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Revolución #493 31 de mayo de 2017
31 de mayo de 2017 | Periódico Revolución | revcom.us
Para su primera escala de su primer viaje al exterior después de tomar el poder, Donald Trump eligió a Arabia Saudita , un centro de una barbarie fundamentalista y absolutismo medieval. Y por buenas razones.
Trump llevó su pandillerismo “ESTADOS UNIDOS PRIMERO” al Medio Oriente y al mundo. Trump dejó en claro que nada iba a impedir que Estados Unidos dominara y saqueara a la región y al mundo: ni el Estado Islámico, ni Irán, ni ningún rival mundial, ni ninguna oposición a sus aliados carniceros, y ciertamente no lo impedirán los “derechos humanos” o los “derechos democráticos”.
Piensen en el contexto general en el que se lleva a cabo el viaje de Trump. Desde el 11 de septiembre de 2001, Estados Unidos ha desatado una tormenta de muerte y destrucción sobre el mayor Medio Oriente. Su guerra y ocupación de Afganistán, que ya lleva 16 años, ha dejado miles de muertos y más de un millón de desplazados. Su invasión de Irak en 2003, seguida de años de ocupación y ahora la intervención en curso, han dejado al país destrozado, han conducido a más de un millón de muertes y millones de refugiados, y han engendrado un caldo de cultivo favorable para el reaccionario fundamentalismo islámico. En 2011, Estados Unidos colaboró para derrocar a Muamar Qadafi en Libia, lo que causó un mortífero caos a nivel nacional y abrió otro frente de batalla para el yihadismo. Ese mismo año, se metió en la reaccionaria guerra civil de Siria y ayudó a fomentarla, misma que hasta la fecha ha resultado en la pérdida de 500.000 vidas y en 10 millones de refugiados. Todo esto ha contribuido a que esta sea la mayor crisis de refugiados en la historia: 65 millones de personas buscan albergue seguro. Y estos son apenas algunos ejemplos importantes.
Pero el 21 de mayo, ante una pestilente manada de tiranos y torturadores, Trump no retrocedió ante la letanía de horrores, más bien redobló sus esfuerzos.
Bajo el pretexto de combatir contra el extremismo y el terrorismo de los islamistas y de una “batalla entre el bien y el mal”, Trump explicó cómo espera que los imperialistas estadounidenses sigan teniendo estrangulada a esta región: atizar más la ya terrible represión, tortura, hambruna y violencia que Estados Unidos y sus aliados ya están cometiendo. Son una amenaza para millones de personas en la región las amenazas de Trump contra Irán, su apoyo abierto a la guerra de Arabia Saudita para matar de hambre a Yemen y su creciente respaldo a las tiranias asesinas.
Las amenazas de Trump también prometen intensificar más la dinámica mortal entre el imperialismo estadounidense y el fundamentalismo/yihadismo islámico. Como ha analizado Bob Avakian, el presidente del Partido Comunista Revolucionario:
Lo que vemos en contienda, con la jihad por un lado y McMundo/McCruzada [el imperialismo occidental en creciente globalización] por el otro, son sectores históricamente anticuados de la humanidad colonizada y oprimida contra sectores dominantes históricamente anticuados del sistema imperialista. Estos dos polos reaccionarios se oponen, pero al mismo tiempo se refuerzan mutuamente. Apoyar a uno u otro de esos polos anticuados, acabará fortaleciendo a los dos.
Esta es una formulación muy importante y crucial para entender muchas dinámicas que impulsan el mundo en este período, pero tenemos que tener en claro cuál de “los dos sectores históricamente anticuados” ha causado más daño y representa la mayor amenaza a la humanidad: los sectores dominantes históricamente anticuados del sistema imperialista, y en particular los imperialistas estadounidenses.
El Medio Oriente está entre Asia, África y Europa. Lo entrecruzan rutas de navegación marítimas y comercio importantes. Y es el mayor grifo de petróleo del mundo. Por todas esas razones, desde la Segunda Guerra Mundial el control del Medio Oriente ha sido un pilar clave del poder y dominio mundial de Estados Unidos, un eslabón clave en la cadena de explotación y opresión que Estados Unidos ha impuesto al mundo.
En 2001, el régimen de George W. Bush lanzó su “guerra contra el terror” para tratar de aplastar a sus oponentes —ya sean los estados como Irak o Irán o las fuerzas islámicas como el Talibán y Al Qaeda— con el fin de reorganizar a la región entera y consolidar el control estadounidense de la región. Pero esta guerra en marcha más bien ha terminado por desestabilizar a la región y crear nuevos problemas profundos para el imperio.
Obama intentó reducir la intensidad de la guerra en ciertos teatros, continuarla en otros (con el asesinato de miles de personas por aviones no tripulados), y amarró un acuerdo nuclear con la reaccionaria teocracia chiíta de Irán. No obstante, se le siguen amontonando los problemas y retos a Estados Unidos. Rusia se está portando más agresiva en la región y el mundo entero, al igual que China. Los levantamientos de la Primavera Árabe de 2011 estremecieron a los régimenes pro estadounidenses de la región, como Egipto y Túnez. La infernal guerra civil en Siria que ya lleva cinco años ha creado una crisis humanitaria y de refugiados que ha devastado a ese país y amenaza con desestabilizar a Europa. Y esta terrible matanza podría resultar en el fortalecimiento del gobierno de Assad y sus padrinos, Rusia e Irán, que están batallando con Estados Unidos para tener más influencia en la región.
Las guerras en Afganistán e Irak siguen perdurando sin victorias para Estados Unidos. En Irak, quizá Irán esté saliendo con más palancas que Estados Unidos. En Afganistán, Estados Unidos ya lleva más de 15 años de guerra —la guerra más larga en la historia de Estados Unidos— y el Talibán fundamentalista islámico está ganando territorio. Al mismo tiempo, las guerras, invasiones militares y trastornos regionales de Estados Unidos han contribuido a impulsar el crecimiento exponencial del yihadismo islámico en todo el Medio Oriente y más allá.
Para Trump y sus partidarios de la clase dominante, Obama vaciló, hasta retrocedió ante estas dificultades. Y están resueltos a cambiar el rumbo que les parece un despistaje importante, y quieren restablecer a la fuerza el poderío y determinación de Estados Unidos — a la vez que parece que todavía están formulando su estrategia, y a pesar de que este enfoque agresivo conlleva enormes riesgos potenciales para los gobernantes estadounidenses.
El fundamentalismo y el yihadismo islámicos son fuerzas reaccionarias y opresivas que han cometido atroces crímenes contra la gente, como el reciente dinamitazo en Manchester, Inglaterra y la masacre de 29 cristianos cópticos en Egipto el 26 de mayo.
No obstante, durante su viaje, Trump dejó en claro que su pleito con estas fuerzas no es su carácter reaccionario y opresivo. Después de todo, lo agasajaban de manera lujosa unos anfitriones que son uno de los estados más opresores medievales que hay en el mundo —Arabia Saudita— en la región del planeta que cuenta con la mayor cantidad de anticuadas monarquías absolutistas. El pleito que Trump tiene con el yihadismo islámico es que algunas de estas fuerzas están entreponiéndose en el camino del propio control estragulador opresor y reaccionario de Estados Unidos sobre el Medio Oriente — lo cual, Trump dejó en claro, él estaba ahí dispuesto a defender cueste lo que cueste.
¿Decapitaciones en Arabia Saudita? ¿Masiva hambruna en Yemen? ¿Ley marcial en Bahréin?1 ¿Detenciones en masa, golpizas, desapariciones y tortura en Egipto (vea aquí y aquí)? ¿Limpieza étnica en Israel/Palestina?
Trump no se escandaliza por esas salvajes matanzas — él las hace suyas como parte de su punto de vista y programa fascistas. No olvidemos que durante la campaña electoral, Trump pidió matar a los parientes de supuestos yihadistas, llenar la mazmorra estadounidense en Guantánamo y seguir torturando con el submarino. Y en sus mitines, pidió y celebró ataques brutales contra los manifestantes.
En Arabia Saudita e Israel, Trump abrazó efusivamente a estos carniceros y les dijo que ya ni siquiera tenían que fingir que se preocupaban por la “libertad”, la “democracia”, la tolerancia religiosa o los “derechos humanos”2. “No estamos aquí para decirles a otra gente cómo llevar su vida, qué hacer, quién ser o cómo rezar”, declaró Trump. “En cambio, estamos aquí para ofrecerles una asociación — basada en unos intereses y valores compartidos...”. E insistió que reprimieran aún más duro a los “extremistas” y otros opositores. “EXPÚLSENLOS DE ESTA TIERRA”, bramó.
(Esta franca celebración y aceptación de la barbarie también tenían el propósito de cohesionar más una base fascista en Estados Unidos dispuesta a tolerar a cualquier aliado de Estados Unidos, por muy bárbaro que sea, y cualquier crimen, por muy horrendo que sea — en nombre de “proteger la vida de los estadounidenses” y para hacer que Estados Unidos, el mayor explotador y opresor del mundo, tenga “grandeza”).
En Arabia Saudita y luego en Israel, Trump declaró categóricamente que era imposible hablar de “erradicar” el terrorismo islamista violento sin ir contra la República Islámica de Irán. “De El Líbano a Irak a Yemen, Irán financia, arma y entrena a terroristas, milicias y otros grupos extremistas que riegan destrucción y caos en toda la región”, declaró Trump.
Trump comenzó forjando nuevas alianzas militares —lo llamó “fortalecer alianzas, y formar unas nuevas”— para cercar a Irán y disminuir su influencia en Siria, El Líbano y otros países de la región3.
Aunque no se ha elaborado completamente la estrategia de Trump sobre Irán, él y otros de la clase dominante de Estados Unidos han condenado el tratado nuclear que Obama (y otras potencias mundiales) firmaron con Irán en julio de 2015. Creen que el tratado podría debilitar el dominio de Estados Unidos en la región, aumentando la influencia iraní y socavando a los aliados de Estados Unidos como Israel y Arabia Saudita. Durante su viaje al Medio Oriente, la retórica de Trump y sus denuncias de Irán evocaron los llamamientos del régimen de Bush entre 2003 y 2008 a favor de un “cambio de régimen” en Irán, o sea derrocar a la República Islámica. Durante ese período, existía un peligro grave y creciente de que Estados Unidos y/o Israel lanzara un ataque militar a Irán, lo que bien pudiera haber escalado hasta causar una guerra grande con una enorme cantidad de muertes, enorme destrucción y repercusiones impredecibles en Irán y más allá.
Durante su viaje, Trump pidió más violencia y brutalidad para solidificar el dominio imperialista estadounidense sobre el Medio Oriente. Amenaza a millones de personas en toda la región, atizando la dinámica mortífera entre el imperialismo y el yihadismo islamista, y arriesgando el lanzamiento —o consciente o accidental— de guerras catastróficas, las que podrían convertirse en una guerra nuclear.
Todo esto se opone totalmente a los intereses de la humanidad, incluida la inmensa mayoría de la gente que vive en Estados Unidos. Esto plantea enormes peligros, si el régimen fascista de Trump y Pence no es expulsado del poder tan pronto como sea posible.
Es urgente que muchísimas personas más opongan una resistencia activa y derroten los ataques militares y guerras de Estados Unidos en el Medio Oriente y en otros lugares, y renuncien al chovinismo venenoso e inmoral del Estados Unidos Primero que se usa para justificarlos.
Se requieren términos radicalmente diferentes: poner a la humanidad en primer lugar, no al imperio criminal de Estados Unidos.
1. Trump abrazó al rey de Bahréin, Al Jalifa, un musulmán sunita que ha reprimido brutalmente las protestas, en particular a la mayoría musulmana chiíta de Bahréin. La V Flota de la Marina estadounidense tiene una base en Bahréin. Trump le dijo a Al Jalifa que era “un gran honor estar con usted”, y le aseguró que “no habrá tensión con esta administración”. Según el New York Times, el régimen de Trump y Pence está cancelando “todos los condicionamientos en materia de derechos humanos respecto a una importante venta de cazas de combate F-16 y otro armamento a Bahréin”. Días después de su reunión, “las fuerzas de seguridad [de Bahréin] atacaron un plantón cerca de la casa de un prominente clérigo chiíta, y mataron al menos un manifestante y detuvieron más 200 otros en la aldea de Diraz”, informó Democracy Now!.
[regresa]2. Los imperialistas estadounidenses han usado histórica, y hipócritamente, los temas de los “derechos humanos” y la “democracia” —algunos derechos y protecciones básicos para la gente común que vive bajo la dictadura de clases dominantes opresoras— para desacreditar y atacar a las potencias rivales como la anterior Unión Soviética, y los regímenes que se interponen en su camino. Por ejemplo, antes de invadir y derrocarlos, Estados Unidos condenó al Talibán afgano por su tratamiento a las mujeres y a Sadam Husein de Irak por su tiranía. Ahora Estados Unidos condena a la República Islámica de Irán por diversas violaciones de los derechos humanos.
Durante su mandato, el ex presidente Obama mencionó públicamente y ejerció cierta presión con relación a los derechos humanos a varios regímenes títeres de Estados Unidos, como los brutales gobernantes militares de Egipto. No lo hizo para emancipar al pueblo egipcio, sino que era parte de sus esfuerzos para legitimar la intervención estadounidense en la región y el respaldo a estos regímenes sangrientos, y para estabilizar y fortalecer a esos regímenes. En Egipto, por ejemplo, Estados Unidos reanudó rápidamente su ayuda después del sangriento golpe de estado por las fuerzas armadas egipcias y su encarcelamiento en masa de opositores. Por el contrario, en este momento tan preñado de peligros para el imperio estadounidense, Trump y sus partidarios sienten que cualquier crítica a los aliados regionales más firmes de Estados Unidos, o cualquiera cisma entre ellos, podría crear problemas aún mayores para sí mismos.
[regresa]3. Trump amarró la mayor venta de armamento en la historia de Estados Unidos con Arabia Saudita: $110.000 millones de tanques, bombas, helicópteros y otro equipo inmediatamente, con un incremento a unos $350.000 millones en una década. Esto fue una luz verde brillante y el apoyo directo de Estados Unidos a la guerra de Arabia Saudita contra el pueblo de Yemen, así como a su brutal represión del disentimiento interno. Un blanco importante es la minoría musulmana chiíta en Arabia Saudita. (Por ejemplo, la ciudad chiíta de Awamiyah está bajo sitio ahora). La venta de armamento también tenía como objetivo fortalecer a Arabia Saudita contra Irán como parte de forjar una coalición militar anti-Irán.
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Revolución #493 31 de mayo de 2017
31 de mayo de 2017 | Periódico Revolución | revcom.us
La versión final del presupuesto de 2018 fue publicada por el régimen de Trump y Pence el 23 de mayo. Su grotesco título —“Una nueva base para la grandeza estadounidense”— debería de ser el Presupuesto “Pasar Hambre o Morir”.
En nombre de “equilibrar” un presupuesto que aumenta enormemente los fondos para las fuerzas armadas estadounidense, para cazar a los inmigrantes y para soltar a la policía en las zonas urbanas marginadas, estos monstruos llaman a recortar más de un millón de millones de dólares durante la próxima década a las necesidades más críticas para decenas de millones de personas obligadas a vivir en los escalones más bajos de esta sociedad. Es genocida la intención, y el efecto, de estos recortes. Van a hacer enorme daño a millones de personas negras, latinas, indígenas y otra gente oprimida, y también a millones de blancos pobres, personas de tercera edad y discapacitados. Los arquitectos de este presupuesto saben perfectamente que va a costar vidas humanas.
El propósito del presupuesto de Trump y Pence, con todos sus ataques centrados en los pobres y los oprimidos, es de desmoralizar a las personas y reducirlas al estado de un grupo “menor” despreciado, y de convencer al resto de la sociedad que “se conforme”, aunque de manera pasiva, y así facilite que esta inhumanidad se convierta en la nueva normalidad.
¿Cómo “venden” estos fascistas un plan tan despiadado que le dice abiertamente a un sector de la población que tienen la opción de pasar hambre o morir? Según la introducción pronunciada por Trump, este presupuesto “defiende a los contribuyentes muy trabajadores”. Invocar al “contribuyente” en realidad es una necedad que el régimen de Trump y Pence ocupa para convocar a su base social racista más aferrada. La están movilizando con el grito de guerra supremacista blanco: “Que dejen de robarnos a los contribuyentes muy trabajadores a cambio de darles limosna a aquellos ‘flojones’, delincuentes negros y otros oprimidos, y a los inmigrantes que vinieron a Estados Unidos simplemente para bolsear las dádivas del gobierno”.
¿Pero de dónde viene toda esta riqueza en realidad? ¿Quién la crea? Durante 250 años prevalecía el horror del trabajo no remunerado de los esclavos en condiciones infernales casi indescriptibles… seguido del siglo de sobreexplotación que impulsó la industria estadounidense, que restringió a los obreros negros a los trabajos más peligrosos, más sucios y peor pagados, los primeros en ser despedidos y los últimos en ser contratados… hasta la actualidad, con la continuación de la discriminación y la opresión del pueblo negro en el empleo y el crédito.
O veamos a los inmigrantes explotados sin piedad, cuyo trabajo crea una tremenda cantidad de plusvalía — primero en sus países de origen y ahora en Estados Unidos, como parte del proceso de acumulación internacional del capitalismo-imperialismo. A los inmigrantes indocumentados les niegan el welfare, las estampillas de comida, Medicaid y la mayoría de otros beneficios públicos. Sin embargo, pagan miles de millones de dólares en impuestos al Seguro Social — para beneficios de jubilación que ellos nunca recibirán. De hecho, “El sistema de Seguro Social se ha vuelto cada vez más dependiente de este flujo de ingresos [provenientes de los trabajadores indocumentados], especialmente ahora que empiezan a jubilarse los que nacieron en el baby boom de la posguerra”[*].
Pero la pregunta más fundamental es: ¿Por qué no se garantiza algo tan básico para la moralidad y la humanidad como lo es el acceso a la comida, o a la medicina? ¿Por qué, en el país más rico y poderoso del mundo, no existe ningún “derecho de comer”? Bob Avakian ha hablado muy poderosamente de por qué, bajo el capitalismo, no puede haber ningún “derecho de comer”:
Si eso llegara a ser un fenómeno generalizado —que la gente se llevara algo tan básico como la comida, de la cual tiene una necesidad básica pero para la cual mucha gente no tiene medios para comprar en este sistema—, el sistema se deshilacharía completamente. Por eso —aunque según la ley no es ilegal despedir a la gente de su trabajo y dejar a gente en el desempleo, porque eso de hecho es crucial para la dinámica de la acumulación capitalista—, según la ley sí es ilegal ejercer el derecho de comer sin pagar por lo que se come. Si las personas sí declaran que tienen el derecho de comer, independientemente de la posibilidad de darles empleo de modo que genere ganancias para algún capitalista, las denunciarán al menos algunos representantes y voceros de sectores de la clase dominante por "flojos" y "no merecer nada" (Los pájaros no pueden dar a luz cocodrilos, pero la humanidad puede volar más allá del horizonte, Primera Parte: REVOLUCIÓN Y EL ESTADO).
Es criminal y genocida lo que el régimen de Trump y Pence busca con este presupuesto. No podemos permitir que se convierta en la “nueva normalidad’. Que lance un toque de rebato, más urgente que nunca, a sacar del poder a estos fascistas. ¡No normalicen… No se acomoden… No se concilien… No colaboren!
[*] “The Truth About Undocumented Immigrants and Taxes” (La verdad sobre los inmigrantes indocumentados y los impuestos), Alexia Fernández Campbell, The Atlantic, 12 de septiembre de 2016. [regresa]
Revolución #493 31 de mayo de 2017
28 de mayo de 2017 | Periódico Revolución | revcom.us
“Ya es hora, caballeros. La izquierda se desintegrará si destruimos su capacidad organizativa. Al destruir las oportunidades de adoctrinar en las universidades, asestaremos un severo golpe a su trabajo de lavar cerebros. McCarthy tenía toda la razón. Tenemos que inaugurar una nueva era de vigilancia y rendición de cuentas para profesores y funcionarios civiles. Tenemos que iniciar la purga ideológica, y restaurar el equilibrio y la objetividad en las universidades”. — de los fascistas que están investigando y publicando los datos personales (doxxing) de los signatarios de Rechazar el Fascismo
Un movimiento organizado de troles (provocadores en el internet) fascistas está “doxxing” sistemáticamente — investigando y publicando los domicilios y muchos otros datos personales de miles de personas que tenían la valentía de firmar el Llamamiento a la Acción de Rechazar el Fascismo que declara: “¡NO! ¡En nombre de la humanidad, nos NEGAMOS a aceptar a un Estados Unidos fascista! ¡Expulsar al régimen de Trump y Pence!”.
Este ataque es una violación cobarde de la privacidad de las personas y una amenaza a su derecho de tomar posición por lo que saben que es verdad, libres de hostigamiento e intimidación. Este ataque debe repugnar y motivar a toda persona con decencia y conciencia. No sólo hay que defender a todos los firmantes de esta declaración si caen bajo ataque, sino que hay que movilizar a miles más a tomar posición, firmar el Llamamiento a la Acción y sumarse a la lucha para expulsar al Régimen fascista de Trump y Pence.
El Llamamiento a la Acción de Rechazar el Fascismo se inicia así: “El régimen de Trump y Pence es un Régimen Fascista. Ni insulto ni exageración sino eso es lo que es. Para el futuro de la humanidad y del planeta, nosotros, el pueblo, debemos expulsar a este régimen”. Una versión de este Llamamiento se publicó como un anuncio de plana entera en el New York Times y Washington Post, y Rechazar el Fascismo ha tenido un papel importante de dirigir a las personas a una escala muy amplia para reconocer la naturaleza fascista del Régimen de Trump y Pence, y de movilizar a muchos miles a ponerse de pie y sumarse a la lucha para sacarlos del poder. Esto es muy importante — y queda claro que los fascistas lo sintieron.
Leer los comentarios en las salas de chat de los troles fascistas es como bañarse en aguas negras. Cunden una supremacía blanca grotesca, insultos racistas y caricaturas nazis de judíos. Supura la misoginia — las amenazas explícitas de la violencia sexual, compartir y volver a compartir una foto de golpear a una mujer en la cara. Resuena el lenguaje de la violencia, la exterminación, la purificación racial. Invocan al jefe fascista de Turquía que encarceló, torturó y desapareció sumariamente a decenas de miles: “Erdogan hizo bien al despedir a 21 mil maestros que fomentaban el disentimiento en los corazones y las mentes de la juventud turca”. Defienden al infame senador anticomunista Joseph McCarthy, que lanzó viles cacerías de brujas que destruyeron la vida de miles de personas. Ensalzan con orgullo a los fascistas de Mussolini en Italia. Llaman a cualquiera de sus seguidores “en los organismos del orden público que tenga acceso al NCIC [Centro nacional de información sobre el crimen]” a que abuse ilegalmente de dicho acceso para “averiguar en qué estado viven [los firmantes] y conseguir su domicilio, el tipo de carro que manejan, el número de registro del vehículo, fecha de nacimiento y en algunos casos, su número de seguro social”.
Es una ventana hacia los fascistas llenos de odio y ávidos de violencia a que el Régimen de Trump y Pence ha venido azuzando y desatando deliberadamente — y hacia el futuro por el cual luchan. Estos fascistas tienen sed de sangre, y no pararán hasta que hayan destruido toda la oposición — o hasta que sean derrotados.
No se trata de un movimiento lunático “de los márgenes”, y no desaparecerá si no le hiciéramos caso. Esta gente responde a su convocación y movilización por parte de la camarilla fascista de Trump y Pence que ahora ocupa la Casa Blanca, domina el Departamento de “Justicia”, se posiciona para llenar las cortes, y controla el congreso y casi todos los gobiernos estatales.
Durante su campaña, Trump no se comunicó con códigos subliminales discretos con estos “Camisas Pardas”1 sino que se paró ante los ojos del mundo y amenazó a los que protestaron en sus mítines: “¡Quisiera darle un puñetazo en la cara!”. Anheló abiertamente los días cuando “sacaron en camilla” a los manifestantes. Declaró su lealtad eterna a sus seguidores mientras coreaban “Encarcélala” y se golpeaban el pecho con sus playeras que traían el lema “¡Triunfa (“Trump”) sobre esa Puta!”, en referencia a Hillary Clinton pero en realidad a todas las mujeres. Todo aquel que no engaña a sí mismo o a otros sabe que “Hacer que Estados Unidos Vuelva a Tener Grandeza” siempre ha querido decir “Hacer que Estados Unidos vuelva a ser BLANCO”. Cada día desde las elecciones, el Régimen de Trump y Pence ha ejercido el poder del estado para hacer avanzar esto: amenazando a la prensa, atacando a las cortes, satanizando y tratando de prohibir a los musulmanes, acelerando las deportaciones de inmigrantes, aprobando la asesina Ley de Mordaza Global antiaborto, lanzando cacerías de brujas contra científicos, amenazando con una guerra nuclear, proponiendo un presupuesto sado, etc., etc.
Pero el Régimen también se ha topado con obstáculos. Desde el día después de la inauguración con la Marcha de Mujeres, millones de personas se han lanzado a las calles en oleadas repetidas de protesta de estudiantes, científicos, inmigrantes, ambientalistas, etc. Declaraciones, conciertos y atletas profesionales han ignorado invitaciones a la Casa Blanca. Las cortes —al mismo tiempo que las amenazan y las reconfiguran los nombramientos del Régimen— han respondido en contra bloqueando en dos ocasiones su prohibición de musulmanes. Los medios de comunicación —al mismo tiempo que normalizan al Régimen— aún se atreven a denunciar algunas de sus mentiras y crímenes. Poderosas figuras dentro del FBI se negaron a considerar a Trump “por encima de la ley”, y ahora están en marcha varias investigaciones sobre las actividades del Régimen.
Nada de eso ha detenido al Régimen, pero estos obstáculos han impulsado una frustración palpable —hasta una rabia— que ahora se ha apoderado de Trump y su base social fascista. Las cosas no avanzan tan rápida o fácilmente como ellos quieren. Muchos sienten en el corazón que Trump es su “última oportunidad” y no tienen la intención de dejar que se pierda esta oportunidad. Esto es el contexto de lo que sólo se podría describir como una dramática escalada de tácticas de soldados de choque para aterrorizar y tumbar a cualquier obstáculo en su camino.
En las últimas semanas, se ha intensificado el nivel de amenazas y violencia fascistas. En Virginia se organizó un mitin con antorchas, al estilo del Ku Klux Klan, contra la decisión de retirar una estatua que conmemora a los estados de la Confederación (esclavistas). Un representante estatal por Misisipí declaró en público que los que retiran estatuas de la Confederación “deben ser LINCHADAS”. Los vecindarios de un líder judío y un líder musulmán fueron cubiertos de volantes amenazantes. Cientos de pretendientes a milicianos fascistas se convergieron en el centro de Berkeley, indignados porque se había cancelado el discurso de Ann Coulter en la Universidad de Berkeley.
Todo lo anterior —y mucho más que se podría detallar— es exactamente la clase de reacción de la cual advirtió Rechazar el Fascismo en su llamamiento, que dice (en parte): “El fascismo fomenta y se apoya en el nacionalismo xenofóbico, el racismo, la misoginia y el agresivo restablecimiento de los ‘valores tradicionales’ opresivos. Durante su campaña electoral, Trump alentó y traficó con la amenaza y el uso de la violencia para apuntalar un movimiento y subir al poder. En su discurso inaugural juró lealtad sólo a dicho movimiento. Lo crucial es entender que una vez en el poder, en esencia el fascismo elimina los derechos democráticos tradicionales”.
La ola actual de ataques fascistas tiene el objetivo de silenciar a todo aquel que se atreva a oponerse al régimen fascista de Trump y Pence. Son parte de consolidar el fascismo — y de avanzar para destruir la vida de millones de musulmanes, mujeres, inmigrantes, refugiados, gente LGBT, negros y otros que no son blancos, la gente en todo el mundo bajo la amenaza de guerras y armas nucleares estadounidenses, y la amenaza al planeta mismo.
¡Esto no debe permitirse!
Desafiar y derrotar la creciente ola de ataques fascistas contra la gente no es una distracción de la lucha contra el fascismo, sino que es integral a ella. Ningún movimiento contra la injusticia nunca ha avanzado sin tener que desafiar la intimidación y los intentos de aplastarlo — y cobrar más fuerza en el proceso. Esta es la lección de los Viajeros por la Libertad: cuando las primeras olas de viajeros fueron golpeadas y arrestadas, mandaron ola tras ola de otros jóvenes hasta que colmaran las cárceles de Misisipí, el mundo entero estaba mirando, y empezaron a quebrar el lomo de la segregación Jim Crow. Otro ejemplo más reciente es cuando, a una lista macartista de Profesores Bajo Vigilancia publicada después de la elección de Trump, más de 10 mil profesores y otros respondieron agregando públicamente sus propios nombres a la lista.
Toda persona de conciencia debe proteger a cualquiera que caiga bajo ataque. La gente debe condenar y desafiar esta intimidación y sumarse al movimiento para hacerle frente y expulsar a este régimen fascista y toda la fealdad que está desatando, agregando su nombre al Llamamiento a la Acción de Rechazar el Fascismo. Lea y difunda la declaración de Rechazar el Fascismo, en respuesta a este indignante ataque doxxing en el internet. Súmense a Rechazar el Fascismo para manifestar el poder del ¡NO!, con letreros, calcomanías en las ventanas y las defensas, y en playeras, difundiendo la demanda unificadora: ¡NO! ¡En nombre de la humanidad, nos NEGAMOS a aceptar a un Estados Unidos Fascista! Expulsar el Régimen de Trump y Pence. Acompañe a Rechazar el Fascismo para enfrentar cada nuevo ultraje cometido por el Régimen con una resistencia cada vez mayor. Ante todo, súmense a la tarea de ORGANIZAR de Rechazar el Fascismo: a trabajar con creatividad y determinación hacia el momento en que sea posible movilizar a millones de personas para inundar las calles de las ciudades y los pueblos día tras día y noche tras noche, declarando ilegítimo al régimen entero — Exigiendo, Sin Parar, Hasta que el Régimen de Trump y Pence Sea Expulsado del Poder. Ofrézcase de voluntario aquí.
Esto es lo que la humanidad y las futuras generaciones necesitan de nosotros. Todos —de una gran diversidad de perspectivas políticas— deben sumársele. Como dice la conclusión del Llamamiento a la Acción: “Que no digan que no removimos cielo y tierra para expulsar a este régimen. El presente debe ser un momento en la historia en que millones de personas toman posición, juntas, con convicción y coraje, superando el miedo y la incertidumbre, para oponer resistencia y decir ¡NO! No sólo para nosotros, sino en nombre de la humanidad”.
1. La expresión Camisas Pardas se refiere a una ala paramilitar sangrienta de los nazis que jugó un papel importante en el ascenso al poder de Hitler. [regresa]
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Revolución #493 31 de mayo de 2017
31 de mayo de 2017 | Periódico Revolución | revcom.us
El martes 23 de mayo, la universidad Middlebury College anunció que castigaría a 67 estudiantes que anteriormente este año participaron en actos que callaron y corrieron del plantel al racista comprobado Charles Murray. Este castigo es equivocado y debe ser condenado. No solo es equivocado como castigo contra los estudiantes, sino que establece un precedente peligroso que enfría el ambiente para futuras protestas estudiantiles precisamente cuando lo que se necesita más que nunca son las protestas y resistencia robustas. Los estudiantes hicieron lo correcto. No se puede aceptar el castigo.
A raíz de la justa acción de los estudiantes al callar a Charles Murray, se vio una oleada de denuncias no solo por parte de los reaccionarios sino también de muchos progresistas que deberían tener más juicio. Casi todos afirmaron que los estudiantes habían infringido el derecho de Murray a la “libertad de expresión”. Esto pone la realidad patas arriba.
La Primera Enmienda protege al pueblo de la represión del gobierno contra su derecho a expresarse y congregarse en protesta. Los estudiantes no intentaban aprobar leyes que impedirían que Murray hablara ni pretendían meterle preso. No tienen el poder estatal. Mientras tanto, Murray sí cuenta con el respaldo de poderosas instituciones. Su lugar de empleo es el American Enterprise Institute cuya rama estudiantil auspició el evento, y que cuenta con un presupuesto anual de $46 millones; ex miembros incluyen a Antonin Scalia, Dick Cheney y Newt Gingrich. De ninguna forma se podría mantener que Murray carezca de plataformas públicas o de la habilidad de conseguir que se escuchen sus ideas.
Los estudiantes, sin embargo, no cuentan con ese respaldo institucional poderoso. Además, al desafiar la supremacía blanca y la pseudo-ciencia que intenta justificarla, luchan contra ideas racistas ampliamente promovidas que han saturado Estados Unidos desde su fundación bajo la esclavitud. Los estudiantes hicieron uso de la vos, del cuerpo, y de su sentido de responsabilidad moral para condenar la supremacía blanca y la intolerancia, dando expresión a puntos de vista que con frecuencia son calumniados y suprimidos. Ellos son los que ejercieron su derecho de expresión y que ahora son castigados injustamente por ejercer ese derecho.
Charles Murray trafica la supremacía blanca peligrosa e intelectualmente maquillada que se ha refutada cabalmente. Su libro más famoso es The Bell Curve, en el que alega que por naturaleza los negros son menos inteligentes que los blancos. A pesar de que está lleno de imprecisiones y métodos anti-científicos, el libro se promovió ampliamente en la década de los 1990 y sirvió para justificar recortes gubernamentales a servicios y cambios de políticas, los que resultaron en la devastación de la vida a millones de personas.
El que Murray sea promovido de nuevo hoy no puede considerase aparte de la creciente ola de supremacía blanca que se está extendiendo por todo Estados Unidos bajo Trump. Hace poco, en Virginia hubo una marcha nocturna al estilo KKK con antorchas y gritos de consignas nazis, en oposición a la retirada de unos monumentos confederados. En Misisipí un congresista puso en su página de Facebook que “se debería LINCHAR” a quienes participaron en retirar las estatuas. Jeff Sessions, el cabecilla del Departamento de “Justicia”, ha reinstituido condenas mínimas obligatorias para los “criminales” no violentos. Estas sentencias obligatorias son parte de lo que generó el repunte en la encarcelación en masa de negros, latinos y otros de color, lo que Michelle Alexander ha caracterizado correctamente como el Nuevo Jim Crow.
El plantarse y callar a los defensores del racismo como Murray no tiene que ver con suprimir la libertad de expresión, sino con oponerle resistencia a la supremacía blanca y el abierto y brutal uso del estado y la chusma plara imponer esa supremacía blanca. Tal resistencia es justa y más necesaria cada día.
Un principio muy importante es el que se escuche las ideas, especialmente las nuevas, poco conocidas o que desafían la ortodoxia establecida o las instituciones en el poder, y que se las escuchen de la boca de sus defensores más ardientes. También es importante debatir las ideas en la esfera de las ideas, y contestarlas de manera sustanciosa. Sin embargo, este principio no es —y no puede ser— absoluto. No se puede debatir interminablemente toda idea (no hay tiempo interminable ni suficientes recursos para hacerlo), y el hacerlo en realidad estorba el avance del conocimiento en general.
¿Piensa alguien en realidad que, por ejemplo, en la ciencia se debe seguir debatiendo la idea de que la Tierra es llana? ¿Qué tal la negación del Holocausto? ¿La negación del cambio climático? ¡Claro que no! Cuando se ha refutado una idea completa y repetidamente, es hora de cerrar el debate y seguir adelente. Además, cuando las ideas refutadas causan enormes daños sociales pero siguen siendo promovidas por poderosas instituciones cuyos intereses esas ideas refutadas sirven, es justo que los que no tienen ese poder lo arriesguen mucho para callarlas. Y esto es aplicable a las ideas racistas de Charles Murray que han sido cabal y repetidamente refutadas.
El castigo a los estudiantes de Middlebury es parte de la creciente represión contra los estudiantes, los académicos y el discurso intelectual que desafían el rumbo fascista que se está imponiendo sobre Estados Unidos, ahora bajo el Régimen de Trump y Pence en el poder.
Instituciones poderosas respaldan con millones de dólares a los fascistas como Ann Coulter, Milo Yiannopoulos, David Horowitz y otros para que vomiten su veneno, para normalizar su intolerancia, y para incitar y acumular fuerzas en las universidades por todo Estados Unidos. Se han hecho Listas de Vigilancia de Profesores al estilo de McCarthy (senador reaccionario de los años 1950) para amenazar a los profesores que desafían la supremacía blanca, el patriarcado y la narrativa de la “grandeza de Estados Unidos” que la clase dominante promueve. Y cada vez más se satanizan y castigan a los estudiantes que se levantan en contra de todo eso. En este momento varios estados se han propuesto legislación para establecer el castigo —incluido, en algunos casos, la expulsión— para estudientes que se atreven a interrumpir a un ponente en la universidad. Hace solo una semana, el tema de las protestas estudiantiles fue central en el discurso que dio el vicepresidente Mike Pence en la ceremonia de graduación de la Universidad de Notre Dame.
Los fascistas se han centrado en las universidades precisamente porque ellos se basan en los mitos reaccionarios —MENTIRAS— que no quieren que sean cuestionados. Temen el pensamiento crítico. Y temen el papel que los estudiantes con frecuencia han jugado desafiando las injusticias y la opresión, ya sean los Viajes de Libertad [en el Sur durante el Movimiento de Derechos Civiles] o la lucha contra la guerra de Vietnam o las oleadas de protestas tras la elección de Trump, hasta las justas protestas que callaron a Charles Murray, Milo Yiannopoulos y otros en los últimos meses. Para estos fascistas, la pacificación de las universidades es clave para consolidar el fascismo en Estados Unidos.
Todo lo anterior recalca aún más la justicia de lo que hicieron los estudiantes de Middlebury, y que su castigo fue ilegítimo y un precedente peligroso. Hay que saludar y defender a los manifestantes de Middlebury, y hay que divulgar su espíritu justo. A medida que la supremacía blanca sube y el régimen fascista de Trump y Pence se apura por rehacer las leyes, atacar a la prensa, y apabullar a quienquiera que se le oponga, mucha pero mucha gente más, de todo sector de la sociedad, tiene que unirse a los que están alzando la voz, arriesgándose el cuerpo, la carrera y la reputación para expulsar a los fascistas de sus planteles, de sus ciudades, y de la Casa Blanca.
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Revolución #493 31 de mayo de 2017
Un pasaje de ¡FUERA CON TODOS LOS DIOSES! Desencadenando la mente y cambiando radicalmente el mundo de Bob Avakian:
28 de mayo de 2017 | Periódico Revolución | revcom.us
Nota de la redacción: Lo siguiente es un pasaje del libro ¡FUERA CON TODOS LOS DIOSES! Desencadenando la mente y cambiando radicalmente el mundo, de Bob Avakian (que se puede pedir a RCP Publications). La edición en español se publicó en 2009.
Ya llevo varios años pensando en el hecho de que lo que se llama el “cinturón de la Biblia” en Estados Unidos es también el cinturón de los linchamientos, y ponderando sus implicaciones. Estas zonas de este país en que la religión fundamentalista ha tenido, históricamente e incluso hoy día, sus raíces más profundas, también son los lugares en que históricamente se ha llevado a cabo y se ha justificado la opresión más brutal, una y otra vez, a nombre del cristianismo. En Estados Unidos, con su historia general de opresión del pueblo negro —comenzando con la esclavitud y continuando en diversas formas hasta el presente— defender la tradición y la moral tradicional e insistir en la obediencia ciega a la autoridad necesariamente va de la mano con la supremacía blanca así como la supremacía masculina.
He aquí algunas preguntas que se plantean en esta conexión: ¿es solamente una asociación accidental —entre el cinturón de la Biblia y el cinturón de los linchamientos—, o es algo con raíces mucho más profundas y conexiones de causalidad? De ser cierto el último caso, ¿cuáles son las raíces históricas y materiales de esta conexión entre el cinturón de la Biblia y el cinturón de los linchamientos, entre el fundamentalismo cristiano y la supremacía blanca en la historia de Estados Unidos?
Se dio uno de los sucesos torales y puntos de viraje en relación a esto en las secuelas de la guerra de Secesión, con la revocación y la traición de la Reconstrucción en el sur de Estados Unidos. A manera de breve resumen de esos años cruciales: durante una década después de la guerra de Secesión, de 1867 a 1877, los soldados federales que habían conquistado el Sur permanecieron ahí a fin de hacer cumplir los cambios que se estaban realizando por medio de las enmiendas de la Constitución y las políticas del gobierno en general. Por un tiempo muy fugaz, aunque no había igualdad, hubo avances concretos para las masas de ex esclavos, e incluso para algunos blancos pobres. Esto incluía lo que entonces constituía una dimensión decisiva: la adquisición de tierras. Los ex esclavos que combatieron al lado de la Unión en la guerra de Secesión no obtuvieron todas las tierras que les habían prometido (los famosos 40 acres y una mula que salen en los créditos al final de las películas de Spike Lee), pero los ex esclavos, y algunos agricultores pobres blancos, adquirieron algunas tierras. Aunque esto aún ocurría bajo la dominación de la burguesía y dentro de la estructura de las relaciones burguesas, se otorgaron algunos derechos importantes a los ex esclavos que obviamente no habían existido bajo la esclavitud — incluido el derecho a votar. Como resultado, también había varios funcionarios negros elegidos durante este período muy corto en los estados sureños23.
Pero, la burguesía centrada en el Norte, después de haber consolidado su control económico y político del país, incluido el Sur, tenía una necesidad de expandirse más hacia el oeste y despachó al oeste al ejército que había combatido en la guerra de Secesión (y que había permanecido en el Sur durante una década después de esta guerra), a fin de llevar a cabo las últimas etapas de la conquista y el genocidio contra los pueblos indígenas, el robo de sus tierras y el encierro de los que quedaban en las reservas, que en efecto eran campos de concentración24. Sacar estos soldados del ejército federal del Sur marcó el fin de la Reconstrucción, y las masas negras en particular volvieron a estar sujetas a la sanguinaria explotación y terror de los dueños nuevos y antiguos de las plantaciones y del Ku Klux Klan, un grupo que organizaron unos ex oficiales y soldados de la Confederación que querían vengarse por la derrota en la guerra de Secesión y restaurar el “estilo de vida sureño”.
Junto con todo eso surgió cierta corriente del cristianismo entre los sureños blancos, en particular el fundamentalismo cristiano, que consideraba que los estados sureños, y específicamente los blancos del Sur, eran un pueblo que, como los israelitas de la antigüedad, había gozado del favor de su Dios pero lo había perdido y recibido su castigo. Este castigo, en la opinión de estos sureños blancos, no se debía a la esclavitud sino porque no se habían mostrado lo suficientemente firmes en su defensa de su estilo de vida — que de hecho se basaba en la esclavitud. A su parecer, ahora iba a darse una restauración de este pueblo, semejante a lo que ocurrió en el pasado cuando Dios le volvió a favorecer al antiguo pueblo de Israel.
Lo que acompañó todo esto, no solo en el Sur sino en Estados Unidos en su conjunto, fue que reescribió en cada vez mayor grado la historia de la guerra de Secesión, y en esencia se borró el papel del pueblo negro en la guerra de Secesión en las versiones históricas de la misma (David Brion Davis habla de esto en el libro Inhuman Bondage: The Rise and Fall of Slavery in the New World [Inhumano cautiverio: El ascenso y caída de la esclavitud en el Nuevo Mundo]). En gran medida hasta se borró, ofuscó y tergiversó la realidad básica de los motivos de la guerra. Aunque la guerra de Secesión abarcó un conjunto de factores y motivos (las personas del lado del norte no solo combatían por convicción moral, si bien muchas personas se veían motivadas a combatir contra la esclavitud por razones morales, entre ellas mucha gente que se inspiró por la rebelión, por ejemplo, encabezada por John Brown contra el sistema de esclavitud poco antes del comienzo de la guerra de Secesión, una rebelión la que no obstante fracasó), la esencia y el motivo decisivo del conflicto fue la cuestión de la esclavitud — y eso llegó a manifestarse con cada vez mayor claridad. Del lado del Norte, cuyo triunfo condujo a la abolición de la esclavitud, lo que en esencia ocurría fue que los intereses de la naciente burguesía (centrada en el Norte) empezaban a chocar de manera más profunda y aguda con el sistema de esclavitud y los esclavistas del Sur. Este antagonismo creciente entre estos dos modos de producción, estos dos sistemas diferentes de explotación —el sistema capitalista y el sistema de esclavistas— era la raíz de este conflicto; y la realidad, que iba quedando cada vez más clara, fue que la burguesía y su modo de producción no podían prevalecer sin abolir finalmente la esclavitud. Pero, no obstante la naturaleza contradictoria del lado burgués de este conflicto (que, entre otras cosas, se manifestaba en la manera parcial y vacilante en que Lincoln manejaba la abolición de la esclavitud), no cabe duda de que el asunto central y fundamental de la guerra de Secesión fue la esclavitud.
Pero, para repetir, sobre todo después de la revocación de la Reconstrucción, se empezó a reescribir todo eso. Con cada vez mayor frecuencia se refería a este conflicto como “La guerra entre los estados”. Y luego empezaron a representar importantes enfrentamientos de esa guerra que eran versiones tergiversadas de su contenido: las personas —en su aplastante mayoría blancas— se vestían de uniformes grises y uniformes azules (en representación del Sur y del Norte) y representaban de nuevo importantes batallas (esto todavía se hace). Esto también se ha expresado en la esfera de los deportes. Cuando yo era niño, y durante un tiempo después, se organizaba un partido de fútbol americano Gris-Azul, un duelo de estrellas que oponía estudiantes universitarios de último año del Sur contra otros del Norte. Se ritualizó la guerra de Secesión y se le redujo a un conflicto casi no antagónico al interior de la familia, aunque latía un profundo resentimiento en el seno de los segregacionistas sureños recalcitrantes quienes añoraban la “gloria” de la Confederación y los días de la esclavitud. De hecho, era más entre las personas —es decir, las personas blancas— del Norte que la sensación de antagonismo se había desvanecido en gran parte.
Esta nueva versión de la historia, y sus expresiones culturales, estaban ligadas a un cristianismo fundamentalista que tenía sus orígenes en el Sur pero que se extendía, y cada vez más hoy se está extendiendo muy enérgicamente, a otras partes del país, no solo en las zonas rurales sino también en las zonas suburbanas y exurbanas. Y, con lo que es una ironía terrible y escandalosa, este mismo fundamentalismo religioso también se está extendiendo en los barrios urbanos populares, con su promoción, en particular en el seno del pueblo negro, por parte de predicadores reaccionarios con ideas patriarcales.
También hay una gran ironía en la manera en que la guerra de Secesión ha llegado a presentarse como una tragedia nacional: en realidad, la guerra de Secesión, en una escala mucho mayor que durante la guerra de la Independencia estadounidense, tuvo un contenido auténticamente liberador, de parte del Norte. Aunque esta guerra estuvo bajo la dirección de la burguesía y finalmente se mantuvo dentro de los confines de las relaciones burguesas, la guerra de Secesión es la última guerra de parte de la clase capitalista estadounidense que con razón se puede considerar justa, e incluso gloriosa. Y es la única guerra de la cual ellos están avergonzados. [risas] Por eso, se escucha reiteradamente de la terrible tragedia del “hermano que mata al hermano”. Bien, no pienso que los esclavos la veían así — no creo que los 200 mil ex esclavos que, una vez que se les permitiera hacerlo, combatieron con heroísmo en el Ejército de la Unión, pensaran que mataban a sus “hermanos” en los combates contra el Ejército de la Confederación. No sé si muchos de los soldados blancos del ejército del norte que iban al campo de batalla cantando alabanzas a John Brown pensaran que mataban a “hermanos” cuando combatieron al Ejército de la Confederación. Creo que ellos pensaron que estaban librando una justa lucha por acabar con un terrible mal.
Pero, en la opinión de la burguesía dominante de hoy —y en la manera en que ha modelado, o procurado modelar, la opinión pública— la guerra de Secesión fue una terrible tragedia nacional. Lo cierto es que efectivamente se libró a un terrible costo. Los 600 mil muertos de esa guerra representan el equivalente de unas seis millones de personas en términos de la actual población de Estados Unidos. Pero, a pesar de ese costo muy real, las personas que entonces combatieron en esa guerra —de hecho de ambos bandos, pero aquí hablo de las personas que estaban del bando liberador de la guerra, del bando opuesto a la esclavitud— pensaron que estaba librando una guerra justificada, una guerra justa. Y eso es profundamente cierto, pero se ha escrito una nueva versión.
Por lo que se refiere no solo a la guerra de Secesión sino al fenómeno más amplio de la religión y la supremacía blanca en Estados Unidos, y por qué el cinturón de la Biblia también es el cinturón de los linchamientos, contiene un análisis importante el libro de Kevin Phillips, American Theocracy: The Peril and Politics of Radical Religion, Oil, and Borrowed Money in the 21st Century [Teocracia estadounidense: El peligro y la política de la religión radical, el petróleo y el dinero prestado en el siglo 21]. En el capítulo 4, “La religión radicalizada: Tan americana como el pastel de manzana”, Phillips hace la siguiente observación: “Desde hace mucho, el Sur rebasó... a Nueva Inglaterra como la región que más se dejó llevar por el destino manifiesto y una relación de alianza con Dios” (American Theocracy, p. 125).
Lo que señala Phillips es que, desde los orígenes del país, en Nueva Inglaterra surgió una fuerte corriente entre los colonos de ver en el establecimiento de su nuevo hogar en el Nuevo Mundo una expresión de una relación especial con Dios y una consumación de Su voluntad. Pero en los tiempos desde entonces, eso en gran parte se ha ido perdiendo de vista en Nueva Inglaterra a la vez que ha llegado a manifestarse y afirmarse mucho más poderosamente de parte de los sureños — o sea, cabe mencionar de nuevo, los sureños blancos (o una gran cantidad de estos). Esos sureños piensan con fervor que esta idea se aplica tanto a Estados Unidos en conjunto como también, muy particular y especialmente, a los estados sureños. Por eso, utilizando la expresión “excepcionalismo norteamericano” para la noción de que Estados Unidos tiene un destino especial y un lugar especial en los designios de Dios y que se caracteriza por una bondad especial, Phillips agrega: “El [Sur] ha llegado a ser la región líder del excepcionalismo norteamericano, con una nada despreciable cantidad de... excepcionalismo sureño” (p. 125). En otras palabras, en la opinión de los fundamentalistas religiosos que tienen su base en el Sur y en las tradiciones del Sur, ya que Estados Unidos en general y el Sur en particular se caracterizan por este excepcionalismo especial, cuando Estados Unidos se aventura al mundo y hace lo que en otros casos se consideraría mal, pues, al contrario, es bueno, porque Estados Unidos tiene una bondad especial inherente y lo que hace es por definición... bueno — lo favorece de manera especial y lo apoya Dios.
Phillips repasa el hecho de que, tras la guerra de Secesión, si bien el Sur salió derrotado y el sistema de esclavitud fue abolido, después de la revocación de la Reconstrucción el Sur “se resucitó” respecto al poder político e influencia en el país en conjunto. En esta conexión, señala Phillips, surgió una mitología religiosa, la cual echó raíces en amplios sectores de la población blanca del Sur, de que el Sur (blanco) tenía una alianza especial con Dios y era el objeto de un plan especial de Dios de volver a colocarlo en su debido lugar, de rectificar un terrible mal que se había cometido por medio de la guerra de Secesión. Phillips hace una comparación muy aleccionadora y pertinente entre los blancos sureños de Estados Unidos y los colonos blancos (afrikáners) de Sudáfrica, así como los protestantes de Irlanda del Norte y los sionistas que establecieron y gobiernan el estado de Israel. Cuando leí eso, de inmediato me sonó, pues me había llamado la atención una y otra vez que, al escuchar a un protestante norirlandés, a un afrikáner o a un vocero israelí (o a un colono israelí de Cisjordania), todos tenían una marcada semejanza y en ciertas formas hasta hablaban de manera muy similar no solo en términos de la clase de argumentos que plantean sino también en cuanto a su postura y actitud en general. Phillips señala que todos estos grupos, entre ellos los blancos sureños fundamentalistas, se creen un pueblo al cual se está restaurando su relación debida y justa con Dios — que se está reestableciendo una alianza rota y ejerciendo un destino especial establecido por Dios25.
Como concluye Phillips: “Resalto el número relativamente pequeño de culturas con alianzas con Dios en la historia debido a las actitudes bíblicas que sus poblaciones casi siempre comparten: intensidad religiosa, historia insegura y, para protegerse, una disposición a enrolarse con un dios de guerra del Viejo Testamento” (American Theocracy, p. 128). Esta observación perspicaz de Phillips se aplica al Sur de Estados Unidos, y en particular a los blancos sureños, y también se aplica a aquellas personas en el resto de Estados Unidos a quienes les atrae un fascismo cristiano fundamentalista basado en una interpretación textual de la Biblia. Luego, Phillips subraya que la importancia de lo señalado en el mundo de hoy tiene “menos que ver con Ulster [los protestantes de Irlanda del Norte] y Sudáfrica y más que ver con Estados Unidos y en particular con el Sur. Los israelíes y, en cierto grado, los norteamericanos lectores de las Escrituras están en el camino a ser los últimos pueblos de la alianza” (p. 128). Phillips señala de manera escalofriante que esta visión y los respectivos valores están cobrando aceptación y fuerza en muchas más personas en todas partes de Estados Unidos — y, para repetir, como dura ironía, este fenómeno incluye a algunas personas que son las más directamente oprimidas por la supremacía blanca.
Con la cada vez mayor propagación de esta concepción del mundo más allá del tradicional cinturón de la Biblia de Estados Unidos y con el aumento de su peso en la clase dominante de Estados Unidos, se plantea la posibilidad de una tentativa de imponer, mediante la fuerza y la violencia, en Estados Unidos y a nivel mundial, todo lo que trae a la mente el látigo del esclavista y el dogal del linchamiento. Hoy (de nuevo, retomando la formulación de Phillips), este fenómeno acompaña y se encarna en el poder destructivo de “la primordial superioridad moral de una nación bíblica convertida en una superpotencia de alta tecnología que propaga el Evangelio” (American Theocracy, p. 103)26.
Algo que señala David Brion Davis en Inhuman Bondage (lo que es algo que también señalé en Democracia: ¿Es lo mejor que podemos lograr?) es que, aunado a los argumentos de Aristóteles que justificaban la esclavitud, una de las principales cosas que citaban los apologistas y los defensores de la esclavitud en los estados sureños era la Biblia. Más específicamente, para santificar en términos religiosos la esclavización masiva de las personas de origen africano en el Sur de Estados Unidos, se invocaba repetidamente la historia de la manera en que Cam, el hijo de Noé, provocó la ira de Dios — de modo que Dios lo expulsara a África y les echara una maldición a los descendientes de Cam, a partir de su hijo, Canaán27.
Por todas las razones que he señalado (y sobre las que las declaraciones que he citado de Kevin Phillips arrojan alguna luz), existe un componente marcado y específico de supremacía blanca ligado inextricablemente al fundamentalismo religioso en Estados Unidos, dada la historia general de este país. Este es un hecho objetivo, si bien no es cierto que todo individuo que está metido en el fundamentalismo religioso esté consciente de ello.
De nuevo, una de las ironías duras y agudas de todo eso es la propagación de este fundamentalismo religioso, en alto grado por medio del ariete de la enérgica reafirmación de la autoridad patriarcal absolutista, entre los que son las víctimas más directas de la supremacía blanca. Entre más eche raíces este fundamentalismo en estas personas, más tendrá el efecto de amarrarlas más firmemente al proceso global que no solo intensificará muchísimo su opresión sino que tendrá implicaciones genocidas, en particular en una situación en que gran cantidad de jóvenes de los barrios urbanos populares —un gran porcentaje de jóvenes negros y también muchos jóvenes latinos— ya están presos o de una u otra forma están enredados en el “sistema de justicia criminal”.
Antes de analizar más directamente estas implicaciones genocidas, cabe examinar otra dimensión en que, en la historia de este país, la supremacía blanca se ha estado reforzando mutuamente con la promoción de la religión. En el libro When Affirmative Action Was White: An Untold History of Racial Inequality in Twentieth-Century America (Cuando la acción afirmativa era para blancos: La historia desconocida de la desigualdad racial en Estados Unidos en el siglo veinte), en el transcurso de analizar la manera en que el Nuevo Trato y las medidas que se aplicaron mediante la Ley de prestaciones para ex combatientes y sus dependientes (GI Bill), la Administración Federal de Vivienda, el Departamento de Asuntos de Veteranos y demás, reforzaron y promovieron concretamente la supremacía blanca y el ensanchamiento de la brecha entre los blancos y los negros en Estados Unidos28, Ira Katznelson habla específicamente de cómo esta situación afecta las universidades e instituciones de educación superior. Examina cómo se canalizó una mayor proporción de los fondos del gobierno a las universidades de las cuales, en los primeros años después de la Segunda Guerra Mundial, todavía eran excluidos casi todos los negros, y la disparidad entre el apoyo económico y de otra índole del gobierno para las universidades negras en comparación con las universidades que en gran parte o completamente excluían a los negros. Como parte de su análisis general, señala el plan de estudios históricamente restringido de estas universidades tradicionalmente negras. Con sus limitados recursos y fondos, pero también en parte bajo la influencia de toda la tradición asociada con Booker T. Washington, su plan de estudios se limitaba en gran parte y daba peso a tres campos: los programas vocacionales, la enseñanza y la teología. (Véase Ira Katznelson, When Affirmative Action Was White, W. W. Norton & Company, 2005 — capítulo 5, “White Veterans Only” [“Solamente para veteranos blancos”], especialmente la tercera parte, pp. 129-134.)
En otras palabras, se daba mucho más énfasis a la religión en las universidades tradicionalmente negras que en otras universidades, de las cuales en gran parte seguían excluidos los negros por muchos años después de la Segunda Guerra Mundial. En esta parte, Katznelson examina en particular los años justo después de la Segunda Guerra Mundial, pero las diferencias que trata han tenido un efecto más grande y prolongado y una aplicación, implicaciones y repercusiones más amplias, hasta hoy día. La promoción de la teología en las universidades tradicionalmente negras reforzaba el papel que históricamente había jugado la iglesia negra, que fue alta y agudamente contradictorio.
Desde los tiempos de la esclavitud, la estructura de poder ha promovido el cristianismo en el seno del pueblo negro en Estados Unidos. Los diversos pueblos de África de los cuales los esclavos fueron raptados practicaban diferentes religiones, y además de obligarlos a adoptar una nueva cultura y costumbres, incluso al extremo de requerir que asumieran nuevos nombres (como se representa en la serie especial televisiva Raíces, por ejemplo), en general los esclavistas impusieron el cristianismo en lugar de las religiones tradicionales de los esclavos29.
A la vez, como es lógico en un pueblo oprimido, a partir de los tiempos de la esclavitud los negros han buscado tomar algunas partes de esta nueva religión, inculcada bajo el yugo del esclavista, y utilizarla como medio para luchar contra la opresión. Por ejemplo, la historia del Viejo Testamento de la esclavitud que padecieron los israelitas en Egipto y de Moisés, quien condujo al pueblo a salir de la esclavitud —con el tema de “deja ir a mi pueblo” expresado en las canciones religiosas y en otras formas— llegó a ser una poderosa parte de la tradición y la cultura religiosas negras. Pero el papel de la iglesia negra siempre ha conllevado cierta especie de papel dual, y el papel del clero negro siempre ha sido contradictorio, a veces de manera muy aguda. Esto ha implicado negociar con los esclavistas (y con las autoridades supremacistas blancas que han ejercido el poder desde el fin de la esclavitud) a fin de obtener algunas mejoras de las condiciones del pueblo — pero siempre han hecho esto sobre una base que impedía que la situación se saliera del control y amenazara los intereses fundamentales de los opresores; siempre han llevado a cabo la lucha, o han procurado limitar la lucha que estalle, dentro de un marco que no desafiara en lo fundamental las relaciones opresivas. Una y otra vez, sobre todo cuando se aumentaban las tensiones y la furia de las masas amenazaba con desbordarse, los predicadores irían con los opresores y les diría en efecto: “Si no me dan algo para ofrecer a la gente, no tendré ninguna forma de impedir que se reviente la situación”.
Martin Luther King jugó este papel — de manera muy explícita. En medio de las enormes rebeliones urbanas de los años 60, King asumió en muchas ocasiones esta posición: si no me dan algo, ya no voy a poder contener la furia de las masas. Y a la hora de la verdad, cuando la furia de las masas sí rebasó los límites aceptables para la estructura de poder, King se unió al coro que pedía que el gobierno despachara el ejército para reprimir a la fuerza las rebeliones urbanas de masas. Esta es la posición que King asumió en el contexto de la rebelión urbana extremadamente poderosa en Detroit en el verano de 1967; y cabe decir que cuando despacharon el ejército a Detroit, la violencia no paró en ese momento sino que predominó cada vez más la violencia de parte del ejército (y de la policía y otros organismos del estado) dirigida contra las masas de negros, muchas de las cuales el ejército y la policía asesinaron a sangre fría. Eso es un hecho de la historia.
Aun cuando aceptáramos que King lo hizo por un compromiso sincero con el pacifismo, por una oposición estratégica a la lucha violenta de parte de los oprimidos y por un sentimiento de que los negros solamente perjudicaban sus propios intereses participando en levantamientos violentos, es necesario señalar que de fondo este razonamiento es erróneo y objetivamente cuadra con los intereses de los opresores. De hecho, el papel de King relativo a estas rebeliones, y en general, concordaba con su declarada posición de que solo se podía alcanzar la igualdad y la justicia para los negros en el marco del sistema capitalista y según los términos de este sistema, cuando en realidad este sistema siempre ha encarnado en sus propios cimientos y refuerza constantemente la desigualdad y la opresión de formas sumamente asesinas para las masas negras y solamente se puede ponerle fin a esta situación barriendo este sistema mediante la revolución30.
Este es el papel que ha jugado este sector de predicadores negros en la historia, aunque se les ha presentado como los líderes de la lucha. En realidad, su papel ha sido mucho más contradictorio —y a menudo mucho más agudamente contradictorio— que eso31.
En relación a todo esto, sobresalen muy claramente dos cosas en la actualidad: primero, es necesario tener muy claro que esta ideología —la teología del cristianismo, y de la religión en general, y la concepción general del mundo que expresa— no puede conducir a la liberación verdadera y completa, y por su cuenta siempre acabará buscando restringir las cosas dentro de los límites que establece el sistema existente. Para expresarlo en términos básicos, en la medida en que estén dispuestos a tomar partido con los oprimidos en la lucha contra la opresión y la injusticia, es posible y necesario unirse con los clérigos religiosos y otras personas con este punto de vista, pero la concepción del mundo y la orientación política que representan no deben dirigir la lucha, o esta no llegará a dónde necesita llegar para lograr la emancipación de la opresión y la explotación. Segundo, en la actualidad hay un sector o capa de predicadores negros que están colaborando y promoviendo abiertamente el programa fascista cristiano, en gran parte sobre la base de afirmar agresivamente el patriarcado en particular. Eso solo puede conducir al desastre: no debe haber unidad con ese programa y hay que oponérsele muy vigorosamente, denunciarlo por lo que es y luchar implacablemente en su contra32.
23. Estados Unidos es un país raro — las relaciones opresivas en este país han asumido algunas formas peculiares. Me acuerdo que hace varios años hice cierta investigación de este tema y descubrí que, en algunos cálculos del Sur de este país, si se determinaba que uno tenía una decimosexta parte de sangre africana, era clasificado como negro. Por ende, sobre la base de esa definición, había una persona (todavía recuerdo su nombre: P. B. S. Pinchback) que llegó a ser vicegobernador de un estado del sur durante la Reconstrucción; tuvo el puesto político más alto en el Sur de entre todas las personas de origen africano (según esta definición), hasta hace muy poco. Pero incluso con ciertas peculiaridades, eso reflejó los cambios que se llevaban a cabo como resultado de la guerra de Secesión y el período muy corto de la Reconstrucción. [regresa]
24. También se utilizó a estas tropas federales contra las huelgas de lo que entonces era un movimiento de trabajadores mayormente blancos. [regresa]
25. He aquí una llamativa ironía en cuanto a los gobernantes sionistas de Israel en particular: si bien muchos de ellos de hecho son laicos, no obstante basan sus reclamos a las tierras de Palestina en escrituras religiosas. Según una broma, que solía circular en el mismo Israel: “La mayoría de los israelíes no creen en Dios, pero ¡saben que Él les prometió el estado de Israel!” [regresa]
26. Aunado al importante análisis y las observaciones del libro de Kevin Phillips, American Theocracy, así como de Inhuman Bondage, de David Brion Davis, algunas observaciones que son muy pertinentes a esta cuestión se hallan en The Baptizing of America (El bautizo de Estados Unidos) del rabino James Rudin, así como en una charla de mayo de 2005 del teólogo afroamericano, el Dr. Hubert Locke, “Reflections on the Pacific School of Religion’s Response to the Religious Right” (Reflexiones sobre la repuesta de la Escuela Pacífica de Religión a la derecha religiosa). [regresa]
27. En tiempos más recientes, vemos que de nuevo los argumentos que procuran justificar y reforzar la supremacía blanca han recibido un trato muy respetuoso de parte de los medios de comunicación burgueses y otras instituciones “dominantes”. Por ejemplo, esto se ve en el caso de The Bell Curve (La curva en forma de campana), un libro que se publicó y se promovió de manera muy agresiva en los años 90. Al buscar justificar las relaciones opresivas en general y, más específicamente, la supremacía blanca, el libro no se apoya tanto en justificaciones de las escrituras religiosas, sino que basa sus argumentos en una racionalización seudo-científica de lo que alega es la inferioridad y la superioridad innatas de varios grupos. Argumenta explícitamente que las personas de origen africano tienen una inferioridad de base genética, en particular en cuanto a capacidad intelectual. Se planteó este argumento en el afán de oponerse a programas como los de acción afirmativa, así como en general para justificar las relaciones opresivas y desiguales y reforzar la ideología del chovinismo blanco (el racismo) que va de la mano con la forma en que la supremacía blanca está integrada a toda la historia y los cimientos, y las instituciones y las estructuras dominantes, de la sociedad estadounidense. No obstante, con cada vez mayor frecuencia en estos tiempos en Estados Unidos vemos que se propone que el fundamentalismo religioso sea una base ideológica aglutinadora para los puntos de vista y programas políticos más abiertamente reaccionarios, entre ellos la supremacía blanca así como la supremacía masculina. [regresa]
28. También se halla un análisis del papel y el efecto del Nuevo Trato y los programas relacionados en el apuntalamiento de la supremacía blanca y la desigualdad en Working Toward Whiteness, How America’s Immigrants Became White, The Strange Journey from Ellis Island to the Suburbs, de David R. Roediger, Basic Books, 2005. [regresa]
29. A pesar de algunas claras limitaciones, algunos antecedentes útiles al respecto se hallan en Religions of Africa: A Pilgrimage Into Traditional Religions (Las religiones de África: Una peregrinación por las religiones tradicionales), de Noel Q. King, Harper & Row, 1970; y Movimientos religiosos de libertad y salvación de los pueblos, de Vittorio Lanternari, Seix Barral, 1965. [regresa]
30. Véase La pura verdad, verdad liberadora: Cómo este sistema siempre ha oprimido al pueblo negro, cómo se puede acabar finalmente con toda la opresión, en revcom.us/puraverdad/index.htm, en que se cita la siguiente declaración de Martin Luther King, que deja muy en claro su punto de vista y orientación y la unidad entre el objetivo que él planteó de buscar (el espejismo de) obtener la igualdad dentro de este sistema y su insistencia en el carácter que la lucha debe tener:
“La revolución racial en Estados Unidos ha sido una revolución para ‘participar’ y no para destruir. Queremos una parte de la economía estadounidense, el mercado de vivienda, el sistema de educación y las oportunidades sociales. Esta meta indica que el cambio social en Estados Unidos debe ser no violento” (Martin Luther King Jr., Where Do We Go From Here [¿A dónde vamos ahora?], p. 130, citado en La pura verdad, verdad liberadora, parte 7, “Todo lo demás es confusión e ilusión”). [regresa]
31. Se puede ver una representación de estas contradicciones, por ejemplo, en una película que salió en los años 60, Nothing But a Man (Nada más un hombre). No contó con una amplia distribución pero es muy interesante y en general es una película muy positiva, aunque con limitaciones, que se reflejan en cierto grado en el título. Se trata de la historia de un trabajador ferroviario negro en el Sur quien por su trabajo cuenta con mayor movilidad y tiene alguna experiencia con los sindicatos, y por ende no quiere soportar las porquerías racistas abiertas a las cuales los negros estaban sujetos en el Sur en ese entonces. En cierto momento conoce, se enamora y se casa con la hija de un predicador, y entra en un conflicto muy fuerte con el predicador a causa de su actitud de negarse a soportar todo este racismo — y por su desdén a los negros, entre ellos este predicador, que soporten y se concilien con todo el ambiente racista. La película presenta muy bien el papel conciliador del predicador — de negociar para obtener unas cuantas concesiones y a la vez luchar por mantener a la gente bajo control, de modo que no encabrone al Amo Blanco y eche a perder todo el arreglo. Esta película capta una buena parte del papel agudamente contradictorio, históricamente, de este sector de predicadores negros y la teología que han pregonado. A diferencia de la mitología que promueven la clase dominante así como muchos de estos predicadores —de que siempre han estado al frente dirigiendo la lucha—, la realidad, una vez más, es mucho más contradictoria: si bien algunos clérigos negros han jugado un papel positivo y han hecho verdaderas contribuciones a la lucha, también ha habido un aspecto importante en que muchos de ellos han buscado contener la lucha dentro de los límites que le son más aceptables a la clase dominante — en particular cuando la lucha ha desafiado y a veces ha reventado los límites que estos predicadores buscan imponerle a fin de mantener este arreglo que tienen con la clase dominante para poder obtener ciertas concesiones a cambio de mantener a las masas bajo control e impedir que rebasen los límites. [regresa]
32. Como paréntesis, acerca de una parte secundaria pero no insignificante del panorama, cabe contemplar por qué los blancos del Sur tienen una representación desproporcionada no solo en las fuerzas armadas estadounidenses en general sino más específicamente en el cuerpo de oficiales. En el caso de los soldados rasos, se puede explicar este fenómeno en un importante grado por el hecho de que en realidad, hay una cantidad importante de blancos en el Sur que tienen opciones limitadas. Pero también están los valores machistas y militaristas que históricamente han ido de la mano con la influencia del fundamentalismo religioso y en general la cultura y los valores conservadores — no es accidental ni incidental, por ejemplo, que las palabras “patriota” y “patriarcado” tengan la misma raíz. Específicamente en cuanto a la gran cantidad de blancos en el cuerpo de oficiales de las fuerzas armadas estadounidenses, además de los valores machistas y militaristas, está la historia general de la aristocracia sureña, desde el sistema esclavista hasta después de la abolición literal de la esclavitud (y su reemplazo con un sistema de aparcería y explotación en las plantaciones, lo que en esencia fue una forma feudal, por un período de unos cien años después de la guerra de Secesión). Se tomó de Europa y se emuló conscientemente esta tradición aristocrática en el Sur, y si uno examina a un país como Inglaterra, con su aristocracia, existe la tradición en que un hijo hereda la propiedad de la familia, otro se une al clero y el tercero ingresa a las fuerzas armadas. Y hay factores no solo ideológicos sino también prácticos que operan en esta situación. En un sistema en que la riqueza se basa en la propiedad de la tierra, si no se puede explotar más intensamente a las personas que trabajan la tierra, habrá un límite a la cantidad de riqueza que uno puede acumular; y si se siguen dividiendo las tierras, resultará en una situación en que empezará agotarse la riqueza de la familia. Pero si uno envía un hijo al clero y otro a las fuerzas armadas, no habrá necesidad de dividir la tierra entre tantas personas (y habrá menos bases para rivalidades y antagonismos entre los hijos). Históricamente, eso era parte importante de la cultura de los estados sureños —es decir, del sector aristocrático de terratenientes blancos ricos del Sur— y este muy posiblemente es uno de los factores que ha contribuido a que haya tantos sureños blancos no solo en las fuerzas armadas estadounidenses en general sino específicamente en su cuerpo de oficiales. A su vez, dadas las particularidades históricas del Sur, ya explicadas, esta presencia de una gran cantidad de sureños blancos es un factor que contribuye a un ambiente más favorable para la propagación del fundamentalismo religioso —el fascismo cristiano— en las fuerzas armadas estadounidenses y los elementos de alto rango. [regresa]
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Revolución #493 31 de mayo de 2017
31 de mayo de 2017 | Periódico Revolución | revcom.us
Desde hace décadas, bajo administraciones demócratas y republicanas, la policía de todo el país ha perfilado, hostigado, golpeado, torturado y asesinado a millones de personas, especialmente a los negros, latinos e indígenas norteamericanos. En los últimos años se ha visto un repunte de protestas contra este terror que llevan a cabo los oficialmente autorizados asesinos de uniforme azul, desde Ferguson hasta muchas otras ciudades, grandes y pequeñas, en todo el país. También se ha visto otras expresiones de justa resistencia, como los miles que luchan contra el oleoducto Dakota Access y en defensa de los derechos de los pueblos indígenas y en desafío a las fuertemente armadas fuerzas policiales, y los millones que se han lanzado a las calles, como durante la Marcha de las Mujeres y otras protestas contra Trump.
Ante esto, desde el principio el régimen de Trump y Pence ha dejado en claro su determinación fascista de “restaurar el orden público” — dar luz verde a los puercos policías vestidos de azul e intensificar a un nivel mayor la brutalidad y los asesinatos de la policía. Trump, Pence y el resto del régimen ponen la realidad patas arriba cuando acusan a los que protestan contra los asesinatos policiales de instigar la violencia, y solo falta que criminalicen abiertamente a quienes condenan, o simplemente critican a la policía o se niegan a colaborar con ella. Ahora, las fuerzas republicanas del régimen en el Senado y la Cámara de Representantes han presentado un proyecto de ley tóxico que se llama “Acta Respalda el Azul de 2017” que incrementaría de manera dramática los poderes de la policía.
Revcom.us seguirá informando sobre este proyecto de ley, pero por ahora estos son algunos de sus puntos clave:
El régimen de Trump y Pence tendría facultades para desestimar a los fiscales locales si el régimen considera que no se han portado de forma suficientemente agresiva o draconiana en la persecución de los que se oponen a la policía, incluyendo a las víctimas de la brutalidad policial y a quienes la denuncian, así como otros que protestan contra el régimen y el sistema entero. El proyecto de ley crearía nuevos delitos federales por agredir o matar a un policía local o estatal. Esto se aplicaría a todos los organismos del orden público que reciben ayuda federal —y como casi todos los organismos policiales reciben ayuda federal, el proyecto de ley sería aplicable a casi todos los policías locales. Esto quiere decir que, bajo el régimen de Trump y Pence, los fiscales federales podrían intervenir y ponerse a cargo de casos locales para acusar a una víctima de la brutalidad policial de graves delitos federales que conllevan años de prisión como pena. Esto no sería difícil de hacer, ya que hoy mismo, de rutina, a las personas que la policía brutaliza, incluso en las protestas contra la violencia policial así como en las protestas de otro tipo, los arrestan y acusan falsamente de “agredir” al mismo puerco policía que los agredió.
Sería casi imposible para las víctimas de la brutalidad policial y los familiares de las personas asesinadas por la policía presentar demandas civiles contra los policías. Los policías que matan a personas inocentes —aunque la víctima no tenga arma y haya un vídeo del asesinato— casi nunca son acusados de un delito, ni mucho menos son condenados. Unas cuantas víctimas de la brutalidad policial han logrado ganar demandas civiles contra la policía y obtener compensaciones monetarias. Bajo el nuevo proyecto de ley, aunque los policías claramente violen la ley cuando están brutalizando o matando a alguien, no serán responsables de los gastos del entierro si se logra comprobar que actuaron de la manera que lo hicieron porque la víctima, “más probablemente que no”, había participado en algún delito. Por ejemplo, si unos policías invaden una residencia con el pretexto de tener una orden de registro por drogas, y matan a alguien a balazos, la familia de la víctima no podrá demandar, aunque sí pueda demostrar que los policías cometieron actos ilícitos — porque la policía podría alegar que la víctima vendía mota o en alguna ocasión tenía suficiente como para merecerse un cargo de delito grave. Las autoridades ya no tendrían que presentar pruebas judiciales contundentes sino simplemente decir que es “más probable que no” que sus alegaciones sean ciertas.
Las víctimas de la brutalidad policial podrían estar sometidas a cargos injustos inventados adicionales. Como para conseguir que las víctimas de la violencia policial, como los que son agredidos durante protestas, no levanten demandas, la policía podría amenazar con entablarles cargos federales graves inventados como el de “agredir” a un policía mientras “resistía a la autoridad”. Un bloguero del Washington Post que se dedica a asuntos judiciales señaló: “La policía y la fiscalía ya están acusados de entablar cargos indebidos en casos de abuso, para luego palanquear esos cargos, diciendo que los retirarían a cambio de que la víctima prometiera no levantar demandas. Y dado que la policía solo tendría que demostrar alguna conexión a un delito grave o acto violento con el peso de la prueba, el mero hecho de entablar cargos graves probablemente disuadiría a la mayoría de abogados de aceptar el caso de una víctima”.
El “Acta Respalda el Azul” es parte de las maniobras del régimen de Trump y Pence para consolidar el fascismo en el gobierno y en la sociedad. Trump, Pence, Sessions y el régimen entero han dejado en claro que están empecinados en robustecer los poderes de la policía, incluida la eliminación de los límites simbólicos, así como la crítica a crueles puercos policías asesinos. El nuevo proyecto de ley amenaza con intensificar esto a nuevas alturas fascistas, draconianas y tenebrosas. Y va de la mano con una oleada de proyectos de ley a nivel estatal que aplican o amenazan con aplicar castigos graves contra quienes protestan contra los asesinatos y el terror de la policía y que luchan contra otras injusticias del sistema.
Hay que denunciar, combatir y derrotar… todas estas indignantes leyes. Mucha, pero mucha gente —toda persona de conciencia y quienquiera que se angustia ante el estado del mundo y del planeta— tiene que unirse en esta lucha, como parte de la lucha urgente para expulsar a todo el régimen fascista de Trump y Pence.
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Revolución #493 31 de mayo de 2017
31 de mayo de 2017 | Periódico Revolución | revcom.us
Este verano Chicago se conocerá por la revolución, y no porque la gente se mata unos a otros mientras Trump el Hitler norteameriKKKano avanza con un programa genocida que tiene en la mira a los negros, latinos y otra gente de color. Este verano Chicago se conocerá por la gente que cambie el objetivo por lo que vive, lucha y muere, haciendo suya la causa de la emancipación humana y organizándose ahora para derrocar este sistema a la mayor brevedad posible.
Este verano la gente descubrirá y se conectará con la dirección que tiene en Bob Avakian (BA) y el Partido Comunista Revolucionario (PCR). Este verano la gente conocerá y hará suya la ciencia y la estrategia para la revolución desarrollada por BA, que nos muestra que esta revolución es la única salida. Este verano la gente aprenderá cómo organizarse para llevar a cabo y ganar la lucha total por el poder. Este verano la gente hará suyos y luchará por la visión y el programa encarnados en la Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte escrita por BA, para una nueva sociedad donde la gente realmente importe y donde cuente con el apoyo que necesita para desarraigar todas las diferentes formas de opresión y para ir más allá de un mundo dividido en ricos y pobres, en amos y esclavos.
Este verano la gente cambiará cómo es y hará suyos los Puntos de Atención para la Revolución. Este verano la gente dejará las idioteces del “yo y lo mío ante todo” que tienen atrapados a los de abajo peleando por las migajas que caen de la mesa imperialista. Este verano, la gente llegará a entender profundamente que las mujeres no son perras, ni putas, ni sacos de boxeo, ni incubadoras, ni juguetes sexuales ni reproductoras, sino que son seres humanos plenos. Aprenderá a reconocer y valorar la humanidad de unos a otros, de la gente gay y de diferente género, de los musulmanes, de los inmigrantes, de la gente por todo el mundo, y sí, de la gente del vecino barrio a la que ha considerado como enemigo. Este verano, la gente se convertirá en pensadores científicos críticos y no en robots religiosos ciegos.
Este verano, la gente dejará de ser manipulada de modo que piense que el enemigo sea alguien parecido a nosotros que vive sobre la misma calle, y que al contrario, se preparará y se organizará para luchar para derrocar al verdadero enemigo que ha creado y nos tiene atrapados en las condiciones, en la miseria y en la pobreza que nos tiene enfrentados unos a otros. Este verano, la gente dejará la locura de matar a otras personas en las mismas condiciones. Este verano, la gente le dará un VERDADERO SENTIDO a la vida de sus seres queridos asesinados, al luchar contra el sistema que es el verdadero responsable. La gente dejará la sed de venganza y represalias. Al contrario, la gente elevará la vista y se reunirá para luchar por los intereses de las masas populares en todo el mundo porque eso es lo que la gente realmente necesita, y la humanidad está contando con nosotros para hacerlo.
Ahora mismo en todo el mundo la gente se fija en Chicago por la violencia entre los habitantes y por las amenazas fascistas de Trump de entrometerse. Este verano, que se llegue a conocer Chicago de una manera radicalmente diferente. Que se llegue a conocer por la gente que se pone de pie como una fuerza organizada por la revolución, por cambiar las cosas en que la gente se mete, el objetivo por el cual luchan y lo que la gente en todo el mundo vea como posible. La gente verá que hay una salida de la locura en la que el sistema tiene atrapada a la gente, en Estados Unidos y en todo el mundo.
Quien hace falta eres TÚ
Hace falta que tú asumas este reto. Te necesitan las masas populares que están viviendo el infierno. Te necesita la gente del mundo que clama por un futuro diferente. Te necesita la gente a tu alrededor, la gente que cree que las cosas no pueden ser diferentes o que teme el cambio. Hace falta que pongas todo lo que puedas para formar parte de preparar el terreno, preparar al pueblo, y preparar a la dirección de vanguardia, acelerando una situación en que millones puedan acometer a toda máquina la revolución, y con una posibilidad real de ganar.
BA dice, “Nosotros, las masas de personas, somos capaces de cosas mucho más grandes que estas. Somos capaces de cambiar completa y radicalmente nuestras circunstancias, cambiar toda la sociedad para acabar con circunstancias como estas. Lo que pasa en el mundo nos afecta a nosotros y nosotros podemos afectar el mundo, y al fin y al cabo, nosotros podemos cambiar todo el mundo juntos con gente como nosotros por todo el mundo”.
Este verano: Decide a vivir y luchar según los seis Puntos de Atención para la Revolución. Ponte la playera que representa la revolución: Habla BA: ¡REVOLUCIÓN, Y NADA MENOS! Afíliate con el Club Revolución y conviértete en emancipador de la humanidad.
Revolución #493 31 de mayo de 2017
31 de mayo de 2017 | Periódico Revolución | revcom.us