió la semana pasada. Kissinger podía hacer un mejor trabajo que la mayoría a la hora de identificar y articular los intereses capitalista-imperialistas estadounidenses, y asesoró a los últimos 10 presidentes estadounidenses. Pero eso lo convirtió en nada más que un monstruo inusualmente astuto y un “gánster legítimo” especialmente cruel, según la frase popularizada por Bob Avakian.
Para dar una idea de lo que queremos decir con esto, en sus ocho años en el cargo, Kissinger dejó un rastro de más de un millón de asesinatos, desde Vietnam hasta Timor Oriental, desde Camboya hasta Bangla Desh y Chile. Para ello, prosiguió y respaldó guerras genocidas y fraguó golpes de estado en todo el mundo. (Consulte el artículo adjunto para obtener más detalles sobre esto).
Hay un sistema al que Henry Kissinger sirvió, y ese sistema tiene un nombre
Pero Kissinger no fue un hombre singularmente cruel que de alguna manera logró llegar a una posición poderosa. No. Sirvió a un sistema: el capitalismo-imperialismo. ¿Qué es el capitalismo-imperialismo?
Bob Avakian lo expresó de esta manera en Lo BAsico 1:6:
Imperialismo quiere decir enormes monopolios e instituciones financieras que controlan las economías y sistemas políticos —y la vida de la gente— no solamente en un país sino en todo el mundo. Imperialismo quiere decir explotadores parasíticos que oprimen a centenares de millones de personas, condenándolas a incalculable miseria; financistas parasíticos capaces de hacer pasar hambre a millones simplemente presionando una tecla de una computadora y trasladando de esa manera grandes cantidades de riqueza de un lugar a otro. Imperialismo quiere decir guerra —guerra para suprimir la resistencia y rebelión de los oprimidos, y guerra entre los estados imperialistas rivales—, quiere decir la capacidad de líderes de estos estados de condenar a la humanidad a increíble devastación, quizás hasta la aniquilación total al oprimir un botón.
El imperialismo es el capitalismo en la etapa en que sus contradicciones básicas han alcanzado un nivel extremadamente explosivo. Pero el imperialismo también significa que habrá revolución —el levantamiento de los oprimidos para derrotar a sus explotadores y atormentadores— y que esta revolución será una lucha mundial para barrer a ese monstruo global, el imperialismo.
Ese concepto de imperialismo es necesario para comprender a Kissinger y por qué trabajó para presidentes estadounidenses y por qué fue “consultado” por esos presidentes, desde Kennedy hasta Biden. Durante la semana pasada, hubo muchas revelaciones valiosas de la profundidad y el alcance de los crímenes de Kissinger, y eso es importante, extremadamente importante, en un país donde la gente está condicionada a alejarse de la realidad de lo que Estados Unidos ha hecho.
Pero ninguno de estos comentaristas, hasta donde hemos visto, ha señalado siquiera el motivo de los crímenes: que fue, nuevamente, la preservación del sistema económico y político del capitalismo-imperialismo y el avance de los intereses imperialistas estadounidenses dentro de ese sistema. Sin esa comprensión, permanecerán encerrados dentro de los confines de un sistema que produce continuamente pensadores y estrategas como Kissinger y que genera continuamente nuevos horrores, desde Indochina y Chile durante el apogeo de Kissinger hasta Kiev en Ucrania y la actual ciudad de Gaza en la Palestina ocupada.
Jamelle Bouie, el New York Times y la distorsión intencionada
En otra liga está el “izquierdoso” residente del New York Times, Jamelle Bouie, cuya columna destacada este domingo [3 de diciembre de 2023] llevaba el título “Kissinger’s Dirty Work Abroad Hurt America At Home, Too” [El trabajo sucio de Kissinger en otros países también perjudicó a Estados Unidos en casa]. Bouie sostiene que las flagrantes violaciones de la soberanía nacional de otros países por parte de Kissinger desempeñaron un papel particularmente dañino con respecto a “la rendición de cuentas, la opinión pública y el estado de derecho”. Bouie ignora los flagrantes ultrajes que se produjeron antes de Kissinger. Esto incluye a presidentes demócratas como John F. Kennedy, que ordenaron asesinatos tanto de aquellos a los que consideraban como enemigos de los intereses estadounidenses (incluidos varios atentados contra Fidel Castro, todos los cuales fracasaron), como de aliados que habían dejado de ser “útiles” (por ejemplo, el títere estadounidense Ngo Dinh Diem en Vietnam, atentado que tuvo éxito). Lyndon Johnson, que le siguió a Kennedy, apoyó y prestó mucha atención a la vigilancia grabada contra Martin Luther King por parte del FBI y otras operaciones de COINTELPRO tanto contra la lucha por los derechos civiles como contra el movimiento revolucionario de liberación negra1. En el marco de este programa, los líderes fueron objeto de asesinato y encarcelamiento. Bouie pierde de vista (o no quiere ver) que la democracia estadounidense siempre, desde que existe, ha estado dispuesta a pelar sus colmillos muy dictatoriales cada vez que se le desafía. Kissinger continuó con eso, no fue él quien lo inició.
Bouie menciona los “intereses nacionales” tan sólo una vez en su artículo — para poner la frase entre comillas desdeñosamente, sin llegar nunca al meollo de la cuestión: el carácter sistémico de los crímenes de Kissinger y, de hecho, también de los presidentes demócratas, y cómo en realidad sirvieron a intereses imperialistas “más amplios” tal como se entendían en ese momento. Todos y cada uno de ellos, demócratas o republicanos, con todas sus diferencias muy reales: nada más que gánsteres legítimos.
Volviendo a Kissinger: tenía una visión particular de cómo se juega “al juego” y acumuló un recuento de cadáveres particularmente horrible y brutal. En esos sentidos, quizá se haya destacado. Pero lo más importante, lo que no debe ocultarse, es que su carnicería, como las de otros que han ocupado su puesto, se llevó a cabo al servicio de un sistema que requiere la explotación parásita a miles de millones de seres humanos. Y esa cifra incluye a los 160 millones de niños que trabajan duro toda la vida en el Sur Global, o tercer mundo, cuya sangre y lágrimas se pulverizan en la ropa que usamos, los alimentos que comemos y los teléfonos por los que hablamos y navegamos.
La verdadera diferencia de Obama con Kissinger... y su unidad fundamental con él
El hecho de que los crímenes de Kissinger en particular sean tan notorios ha provocado que algunos comentaristas de los medios de comunicación capitalista-imperialistas, y antes hasta de un ex presidente como Obama, intenten poner cierta distancia entre sí mismos y Kissinger. Obama en 2016, cuando dejaba el cargo y estaba bajo ataque por supuestamente no ser “lo suficientemente agresivo” en el uso de la fuerza militar, recordó el hecho de que después de 20 años de combates en Vietnam, y a pesar de todos los horrores que Estados Unidos infligió a las masas en ese país, Estados Unidos finalmente fue derrotado en Vietnam. Obama dijo que:
Lanzamos más municiones [bombas] sobre Camboya y Laos que sobre Europa durante la Segunda Guerra Mundial y, sin embargo, al final, Nixon se retiró, Kissinger fue a París [para negociar un acuerdo de paz] y lo único que dejamos atrás fue caos, matanzas y gobiernos autoritarios … ¿De qué manera esa estrategia promovió nuestros intereses?
Es importante tener en mente que Obama se enfrentaba a un mundo distinto al de Kissinger más de 40 años antes, y que Estados Unidos se enfrentaba a desafíos distintos y que había desarrollado estrategias distintas. Pero nótese bien esa última frase de Obama: “promover nuestros intereses”. Y pregúntense: “¿A qué se refiere ‘nuestro’?” El propio Obama durante su reino regó y/o apoyó no poca cantidad de “caos, matanzas y gobiernos autoritarios”. Llevó adelante la guerra en Afganistán, donde las fuerzas de la OTAN lideradas por Estados Unidos bombardearon periódicamente a fiestas de boda y llevaron a cabo otras atrocidades. Patrocinó un golpe de estado en Honduras. Patrocinó otro golpe de estado en Libia, en el que el anterior líder Gadafi fue asesinado de una manera particularmente brutal, lo que provocó bromas enfermizas y alegres por parte de la secretaria de Estado de Obama, Hillary Clinton2. Respaldó a Israel para librar una guerra anterior en Gaza en 2014. Y por encima de todo esto, todos los martes por la mañana, Obama revisó las “listas de asesinatos” de personas que estaban en la mira para el asesinato en toda Asia central, personas que Obama consideraba amenazas a “nuestros intereses”.
Una vez más, nada más que “gánsteres legítimos”, todos y cada uno de ellos.
Los intereses de ellos… y los nuestros
Las palabras blandas de Obama “nuestros intereses” encubren la destrucción y devastación de regiones y pueblos enteros del mundo. Pregúntese: ¿usted está tan cegado por los “beneficios” y baratijas de este sistema de saqueo mundial que está dispuesto a condenar a un infierno a miles de millones de personas en todo el mundo, incluidos cientos de millones de niños, y decenas de millones en Estados Unidos a fin de mantener ese sistema parásito en pie? ¿Son esos los intereses de ustedes, los intereses más fundamentales de ustedes, como uno de los casi ocho mil millones de seres humanos?
¿O puede oír a BA cuando dice:
Los intereses, objetivos y grandes planes de los imperialistas no corresponden a nuestros intereses — no corresponden a los intereses de la gran mayoría de la población en Estados Unidos ni de la abrumadora mayoría de la humanidad. Hay que entender las dificultades en que se han metido los imperialistas en aras de sus intereses, y hay que responder a ellas, pero no desde su punto de vista y sus intereses sino desde el punto de vista de la gran mayoría de la humanidad y de la necesidad básica y urgente de un mundo diferente y mejor, de otro camino. (Lo BAsico 3:8)
La oportunidad de arrancar ese “mundo diferente y mejor” es en realidad significativamente más grande hoy que cuando BA escribió esas palabras hace más de 15 años. Al igual que los gánsteres ilegítimos, los gánsteres legítimos también tienen sus choques, lo que incluye sus luchas hasta el final, y sin duda una lucha está en marcha ahora, entre los fascistas trumpistas y los belicistas genocidas agrupados en torno a Biden. En ciertos sentidos, la muerte de Kissinger es otro marcador del fin de los días de los “hombres sabios” que podían “puentear la divisoria” entre diferentes sectores de los gobernantes.
Aquellos que han mantenido al mundo en cadenas tan sangrientas ahora enfrentan tremendos desafíos... desafíos que podrían conducir a horrores aún peores o, si nosotros de veras nos ponemos a la altura del desafío, a oportunidades sin precedentes para avanzar hacia la emancipación. El mismo método científico que revela un sistema en la base de los Gánsteres Legítimos que manejan las cosas, revela la fuente de potencial dentro de estos choques que recorren desde la cima hasta la base de la sociedad. Instamos a los lectores de este artículo a que vean aquí, aquí o aquí, o que lean el pasaje adjunto de La revolución: Desarrollar las bases para jugárselo el todo por el todo con una verdadera oportunidad de ganar. Orientación estratégica y enfoque práctico.
Deberíamos insistir y tenemos que insistir en toda la verdad en relación a los asesinos que este sistema produce y tratar con desprecio a los honores que el sistema les otorga… pero hay que hacerlo sobre la base de hacer todo lo posible para deshacerse de un sistema que requiere y da respaldo a esos criminales y dar un salto gigantesco hacia la revolución y un mundo completamente nuevo.
2. En las circunstancias de una crisis total, cuando se esté poniendo en tela de juicio todo el rumbo de la sociedad, habría diferentes tendencias y fuerzas organizadas que trabajaran para llevar las cosas por diferentes caminos. Se tendría a los republicanos fascistas, con su objetivo de tomar (o consolidar) el poder a fin de establecer una forma más flagrante de gobierno opresor y asesino, sin el disfraz acostumbrado de la “democracia, con libertad y justicia para todos”. Se tendría a aquellos, como los dirigentes del Partido Demócrata, que intentaran mantener (o restaurar) este monstruoso sistema de opresión en su forma más “tradicional”. Se tendría a masas de personas a favor de algún tipo de cambio básico en un sentido positivo, pero con distintas ideas sobre lo que eso significaría. Y probablemente se tendría a algunas fuerzas organizadas que afirmaran estar aspirando a algún tipo de “cambio progresista” —algunas de éstas quizás hasta se autodenominaran “revolucionarias” o “socialistas”—, cuando en realidad sus programas sólo reforzaran el sistema existente, y mantuvieran a las personas encerrada en dicho sistema.
Será necesario dirigir a las personas a las que sea posible ganarse, en cantidades cada vez mayores, hacia la revolución real que se necesita con urgencia, a tener una comprensión clara de la necesidad, y a estar en una posición, de librar una lucha poderosa para determinar el rumbo general de las cosas en medio de semejante crisis aguda, a fin de hacer avanzar las cosas hacia la única solución positiva real: una revolución verdaderamente emancipadora.
TODO LO QUE SE HAGA, DE AQUÍ EN ADELANTE, TIENE QUE ORIENTARSE A CREAR LAS BASES PARA ESTO.